Jeremías  23, 9-32


A los profetas
14,13-16; 28-29; Ez 13

A los profetas:
Se me rompe el corazón en el pecho,
se me dislocan los huesos,
estoy como un borracho,
como uno vencido por el vino,
a causa del Señor
y de sus santas palabras: El país está lleno de adulterios,
y por ello hace duelo la tierra,
se secan los pastos de la estepa,
ellos corren hacia la maldad,
y emplean su poder para la injusticia; profetas y sacerdotes
son unos impíos,
hasta en mi templo
encuentro maldades
– oráculo del Señor– ; por eso su camino
se volverá resbaladizo,
empujados a las tinieblas
caerán en ellas;
les enviaré la desgracia
el año en que les pida cuentas
– oráculo del Señor– . Entre los profetas de Samaría
he visto una locura:
profetizan por Baal
extraviando a Israel, mi pueblo; entre los profetas de Jerusalén
he visto algo espeluznante:
adúlteros y embusteros
que apoyan a los malvados,
para que nadie
se convierta de la maldad;
para mí son todos sus vecinos
como Sodoma y Gomorra. Por eso dice el Señor Todopoderoso a los profetas:
Les daré a comer un alimento amargo
y a beber agua envenenada,
porque de los profetas de Jerusalén
se difundió la impiedad
a todo el país. Así dice el Señor Todopoderoso:
No hagan caso a sus profetas,
que los engañan:
cuentan visiones de su fantasía,
no de la boca del Señor; a los que desprecian
la Palabra del Señor
les dicen: Tendrán paz;
a los que siguen
su corazón obstinado
les dicen: No les pasará nada malo. ¿Quién asistió al consejo del Señor?,
¿quién lo vio y escuchó su palabra?,
¿quién atendió a mi palabra
y la escuchó? Mira, el Señor desencadena
una tormenta, un huracán
que gira sobre la cabeza
de los malvados; la ira del Señor no se detendrá||
hasta realizar y cumplir sus designios.
Al cabo de los años
lograrán comprenderlo. Yo no envié a los profetas,
y ellos corrían;
no les hablé, y ellos profetizaban; si hubieran asistido a mi consejo,
anunciarían mis palabras a mi pueblo,
para que se convirtiese
del mal camino,
de sus malas acciones. ¿Soy yo Dios sólo de cerca
y no Dios de lejos?
– oráculo del Señor– . Porque uno se esconda
en su escondrijo,
¿no lo voy a ver yo?
– oráculo del Señor– ,
¿no lleno yo el cielo y la tierra?
– oráculo del Señor– . He oído lo que dicen los profetas,
profetizando engaños en mi Nombre,
diciendo que han tenido un sueño; ¿hasta cuándo seguirán los profetas
profetizando engaños
y las fantasías de su mente? Con los sueños
que se cuentan unos a otros
pretenden hacer olvidar
mi Nombre a mi pueblo,
como lo olvidaron sus padres
a causa de Baal. El profeta que tenga un sueño,
que lo cuente;
el que tenga mi palabra,
que la diga a la letra.
¿Qué hace el grano con la paja?
– oráculo del Señor– . ¿No es mi palabra fuego
– oráculo del Señor–
o martillo que tritura la piedra? Por eso aquí estoy contra los profetas
– oráculo del Señor– ,
que se roban unos a otros
mis palabras; aquí estoy contra los profetas
– oráculo del Señor–
que manejan la lengua
para soltar oráculos; aquí estoy contra los profetas
– oráculo del Señor–
que cuentan sus sueños falsos
y extravían a mi pueblo
con sus engaños y extravagancias.
No los mandé, no los envié,
son inútiles para este pueblo
– oráculo del Señor– .
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