Salmos 77, 1-6

¡A voces clamo a Dios,
a voces clamo con insistencia a Dios,
que me escuche enseguida! En mi angustia te busco, Dueño mío,
te tiendo mis manos sin descanso,
y rechazo todo consuelo. Me acuerdo de Dios entre gemidos,
meditando, mi espíritu languidece. Tú sujetas los párpados de mis ojos,
me agito, sin poder hablar. Considero los días antiguos,
los años remotos recuerdo.
De noche, tocando la lira,
mi corazón medita
y mi espíritu indaga.
Ver contexto