Isaías 5, 8-25


Amenazas contra los malvados
Am 5,7-17; 6,1-11; Hab 2,6-20

¡Ay de los que añaden casas a casas
y juntan campos con campos,
hasta no dejar sitio,
y vivir ellos solos en medio del país! Soy testigo:
lo ha jurado el Señor Todopoderoso:
Sus muchas casas serán arrasadas,
sus palacios magníficos
quedarán deshabitados, pastarán corderos
como en praderas propias,
chivos cebados comerán en sus ruinas, diez cuadras de viña
no darán más que un tonel,
y una carga de semilla
dará solo una canasta. ¡Ay de los que madrugan
en busca de licores,
y hasta el crepúsculo
los enciende el vino! Todo son cítaras y arpas,
panderetas y flautas
y vino en sus banquetes,
y no atienden a la actividad de Dios
ni se fijan en la obra de su mano. Y así mi pueblo, inconsciente,
va deportado;
sus nobles mueren de hambre,
y el pueblo se quema de sed. El abismo ensancha sus fauces,
dilata la boca sin medida:
allá bajan los nobles y el pueblo,
su tumulto y sus festejos. Será doblegado el mortal,
será humillado el hombre,
los ojos arrogantes serán humillados. El Señor Todopoderoso
será exaltado al juzgar,
el Dios santo mostrará
su santidad en la sentencia. ¡Ay de los que arrastran a sí la culpa
con cuerdas de bueyes,
y el pecado con sogas de carretas! Los que dicen:
Que se dé prisa,
que apresure su obra,
para que la veamos;
que se cumpla en seguida
el plan del Santo de Israel,
para que lo comprobemos. ¡Ay de los que llaman al mal bien
y al bien mal,
que tienen las tinieblas por luz
y la luz por tinieblas,
que tienen lo amargo por dulce
y lo dulce por amargo! ¡Ay de los que se tienen por sabios
y se creen inteligentes! ¡Ay de los valientes para beber vino
y campeones para mezclar licores; de los que por soborno
absuelven al culpable
y niegan justicia al inocente! Por eso, como la lengua de fuego
devora el rastrojo
y la paja se consume en la llama,
su raíz se pudrirá,
sus brotes volarán como polvo.
Porque rechazaron la ley
del Señor Todopoderoso
y despreciaron la Palabra
del Santo de Israel. Por eso se enciende
la ira del Señor contra su pueblo
y extiende la mano para herirlo.
Tiemblan los montes,
yacen los cadáveres
como basura por las calles.
Y con todo eso no se aplaca su ira,
sigue extendida su mano.
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