I Samuel 19, 17-24

Saúl dijo a Micol: “¿Por qué me has engañado así y has dejado escapar a mi enemigo para que se ponga a salvo?” Micol respondió a Saúl: “Me dijo: Déjame ir o te mato.” Así huyó David y se salvó. Fuese a casa de Samuel, en Rama, y le contó cuanto había hecho Saúl. Después se fue con Samuel a habitar en Nayot, en Rama. Dijéronle a Saúl: “Mira, David está en Nayot, en Rama.” Saúl mandó gente para prenderle, y, viendo a tropa de profetas profetizando, con Samuel a la cabeza, se apoderó de ellos el espíritu de Yahvé y pusiéronse ellos también a profetizar. Dieron a conocer esto a Saúl, y éste mandó nueva gente, y también éstos se pusieron a profetizar. Por tercera vez envió otros, pero también éstos profetizaron. Entonces fue Saúl en persona a Rama, y al llegar a la cisterna de la era que hay en el teso, preguntó: “¿Dónde están Samuel y David?” Y le respondieron: “Están en Nayot de Rama.” Dirigióse allá, a Nayot de Rama. El espíritu de Dios se apoderó de él, e iba profetizando hasta que llegó a Nayot de Rama, y, quitándose sus vestiduras, profetizó él también ante Samuel, y se estuvo desnudo por tierra todo aquel día y toda la noche. De ahí el proverbio: “¿También Saúl entre los profetas?”
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