Marcos 3, 10-14

porque, como curaba a tantos, todos los que tenían alguna enfermedad se le echaban encima para tocarlo. También los espíritus impuros, cuando lo veían, se postraban ante él gritando: «Tú eres el Hijo de Dios.» Pero él severamente les encargaba que no lo divulgaran. Sube luego al monte, llama junto a sí a los que quería, y ellos acudieron a él. Escogió doce, para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar,
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