I Samuel 10, 5-13

Después llegarás a Guibeá de Dios, donde se encuentra una guarnición filistea. Al entrar en la ciudad, tropezarás con una agrupación de profetas, que bajan del altozano, precedidos de arpas, tambores, flautas y cítaras, todos ellos profetizando. Entonces vendrá sobre ti el espíritu del Señor, profetizarás con ellos y te convertirás en otro hombre. Cuando te sucedan estas señales, haz lo que se te ponga a mano, porque Dios está contigo. Bajarás antes que yo a Guilgal. Yo bajaré luego a tu lado, para ofrecer holocaustos y hacer sacrificios de comunión. Esperarás siete días, hasta que llegue a tu lado para indicarte lo que has de hacer». Al volver la espalda, para alejarse de Samuel, Dios le cambió el corazón, y aquel mismo día se cumplieron todas las señales. Cuando llegaron a Guibeá, salió a su encuentro una agrupación de profetas. Vino sobre él el espíritu de Dios y empezó a profetizar entre ellos. Todos cuantos le conocían de antes vieron que estaba profetizando con los profetas, y se comentó entre el pueblo: «¿Qué le ha sucedido al hijo de Quis? ¿También Saúl está entre los profetas?». Uno de allí replicó: «¿Quién es su padre?». De modo que se hizo proverbial: «¿También Saúl entre los profetas?». Al acabar de profetizar, llegó al altozano.
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