Jeremías  28, 1-17


Jeremías y Ananías
1 Re 22; Jr 23,13-32

Ese mismo año, el cuarto del reinado de Sedecías en Judá, el mes quinto, Ananías, hijo de Azur, profeta natural de Gabaón, me dijo en el templo, en presencia de los sacerdotes y de toda la gente: – Así dice el Señor Todopoderoso, Dios de Israel: Rompo el yugo del rey de Babilonia. Antes de dos años devolveré a este lugar todo el ajuar del templo que Nabucodonosor, rey de Babilonia, acaparó y se llevó a Babilonia. A Jeconías, hijo de Joaquín, rey de Judá, y a todos los judíos desterrados en Babilonia yo los haré volver a este lugar – oráculo del Señor– . Porque romperé el yugo del rey de Babilonia. El profeta Jeremías respondió al profeta Ananías, en presencia de los sacerdotes y del pueblo que estaba en el templo; el profeta Jeremías dijo:
–¡Amén, así lo haga el Señor! Que el Señor cumpla tu profecía trayendo de Babilonia a este lugar todo el ajuar del templo y a todos los desterrados. Pero escucha lo que yo te digo a ti y a todo el pueblo: Los profetas que nos precedieron, a ti y a mí, desde tiempo inmemorial, profetizaron guerras, calamidades y epidemias a muchos países y a reinos dilatados. Cuando un profeta anunciaba prosperidad, sólo al cumplirse su profecía era reconocido como profeta enviado realmente por el Señor. Entonces Ananías le quitó el yugo del cuello al profeta Jeremías y lo rompió, diciendo en presencia de todo el pueblo:
– Así dice el Señor: Así es como romperé el yugo del rey de Babilonia, que llevan al cuello tantas naciones, antes de dos años.
El profeta Jeremías se marchó por su camino. Después que el profeta Ananías rompió el yugo que el profeta Jeremías llevaba al cuello, el Señor le dirigió la palabra: – Ve a decirle a Ananías: Así dice el Señor: Tú has roto un yugo de madera, yo lo sustituiré con un yugo de hierro. Pues así dice el Señor Todopoderoso, Dios de Israel: Yugo de hierro pondré al cuello de todas estas naciones, para que estén sometidas a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y hasta las fieras del campo le daré como servidores. El profeta Jeremías dijo al profeta Ananías:
– Escúchame, Ananías: el Señor no te ha enviado, y tú infundes a este pueblo una falsa confianza. Por eso, así dice el Señor: Yo te echaré de la superficie de la tierra. Este año morirás, por haber predicado rebelión contra el Señor. El profeta Ananías murió aquel año, el mes séptimo.
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