II Reyes  11, 4-20

El año séptimo, Joyada mandó a llamar a los centuriones de los cereteos y la guardia y los introdujo en la casa de Yahvé. Hizo pacto con ellos, juramentándolos en la casa de Yahvé, y les mostró el hijo del rey, dándoles esta orden: “He aquí lo que habéis de hacer: La tercera parte de vosotros, que monta la guardia en el palacio real, más las otras dos partes de vosotros, que montan la guardia en el templo de Yahvé, con las armas en la mano, formaréis en torno del rey y mataréis a cualquiera que pretenda penetrar en las filas. Estaréis junto al rey dondequiera que vaya.” Cumplieron les capitanes las órdenes que les había dado el sacerdote Joyada. Tomó cada uno sus gentes, las que hacían el servicio el sábado, y se fueron al sacerdote Joyada. Este les entregó las lanzas y los escudos del rey David, que se hallaban en la casa de Yahvé, y cuando los soldados de la guardia, todos con las armas en la mano, desplegaron desde el lado sur al lado norte, entre el altar y el templo, sacó al rey, púsole la diadema y los brazaletes y le ungió. Todos entonces palmotearon y gritaron: “¡Viva el rey!” Cuando oyó Atalía el estrépito del pueblo, se vino a donde estaba la gente reunida en la casa de Yahvé y miró. Y estaba el rey sobre el estrado, según costumbre, y cerca de él los jefes y las trompetas, y todo el pueblo daba muestras de gran júbilo, mientras sonaban las trompetas. Atalía rasgó sus vestiduras y clamó: “¡Traición! ¡Traición!” Entonces el sacerdote Joyada dio orden a los capitanes, que estaban a la cabeza de las tropas: “Sacadla de las filas y matad a quienquiera que la siga.” Pues el sacerdote había dicho: “Que no la maten en la casa de Yahvé.” Pusieron sobre ella las manos, y cuando llegó al palacio real, por la puerta de los caballos, allí la mataron. Joyada intervino en la alianza que con Yahvé hicieron el rey y el pueblo, de ser el pueblo de Yahvé. Todo el pueblo penetró en el templo de Baal y lo demolió, destruyendo del todo su altar y sus estatuas; y al sacerdote de Baal, Matan, le dieron muerte delante del altar." Después, dejando una guardia en el templo de Yahvé, tomó a los jefes de los cereteos y a los guardias y a todo el pueblo, y llevaron al rey desde el templo de Yahvé al palacio real, donde entró por la puerta de la guardia•Sentose allí sobre el trono real, y todo el pueblo estaba lleno de alegría, y la ciudad se quedó tranquila. Atalía había sido muerta en el palacio real.
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