Job  27, 8-23

¿Qué esperanza le queda al impío | cuando le cortan la trama de la existencia, | cuando Dios le arranca su vida? ¿Escuchará Dios sus protestas | cuando se vea desbordado por la angustia, cuando implore el favor del Todopoderoso | e invoque a Dios de continuo? Os instruiré sobre el poder de Dios, | sin ocultar la verdad sobre el Todopoderoso; ahora bien, si lo habéis comprobado, | ¿a qué viene hablar sin sentido?». «Esto es lo que hereda de Dios el malvado, | la suerte que el violento recibe del Todopoderoso: si tiene muchos hijos, caerán bajo la espada, | su descendencia no se hartará de pan; la Peste enterrará a sus supervivientes, | sus viudas no los llorarán. Aunque apile plata como polvo, | y almacene ropa como barro, la almacenará, pero el justo la vestirá, | y el inocente disfrutará de la plata. La casa que edifique será como de guarda, | como la choza que construye un vigilante. Se acuesta rico, pero es ya el final; | abre sus ojos, pero ya no hay nada. Como riada, los terrores lo arrebatan, | la tormenta se lo lleva por la noche. El viento del Este se lo lleva en vilo, | entre torbellinos lo arranca de su casa; lo zarandea después sin compasión, | y en vano intenta evitar sus golpes. La gente aplaude por su ruina | y le silba al dejar su sitio.
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