Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)
38 (A)
La predicación de Juan Bautista (3,1-20). Esta sección se divide en cuatro partes. Lc 3,1-6 describe la llamada de Juan a preparar el camino del Señor. En 3,7-14, presenta cómo la gente sencilla y los marginados se preparan para el advenimiento del Señor. Lc 3,15-18 subraya la diferencia entre aquel que prepara el camino del Señor y el Mesías. En 3,19-20, concluye su presentación de Juan.
39 No podemos desarrollar detalladamente la investigación sobre el Juan histórico. Los elementos fundamentales que habría que tener en cuenta serían el testimonio independiente de Josefo
(Ant. 18.5.2 §116-19), que comenta la gran influencia que Juan tuvo sobre la gente, y la hipótesis de J. A. Fitzmyer
(FEL, II, 298-304), sobre la relación de Juan con los esenios de Qumrán, quienes también se aplicaron a sí mismos la cita de Is 40,3, vivían en el desierto y realizaban ritos lústrales. Nuestro objetivo consiste en analizar cómo Lucas adaptó las tradiciones sobre Juan a su proclamación de la buena nueva de Jesucristo. Cf. VV. Wink,
John the Baptist in the Gospel Tradition (SNTSMS 7, Cambridge 1968) xii.
40 La adaptación lucana de las tradiciones sobre Juan está controlada por su cristología y contiene los siguientes elementos. El ministerio de Juan, como el de Jesús, se ubica en la matriz de la historia mundial y religiosa, con todos sus aspectos positivos y negativos (3,1-2). Juan es el profeta de Dios (3,2), pero no pertenece al período de la promesa, sino que inaugura el período del cumplimiento (Hch 1, 22; 10,37), cuya figura central es Jesús. Juan termina su preparación (1,80) y se convierte en un predicador itinerante que prepara el camino de Jesús, cumpliendo así la profecía anunciada por Dios: la de Gabriel (1,15-17), la de su padre Zacarías (1,76-79) y la de Isaías (3,4-6). En esta perspectiva, Dios es quien dirige el ministerio de Juan (como también el de Jesús). Como en el caso de Jesús, también el ministerio de Juan se dirige a todos (3,7-14). Juan no es Jesús, no es el Mesías (3,15-17). Su bautismo, que prepara para el camino de Jesús, debe completarse, lógicamente, con el camino de Jesús (Hch 18,25-26), la fe en él y el don del Espíritu (Hch 19,3-5). Juan sufrirá una muerte violenta (3,19-20; 9,7-9) por causa de su predicación; una suerte similar aguarda a aquel cuyos senderos prepara.
41 Lucas presenta a Juan como un modelo para sus Iglesias. Al igual que él, también ellas preparan a la gente para recibir a Jesús, pero no son el Mesías. También ellas son pioneras al llevar a otros hasta las fronteras de la fe en Jesús. Dondequiera que se anuncie la historia de Juan como parte de la buena nueva, se suscitará el arrepentimiento para que también la gente se prepare para el advenimiento del Señor Jesús. Cf. Wink,
John the Baptist (? 39 supra) 113-15.
42 1-2. Estos versículos, construidos como una larga oración periódica en griego, constituyen un elegante comienzo del relato lucano sobre la influencia de Juan en la historia mundial. Pero justo por debajo de la superficie de esta exquisitez literaria hallamos la trágica realidad de la respuesta negativa a la palabra de Dios y a sus mensajeros.
Tiberio César. El año quince de Tiberio César puede corresponder a los meses de agosto y septiembre de los años 28 ó 29 d.C. (cf.
FEL, II, 306).
Pondo Pilato: Bajo Poncio Pilato (prefecto de Judea desde el 26 al 36 d.C. [? Historia, 75:168]), la autoridad romana llevará a efecto la crucifixión de Jesús. Lucas presta una atención suplementaria a Pilato en 13,1; 23,1-6.11-13.20-24.52; Hch 3,13; 4,27; 13,28, recalcando su relación con la muerte de Jesús, el mensajero de Dios. A continuación, Lucas menciona a dos hijos de Herodes el Grande. Tras su muerte se deshizo todo el enorme poder que había tenido. Los romanos dividieron su reino y lo repartieron entre sus hijos (?Historia, 75:163-66).
Herodes tetrarca: Se trata de Herodes Antipas (4 a.C.-39 d.C.). Lucas tendrá mucho que decir sobre él, pero nada bueno: 3,19; 9,7.9; 13,31; 23,7-15; Hch 4,27. Ni Juan ni Jesús escaparon bien de las manos de Herodes. Filipo (4 a.C.-34 d.C.) y Lisanias, cuya fecha e identidad son totalmente oscuras (cf.
FEL, II, 309-10), completan la lista de estos insignificantes gobernantes.
Anás: Entre los gobernantes religiosos, Anás fue sumo sacerdote desde el 6 al 15 d.C.; Caifás, su yerno, lo fue del 18 al 37 d.C. Al igual que los anteriores gobernantes, estos dirigentes tenían cierta autoridad porque Roma lo consentía. Mediante una completa analepsis o «flashback» en 20,5, Lucas nos cuenta que los sumos sacerdotes rechazaron el bautismo de Juan. Su oposición a Jesús fue mucho más hostil: 9,22; 19,47; 20,1.19; 22,2.4.52.66; 23,4.10.13; 24,20. Igual de hostil fue su reacción a la predicación de sus seguidores: Hch 4,1.6.23; 5,17.21.24.27; 7,1; 9,1.14.21; 22,5.30; 23,2.4.5.14; 24,1; 25,2.15; 26,10.12. A este desolador escenario de reacciones de la humanidad a los mensajeros de Dios, Dios envía a Juan, hijo de Zacarías (cf. 1,5-25.57-80), para inaugurar el nuevo tiempo de gracia del evangelio. La palabra misericordiosa de Dios no permitirá que la perversión humana sea la última palabra en la historia de la salvación. En términos que recuerdan la vocación de Jeremías (Jr 1,1), describe Lucas la vocación de Juan,
en el desierto: Aunque Lucas no explote el rico simbolismo del «desierto» como éxodo de la esclavitud hacia la vida nueva, relaciona frecuentemente el desierto con Juan (cf. 1,80; 3,4; 7,24). Si los esenios de Qumrán habitaban en el desierto aguardando la salvación de Dios, el hecho de que Juan ejerciera su ministerio también en el desierto podría ser otro dato a favor de la influencia que tuvo Qumrán en el Juan histórico. Véase el comentario sobre 3,4.
43 3-6. En este pasaje, el evangelista ha vestido a Juan con su ropaje teológico, que en parte es original y en parte ya se encontraba en Marcos.
3. toda la región: A diferencia del Bautista marcano, pero muy parecido al Jesús, Pablo y Bernabé lucanos, el Juan de este evangelio es un predicador itinerante.
Jordán: Aunque se necesitara agua para el bautismo, no por ello se justifica obligatoriamente la elección del río Jordán. ¿Encontramos, tal vez, en este dato una tradición histórica de que el bautismo de Juan estaba relacionado con la idea de una renovación de la alianza antes de que el pueblo cruzase el Jordán para entrar en la «tierra prometida»?
arrepentimiento: Es decir, apartarse del pecado y cambiar de conducta moral,
perdón de los pecados: La imagen procede de la cancelación de las deudas económicas y de la liberación de la esclavitud o de la cárcel. Cf. 5,31-32. Aunque Lucas mantiene el lenguaje «tradicional» sobre Juan en su función como bautista, pone su propio sello en el contenido de su predicación. Lucas intensifica la relación de Juan con el bautismo: es llamado «el bautista» en 7,20.33; 9,19; la misión que recibe de Dios se sintetiza como «bautismo de Juan» en 7,29; 20,4; Hch 1,22; 10,37; 18,25, y «bautismo de arrepentimiento» en Hch 13,24; 19,4. Pero el contenido de la predicación del Bautista en el v. 3, aun cuando tiene las mismas expresiones que hallamos en Mc 1,4, delata la presencia de la teología lucana. De hecho, las expresiones «arrepentimiento» y «perdón de los pecados» se encuentran entre las más apreciadas por Lucas para especificar lo que Jesucristo había conseguido para la humanidad (cf., p.ej., 24,47). Aunque Lucas separa claramente el bautismo de Juan del bautismo cristiano en 3,16 y Hch 18,25-19,5, los vincula estrechamente «porque lo que predica Juan inaugura el tiempo de Jesús»
(FEL, II, 313).
4. está escrito: Juan está cumpliendo la promesa de Dios de un nuevo éxodo, un nuevo exilio de la muerte y del pecado, que será consumado por Jesús, cuyo camino prepara. Tengamos en cuenta que los esenios de Qumrán también se aplicaban el texto de Is 40,3: preparaban el camino para el Señor viviendo en el desierto, estudiando la ley y separándose de los indeseables (cf. 1QS 8,13-14). En cambio, aunque también se encontrara en el desierto, Juan no se dedicaba al estudio de la ley, y, por otra parte, aceptaba a todos al bautismo. Mientras que en Is 40,3 (LXX) leemos «preparad el camino de nuestro Dios», en Lucas encontramos «preparad su camino», una clara referencia a la preparación del Bautista del camino de Jesús, un cambio que comparte con Mc 1,3.
44 5. enderezad sus sendas: Tanto esta expresión como las otras similares del v. 5 son metafóricas; deben interpretarse en el sentido de un cambio radical en el estilo de vida personal. Cf. Marshall,
Gospel 136-37. Este versículo de Is 40,4 no se encuentra en Mc 1,3. 6. En esta cita de Is 40,5 resuena el tema lucano de la universalidad; no se encuentra en el paralelo marcano 1,3. Sobre este tema, cf. 2,31-32.
salvación: cf. comentario sobre 2,10.
45 7-9. Estos versículos constituyen una fuerte prueba de la existencia de Q, puesto que 60 de las 64 palabras de Lc son idénticas a las 63 palabras de Mt 3,7-10. Este ejemplo de la predicación escatológica de Juan muestra que él no entendía el arrepentimiento como adopción de su modo de vida: vida en el desierto (1,80; 3,2.4; 7,24), renuncia a las bebidas alcohólicas (1,15; 7,33), oración y ayuno (5,33; 11,1).
7. muchedumbre: Donde Mt 3,7 dice «fariseos y saduceos», Lucas dice «muchedumbre». Dos breves observaciones. En Lucas son intercambiables «muchedumbre» (
ochloi) y «pueblo»
(laos). Cf. 3,15; 7,29; Conzelmann,
TL 231-32; n. 54; P. S. Minear,
NovT 16 (1974) 86. Mediante la técnica literaria de la analepsis o «flashback», Lucas nos dirá en 7,30 y 20,5 que los fariseos y los sumos sacerdotes, respectivamente, rechazaron el bautismo de Juan. En este punto de su relato, Lucas quiere centrarse en los que aceptaron el bautismo de Juan,
ira: Juicio divino que hará frente al mal del mundo. 8. Los vv. 10-14 ofrecerán ejemplos de comportamiento propios del arrepentimiento.
Abrahán: cf. comentario sobre 1,54-55. El reconocimiento de las relaciones de Dios con la humanidad no florece sobre el suelo de la arrogancia. Dios cumplirá sus promesas a Abrahán de forma inesperada.
9. hacha: Otra enérgica imagen de la situación contemporánea escatológica sobre la que predica Juan.
46 10-14. Estos versículos son propios de Lucas. Manifiestan claramente su teología y
Sitz im Leben. Los que buscan el arrepenti(-)miento no son los dirigentes religiosos (cf. 7,30; 20,5), sino judíos sencillos y, sobre todo, aquellos que se encontraban en los márgenes de la sociedad: publícanos y soldados. Se trata del mismo tipo de gente que responde positivamente a la predicación de Jesús. Con esta catequesis bautismal, Lucas recuerda a sus iglesias que, al igual que Juan y Jesús, deben estar abiertas para encontrar lo mejor fuera de los modos de vida normalmente aceptados. Cf. P. VV. Walaskay,
«And so we carne to Rome» (SNTSMS 49, Cambridge 1983) 28-32.
10. ¿qué tenemos que hacer?: Esta pregunta vuelve a repetirse en los vv. 12 y 14. La encontramos dos veces más en el evangelio: 10,25 y 18,18, cuando un maestro de la ley y un gobernante, respectivamente, piden a Jesús una respuesta seria sobre lo que deben hacer para heredar la vida eterna, y reciben respuestas diferentes. En Hechos encontramos tres veces la misma pregunta; y en los tres casos, el bautismo cristiano forma parte de la respuesta: 2,37 (el pueblo judío tras la predicación de Pedro en Pentecostés); 16,30 (el carcelero gentil de Filipos); 22,10 (el fariseo y perseguidor Pablo, a quien el Señor Jesús para en su camino a Damasco).
11. Juan no exige sacrificios ni la realización de prácticas ascéticas como el ayuno. Sus exigencias son mucho más radicales: la solicitud desinteresada por los propios hermanos y hermanas que sufren cualquier perjuicio. De nuevo, Lucas vuelve a pulsar la cuerda del justo uso de las posesiones materiales, anticipando en la predicación de Juan lo que Jesús posteriormente también predicará. Quienes comparten la mitad de su ropa son como Zaqueo, que da la mitad de sus bienes a los pobres (19,8).
12. publícanos: Resulta sorprendente que los publícanos se acerquen al bautismo de Juan, esp. por la poca seriedad ética que suscitaban; eran despreciados tanto por judíos como por gentiles. Una vez más, en Lucas, las expectativas normales y los prejuicios hondamente establecidos sufren un serio revés. También los publícanos responderán con ilusión a la predicación de Jesús: 5,27.29-30; 15,1; 19,2; cf. la parábola del fariseo y del publicano (18,9-14).
13. no exijáis más: El sistema de impuestos romano se aplicaba con grandes abusos, que Augusto intentó eliminar. Los altos ideales de la época de Augusto se reflejan en el consejo que da Juan a estos judíos que se dedicaban al cobro de los impuestos indirectos (aduanas, peajes, aranceles y otros impuestos) para los romanos. Cf. Walaskay,
«.And so we carne to Rome» 29-30.
14. soldados: Es probable que estos soldados fuesen judíos al servicio de Herodes Antipas. Dado que ayudaban a imponer la voluntad de Roma en un país sometido, también eran despreciados. El hecho de presentarse al bautismo hace de ellos una encarnación de los temas lucanos de la inversión de expectativas y del amor de Dios hacia los despreciados. En el desarrollo de su relato evangélico, Lucas presentará otros dos soldados, centuriones por cierto, que responden de forma favorable a Jesús (7,1-10; 23,47). En Hechos, el primer gentil convertido es el centurión Cornelio (Hch 10-11). Estos pasajes dejan patente la visión positiva que Lucas tenía de la autoridad militar romana; pero, no obstante, cf. 20,25. Los consejos que da Juan a los soldados reflejan el ideal imperial de Augusto sobre cómo tenían que comportarse los militares. No parecen entrar dentro de la visión de Lucas la promoción explícita de reformas del sistema injusto de impuestos ni la objeción de conciencia. Sus diferentes respuestas a la pregunta ¿qué tengo que hacer? pueden indicar que «incluso la respuesta más clara nunca libera a nadie de la responsabilidad de preguntar siempre de nuevo y luchar por conseguir una respuesta. La simple obediencia a las instrucciones de Lc 3,13-14, por ejemplo, estaría garantizada dentro de un sistema de impuestos bien administrado y de un ejército disciplinado. Esto no debe despreciarse; es, con toda probabilidad, un fruto evangélico más de lo que pudiéramos sospechar. Pero no se identifica con el Evangelio. Sólo los corazones que han sido profundamente afectados por el Evangelio están abiertos a lo que Dios espera como posterior exigencia concreta tras las anteriores» (Schweizer,
Good News 75-76).
47 15. el Mesías: Podría haber en este versículo un núcleo genuinamente histórico: «El comentario de Lucas implica que había judíos palestinenses que esperaban la llegada de un mesías, es decir, un agente ungido de Yahvé, enviado para llevar a cabo la restauración de Israel y manifestar el triunfo del poder y de la soberanía de Dios...»
(FEL, II, 333).
todos: Aquí y en el v. 16, esta expresión manifiesta el tema lucano del universalismo.
16. bautizo con agua: Juan es inferior a Jesús. Juan utiliza el agua como agente purificador; Jesús utilizará medios superiores para la purificación y la catarsis: el Espíritu Santo y el fuego. En Hch 2, Lucas mostrará cómo el fuego del Espíritu Santo realiza su obra en los seres humanos.
uno más poderoso: Aunque la frase se refiere claramente a Jesús, su sentido preciso es elusivo. En el marco del relato lucano puede referirse a la temática de 11,20-22: Jesús es más poderoso que Juan en su oposición a los poderes del mal. Juan no es ni siquiera digno de realizar para Jesús la tarea de un esclavo: desatar la correa de sus sandalias (cf. Hch 13,25).
17. La imagen del bieldo que separa el trigo de la paja es del mismo tipo que la de 3,7 (ira) y 3,9 (hacha). Estas tres imágenes reflejan la visión del Juan histórico, y explican por qué en 7,18-23 pone Juan en cuestión el ministerio de Jesús y su forma menos radical de luchar contra el mal mediante curaciones, exorcismos, reconciliación y predicación a los pobres.
18. anunciaba la buena nueva: En la perspectiva de Lucas hay tantas semejanzas entre Juan y Jesús que para él Juan anunciaba también la buena nueva, inaugurando, así, el nuevo tiempo de la salvación.
48 19-20. Estos versículos forman una
inclusio con 3,1. Herodes Antipas rechaza el anuncio de la buena nueva y encarcela a su predicador. La predicación del reino de Dios por Jesús encontrará la misma suerte, y a las iglesias de Lucas se les recuerdan las posibles consecuencias de la preparación del camino del Señor.
49 (B) El bautismo de Jesús (3,21-22). 21. todo el pueblo: Admiten su necesidad de responder al plan de Dios tal y como Juan expone en su predicación (cf. 7,29-30).
Jesús también se bautizó y mientras oraba: Jesús se somete al bautismo para manifestar su solidaridad con la proclamación que hacía Juan del plan salvífico de Dios. El hecho de su bautismo, probablemente realizado por el mismo Juan, se expresa con una oración gr. en gen. absoluto. El dato de que Lucas haya quitado a Juan de la escena para encarcelarlo (3,19) antes de contar el bautismo de Jesús, confirmaría la visión tripartita lucana de la historia de la salvación (cf. Conzelmann,
TL 42-49). Pero lo más correcto es explicar este dato de forma simplemente literaria. En sintonía con su estilo literario de eliminar a un personaje del escenario antes de la descripción de otra nueva escena (cf. 1,56), Lucas lo aplica a Juan. En la escena dejada vacante por Juan aparece Jesús, sobre quien desciende el don escatológico del Espíritu Santo. Es importante advertir que a Juan, el precursor de Jesús, se le encarcela por su ministerio. Lo mismo ocurrirá a aquel a quien Juan no es digno de desatar sus sandalias. Aunque muchas de las características del relato lucano del bautismo de Jesús son míticas y, por consiguiente, no dan la impresión de que Lucas presente en este caso a Jesús como modelo para el bautismo posterior de los cristianos, hay, sin embargo, una que sí es susceptible de esta interpretación: Jesús estaba en oración. En el evangelio, el ministerio de Jesús comienza con oración y termina con oración (24,46). Jesús ora en relación con las curaciones (5,16), antes de elegir a los Doce (6,12), antes de su predicción de la pasión (9,18), antes de su transfiguración (9,28-29) y antes de enseñar a sus discípulos cómo orar (11,1-2). Ora por Pedro (22,32). Ora una vez a su Padre en el monte de los Olivos (22,39-46), y dos veces desde la cruz (23,34.46). Como deja claro 11,13, la respuesta a su oración será el Espíritu Santo. Pero el Jesús orante no es sólo modelo para los cristianos, sino también el mediador de la salvación. La figura de Jesús orante es todo un símbolo de que su poder salvífico procede de Dios. En esta ocasión, este poder le viene a través del don divino del Espíritu. Además, la oración de Jesús como preparación para lanzarse a su misión en el Espíritu está en paralelo con la descripción del inicio misionero de la Iglesia en Hch 1,14; 2,1-13. Cf. L. Feldkámper,
Der betende Jesús ais Heilsmittler nach Lukas (Veróffentlichungen des Missionspriesterseminar S. Augustin bei Bonn 29, St. Augustin 1978).
el cielo se abrió: Este símbolo profético y escatológico indica que se trata de una revelación divina (cf. Ez 1,1; Is 64,1). Mientras que la audición de 3,22 es recibida solamente por Jesús, parece que la apertura del cielo (3,21) y el descenso de la paloma en forma corpórea (3,22) constituyen una teofanía visible para todos cuantos tuvieran los ojos de la fe.
22. Espíritu Santo: Según Jl 3,1-5, la venida escatológica de Dios a su pueblo se caracterizaría por una efusión del Espíritu creador y profético. Este Espíritu se coloca ahora sobre Jesús. En Hch 2,1-41, Lucas contará esta misma donación del Espíritu en Pentecostés, interpretándola mediante el discurso de Pedro, en el que utiliza la cita de Jl 3,1-5. Como muestran Hch 10,37-38 y Lc 4,16-21, el Espíritu sobre Jesús responde al cumplimiento de la voluntad de Dios: liberar a los esclavizados por Satán y anunciar la buena nueva a los pobres. Este relato de una nueva donación del Espíritu se relaciona con 1,35: Jesús no recibe ahora el Espíritu Santo porque no poseyera el don con anterioridad, sino porque Lucas está describiendo un nuevo estadio en el ministerio de Jesús. Cf. J. D. G. Dunn,
Baptism in the Holy Spirit (Filadelfia 1970).
forma corpórea: Esta proposición se encuentra solamente en Lucas y significa «realmente».
como una paloma: Se ha demostrado que Lucas, al dirigirse a unos destinatarios helenis(-)tas, cambió la imagen judía marcana «descendiendo como una paloma» por la expresión «forma parecida a la de una paloma» (cf. L. E. Keck,
NTS 17 [1970] 41-67; esp. 63). Aunque las posibles alusiones judías a Gn 1,2; 8,8 y Dt 32,11 no parecen ser convincentes como trasfondo interpretativo, da bastante que pensar el análisis de E. R. Goodenough sobre la naturaleza polivalente que poseía en la antigüedad: su docilidad, sus gorjeos parecidos a los dolores de parto, su alto vuelo
(Jewish Symbols [Nueva York 1958] 8.27-46). La paloma simbolizaba los anhelos de amor, vida y unión con Dios de hombres y mujeres. Estas esperanzas se realizan ahora en Jesús, quien, por la acción del Espíritu, rompe las barreras que separaban a la gente de la vida y, resucitado de la muerte para estar a la derecha de Dios, enviará la vida del Espíritu prometido a quienes invoquen su nombre,
tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco: Esta audición, una combi(-)nación del Sal 2,7 y probablemente Is 42,1, invita a Jesús, en cuanto Hijo y Siervo, a asumir el poder que era suyo desde su concepción (1,32.35). De este modo, en este punto del re(-)lato, cuando Jesús se dispone a viajar por Galilea para anunciar el reino de Dios con palabras y hechos, Lucas recuerda a sus lectores la identidad de Jesús. Más adelante, en la revelación de la filiación de Jesús en 9,35, Lucas volverá a recordar a sus lectores que Jesús, al comenzar su viaje de muerte y resurrección hacia Jerusalén, es el Hijo de Dios. En 3,22 y 9,35, Jesús no se convierte en alguien que no fuera anteriormente, pero los lectores reciben una información adicional sobre Jesús, el Hijo de Dios, y sobre el plan de Dios que ya conocían con anterioridad.
50 (C) Jesús, culminación del plan de Dios en la creación y en la historia de la salvación (3,23-38). Entre las genealogías de Lucas y Mateo (1,1-16) hay más diferencias que semejanzas. Las principales semejanzas son las siguientes: el linaje de Jesús se traza a través de José; aparecen los mismos nombres en el linaje entre David y Aminadab (3,31-33; Mt 1,3-5), así como también aparecen los mismos nombres en el linaje entre Esrom y Abrahán (3,33-34; Mt 1,2-3). Las diferencias principales son las siguientes: Lucas no hace una referencia explícita a las mujeres; remonta la ascendencia de Jesús hasta «Adán, hijo de Dios», mientras que Mateo la remonta hasta «Abrahán»; emplea un «orden ascendente» que comienza con Jesús y termina con Adán; Mateo, en cambio, utiliza un «orden descendente» que comienza con Abrahán y termina en Je(-)sús; Lucas coloca la genealogía después de su relato del bautismo de Jesús, mientras que Mateo comienza su evangelio con ella. Podemos explicar estas diferencias desde dos perspectivas. (1) Lucas ha hecho uso de una fuente del linaje davídico diferente de la Mateo. Esta fuente, que contiene 36 nombres exclusivos, completamente desconocidos para Mateo y el AT, utilizaba en su teología el sagrado número bíblico siete. Desde José hasta Dios hallamos siete grupos de once nombres. Jesús es la culminación de todo cuanto Dios ha realizado en la creación y en el pueblo elegido, puesto que se encuentra en el duodécimo lugar del último grupo de siete (cf. 4 Esd 14,11, como ejemplo de este tipo de especulación escatológica). En esta perspectiva, Dios disfruta del número 77, doblemente perfecto, y David del número 42 (seis veces siete). (2) Las genealogías fueron compuestas para diferentes finalidades: probar la identidad dentro de una tribu y el linaje de un rey o un sacerdote, certificando sus derechos; estructurar la historia en épocas diferentes; mostrar el carácter del descendiente recurriendo al carácter del antepasado. La genealogía lucana prueba claramente la identidad de Jesús como descendiente davídico y muestra que él estaba en sintonía con el plan de Dios, remontándose hasta la creación divina de la humanidad. Estas dos perspectivas clarifican la naturaleza de la genealogía lucana: no tiene la intención de presentar datos de archivo o recuerdos de familia, sino de anunciar quién es Jesús y su significado para la salvación de todos los hombres y mujeres.
51 23. al comenzar: Es una proposición importante pero difícil. Algunas referencias a
arché y términos afines aparecen en 1,2; 23,5; Hch 1,1.22; 10,37. El significado del «comienzo» de Jesús no es simplemente cronológico (tras su bautismo) ni geográfico (en Galilea), sino específicamente teológico. Cf. E. Samain, «La notion de
APXH dans louvre lucanienne»,
LEvangile de Luc (Fest. L. Cerfaux, ed. F. Neirynck, BETL 32, Gembloux 1973) 299-328. Jesús es el comienzo de la nueva humanidad escatológica de Dios,
unos treinta años: Trein(-)ta es un número redondo, y parece indicar la edad en el que una persona se lanza a una fase importante de su vida (cf. Gn 41,46: José; 2 Sm 5,4: David),
según se creía: Esta proposición vincula la genealogía con 1,26-38 y su contenido: Jesús nace de una virgen y, por lo tanto, de Dios. Esta sutil referencia muestra, una vez más, que Dios modifica el tradicional punto de vista patriarcal sobre las relaciones de Dios con la humanidad.
José: En 1,27 se destacaba la ascendencia davídica de José.
31. Natán, hijo de David: En la genealogía de Mateo (1,6), solamente se cita a Salomón como el único descendiente de David; Lucas, en cambio, menciona al tercer hijo de David, Natán (cf. 2 Sm 5,14). Al igual que David, Natán no es el primogénito, pero es elegido para manifestar la libre elección y la gracia de Dios. El papel que tuvo David en el plan de Dios para la humanidad se mencionó previamente (1,32.69; 2,11).
34. Abrahán: cf. 1,54-55.72-73, donde se anuncia que lo que Dios estaba haciendo en Jesús era el cumplimiento de las promesas hechas a Abrahán.
38. hijo de Adán, hijo de Dios: Se pone de relieve el significado universal de Jesús para todos: hombres y mujeres, ricos y pobres, esclavos y libres. Mirando hacia atrás en la genealogía lucana, advertimos que el linaje que comenzó con Adán y se desarrolló a través de la historia de fidelidad e infidelidad de Israel ha llegado a su cumplimiento definitivo con Jesús. Como comienzo escatológico de Dios, Jesús es el primero de todos los que pertenecen a Dios, no por parentesco consanguíneo, sino por haber recibido el Espíritu Santo (cf. 3,21-22). Cf.
BBM 64-69; W. S. Kurz, «Luke 3,23-38 and Greco-Roman and Biblical Genealogies»,
Luke-Acts (ed. C. H. Tal(-)bert, Nueva York 1984) 169-87.