I Reyes 10, 1-7

Llegó a la reina de Saba la fama que para gloria de Yahvé tenía Salomón, y vino para probarle con enigmas. Llegó a Jerusalén con muy numeroso séquito y con camellos carga-dos de aromas, de oro en gran cantidad y de piedras preciosas. Vino a Salomón y le propuso cuanto quiso proponerle;" y a todas sus preguntas respondió Salomón, sin que hubiera nada que el rey no pudiera explicarle. La reina de Saba, al ver la sabiduría de Salomón, la casa que había edificado, los manjares de su mesa y las habitaciones de sus servidores, sus cometidos y los vestidos que vestían, los de los coperos, y los holocaustos que se ofrecían en la casa de Yahvé, fuera de sí, Dijo al rey: “Verdad es cuanto en mi tierra me dijeron de tus cosas y de tu sabiduría. Yo no lo creía antes de venir y haberlo visto con mis propios ojos. Pero cuanto me dijeron no es ni la mitad. Tienes más sabiduría y prosperidad que la fama que a mí me había llegado.
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