Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
26. Primicias y Diezmos.
T res son las partes de este capítulo: a) prescripción de entrega de las primicias de los productos de la tierra a los sacerdotes en reconocimiento a los favores otorgados por Yahvé al liberar a Israel de Egipto y darle una tierra que mana leche y miel (v.1-11); b) obligación de presentar los diezmos de los frutos cada tres años en beneficio de los menesterosos (v.12-15); c) conclusión parenética
Las Primicias (1-11)
1
Cuando hubieres entrado en la tierra que Yahvé, tu Dios, te dará en heredad y tornares posesión de ella y te establecieres, 2
tomarás una parte de las primicias de todos los productos de tu suelo que coseches en la tierra que Yahvé, tu Dios, te dará y, poniéndola en una cesta, irás al lugar que Yahvé, tu Dios, haya elegido para establecer en él su nombre. 3
Te presentarás al sacerdote entonces en funciones y le dirás: Yo reconozco hoy ante Yahvé, tu Dios, que he entrado en la tierra que Yahvé juró a nuestros padres darnos. 4
El sacerdote recibirá de tu mano la cesta y la pondrá delante del altar de Yahvé, tu Dios; 5
y, tomando de nuevo la palabra, dirás: Un arameo errante fue mi padre, y bajó a Egipto en corto número para morar allí como forastero, y creció hasta hacerse gran muchedumbre, de mucha y robusta gente. 6
Afligiéronnos los egipcios y nos persiguieron, imponiéndonos rudísimas cargas; 7
y clamamos a Yahvé Dios de nuestros padres, que nos oyó y miró nuestra humillación, nuestro trabajo y nuestra angustia, 8
y nos sacó de Egipto con mano poderosa y brazo tendido, en medio de gran pavor, prodigios y portentos; 9
y nos introdujo en este lugar, dándonos una tierra que mana leche y miel. 10
Por eso ofrezco ahora las primicias de la tierra que Yahvé me ha dado; y las dejarás ante Yahvé, tu Dios; y, adorado Yahvé, tu Dios, 11
te regocijarás con los bienes que Yahvé, tu Dios, te ha dado a ti y a tu casa; tú, el levita y el peregrino que mora en medio de ti.
En la legislación mosaica se habla reiteradamente de las primicias1. El deuteronomista insiste en el carácter de reconocimiento por la protección de Yahvé al liberar a Israel de Egipto e instalarle en Canaán, como había prometido a los patriarcas. La designación de Abraham o Jacob como arameo es indicio de arcaísmo, ya que no es concebible que un autor de la época de la monarquía haya presentado a su glorioso antepasado como perteneciente al pueblo odiado de los
arameos, enemigos de Israel. El fiel israelita deberá presentar en una cesta las primicias del producto del suelo (cereales sobre todo) al sacerdote en el
lugar elegido por Yahvé, es decir, el santuario de Jerusalén. Al entregar la cesta, el fiel debe hacer un acto de fe y de reconocimiento a Yahvé. Y recuerda el origen no israelita de su antepasado Abraham-Jacob y su vida
errante por Canaán y Egipto, contraponiendo su azarosa situación a la actual del israelita, asentado pacíficamente en la
heredad de Yahvé2. En Egipto, Dios multiplicó al pueblo elegido y por fin lo liberó de la opresión. Ahora es Yahvé el que dispensa la feracidad a la tierra que
mana leche y miel (v.9). En comparación con las estepas del Sinaí, la tierra de Canaán era un oasis con variados frutos: trigo, aceite, vino, etc. Quizá el deuteronomista insiste en que el israelita reconozca a Yahvé como otorgador de los bienes del campo para hacer frente a la opinión popular de atribuir a los baales cananeos la feracidad de la tierra.
Esta ofrenda de primicias debía terminar con un banquete alegre de familia, al que debían ser invitados los necesitados: el levita y el extranjero o
ger, es decir, el forastero asimilado a la sociedad israelita3.
Los Diezmos de los Frutos (12-15).
12
Cuando hubieras acabado de separar la décima de los frutos de tus campos, el año tercero, año del diezmo, darás de ella al levita, al peregrino, al huérfano y a la viuda para que coman y se sacien en tu ciudad, 13
y dirás ante Yahvé, tu Dios: He tomado de mi casa lo santo y se lo he dado al levita, al peregrino, al huérfano y a la viuda, conforme a lo que me has mandado; no he traspasado tus mandatos ni los he olvidado, 14
no he comido nada de ello en mi luto, no he consumido nada en estado de impureza, no lo he dado a los muertos, he obedecido a la voz de Yahvé, mi Dios, y en todo he hecho lo que tú me has mandado; 15
mira desde tu santa morada, desde los cielos, y bendice a tu pueblo Israel y la tierra que nos has dado, como juraste a nuestros padres, la tierra que mana leche y miel.
Según
Deu_14:28-29, cada tres años el israelita debía entregar un diezmo en favor de los necesitados: levita, huérfano, viuda y extranjero, que residían en la localidad del oferente. Para que este donativo tenga un sentido expresamente religioso, se ordena una oración, que era a la vez una profesión de fidelidad a los mandatos de Yahvé (v.15). Algunos autores suponen que se trata aquí de la décima parte del
diezmo trienal, pero el contexto parece indicar que se trata del diezmo completo. La expresión
dirás ante Yahvé (v.13) parece indicar que el oferente debe trasladarse al santuario único4, aunque en el v.12 se habla de que los necesitados deben comer ese diezmo
en tus puertas, es decir, en la casa del oferente5. El diezmo es considerado como algo santo o consagrado a Yahvé, y como tal es puesto aparte. El oferente confiesa que se halla libre de impurezas legales al presentar el diezmo: no tomó parte en banquetes fúnebres con ocasión del duelo (v.14)6, no tocó el diezmo mientras estaba impuro7, ni ha dado nada a los muertos, probable alusión a la costumbre de presentar ofrendas a los difuntos en sus tumbas entre los cananeos8. Así, pues, el piadoso israelita termina su oración pidiendo la bendición para el pueblo de Israel (v.15).
Conclusión Parenética (16-19).
16
Hoy Yahvé, tu Dios, te manda que pongas por obra estos preceptos y mandatos, que los guardes y practiques con todo tu corazón y toda tu alma. 17
Hoy has hecho que Yahvé te diga que él será tu Dios; y has prometido seguir sus caminos, guardar sus leyes, sus mandamientos y sus preceptos, y obedecer a su voz. 18
Yahvé te ha dicho hoy que serás para él un pueblo singular, como ya te lo había dicho antes, guardando todos sus mandamientos; 19
y dándote el Altísimo, sobre todas las naciones que El ha hecho, la superioridad y la gloria, en fama y en esplendor, para que vengas a ser un pueblo santo para Yahvé, tu Dios, como El te lo ha dicho.
Es la conclusión del largo discurso de los c. 12-25, aunque algunos comentaristas prefieren considerar esta perícopa como introducción al discurso final (
Deu_26:16-30;
Deu_26:20). Es una síntesis oratoria de las obligaciones para con Yahvé, que ha elegido a Israel como
pueblo santo (v.19), es decir, segregado de todos los pueblos, dándole la
superioridad, fama y esplendor sobre todos. Es el pueblo confidente de Yahvé, que ha recibido sus leyes para seguir sus caminos, y como tal su predilecto.
1 Cf.
Exo_23:17-19;
Lev_23:9-14;
Deu_14:22-27. 2 Algunos autores creen que
arameo es, más que una designación étnica, una designación social equivalente a
nómada, como la palabra
árabe en tiempo de Jeremías (Jer 3.2). En todo caso, Jacob podía llamarse étnicamente
arameo, por haber morado en Aram mucho tiempo, y su familia estaba en aquella región, en la que había habitado también su abuelo Abraham (cf.
Gen_25:30;
Gen_38:5;
Gen_12:4). 3 Cf.
Deu_12:6-7;
Deu_12:11;
Deu_12:17-18;
Deu_16:11;
Deu_16:14. 4 La expresión
ante Yahvé tiene el sentido de presentarse al santuario único en
Deu_12:7;
Deu_12:12-18;
Deu_14:23-26;
Deu_15:20;
Deu_16:11;
Deu_19:17. 5 La misma expresión
ante Yahvé tiene el sentido general de
en presencia de Dios, que está en todas partes, en
Gen_27:7;
Exo_6:12.30. 6 La casa en la que había un cadáver era impura (
Núm_21:14;
Ose_9:4). 7 Cf.
Lev_22:3-6; Núm 11.13. 8 Cf. H. Vincent, Canaán... 213; M. J. Lagrange,
études sur les religions sémitiques 287-291.