Lucas 2, 27-36

Movido del Espíritu Santo, vino al templo, y al entrar los padres con el Niño Jesús, para cumplir lo que prescribe la ley sobre él, Simeón le tomó en sus brazos, y, bendiciendo a Dios, dijo: Ahora, Señor, puedes dejar ir a tu siervo en paz, según tu palabra;" porque han visto mis ojos tu Salud, la que has preparado ante la faz de todos los pueblos, luz para iluminación de las gentes, y gloria de tu pueblo, Israel. Su padre y su madre estaban maravillados de las cosas que se decían de El. Simeón los bendijo, y dijo a María, su Madre: Puesto está para caída y levantamiento de muchos en Israel y para blanco de contradicción;" y una espada atravesará tu alma, para que se descubran los pensamientos de muchos corazones. Había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, muy avanzada en años; casada en los días de su adolescencia, vivió siete años con su marido,"
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