Jeremías  4, 19-26


El alarido de guerra

¡Ay mis entrañas, mis entrañas!
Me tiemblan las paredes del pecho,
tengo el corazón turbado
y no puedo callar;
porque yo mismo escucho
el toque de trompeta,
el alarido de guerra, un golpe llama a otro golpe,
el país está deshecho;
de repente quedan
destrozadas las tiendas de campaña
y en un momento los pabellones. ¿Hasta cuándo tendré
que ver la bandera
y escuchar el toque de la trompeta? Mi pueblo es insensato,
no me reconoce,
son hijos necios que no recapacitan:
son hábiles para el mal,
ignorantes para el bien. Miro a la tierra: ¡caos informe!;
al cielo: está sin luz; miro a los montes: tiemblan;
a las colinas: danzan; miro: no hay hombres,
las aves del cielo han volado; miro: el vergel es un desierto,
los poblados están arrasados:
por el Señor, por el incendio de su ira.
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