SANTIAGO

La carta se puede atribuir al «hermano del Señor» (Gál 1:19), identificado generalmente como Santiago «el Menor», que ocupaba un puesto eminente en la comunidad de Jerusalén (Hch 12:17 y véase Hch 15:13). Se trataría de una carta encíclica dirigida desde Jerusalén a varias comunidades judeocristianas. Habría que situarla entre el año 50, o incluso antes, y el último tercio del siglo i. La carta no es un tratado de teología, sino el mensaje didáctico y ético de un maestro de la comunidad cristiana, que, en coherencia con su fe en Cristo, con la sabiduría y el acierto del hombre religioso, y con la fuerza crítica e interpeladora del profeta, responde a algunos problemas candentes, sacando las consecuencias fundamentales del mensaje de Jesús en orden a una vida auténticamente cristiana.