II Crónicas  35, 20-24

Después de esto, después de haber reparado Josías la casa de Yahvé, Necao, rey de Egipto, subió para combatir en Carquernis, a orillas del Eufrates. Josías le salió al paso, y Necao le mandó emisarios que le dijeran: “¿Qué hay entre ti y mí, rey de Judá? No es contra ti contra quien voy yo ahora; es contra una casa con la que estoy en guerra, y Dios me ha dicho que me apresure. No te opongas, pues, a Dios, que está conmigo, no te destruya.” Pero Josías no se retiró y se disfrazó para entrar en el combate sin escuchar las palabras de Necao, que venían de la boca de Dios. Avanzó para atacarle en el valle de Megiddo. Los arqueros tiraron contra el rey Josías, y el rey dijo a sus servidores: “Retiradme, que estoy gravemente herido.” Los servidores le sacaron de aquel carro y le pusieron en otro y le llevaron a Jerusalén. Murió y fue sepultada en el sepulcro de sus padres. Todo Judá y Jerusalén lloraron a Josías,
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