Jeremías  2, 14-22


Tu maldad te escarmienta

¿Era Israel un esclavo
o un nacido en esclavitud?
¿Por qué se ha vuelto
presa de leones que rugen contra él
con gran estruendo?
Arrasaron su tierra,
incendiaron sus poblados
hasta dejarlos deshabitados. Incluso gente de Menfis y Tafnes
te raparon la cabeza. ¿No te ha sucedido todo eso
por haber abandonado
al Señor, tu Dios? Y ahora,
¿para qué quieres ir a Egipto?,
¿a beber agua del Nilo?;
¿para qué quieres ir a Asiria?,
¿a beber agua del Éufrates? Tu maldad te castiga,
tu infidelidad te enseña:
mira y aprende
que es malo y amargo
abandonar al Señor, tu Dios,
sin sentir miedo
– oráculo del Señor Todopoderoso– . Desde antiguo has roto el yugo
y hecho saltar las correas
diciendo: No quiero servir:
en cualquier colina alta,
bajo cualquier árbol frondoso,
te acostabas y te prostituías. Yo te planté, vid selecta
de cepas legítimas,
y tú te volviste espino,
viña bastarda. Por más que te laves con jabón
y lejía abundante,
me queda presente la mancha
de tu culpa – oráculo del Señor– .
Ver contexto