II Crónicas  24, 18-23

y dejando la casa de Yahvé, Dios de sus padres, sirvieron a las “aseras” y a los ídolos; y vino la ira de Dios sobre Judá y sobre Jerusalén, porque sé habían hecho culpables." Yahvé les mandó profetas para reducirlos a sí, pero no escucharon sus advertencias. El espíritu de Dios descendió sobre Zacarías, hijo del sacerdote Joyada, que, presentándose ante el pueblo, dijo: “Así habla Dios: ¿Por qué quebrantáis los mandamientos de Yahvé? No os vendrá bien por ello, pues si vosotros dejáis a Yahvé, Yahvé os dejará a vosotros.” Conjuráronse contra él y de orden del rey le lapidaron en el atrio de la casa de Yahvé. No se acordó el rey Joás del bien que le había hecho Joyada, padre de Zacarías, y dio muerte a su hijo. Zacarías dijo al morir: “Vea Yahvé y El lo requiera.” A la vuelta del año subió contra él el ejército de Siria, que vino a Judá y Jerusalén. Mataron de entre el pueblo a todos los príncipes de él, y llevaron todos sus despojos al rey de Damasco.
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