Salmos 10, 2-4

Por la soberbia del impío son consumidos los infelices, sorprendidos en las intrigas que ellos tienden. Mem. Pues se gloría el malvado en la ambición de su alma, y el avaro se felicita, con desprecio de Yahvé. Nun. Y (dice) el impío en su fatuidad: “¡No atiende, no hay Dios!” Estas son sus cavilaciones.
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