Genesis 1, 1-31


genesis
La creación
Sal 104; Eclo 43; Prov 8,22-31

Al principio Dios creó el cielo y la tierra. La tierra no tenía forma; las tinieblas cubrían el abismo. Y el soplo de Dios se movía sobre la superficie de las aguas. Dijo Dios:
– Que exista la luz.
Y la luz existió. Vio Dios que la luz era buena; y Dios separó la luz de las tinieblas; llamó Dios a la luz: día, y a las tinieblas: noche. Pasó una tarde, pasó una mañana: éste fue el día primero. Y dijo Dios:
– Que exista un firmamento entre las aguas, que separe aguas de aguas. E hizo Dios el firmamento para separar las aguas de debajo del firmamento, de las aguas de encima del firmamento. Y así fue. Y Dios llamó al firmamento: cielo. Pasó una tarde, pasó una mañana: éste fue el día segundo. Y dijo Dios:
– Que se junten las aguas de debajo del cielo en un solo sitio, y que aparezcan los continentes.
Y así fue. Y Dios llamó a los continentes: tierra, y a la masa de las aguas la llamó: mar. Y vio Dios que era bueno. Y dijo Dios:
– Produzca la tierra pasto y hierbas que den semilla, y árboles frutales que den fruto según su especie y que lleven semilla sobre la tierra.
Y así fue. La tierra produjo hierba verde que engendraba semilla según su especie, y árboles que daban fruto y llevaban semilla según su especie. Y vio Dios que era bueno. Pasó una tarde, pasó una mañana: éste fue el día tercero. Y dijo Dios:
– Que existan astros en el firmamento del cielo para separar el día de la noche, para señalar las fiestas, los días y los años; y sirvan como lámparas del cielo para alumbrar a la tierra.
Y así fue. E hizo Dios los dos grandes astros: el astro mayor para regir el día, el astro menor para regir la noche, y las estrellas. Y los puso Dios en el firmamento del cielo para dar luz sobre la tierra; para regir el día y la noche, para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno. Pasó una tarde, pasó una mañana: éste fue el día cuarto. Y dijo Dios:
– Llénense las aguas de multitud de vivientes, y vuelen pájaros sobre la tierra frente al firmamento del cielo. Y creó Dios los cetáceos y los vivientes que se deslizan y que llenan las aguas según sus especies, y las aves aladas según sus especies. Y vio Dios que era bueno. Y Dios los bendijo, diciendo:
– Crezcan, multiplíquense y llenen las aguas del mar; y que las aves se multipliquen en la tierra. Pasó una tarde, pasó una mañana: éste fue el día quinto. Y dijo Dios:
– Produzca la tierra vivientes según sus especies: animales domésticos, reptiles y fieras según sus especies.
Y así fue. E hizo Dios las fieras de la tierra según sus especies, los animales domésticos según sus especies y los reptiles del suelo según sus especies. Y vio Dios que era bueno. Y dijo Dios:
– Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que ellos dominen los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos y todos los reptiles. Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; varón y mujer los creó. Y los bendijo Dios y les dijo:
– Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todos los animales que se mueven sobre la tierra. Y dijo Dios:
– Miren, les entrego todas las hierbas que engendran semilla sobre la tierra; y todos los árboles frutales que engendran semilla les servirán de alimento; y a todos los animales de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra – a todo ser que respira– , la hierba verde les servirá de alimento.
Y así fue. Y vio Dios todo lo que había hecho: y era muy bueno. Pasó una tarde, pasó una mañana: éste fue el día sexto.
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