Isaías 62, 1-9

Por amor de Sión no callaré,
por amor de Jerusalén
no descansaré,
hasta que irrumpa
la aurora de su justicia
y su salvación brille como antorcha. Los pueblos verán tu justicia,
y los reyes, tu gloria;
te pondrán un nombre nuevo
impuesto por la boca del Señor. Serás corona espléndida
en la mano del Señor
y diadema real en la palma de tu Dios. Ya no te llamarán la Abandonada
ni a tu tierra la Devastada,
a ti te llamarán mi Preferida
y a tu tierra la Desposada,
porque el Señor te prefiere a ti,
y tu tierra tendrá esposo. Como un joven se casa con su novia,
así te desposa el que te construyó;
la alegría que encuentra
el esposo con su esposa
la encontrará tu Dios contigo. Sobre tus murallas, Jerusalén,
he colocado centinelas:
nunca callan, ni de día ni de noche,
los que invocan al Señor
no se den descanso; no le den descanso
hasta que la establezca,
hasta que haga de Jerusalén
la admiración de la tierra. El Señor lo ha jurado por su diestra
y por su brazo poderoso:
ya no entregará tu trigo
para que se lo coman tus enemigos;
ya no se beberán extranjeros tu vino,
por el que tú trabajaste. Los que lo cosechan lo comerán
y alabarán al Señor;
los que lo vendimian lo beberán
en mis atrios sagrados.
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