Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
22. Los Sacerdotes.
Los que Pueden Comer las Cosas Santas (1-15).
1
Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 2
Habla a Aarón y a sus hijos para que respeten las cosas santas que me consagran los hijos de Israel, y no profanen mi santo nombre. Yo, Yahvé. 3
Diles: Cualquiera de vuestra estirpe de vuestras generaciones que tenga sobre sí alguna impureza, guárdese de acercarse a las cosas santas que los hijos de Israel ofrecen a Yahvé; si lo hiciere, será borrado de ante mí. Yo, Yahvé. 4
El que de la estirpe de Aarón tuviere lepra o flujo, no comerá de las cosas santas hasta no quedar puro. 5
Lo mismo el que haya tocado a un inmundo manchado por el contacto de un cadáver, o que haya derramado el semen, o que haya tocado un reptil que le contaminó, o que esté contaminado por haber tocado a un impuro que le transmitió su impureza, cualquiera que ésta sea. 6
Quien tocare algo de eso será impuro hasta la tarde, y no comerá cosa santa; se bañará en agua, 7
y después de la puesta del sol será puro, y podrá comer cosas santas, pues son su comida. 8
No comerá de animal mortecino ni desgarrado, manchándose con ello. Yo, Yahvé. 9
Que guarden todos mis mandamientos, no sea que por algo de esto incurran en pecado y mueran por haber profanado las cosas santas. Yo, Yahvé, que los santifico. 10
Ningún extraño comerá las cosas santas, ni el que habite en la casa del sacerdote ni el mercenario las comerán; 11
pero el esclavo comprado a precio por el sacerdote y el nacido en su casa podrán comerlas, pues son su alimento. 12
La hija de un sacerdote casada con un extraño no podrá comer de las cosas santas; 13
pero, si enviudare o fuese repudiada sin tener hijos y vuelve a la casa de su padre, como estaba en ella en su juventud, podrá comer de lo que come su padre; mas ningún extraño lo comerá. 14
Quien por inadvertencia comiere una cosa santa, la restituirá al sacerdote con un quinto de más. 15
No profanen los sacerdotes las cosas santas de los hijos de Israel, lo reservado a Yahvé, 16
y se carguen la fealdad del delito cuando coman las cosas santas. Yo, Yahvé, que los santifico.
Es un principio de sentido natural que quien sirve al altar, del altar ha de vivirl
. En los tiempos del Antiguo Testamento, el sacerdote no vivía solo; tenía su familia, que dependía de él. Por otra parte, las cosas que el sacerdote recibe del altar son santas, pues participan de la santidad del altar2, y es preciso respetar su santidad. De aquí las normas establecidas en este capítulo. Primeramente no se acercará a la mesa en que se sirven las cosas santas ninguno que haya contraído impureza por las muchas vías por donde ésta se puede contraer (v.3-9), si antes no se purifica. Estas cosas santas, a las que tenían acceso sólo los sacerdotes en determinadas circunstancias de pureza legal, son, además de los dones dados directamente a los sacerdotes, las partes de las víctimas en los sacrificios pacíficos y expiatorios, que no se consumían sobre el altar. Estas eran llamadas santísimas. Entre las cosas que impiden al sacerdote participar de ellas están la lepra3, la gonorrea4, el contacto con una persona que ha tocado un cadáver5, contacto directo con el cadáver, el flujo seminal6, el contacto con animales reptantes7. En los primeros casos debe purificarse con especiales ritos8, y en los restantes basta con que se reserve hasta la tarde y se bañe. También se le prohíbe al sacerdote comer
mortecino o desgarrado (v.8), es decir, de un animal que ha muerto en el campo por las fieras9. Los extraños a la familia del sacerdote no pueden participar de estas cosas santas, aunque sea un huésped o un jornalero (v.10); a éstos no se les admitía tampoco al banquete pascual10. Sin embargo, al
esclavo comprado o nacido en casa se le permite comer las cosas santas. Está vinculado a la familia de un modo más definitivo, y, según la legislación, era circuncidado y admitido al rito pascual11. La hija del sacerdote casada no podrá comer de las cosas santas mientras forme hogar aparte. Sólo cuando, viuda o repudiada, vuelva a vivir con su padre tiene derecho a participar de las cosas santas (v.18). Se mantiene, pues, siempre el principio de que el que sea
extraño a la familia no puede comer las cosas santas, privativas de la familia sacerdotal. Caso de que, por error, alguno comiera cosas santas sin tener derecho a ellas, debe restituir lo equivalente y un quinto más. En 5:15-16 se dice que además debe ofrecer un sacrificio de reparación; lo que prueba que nos hallamos ante diferentes codificaciones legislativas paralelas que han quedado en el Levítico. Por fin, el legislador encarece a los sacerdotes que vigilen por el cumplimiento de estas leyes (v.15).
Sancta sanctis, las cosas santas son para los santos o puros, según el antiguo principio de santidad. Los sacerdotes deben vigilar para que no se
profanen las cosas santas, comiendo de ellas quienes no están autorizados para ello. En ese caso se hacen reos de la fealdad del delito de los infractores (v.16). Otra interpretación es suponer que los sacerdotes con su negligencia son culpables de que el pueblo ignorante se cargue con pecados involuntariamente ante Dios. En el nuevo orden de la ley evangélica, quienes indignamente reciban los sacramentos llamados de
vivos confirmación, comunión, orden y matrimonio cometen sacrilegio, y estos sacramentos, lejos de dar la vida, causan la muerte.
Cualidades de las Víctimas de los Sacrificios (17-25).
17
Yahvé habló a Moisés diciendo: 18
Habla a Aarón y a sus hijos y a todos los hijos de Israel, y diles: Quienquiera de la casa de Israel o de los extranjeros que presente su ofrenda, sea en cumplimiento de un voto, sea como ofrenda voluntaria, si lo que ofrece a Yahvé es holocausto, 19
para que sea aceptable, la víctima ha de ser sin defecto de entre los bueyes, las ovejas o las cabras. 20
No ofreceréis nada defectuoso, pues no sería aceptable. 21
Cuando uno ofrezca a Yahvé ganado mayor o ganado menor en sacrificio pacífico, sea para cumplir un voto, sea como ofrenda voluntaria, la víctima, para ser aceptable, ha de ser perfecta, sin defecto. 22
Un animal ciego, cojo o mutilado, ulcerado, sarnoso o tinoso no se lo ofreceréis a Yahvé, ni quemaréis nada de él en el altar a Yahvé. 23
Podrás inmolar como ofrenda voluntaria un buey o una oveja que tenga un miembro demasiado largo o demasiado corto, pero esa víctima no sería aceptable para el cumplimiento de un voto. 24
No ofreceréis a Yahvé un animal que tenga los testículos aplastados, hundidos, cortados o arrancados; no lo ofreceréis a Yahvé; eso no lo haréis nunca en vuestra tierra. 25
Ni de la mano de un extranjero recibiréis tales víctimas para ofrecerlas como alimento de vuestro Dios, pues están corrompidas y manchadas y no serían aceptables.
El profeta Malaquías echaba en cara a los sacerdotes el poco aprecio que hacían de la mesa del Señor, pues le ofrecían víctimas defectuosas. Y les decía irónicamente: Id al gobernador con esas víctimas y ved si las acepta.12 Sin duda que las tomaría como una ofensa. Por ello, la ley levítica determina que las víctimas que se han de ofrecer a Yahvé han de ser sin defecto (v. 17-23). Se trata sólo de víctimas para el sacrificio de
holocausto o
pacifico, pero no de las ofrecidas por el
pecado o
delito. Para el
holocausto, la víctima debía ser macho sin defecto, escogida entre el ganado vacuno, ovino y caprino13. Lo mismo para las ofrendas voluntarias o de un voto. Para los sacrificios pacíficos, la víctima podía ser hembra14. La víctima no debía ser ciega, coja, mutilada, ulcerada, tinosa y sarnosa (v.22). En las ofrendas
voluntarias se permite que sean algo deformes, con unos miembros más largos que otros (v.23). Tampoco es admitida una víctima castrada del modo que sea (v.24). La frase
eso no lo haréis nunca en vuestra tierra (v.24b) ha sido entendida en la tradición judía como prohibición de toda castración de los animales15. Y así, al prohibir que se reciban víctimas de los extranjeros, parece insinuarse que es porque estaban mutiladas (v.25), aunque la prohibición puede tener por razón exclusiva la de la proveniencia de un extranjero, lo que la hacía impura e indigna del Dios de Israel.
Otras Prescripciones Relativas a las Víctimas (26-30).
26
Yahvé dijo a Moisés: 27
Al nacer un becerro, un cordero o un cabrito, quedarán siete días a la ubre de la madre; a partir del día octavo serán en adelante agradables para ser ofrecidos a Yahvé en sacrificio por el fuego; 28
sea buey o cordero, no inmoléis en el mismo día el animal y su cría. 29
Cuando ofrezcáis a Yahvé un sacrificio de acción de gracias, lo ofreceréis de manera que sea aceptable; 30
la víctima será comida el día mismo, sin dejar nada para el día siguiente. Yo, Yahvé.
Los recentales sólo se admiten como víctimas después de siete días a partir de su nacimiento. Como antes no son aptos para alimento del hombre, así son impropios para alimento de Dios. 16 Entre los romanos, el puerco sólo era aceptable para el sacrificio a los cinco días de su nacimiento; el cordero, al octavo, y el ternero, al trigésimo17.
Se prohíbe inmolar el mismo día la madre y su cría (v.28). La tradición judía lo ha explicado siempre como una concesión al sentimentalismo, pues es demasiado duro matar el mismo día a la madre y a la cría. Hoy día muchos autores creen que en la prohibición hay una medida contra ciertas supersticiones18.
Conclusión (31-33).
31Guardad mis mandamientos y ponedlos por obra; yo, Yahvé. 32
No profanéis mi santo nombre; sea yo santificado en medio de los hijos de Israel. Yo, Yahvé, que os santifico, 33
y os he sacado de la tierra de Egipto para ser vuestro Dios. Yo, Yahvé.
Es la conclusión de los c.21-22. La amonestación está dirigida a todos los hijos de Israel para que guarden sus mandamientos, y no sólo a los sacerdotes. La razón de ello es su
santificación. Yahvé los ha escogido entre las naciones y quiere que correspondan a su vocación; por eso no quiere que profanen su nombre o buena fama entre los gentiles, traspasando sus mandatos. Es así como es
santificado Yahvé en medio de su pueblo. Y, por fin, hace una llamada a la liberación milagrosa de Egipto, para que sean agradecidos a su providencia especialísima.
1 Cf.
1Co_9:13. 2 Cf.
Mat_23:19. 3 Cf. Lev 13. 4
Lev_15:2. 5
Num_19:11-19. 6
Lev_15:16;
Lev_15:18. 7
Lev_11:29-31 8 Lev 14 y 15. 9 Cf.
Exo_22:31;
Lev_17:15-16;
Deu_14:21. 10
Exo_12:45. 11 Cf.
Gen_17:23;
Exo_12:44 12 Mal 1:8. 13 Cf.
Lev_1:3;
Lev_1:10. 14 Cf.
Lev_3:1. 15 Fl. Josefo, Ant.
Jud. IV 8,40. 16 Cf.
Exo_22:30. 17 Plinio,
Hist. Nat. VIII 51. 18 Véase comen, a
Exo_23:19, donde se cita un paralelo en los textos de Ras Samra sobre la prohibición de cocer al cabrito en la leche de su madre