Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
7. Visiones Proféticas.
Inminencia del castigo (1-9).
1 El Señor, Yahvé, me dio a ver esto: he aquí que criaba langostas al tiempo que comenzaba a crecer la hierba primaveral, y que venía después de la corte del rey, 2 e iban a acabar de devorar el verdor de la tierra. Yo dije: ¡Oh Señor, Yahvé, ten piedad! ¿Cómo va a sostenerse Jacob, siendo tan pequeño? 3 Y Yahvé se compadeció por esto, y dijo: No será así. 4 Hízome ver también esto Yahvé, el Señor; y he aquí que Yahvé se aprestaba a castigar con fuego i, que había de devorar el gran abismo e iba a consumir la heredad. 5 Yo dije: ¡Oh Señor, Yahvé! ¡Detente, por favor! ¿Cómo va a sostenerse Jacob siendo tan pequeño ? 6 Yahvé se compadeció por esto y dijo: Tampoco será esto. 7 También me dio a ver esto: Estaba Yahvé cerca de un muro y en su mano tenía la plomada. 8 Yahvé me preguntó: ¿Qué es lo que ves, Amos? Yo respondí: Una plomada. Y dijo el Señor: He aquí que yo pongo la plomada en medio de mi pueblo, Israel. Ya no le perdonaré más tiempo. 9 Los altos de Isaac serán devastados, y destruidos los santuarios de Israel. Me alzaré con la espada contra la casa de Jeroboam. Los c.7-9 incluyen una serie de visiones simbólicas en las que se destaca la longanimidad y paciencia de Yahvé para con su pueblo y el castigo que infaliblemente vendrá sobre Israel como consecuencia de su obstinación en el pecado 2.
En la primera visión, el profeta contempla un enjambre de langostas, criado por Dios para enviarlo sobre el país de Israel, precisamente cuando comenzaba a brotar la
hierba primaveral (v.1), de cuyas reservas habían de vivir los ganados durante el estío. La amenaza de invasión de langostas para consumir esta preciosa reserva queda agravada por el hecho de que este año la recolección de heno seguía a un año en que se había hecho
la corta del rey, es decir, se había dado como tributo real la última cosecha de heno. Así, la situación deficiente del pueblo era mayor, y, en consecuencia, la desaparición de la nueva
hierba primaveral revestía los caracteres de una verdadera catástrofe 3.
El profeta intercede ante Yahvé para que no envíe tan gran castigo, ya que entonces no podría
sostenerse como nación Jacob-Israel, pues es
pequeño o débil, incapaz de sufrir grandes pruebas. Yahvé accede a su ruego y no envía el castigo que tenía preparado, esperando que Israel cambie de conducta.
La segunda visión es paralela a la primera. Yahvé quiere enviar una sequía general como castigo para consumir su
heredad, la tierra de Israel. Llama al
fuego como instrumento de su justicia para litigar con el pueblo pecador. Yahvé, pues, quiere enviar el
fuego sobre el
abismo, o depósito de aguas subterráneas, de donde provenían los ríos y las fuentes, para secarlo y así privar de agua a la
heredad o tierra de Palestina (v.4). Amos, aterrado por el castigo, suplica en los mismos términos compasión para su pueblo, que es
pequeño e incapaz de subsistir a tal prueba. Yahvé accede de nuevo a las súplicas del profeta en un último arranque de longanimidad (v.6).
En una tercera visión, Yahvé estaba junto a un muro con una
plomada en la mano, como si fuera un constructor que cuidadosamente mide las proporciones del muro, que parece ser
Israel (v.8). El pueblo de Dios ha sido edificado como nación por Yahvé, pero ahora su edificio está desnivelado, y Yahvé está comprobando con su
plomada lo defectuoso del mismo. Descontento por su situación, decide destruirlo totalmente con el cuidado con que antes lo había hecho, tomando las medidas a
plomada: He aquí que yo pongo la plomada en medio de mi pueblo, Israel (v.8); pero ahora, para destruirlo sistemáticamente hasta los cimientos, con el cuidado con que un constructor mide y ajusta los niveles del edificio a levantar 4.
En efecto, Yahvé va a enviar la devastación y la ruina contra la
casa de Jeroboam (v.9), fundador del reino cismático del norte después de la muerte de Salomón. Los
altos de Isaac son
santuarios de Israel o lugares de culto en el reino cismático de Samaría.
Isaac aquí está en vez de
Jacob. Sólo en este verso y en el v.16 se encuentra la designación
casa de Isaac en vez del usual
casa de Jacob, equivalente a la de pueblo de
Israel.
Disputa con Amasias, sacerdote de Betel (10-17).
10 Amasias, sacerdote de Betel, mandó a decir a Jeroboam: Amos está conspirando contra ti en medio de la casa de Israel. La tierra no puede ya soportar sus palabras. 11 Pues Amos va diciendo: Jeroboam morirá a la espada, e Israel irá al cautiverio, lejos de su tierra. 12 Amasias dijo a Amos: Vidente, ve y escapa a la tierra de Judá y come allí tu pan, haciendo el profeta. 13 Pero guárdate de volver a profetizar contra Betel; mira que éste es un santuario del rey y una casa real. 14 Amos respondió a Amasias, diciendo: Yo no soy profeta ni hijo de profeta, sino que soy boyero y cultivador de sicómoros. 15 Yahvé me tomó detrás del ganado y me dijo: Ve a profetizar a mi pueblo, Israel. 16 Escucha, pues, ahora la palabra de Yahvé: Tú me dices: No profetices contra Israel ni hagas predicciones contra la casa de Isaac 17 Por eso así dice Yahvé: Tu mujer será deshonrada en la ciudad, tus hijos caerán a la espada, tu tierra será repartida a cordel, tú morirás en una tierra contaminada, e Israel irá al cautiverio lejos de su tierra.
Amos acaba de anunciar la ruina de Israel y de la dinastía de Jeroboam. Es una denuncia valiente, que se atrae las iras de los que gozaban de los privilegios de la situación. Un sacerdote de Betel llamado Amasias le acusa al rey de conspirador contra la casa real, pues
la tierra no puede soportar sus palabras (v.10). Los vaticinios del profeta de Tecoa resultaban una insolencia y un desafío para los poderes constituidos, ya que sembraban el derrotismo en el pueblo. Después de denunciarle ante el rey, Amasias habla personalmente a Amos para convencerle por las buenas de que no debe continuar su predicación. A su entender, es un intruso que ha querido venir al reino de Samaría a ganar su pan dándoselas de profeta. Lo mejor que puede hacer es volver a Judá y allí continuar su labor de profeta:
Vidente (término entonces despectivo),
escapa a tu tierra y come allí tu pan haciendo de profeta (v. 12).
La insinuación es injuriosa, pues Amasias considera a Amos como uno de tantos ganapanes que se presentaban como
profetas al pueblo, embaucándolos con sus promesas y lucrándose de su profesión. Ya en tiempos de Elíseo se habían organizado unas asociaciones de profetas (
los hijos de los profetas), con vida común, los cuales se reunían para vivir mejor los postulados del yahvismo, conforme a la predicación de los grandes profetas, como Elias y Elíseo 5; pero estas asociaciones degeneraron, y así, no pocos vagos se alistaban en ellas para vivir sin trabajar. De ahí que el término
hijo de profeta llegó a tener un sentido despectivo e injurioso. En este sentido se expresa el sacerdote de Betel, que ve comprometidas sus ganancias en los ricos santuarios de
Betel, considerado como santuario nacional (
santuario del rey, v.15), y, como tal, tenía pingües ingresos pecuniarios. Por otra parte, su culto es el oficial del Estado de Israel, y atentar contra el santuario es atentar contra los intereses del Estado.
Las palabras de Amasias indignaron al celoso profeta de Dios, Amos, que había venido a predicar sin buscar ningún provecho de su ministerio. Amasias debe tener en cuenta que él no es un
profeta de profesión ni hijo
de profeta (v.14), es decir, perteneciente a las asociaciones de profetas. El tenía su modo de vivir asegurado como
boyero y cultivador de higos de sicómoros, especie de higuera salvaje, que abunda en las zonas semidesérticas6. Amos, pues, al mismo tiempo que cuidaba de sus rebaños, se dedicaba a recoger y preparar los higos de los sicómoros para venderlos después en las localidades inmediatas, como Belén y Hebrón. Pero por inspiración divina dejó su negocio y se fue a predicar al reino del norte, en contra de sus intereses materiales:
Yahvé me tomo detrás del ganado y me dijo: Ve a profetizar a mi pueblo, Israel (v.16).
Su vocación profética, pues, procede exclusivamente de Dios, y se siente revestido de una autoridad especial para predicar donde Dios le manda.
Es el representante de los intereses de Yahvé, y, por tanto, oponerse a su predicación es oponerse a los designios divinos.
Y precisamente por no haberle reconocido como enviado de Dios, Amasias será el primero en sentir la prueba de la autenticidad de que Amos es profeta, ya que en nombre de Yahvé le anuncia la ruina de su posición y familia: su mujer será deshonrada; sus hijos,, pasados a la espada, y sus posesiones, repartidas
a cordel a manos de los invasores asirios, y él será llevado cautivo
a tierra contaminada (v.17), es decir, al país idolátrico de Asiría. En efecto, sabemos que Teglatfalasar III inició la deportación de los habitantes del reino del norte antes del 734, y, finalmente, con la ocupación de Samaría por Sargón en 721, lo más escogido de la población de Israel fue camino del destierro mesopotámico. Es el cumplimiento de la profecía de Amos.
1 Lit.: He aquí que llamaba para litigar con fuego, e.d., defender su causa, enviando fuego como castigo. 2 Sobre símiles parecidos acerca del futuro de la nación cf. Jer i,n; 24,iss. 3 Sobre los diezmos debidos al rey cf.
2Sa_8:15. 4 Condamin lee hierro en vez de plomada, y supone que se alude al hierro de la espada asiría, que caería en Israel para devastarla. Cf. RB 9 (1900) 5865. 5 Cf.
1Sa_10:3.ios;
1Sa_10:208; 1 Re 17; 2 Re 1;
2Re_3:383;
2Re_6:1;
2Re_4:8. 6
Cf.
Isa_9:9;
1Re_10:27;
1Re_10:1 Grón 27:28;
Sal_78:47.