Salmos 12, 1-6

Al maestro del coro. A la octava. Salmo de David. Salva tú, ¡oh Yahvé! porque no hay piadosos, ya no hay fieles entre los hijos de los hombres. Engaña cada uno a su prójimo, hablan con labios fraudulentos y con doblado corazón. Extermine Yahvé todo labio fraudulento, toda lengua jactanciosa;" a los que dicen: “Con nuestra lengua dominaremos; nuestros labios son con nosotros: ¿quién es nuestro amo?” Por la opresión de los pobres, por los gemidos de los menesterosos, ahora mismo voy a levantarme, dice Yahvé, y les daré la salvación por la que suspiran.
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