Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
1. Primeros Avisos y Exhortaciones.
Prologo.
Título, autor y finalidad (1:1-7).
1
Proverbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel, 2
para aprender sabiduría e instrucción, para entender sensatos dichos, 3
para alcanzar instrucción y discreción, justicia, f equidad y rectitud; 4
para dar prudencia a los inexpertos, perspicacia y circunspección a los jóvenes. 5
Oyéndolos el sabio crecerá en doctrina y el entendido adquirirá destreza 6
para entender las sentencias y los dichos agudos, las palabras de los sabios y sus enigmas. 7
El principio de la sabiduría es el temor de Yahvé; son necios quienes desprecian la sabiduría y la disciplina.
El prólogo de los Proverbios presenta el título, autor y finalidad del libro, cuestiones que fueron tratadas en la introducción. Respecto de la finalidad, el autor acumula expresiones para ponerla más de relieve con su doble aspecto, especulativo:
aprender sabiduría, destreza, discreción; y práctico:
alcanzar instrucción y disciplina, justicia, probidad y rectitud. A lo expuesto antes al hablar de ella sólo nos resta añadir aquí la significación concreta de los términos enumerados.
Sabiduría es el conocimiento de los principios y normas contenidos en las sentencias de los sabios que enseñan a conducirse con éxito, también en los negocios y empresas de la vida, pero sobre todo en el orden moral, por el cumplimiento de la ley de Dios. Aquellas enseñanzas se encuentran a veces encerradas en sentencias enigmáticas, con el fin de excitar más la atención de los oyentes, para cuya captación hace falta no poco ingenio y
destreza, que los sabios deberán enseñar también a sus discípulos. Pero no basta esto, la vida es muy compleja y se presentan con frecuencia situaciones difíciles y delicadas; se precisa entonces clarividencia para distinguir lo verdadero de lo falso, lo bueno de lo malo, y prudencia para una acertada aplicación de los principios de la sabiduría a la vida práctica, lo que se obtiene mediante
la sensatez y discreción. La
instrucción designa las disposiciones morales, la educación y disciplina que se obtienen mediante la corrección de la naturaleza viciada (19:18; 29:15-17), y que capacitan para conducirse en la vida conforme a los postulados de la sabiduría, cuyo cumplimiento exige vencimiento propio 1. El fin práctico moral es expresado con tres términos que bien pudieran ser sinónimos para significar la perfección moral que persiguen los consejos de la sabiduría. En caso contrario,
justicia designaría el cumplimiento de la ley moral en general;
la probidad diría relación a las costumbres de acuerdo con dicha ley, y
la rectitud indicaría las acciones rectas, en oposición a los caminos torcidos de los malvados.
Los v.4-6 manifiestan quiénes pueden aprovecharse de las enseñanzas del libro. La sabiduría no es patrimonio de unos cuantos, sino que todos pueden sacar fruto de sus consejos. Los
faltos de experiencia, expuestos a todos los peligros 2 y a ser seducidos por los malvados, aprenderán la prudencia, que los hará cautelosos ante ellos. Los
jóvenes, faltos de reflexión, encontrarán las normas que los librarán de las imprudencias, que los conducen tantas veces a la ruina moral. Los mismos sabios crecerán en sabiduría con las consideraciones de las máximas del libro y se capacitarán más y más para penetrar los enigmas. El verbo hebreo
léqah, que traducimos por adquirir destreza (v.5), significa el arte de dirigir una nave; bella metáfora para indicar cómo escuchando los consejos de la sabiduría se adquiere habilidad y destreza para conducirse con acierto en el triple mar tempestuoso del mundo, de nuestro corazón y de la vida humana.
El prólogo concluye estableciendo el principio de la sabiduría. Tal honor corresponde al
temor de Yahvé. No se trata del mero temor al castigo, que impulsa a no obrar el mal por el temor a la pena, sino ese temor reverencial del hijo para con su padre, del alma santa para con su Dios, que en el fondo es más amor que temor; es la piedad para con Dios, que lleva al culto, al cumplimiento de sus mandatos. Así, el temor de Yahvé es principio de sabiduría, porque crea esa disposición subjetiva, básica y fundamental
que lleva a escuchar y poner en práctica las enseñanzas de la sabiduría, que son para el israelita enseñanzas de Dios. Y será a la vez parte principal de la misma, porque entre las exigencias de una auténtica sabiduría estarán en primer lugar
los que miran a Dios, la piedad y religiosidad en que aquél viene a consistir 3. Se añade una afirmación que por la frecuencia con que se repite y explana en el libro merece ser colocada en su prólogo: la necedad de los que
desprecian la sabiduría. Se trata, como dice Clemente de Alejandría, no tanto de los que niegan a Dios con la boca cuanto de los que lo niegan con los hechos, es decir, de los impíos más que de los ateos. En este verso de oro escribe Umbreit , la filosofía del Oriente se separa netamente de la de Occidente. El sabio (hebreo) alcanza la sabiduría por medio de la religión, mientras el sabio del Occidente busca llegar a la religión por medio de la sabiduría. Se puede explicar así este verso: sólo el hombre religioso puede llegar a ser sabio.4 La sabiduría bíblica está íntimamente unida a la religión y a la moral.
1 El término hebreo mtísar corresponde a un término egipcio que designa la educación de los niños. Cf. duesberg, Les
scribes inspires p.8i y 302. 2 22:3; 27:12. 3 Cf. O. Loretz ,
II meglio della sapienza e U timore de Jahvé (
Pro_1:7 : ye'shtt = il meglio in luce yocis Mari): Bib Or
2 (1960) aioss. 4 Citado en Girotti , /
Sapienziali (M. Sales -g. Girotti ,
La Sacra Bibbia VI; Turín 1928) p.ió.
Primera Parte.
Exhortación al Estudio y Practica de la Sabiduría (1:8-9:18).
Las malas compañías (1:8-19).
8
Escucha, hijo mío, las amonestaciones de tu padre y no desdeñes las enseñanzas de tu madre, 9
pues serán corona de gloria en tu cabeza y collar en tu cuello. 10
Hijo mío, si los malos prentenden seducirte, no consientas. 11
Si te dicen: Ven con nosotros, pongamos asechanzas a la vida ajena, tendamos a placer lazos contra el justo, 12
traguémoslos vivos, como el seol; enteros, como los que bajan al sepulcro; 13
tendremos toda suerte de riquezas, henchiremos nuestras casas de despojos; 14
tendrás tu parte como todos nosotros, no habrá más que una bolsa para todos. 15
No te vayas con ellos, hijo mío; ten tus pies muy lejos de sus sendas, 16
porque corren sus pies al mal y se apresuran a derramar sangre. 17
Pues en vano se tiende la red a los ojos de las aves aladas. 18
Con ello acechan a la propia vida y traman su propio daño. 19
Ahí lleva siempre la rapacidad; es un vicio que acaba por matar al que lo tiene. Uno de los mayores obstáculos para seguir los consejos de los sabios son las malas compañías. Nada como ellas lleva al desprecio práctico de sus enseñanzas. El sabio comienza sus exhortaciones intentando remover tal obstáculo. Para ganarse la atención de sus lectores y disponer su ánimo a seguir sus advertencias, se dirige a ellos con la solicitud de un padre y el afecto de una madre. Hay aquí una implícita recomendación
de la obediencia a los padres, muy en su lugar después de la del temor de Dios5. Dos bellas comparaciones ponen de relieve los frutos de esa docilidad: más todavía que los adornos exteriores, la educación y rectitud moral causan agrado en los ojos del alma y suscitan profunda admiración en los demás.
En seguida el autor presenta el lenguaje y artificios con que los malvados intentan ganar a los incautos para su causa. Lo pone en boca de una banda de salteadores, ávida de riquezas, que para realizar sus designios no dudan en poner asechanzas a la vida ajena. Bandas de este género debieron de existir casi siempre 6, y la parábola del samaritano hace suponer que
existían en tiempo mismo de Jesucristo en Palestina 7. El incauto a quien va dirigida la invitación no tiene nada que temer; las asechanzas son tendidas a personas indefensas, que serán sorprendidas sin posibilidad alguna de resistencia,, En sus expresiones queda también plasmada la rabia que el malvado siente contra el justo, que con su vida recrimina su conducta y el ansia que siente por hacerlo desaparecer 8. Se enriquecerán en un momento y luego podrán darse una vida alegre y placentera. El participará en la misma medida que los demás. No habrá entre ellos distinciones. Los frutos de una acción colectiva superarán a los que individualmente podrían cada uno obtener.
Frente a la invitación de los malvados, el sabio hace una paternal exhortación a su discípulo a que la rechace de lleno y se mantenga siempre alejado de tales gentes. Un doble motivo debe impulsarlo a ello: los malvados, con tal de realizar los propósitos a que su codicia los impulsa, no retroceden ni ante el mismo crimen 9 y con su conducta
acechan a su propia vida, pues no es raro que, al ir a tomar su codiciada presa, sean ellos tomados en el lazo y paguen a caro precio sus fechorías, de las que antes o después terminan por ser víctimas. El v.17 presenta una especie de proverbio cuya interpretación más probable es que en vano se tiende la red a la vista de las aves, pues habiéndola visto, no se acercan a ella, y el cazador queda burlado; así, el inexperto amaestrado por el sabio, que ha puesto ante sus ojos las consecuencias a que le expone el aceptar la invitación de los malvados, rehuirá la compañía de quienes le llevarían a la perdición 10.
Invitación de la sabiduría. Consecuencias para quienes la rechazan (1:20-33).
20
La sabiduría está clamando fuera, alza su voz en las plazas. 21
Clama encima de los muros, en las entradas de las puertas, en la ciudad, y va diciendo: 22
¿Hasta cuándo, simples, amaréis la simpleza, y, petulantes, os complaceréis en la petulancia, y aborreceréis, necios, la disciplina? 23
Volveos a mis requerimientos: Yo derramaré sobre vosotros mi espíritu y os daré a saber mis palabras. 24
Pues os he llamado, y no habéis escuchado; tendí mis brazos, y nadie se dio por entendido; 25
antes desechasteis todos mis consejos y no accedisteis a mis requerimientos; 26
también yo me reiré de vuestra ruina y me burlaré cuando venga sobre vosotros el terror. 27
Cuando sobrevenga como huracán el terror, y como torbellino os sorprenda la ruina; cuando sobrevenga la adversidad y la angustia, 28
entonces me llamarán, y yo no responderé; me buscarán, pero no me hallarán, 29
por haber despreciado la sabiduría y no haber seguido el temor de Yahvé, 30
y no haberse agradado de mis consejos y haber menospreciado mis requerimientos. 31
Comerán el fruto de sus obras y se hartarán de sus consejos. 32
Porque ese desvío llevará a los simples a la muerte, y la prosperidad de los necios los perderá. 33
Pero quien me escuche vivirá tranquilo, seguro y sin temor de mal. Concluida la anterior advertencia sobre las malas compañías, el autor, personificando la sabiduría en una hermosa prosopopeya que recuerda las formas de elocuencia de los profetas, la presenta haciendo ella misma una ardiente invitación a seguir sus consejos, poniendo en seguida de manifiesto las consecuencias de no seguirlos con docilidad. La sabiduría se nos presenta haciendo su llamamiento en todas partes, en las plazas de la ciudad, encima de sus muros, a sus puertas, ante las que se extiende una explanada capaz de agrupar numerosos oyentes. La ley natural impresa en el corazón humano, la voz de la conciencia, las continuas gracias actuales con que
Dios ilumina el entendimiento y mueve la voluntad, son transmisoras de esa voz de la sabiduría que es la voz de Dios. Se deja oír en todas partes donde uno quiera escucharla. A tres clases de personas clama la sabiduría: a
los simples, inexpertos susceptibles de instrucción; a
los petulantes, que hacen mofa de la religión y de la moral, despreciando cínicamente sus postulados, y a los
necios, que, aborreciendo la sabiduría y la disciplina, se han hecho insensibles a la ley moral y viven al margen de ella. A todos invita a seguir sus amonestaciones, prometiéndoles una abundante profusión de su espíritu. La frase
derramaré mi espíritu (v.23), que tan frecuentemente
se pone en boca de Yahvé en el Antiguo Testamento n, aplicada aquí a la sabiduría, es una expresión paralela a la que le sigue, y significa en este contexto que la sabiduría comunicará a quienes escuchan su voz la inteligencia y la rectitud moral para entender sus enseñanzas y ponerlas en práctica.
La sabiduría manifiesta a continuación su juicio sobre quienes se hacen sordos a su llamamiento:
se reirá de su ruina y se burlara de ellos (v.26). Se trata de una expresión antropomórfica, con la que el autor, expresándose a la manera humana, indica cómo son dignos de burla y escarnio quienes antepusieron sus caprichos y placeres a los mandatos de la sabiduría, y afirma que los castigará la ira justa y severa de Dios, el cual no se alegra del mal ni del castigo del pecador, sino que se complace en su justicia, atributo tan divino como la misericordia.
San Gregorio dice que el reírse de Dios es no querer compadecerse de la aflicción humana 12, lo que ocurrirá extinguido el tiempo de la misericordia y el perdón. Y San Bernardo exclama: ¿Qué es lo que hemos de pensar que agrada a la sabiduría en la ruina del impío? No otra cosa que las justísimas disposiciones y el irreprensible orden de la Providencia. Y aquello que agrada a la sabiduría tiene que agradar también a todos los sabios.13
El castigo es descrito al estilo profetice, haciendo intervenir a los elementos o fenómenos violentos de la naturaleza. La angustia que llevarán consigo abrirá los ojos de los impíos, y clamarán entonces a la sabiduría no por odio al pecado y la culpa, sino para verse libres del desastre en que han incurrido. Pero será ya tarde 14,
comerán el fruto de sus obras 15. Lo que cada uno sembrare, eso recogerá al final. Los que vivieron en pecado, rehusando su conversión, despreciando la ley de Dios, obrando sin consideración alguna a la religión, sembraron obras de muerte y recogerán como fruto la perdición. Quienes, por el contrario, siguieron los consejos de la sabiduría, gozarán de la paz y tranquilidad, bienes tantas veces prometidos por Dios al pueblo israelita en su posesión de la tierra prometida si perseveraba fiel a sus mandamientos. El premio y el castigo son propuestos con esa indeterminación propia de los autores sapienciales, que ignoraban la retribución del más allá. Es claro se trata en la perícopa de una mera personificación de la sabiduría,
sin referencia alguna por parte del autor a la segunda Persona. 1 El término hebreo mtísar corresponde a un término egipcio que designa la educación de los niños. Cf. Duesberg, Les
scribes inspires p.81 y 302. 2 22:3; 27:12. 3 Cf. O. Loretz,
II meglio della sapienza e U timore de Jahvé (
Pro_1:7 : ye'shtt = il meglio in luce yocis Mari): Bib Or
2 (1960) aioss. 4 Citado en Girotti,
Sapienziali (M. Sales-G. Girotti,
La Sacra Bibbia VI) (Turín 1928) p.16. 5
éxo_20:7-12; 6
Ose_6:8;
Ose_7:1;
Isa_1:23;
Jer_7:6-11. 7
Luc_10:30. 8 Sobre el
seol, cf.
Introducción. Doctrina dogmática, p.g. 9
Deu_5:7-16;
Deu_8:5. 10 Otros interpretan el proverbio: aunque los pájaros ven las recles que se tienden ante sus ojos, su ceguera y avidez les lleva a caer en ellas. De la misma manera, los malvados, llevados por la codicia y avíele? del botín, no reparan en las consecuencias a que se exponen: el castigo de Dios, frecuentemente por medio de las leyes sociales (Ôïí). 11 Dios derramó su espíritu sobre todo viviente (
Gen_7:22;
Num_16:22;
Num_27:16;
Sab_12:1), especialmente sobre los hombres (
Gen_2:7;
Job_33:4;
Job_34:14), más peculiarmente sobre los caudillos (
Exo_31:3;
Jue_3:10; Sam 16:13), los profetas (
Num_24:2;
Ose_9:7;
2Re_2:15), sobre aquellos a quienes Dios confiaba una misión especial (
Exo_31:3;
Exo_35:31). Más que sobre otro alguno, sobre el Mesías (
Isa_11:2;
Isa_42:1). Y una gran efusión del Espíritu sería el anuncio de la venida de los tiempos mesiánicos (
Joe_2:28-32;
Hec_2:15-21). Cf. Renard, o.c., p.47-48; P. Van Imschoot,
L'esprit de Yahweh, source de vie dans ? .: RB 32 (1935) 4815;
Saesse el Esprit dans l'A.T.: RB 35 (1938) 233. 12 XI
Moral. XX. 13 Sal 2:4. 14 Jn 34; 8.21.
Job_28:1-11. 15 1:31-21.