Nahúm  2, 1-13


IV. INVASIÓN Y CAÍDA DE NÍNIVE
Nínive, el destructor marcha contra ti. [a]
¡Monta tu guardia en la fortaleza!
¡Vigila el camino!
¡Cíñete la espada!
¡Reúne tus fuerzas! Porque el Señor va a restaurar el orgullo de Jacob,
el orgullo de Israel, [b]
como era antes de que lo saquearan
y lo dejaran como vid sin sarmientos. Rojo es el escudo de sus guerreros
y rojo el uniforme de su ejército.
¡Están listos para el ataque!
Sus carros parecen de fuego
y sus caballos [c] se impacientan. Los carros corren con furia por las calles,
van de un lado a otro de las plazas,
son como antorchas encendidas,
pasan como relámpagos. [d] Llama el rey a sus oficiales
y ellos se atropellan
al correr a la muralla,
al parapeto [e] ya dispuesto. Se abren las compuertas del río [f]
y el palacio se viene abajo. Al destierro llevan a la reina; [g]
la acompañan sus criadas, [h]
que gimen como palomas [i]
y lloran golpeándose el pecho. [j] Como el agua a través de un dique roto,
así huyen los habitantes de Nínive. [k]
?¡Deteneos! ¡Volved!? les gritan,
pero nadie vuelve. ¡Robad la plata! ¡Robad el oro!
¡Las riquezas de Nínive no tienen fin! Destruida, desierta, desolada:
así está Nínive.
Los corazones se deshacen de miedo,
tiemblan las rodillas,
a todos les faltan las fuerzas
y los rostros pierden el color. ¿Qué queda de la cueva de los leones,
de la guarida de los cachorros de león?
Allí los leones y sus cachorros
se sentían seguros;
no había nadie que los espantara. Mataba el león a su presa,
la repartía entre la leona y sus cachorros
y llenaba de rapiña sus cuevas. [l]

Destrucción total de Nínive El Señor todopoderoso afirma:
?Aquí estoy contra ti.
Quemaré tus carros de guerra
y los convertiré en humo.
Mataré tus cachorros,
acabaré con el robo que hay en tu tierra
y no se oirá más la voz de tus mensajeros.?

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