Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
3. Plegaria y canto triunfal del Profeta.
Este maravilloso salmo épico-lírico cierra el libro de Habacuc. Por su semejanza con algunos salmos, algunos autores creen que se trata de una composición litúrgica añadida como apéndice al libro de Habacuc. Pero, en general, las ideas son semejantes a las del libro del profeta que acabamos de comentar, pues se canta a Yahvé como a un guerrero majestuoso que avanza contra los enemigos, que no especifica, pero bien pueden ser los caldeos. La expresión es vigorosa, y la imaginación, ardiente. Es una de las más bellas composiciones poéticas de la Biblia.
Teofanía triunfal de Yahvé (1-4).
1 Plegaria de Habacuc, profeta, en el tono de shiguinot. 2 Yo, ¡oh Yahvé! oí tu renombre y he temido, ¡oh Yahvé! tus obras. Dales existencia en el transcurso de los años, manifiéstalas en medio de los tiempos. En la ira acuérdate de la misericordia. 3 Llega Dios de Teman, y el Santo del monte Farán. (Selah), u majestad cubre los cielos, y la tierra se llena de su gloria. 4 Su resplandor es como la luz; de sus manos salen como cuernos, con que vela su poder. 5 Delante de El va la mortandad, y a su zaga va el azote. 6 Si se detiene, hace temblar la tierra, y si mira, se conmueven las naciones. Los montes eternos se resquebrajan, se abajan los eternos collados, sus antiguos caminos. La indicación introductoria indica el uso litúrgico de la composición, que debía ser cantada en un tono para nosotros desconocido, llamado
shiguinot. El hecho de que encontremos la palabra musical
selah a lo largo de la composición prueba el carácter salmódico de esta maravillosa poesía épico-lírica. La descripción de la imponente teofanía se abre con una exclamación enfática: El profeta ha sentido el rumor de la presencia de Dios, que se acerca, y es sobrecogido de reverente temor. Hasta los mismos amigos de Dios tiemblan ante su presencia, porque sienten escalofrío de su santidad.
Ahora Dios se presenta con una imponente escolta de destrucción (la
mortandad y el
azote, o epidemia, v.5). El profeta presiente en ello la próxima manifestación de secretas obras o prodigios, y, en su ansia de ver triunfar la gloria de Dios, pide que las manifieste ante las naciones:
Dales existencia en el transcurso de los años. (v.3). Por otra parte, Yahvé ya ha manifestado su justicia vengadora sobre su pueblo, y ahora el profeta pide que esa cólera desatada se convierta en compasión para Israel: En
la ira acuérdate de la misericordia (v.2). Asiste tembloroso a la aparición majestuosa de Yahvé, que viene del oriente para castigar a sus enemigos.
Conforme a la tradición antigua, supone que Yahvé avanza desde el desierto del Sinaí desde
Teman y el monte Farán. Como en otro tiempo Yahvé avanzaba protegiendo a Israel a través de los territorios de Edom, camino de la tierra de promisión *, así ahora viene también envuelto en la nube, cubriendo con su majestad
los cielos y llenando con su
gloria y resplandor
la tierra. Viene envuelto en
la luz como en la tempestad del Sinaí, y de sus manos
salen cuernos. La teofanía está calcada sobre la del Sinaí. Dios es demasiado trascendente y santo para manifestarse tal cual es, y por eso con sus cuernos
vela su poder. Es una clara alusión a los cuernos que salían del rostro de Moisés después de entrar en contacto con la divinidad 2.
Los cuernos eran símbolo de la divinidad, como expresión del poder. Los dioses mesopotámicos iban cubiertos con una tiara de siete cuernos enroscados hacia arriba. En la Biblia, el
cuerno es símbolo de poder. Habacuc se conforma a estas ideas para describir la majestuosa aparición de Yahvé, que avanza como un guerrero indómito escoltado de dos poderes formidables:
delante de El va la mortandad y a su zaga va el azote (v.5), instrumentos de su justicia. A su presencia, la misma tierra es siente sobrecogida de temblor ,(v.6), y a su mirada se
conmueven las naciones. Y hasta los montes se sienten débiles para soportar el peso de Yahvé: Los
montes eternos se resquebrajan. (v.6b). En la literatura profética del A.T. es corriente presentar a Yahvé como un gigante que avanza por las cimas
de los collados.
El poder de Yahvé sobre la naturaleza (7-11).
7 Llenas de terror veo las tiendas de Kusán 3, ( tiemblan los campamentos de Madián. 8 ¿Acaso, Yahvé, se enciende tu ira contra los ríos o es contra los mares tu furorcuando subes sobre tus caballos, sobre tus carros de victoria? 9 Pones al desnudo tu arco y llenas de saetas tu aljaba 4. (Selah.) Hiendes con torrentes la tierra. 10 A tu vista tiemblan las montañas, irrumpen diluvios de aguas, alza su voz el abismo del mar, hacia la altura sus manos eleva. 11 El sol y la luna se quedan en su morada ante la luz de tus saetas,ante el resplandor de tu lanza fulgurante.
El profeta, a la vista de la manifestación terrorífica de Yahvé, que va a descargar sobre los enemigos de Judá, piensa en las victorias antiguas sobre
Kusán en tiempos del juez Otoniel y sobre
Madián en tiempos de Gedeón5. Los recuerdos de guerra se mezclan con los lirismos de la naturaleza. Ante la majestad de Yahvé vuelven a temblar
las tierras de Kusán y los campamentos de Madián (v.7). El profeta, al ver a Yahvé como un guerrero que se prepara al combate, piensa que es para algo más que para descargar sobre la naturaleza, que domina sin rival: ¿Acaso,
Yahvé, se enciende tu ira contra los ríos.? (v.8). Yahvé avanza sobre sus
caballos y carros de victoria, que son las nubes huracanadas, cargadas de siniestros diluvios. Y el profeta se complace en describir la manifestación del poder de Dios en la tempestad como introducción a la descripción dé sus efectos terroríficos sobre los malvados y enemigos de Israel.
Yahvé en la tempestad se porta como un guerrero, que desnuda su arco y se provee de saetas (rayos) para lanzarlos contra la tierra. A su mandato viene la lluvia torrencial y se
hiende con torrentes la tierra (v.9). La conmoción de la naturaleza es total; las torrenteras lo invaden todo, y las aguas, provenientes
del abismo del mar, dan bramidos aterradores (
alzan su voz).
Por unos momentos, mientras ruge la tempestad, el
sol y la
luna están como acobardados, y se
quedan en su morada, aterrados ante
la luz de las saetas (relámpagos) y ante
el resplandor de la lanza fulgurante de Yahvé (sus rayos devastadores).
El poder de Yahvé sobre sus enemigos (12-15).
12 En tu ira huellas la tierra, en tu furor trillas los pueblos. 13 Sales a campaña para salvar a tu pueblo, para libertar a tu ungido. Abates la cúspide de la casa del impío, desnudando sus cimientos hasta la roca. (Selah.) 14 Atraviesas con tus lanzas las cabezas de sus guerreros, que irrumpen para desbaratarme, exultan como quien devora al desvalido en secreto. 15 Te sumerges en la mar con tus caballos, i en el hervidero de las grandes aguas. Después de la patética descripción del poder de Dios sobre la naturaleza, el profeta canta el triunfo de Yahvé sobre los enemigos de Israel. Los
pueblos, como la tierra, están sometidos a su furor (v.12); Yahvé sale a campaña para luchar por los intereses de su
pueblo, para libertar a su
ungido, que puede ser el
rey de Judá o el mismo pueblo israelita6. Yahvé vela por los derechos de la justicia, y por eso castiga duramente al impío, destruyéndole su casa,
desnudando sus cimientos hasta la roca. Cuando llega el momento de pelear contra los enemigos de Israel, Yahvé se lanza a la batalla, sembrando la mortandad (v.14), y como en los días del paso del mar Rojo, se
sumerge en el mar con sus caballos en persecución de sus enemigos.
Triunfo de Dios y consolación del profeta (16-19).
16 Y lo oí y se estremecieron mis entrañas; al estruendo temblaron mis labios, se reblandecieron mis huesos, y mis pasos se hicieron vacilantes. Tranquilo espero el día de la aflicción, que vendrá sobre el pueblo que nos oprime, 17 Que no dé sus yemas la higuera ni sus frutos la vid, falte la cosecha del olivo y no den mantenimiento los campos. Desaparezcan las ovejas del redil y no haya bueyes en los establos; 18 yo me alegraré en Yahvé y me gozaré en el Dios de mi salvación. 19 Yahvé, mi Señor, es mi fortaleza, que me da pies como de ciervo y me hace correr por las alturas. Al maestro de canto. A las cuerdas. El profeta, ante el estrago producido por la intervención de Yahvé contra los enemigos, siente un íntimo estremecimiento (v.16). Es el escalofrío consiguiente a la presencia majestuosa del Dios de los ejércitos. Pero, por otra parte, experimenta una íntima tranquilidad al ver la justicia de su Dios cargando sobre
el pueblo que los oprime. Ni siquiera la aflicción consiguiente a la esterilidad del campo puede inquietar al profeta, que ha asistido al castigo de sus enemigos. Es una aflicción pasajera sobre el país, que se ha de compensar con la conciencia de sentirse seguros en Yahvé, Dios
de su salvación. (v.18). Yahvé
es su fortaleza, que le da la agilidad del ciervo para correr por los montes.
Muchos autores creen que los í.17-iQ son adiciones salmódicas posteriores que un glosista colocó como colofón del cántico de Hahacuc. Has indicaciones musicales
al maestro de canto. A las cuerdas,
neginot, parecen avalar esta opinión 7.
1 Cf.
Deu_33:2;
Jue_5:4. Sobre la identificación de
Teman no hay duda, pues aparece reiteradamente en la Biblia junto a Bosra, en Edom (Abd v.9).
Farán es, según unos, la cordillera que se extiende al sur de
Ain-Kades (el
Djebel Magrah), y según otros es la que se extiende desde el Sinaí hasta el golfo de Elán. 2 Cf. Ex 34.295. 3 Así según la
Bib. de Jér. Lit. el hebreo dice: bajo la maldad contemplé las tiendas de Kusán. 4 Reconstrucción problemática por paralelismo. El hebreo dice lit.: los juramentos de las tribus o de las varas, lo que no parece hacer sentido. 5 Cf.
Jue_3:8.10; 7:1s. 6 El
pueblo de Israel es muchas veces llamado ungido de Yahvé (cf.
Sal_18:8;
Sal_84:10;
Sal_84:89,
Sal_84:39.52). El mismo título se da al
rey (cf.
1Sa_24:7;
1Sa_26:9;
Lam_4:20). 7 Cf.
Sal_18:335.