Sabiduría 3, 1-7

Las almas de los justos están en las manos de Dios, y el tormento no los alcanzará. A los ojos de los necios parecen haber muerto, y su partida es reputada por desdicha;" su salida de entre nosotros, por aniquilamiento. Pero gozan de paz. Pues, aunque a los ojos de los hombres fueran atormentados, su esperanza está llena de inmortalidad. Después de un ligero castigo serán colmados de bendiciones, porque Dios los probó y los halló dignos de sí. Como el oro en el crisol los probó y le fueron aceptos como sacrificio de holocausto. Al tiempo de su recompensa brillarán y discurrirán como centellas en cañaveral.
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