Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Salmo 102 (Vg 101): Suplica de Restauración de Sion.
E ste poema se divide en tres partes:
a) oración de penitencia de un afligido que está en peligro de muerte y que es objeto de hostilidad por parte de gentes impías (1-13);
b) súplica de liberación de la cautividad y de restauración de Sión (14-23);
c) continuación de la súplica del afligido pidiendo que no le deje morir a la mitad de sus días (24-29). De este contenido se deduce que la segunda sección ha sido insertada, dando un sentido colectivo a una oración que primeramente tenía una proyección puramente individual. El estilo de la sección individual y el de la colectiva son diferentes: el primero es melancólico y cansino, mientras que el segundo es elocuente y vivo. La parte relativa a la restauración de la nación refleja el estado de ánimo del que está todavía en el destierro y ansia la rehabilitación total de su nación. Esta parte del salmo, pues, está compuesta en los días aciagos del cautiverio babilónico. La primera y última sección parecen ser anteriores, aunque no se puede determinar con exactitud la fecha de su composición.
Queja confiada de un afligido (1-13).
1
Plegaria de un afligido que desfallece y se lamenta ante Yahvé. 2
Escucha, ¡oh Yahvé! mi oración y llegue a ti mi clamor. 3
No escondas de mí tu rostro en el día de mi angustia; inclina tus oídos a mí: cuando te invoco, apresúrate a oírme. 4
Pues se desvanecen como humo mis días y se tuestan mis huesos como en horno. 5
Marchitado como hierba se deseca mi corazón, pues me olvido de comer mi pan. 6
Por la voz de mi gemido se pegan mis huesos a la piel. 7
Me asemejo al pelícano del desierto; soy como buho entre las ruinas. 8
Me desvelo y sollozo como pájaro solitario sobre el tejado. 9
Todo el día se burlan de mí mis enemigos, se enfurecen contra mí y me execran. 10
Como el pan como si fuera ceniza, y mi bebida se mezcla con lágrimas. 11
Por tu indignación y tu ira, porque me cogiste y me lanzaste, 12
mis días son como sombra que se inclina, y me seco como hierba. 13
Pero tú, Yahvé, te sientas en tu trono por siempre, y tu memoria permanece por generaciones y generaciones. El título del v.1 es único en su género en el Salterio. Es adición del compilador para facilitar su recitación entre los piadosos.
El poeta inicia su oración con frases estereotipadas en el género salmódico para atraerse la atención divina 1. Consciente de su debilidad, pide al Todopoderoso que preste oído a su situación angustiosa, pues es el único que puede liberarle de ella. Con bellas metáforas describe su vida triste, cuyos
días se desvanecen como humo 2; consumido por la fiebre, sus huesos están como tostados al horno.
El centro de su vida el
corazón va perdiendo fuerza y marchitándose como hierba 3. En su dolor se olvida de comer, y a fuerza de gritar se consume su vigor, pegándose sus huesos
a la piel (v.6). Apartado de la vida social, se considera como un
pelicano, que mora en zonas esteparias y desérticas, y al
buho, que habita entre ruinas 4. Desvelado, pasa las noches gimiendo, como
pajaro nocturno sobre el
tejado. Su desolación aumenta al ser blanco de las
burlas de sus enemigos, que le consideran
abandonado de su Dios, en el que tanto confiaba 5. Su comida se condimenta con
lagrimas y
ceniza, símbolo del duelo 6.
Pero esta triste situación tiene por causa al mismo Dios, que se ha dejado llevar de su
ira, que le ha
cogido y lanzado lejos como un huracán (v.11). Su vida se desliza así triste, y se
inclina como sombra al atardecer y pronta a desaparecer cuando el sol se sumerge en el horizonte7. Con un nuevo símil, se presenta como
hierba marchitada y seca, que no sirve más que para el fuego 8. Pero, a pesar de esta postración y agotamiento, tiene conciencia de que el Todopoderoso sigue rigiendo el curso de la historia desde su
trono celeste, y, por tanto, su huella y
memoria permanecerá por siempre. El salmista, en medio de su postración, sabe que la omnipotencia divina puede salvarle, y, por eso,
el pensamiento de su Dios le reanima, pues sabe que no le puede abandonar.
Súplica de liberación de la cautividad (14-23).
14
Tú te alzarás y tendrás misericordia de Sión, porque tiempo es ya de que le seas propicio, pues ha llegado el plazo. 15
Porque aman tus siervos sus piedras y se compadecen de sus ruinas. 16
Entonces temerán las gentes el nombre de Yahvé, y todos los reyes de la tierra tu gloria, 17
Cuando reedifique Yahvé a Sión, cuando aparezca en su gloria 18
y, volviéndose a la oración de los despojados, no desprecie su plegaria, 19
esto se escribirá para la generación posterior, y un pueblo nuevo alabará a Yahvé. 20
Pues se ha inclinado desde su excelsa santa morada, mirando Yahvé desde los cielos a la tierra 21
para escuchar el gemido de los cautivos y librar a los destinados a la muerte 9
, 22
para que sea anunciado en Sión el nombre de Yahvé y sus alabanzas en Jerusalén, 23
cuando se congreguen juntos los pueblos y los reinos para servir a Yahvé. El v.13 puede considerarse como adición redaccional para empalmar la plegaria individual anterior con la súplica colectiva por la nación que sigue.
La perícopa de los v. 14-23 refleja otra situación del salmista, pues éste aparece preocupado, no de sus problemas angustiosos personales peligro de vida y objeto de la persecución de sus enemigos sino de la triste suerte reservada a la comunidad israelita que está en la cautividad, mientras la ciudad santa de Yahvé, Sión, está en ruinas.
Consciente de la omnipotencia divina y de la fidelidad de Yahvé a sus promesas, el salmista acude a su Dios para que se
alce como supremo Juez a hacer justicia a su pueblo humillado. Ha llegado el tiempo
propicio para dar cumplimiento a las promesas hechas a su pueblo a través de sus profetas 10. Y, por otra parte, el
plazo del exilio se ha cumplido, conforme a los antiguos vaticinios 11. Otra razón de índole sentimental que debe mover a Dios a intervenir en favor de Israel es que sus
siervos los judíos sienten veneración por las
piedras de la ciudad santa, donde en otro tiempo moraba Yahvé, y se acuerdan compasivamente de sus
ruinas, que ansiosamente desean restaurar (v.15). Por otra parte, la restauración de Jerusalén señalará el momento de la conversión de los pueblos gentiles. La manifestación poderosa de Yahvé en favor de su pueblo les abrirá los ojos, y le reconocerán entonces como Dios único. Es éste un pensamiento que aparece reiteradamente en la segunda parte del libro de Isaías 12.
La
reedificación de Sión señalará
una nueva era en la vida de Israel y de las naciones. Esta restauración de la ciudad santa será la manifestación de la
gloria o poder de su Dios, que ha aceptado la
plegaria de los despojados, o israelitas humillados y desterrados de su tierra. Este nuevo portento será recordado a las generaciones futuras y dará lugar a la formación o creación de un
nuevo pueblo (el texto hebreo dice literalmente: y un pueblo
creado alabará...) que estará vinculado
permanentemente a su Dios, al que sin cesar
alabara. Es la perspectiva de los cielos nuevos y la tierra nueva de que se habla en
Isa_65:17. El nuevo orden de cosas traerá una transformación de la naturaleza y délos corazones13. La perspectiva, en el fondo, es mesiánica, ya que el salmista alude a la conversión de los pueblos paganos, que acudirán en masa a Jerusalén, conforme a los antiguos vaticinios 14. La restauración de Sión precedida de la liberación de los
cautivos señalará la hora de la atracción de los gentiles para ser incorporados a la nueva teocracia 15.
Nueva plegaria del afligido (24-29).
24
En el camino quebrantó mis fuerzas, abrevió mis días. 25
Yo digo: Dios mío, no me lleves en la mitad de mis días, tú cuyos años son generaciones y generaciones. 26
En tiempos antiguos fundaste la tierra, y obra de tus manos son los cielos; 27
pero éstos perecerán y tú permanecerás, mientras todos se gastan como un vestido. Los mudas como un vestido, y se cambian. 28
Pero tú siempre eres el mismo, y tus años no tienen fin. 29
Habitarán los hijos de tus siervos allí y permanecerá ante ti su posteridad. El salmista vuelve a su situación personal lo que indica que el fragmento anterior es una incrustación redaccional y se queja a su Dios de que su vida se acorte, cuando aún podía esperar largos días. Confiado en el poder taumatúrgico de su Dios, suplica que le permita continuar normalmente su vida. Esta, en comparación con la existencia de los
cielos y de la tierra, resulta ridicula; pero la permanencia de éstos frente a la eternidad de Dios resulta también efímera. Yahvé, en su omnipotencia, cambia los cielos y la tierra con la facilidad con que se muda un vestido. Los
cielos y la
tierra se gastan como una prenda de vestir; en cambio, Dios permanece para siempre: es
siempre el mismo 16. Los años no dejan huella en su existencia.
El v.29 parece desplazado, y encuentra su lugar apropiado después del v.21, donde se habla de la restauración de Jerusalén, con la consecuente repatriación de los cautivos. En la ciudad santa
encontrarán los siervos de Yahvé su morada propia y permanente, y su descendencia gozará de la protección divina, sin miedo a ser expulsados de su sagrado recinto.
1 Cf.
Sal_39:13;
Sal_69:18. 2 Cf.
Sal_37:21;
Stg_4:14. 3 Cf.
Sal_22:16;
Jer_20:10. 4 Cf.
Isa_34:11; Sofá,14. 5 Cf.
Sal_42:11;
Sal_44:14. 6 Cf.
Sal_43:4;
Sal_80:6;
Job_2:8;
Lam_3:16;
Eze_27:30. 7 Cf.
Jer_6:4. 8 Cf.
Isa_40:7;
Stg_1:11. 9 Lit. hijos de la muerte. 10 Cf.
Lam_5:19;
Isa_30:18;
Isa_49:13;
Jer_30:18;
Jer_31:20;
Zac_1:12. 11 Cf.
Jer_29:10;
Isa_40:2;
Hab_2:3. 12 Cf. Is 0.40-48;
Hab_59:19;
Hab_60:3. 13 Cf.
Jer_30:2;
Isa_43:21;
Sal_22:32. 14 Cf.
Isa_2:2-24; Miq 4:1s. 15 Cf.
Isa_42:7;
Isa_61:1;
Sal_79:12. 16 Cf.
Deu_32:39;
Isa_41:4;
Isa_43:10.13;
Isa_46:8;
Isa_47:12.