Exodo  8, 1-10

Yahvé dijo a Moisés: “Dile a Aarón: Extiende tu mano con el cayado sobre los ríos, sobre los canales y sobre los estanques, y haz subir ranas sobre la tierra de Egipto.” Aarón extendió su mano sobre las aguas de Egipto, y subieron las ranas y cubrieron la tierra de Egipto. Pero los magos hicieron otro tanto con sus encantamientos, haciendo subir ranas sobre la tierra de Egipto. El faraón llamó a Moisés y a Aarón y les dijo: “Pedid a Yahvé que aleje de mí y de mi pueblo las ranas, y dejaré salir al pueblo a sacrificar a Yahvé.” Moisés dijo al faraón: “Dime cuándo he de rogar por ti, por tus servidores y por todo tu pueblo, para que aleje Yahvé las ranas de ti y de tus casas y no queden más que en el río.” “Mañana,” respondió él. Moisés le dijo: “Así será, y para que sepas que no hay como Yahvé, nuestro Dios, las ranas se alejarán de ti y de tus casas, de tus servidores y de tu pueblo, y no quedarán más que en el río.” Salieron Moisés y Aarón de la casa del faraón, y Moisés rogó a Yahvé sobre lo que de las ranas había prometido al faraón. Hizo Yahvé como le pedía Moisés, y murieron las ranas en las casas, en los atrios y en los campos. Reuniéronlas en los montes, y se infestó la tierra.
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