Ezequiel  16, 8-43

Pasé yo junto a ti y te miré. Era tu tiempo el tiempo del amor, y tendí sobre ti mi manto, cubrí tu desnudez, me ligué a ti con juramento e hice alianza contigo, dice el Señor, Yahvé, y fuiste mía. Te lavé con agua, te quité de encima la sangre, te ungí con óleo, te vestí de recamado, te calcé piel de tejón, te ceñí de lino fino y te cubrí de seda. Te atavié con joyas, puse pulseras en tus brazos y collares en tu cuello, arillo en tus narices, zarcillos en tus orejas y espléndida diadema en tu cabeza. Estabas adornada de oro y plata, vestida de lino y seda en recamado; comías flor de harina de trigo, miel y aceite; te hiciste cada vez más hermosa y llegaste hasta reinar." Extendióse entre las gentes la fama de tu hermosura, porque era acabada la hermosura que yo puse en ti, dice el Señor-Yahvé. Pero te envaneciste de tu hermosura y de tu nombradía y te diste al vicio, ofreciendo tu desnudez a cuantos pasaban, entregándote a ellos. Tomaste tus vestidos y te hiciste altos coloreados para prostituirte en ellos. Tomaste las espléndidas joyas que te había dado, mi plata y mi oro, y te hiciste simulacros de hombres, fornicando con ellos. Tomaste las telas recamadas y los cubriste con ellas, y les ofreciste mi óleo y mis aromas. También el pan que yo te diera, la flor de harina de trigo y el aceite y la miel con que te mantenía, se los ofreciste en ofrenda de suave olor. Eso hiciste, dice el Señor, Yahvé. Y, a más de esto, tomaste a tus hijos y a tus hijas, los que habías engendrado para mí, y se los sacrificaste para que les sirvieran de comida. Te parecían poco tus prostituciones, y sacrificaste a mis hijos, haciéndolos pasar por el fuego. Y al cometer todas estas tus fornicaciones y prostituciones, no te acordaste del tiempo de tu mocedad, cuando estabas desnuda en tu vergüenza y te revolvías en tu sangre;" antes al contrario, después de tantas maldades, hay de ti! dice Yahvé, te hiciste en cada plaza un lupanar y en cada calle un prostíbulo, mancillando tu hermosura, entregándote a cuantos pasaban y multiplicando tus prostituciones. Te prostituíste a los hijos de Egipto, tus vecinos de gordos cuerpos, multiplicando tus fornicaciones para irritarme. Por eso tendí yo a ti mi mano, y te quité parte de la dote, y te entregué al capricho de tus enemigas, las hijas de los filisteos, que te aborrecen y se avergüenzan de tu desenfreno. No harta todavía, te prostituíste también a los hijos de Asiría, fornicaste con ellos, sin hartarte todavía. Multiplicaste tus prostituciones desde la tierra de Canaán hasta Caldea, y ni con todo esto te saciaste. ¿Cómo sanar tu corazón, dice el Señor, Yahvé, cuando has hecho todo esto, como desvergonzada ramera dueña de sí, haciéndote prostíbulos en todas las encrucijadas y lupanares en todas las plazas? Y ni siquiera eres comparable a las rameras que reciben el precio de su prostitución. Tú eres la adúltera que, en vez de su marido, acoge a los extraños. A la meretriz se le paga su merced, pero tú hacías las mercedes a tus amantes y les hacías regalos para que de todas partes entrasen a ti para tus fornicaciones. Ha sucedido contigo en tus fornicaciones lo contrario de las otras rameras, pues no te buscaban, y, pagando tú en vez de recibir paga, fuiste al contrario de las otras. Por tanto, oye, ¡oh ramera! la palabra de Yahvé: Así dice el Señor, Yahvé: Por haber descubierto tus vergüenzas y haber mostrado tu desnudez a tus amantes en tus fornicaciones y a todos los abominables ídolos, y por la sangre de tus hijos que les ofreciste, por eso reuniré yo a todos tus amantes y a cuantos recibiste placentera, y, además de los que amaste, traeré también a los que aborreciste, y los juntaré contra ti en derredor, y les descubriré tus vergüenzas, y contemplarán todas tus torpezas. Te juzgaré como se juzga a la adúltera y a la vertedora de sangre, y te haré sangrienta víctima del furor y del celo. Te entregaré a sus manos, y ellos desharán tu lecho y derribarán tus prostíbulos, te desnudarán de tus vestidos y te arrebatarán todos los ornamentos de tu hermosura y te dejarán desnuda, en cueros. Y harán venir contra ti a las muchedumbres, y te lapidarán con piedras, y te atravesarán con la espada, y pegarán fuego a tus casas, y harán en ti justicia a ojos de muchas mujeres, y haré que ceses de fornicar, y no harás ya más regalos. Saciaré en ti mi ira y se apartará de ti mi celo. Por cuanto no te acordaste de los días de tu mocedad y me provocaste a ira con todas esas cosas, por eso yo también echaré tus caminos sobre tu cabeza, dice el Señor, Yahvé, y cumpliré mis designios contra todas tus abominaciones.
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