Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
1. El invasor caldeo.
La justicia, conculcada por doquier (1-4).
1 Oráculo que vio Habacuc profeta: 2 ¿Hasta cuándo, ¡oh Yahvé! suplicaré sin que me oigas; clamaré a ti: ¡Violencia! sin que envíes tu salvación? 3 ¿Por qué me haces ver la iniquidad, y soportas la vista de la aflicción,y la opresión y la violencia se hallan ante mí, y surgen la querella y la discordia?4 Por eso se embota la ley, y el derecho no resplandece, pues el impío asedia al justo;por ello el derecho se tuerce.El oráculo de Habacuc tiene un sentido punitivo y amenazador; de ahí su nombre específico de
masa , que ya hemos visto en las profecías de Nahum. Antes de anunciar el castigo, el profeta reacciona contra las injusticias reinantes en la sociedad. Llevado de su sentido de justicia, protesta ante Yahvé porque permite tanta iniquidad, contraria a sus atributos divinos. Se discute sobre el sentido de estas protestas del profeta, pues unos autores creen que Habacuc no hace
sino hacerse eco de la situación injusta de la sociedad judía de su tiempo, con sus extorsiones y opresiones, como lo habían hecho otros profetas.
Otros exegetas, en cambio, creen que Habacuc protesta por la opresión de Judá por los extranjeros: han pasado los asir los, después los egipcios (el piadoso rey Josías murió en la batalla de Megiddo en 609, contra Necao II de Egipto, el cual depuso al candidato rey, Joacaz, escogido por los judíos), y, por fin, ve como inminente la invasión caldea dirigida por el implacable Nabucodonosor. Nosotros nos inclinamos por la primera interpretación, y creemos que el profeta anuncia la invasión babilónica como castigo por el injusto estado social en que se debatía la sociedad contemporánea, como vemos por el mismo Jeremías, su coetáneo.
Anuncio de la invasión caldea (5-11).
5 Mirad a las naciones y ved, y quedaréis sobrecogidos y estupefactos, pues está para cumplirse en vuestros días una obra que, si os la contaran, no la creeríais. 6 Pues he aquí que voy a suscitar a los caldeos, pueblo feroz y arrebatado, que marchará por las anchuras de la tierra para conquistar moradas ajenas. 7 Es espantoso y terrible; su derecho y su elación sólo de él emanan. 8 Sus caballos son más ligeros que el tigre, más voraces que lobos nocturnos. Sus jinetes avanzan con insolencia, sus caballos vienen de lejos, volando como el águila que se precipita para devorar. 9 Todos llegan para entregarse a la violencia. Sus rostros ardientes son (como viento) solano y amontonan cautivos como arena. 10 Se burla de los reyes, se mofa de los príncipes, se ríe de todas las plazas fuertes; alza un terraplén y las toma; 11 luego el huracán muda de dirección y pasa. Es un criminal que hace de la fuerza su dios 2.
El profeta presenta a Yahvé describiendo al terrible invasor. El fragmento es sobrecogedor y vigoroso por la expresión. Los caldeos, suscitados por Yahvé - como instrumentos de su justicia - , pasan como un huracán, que todo lo arrebata. Los
caldeos, o
Kashdim de la literatura cuneiforme, eran tribus montañeras del sudeste de Mesopotamia, que habían luchado contra los asirios en tiempos de Senaquerib por su independencia. Obligados a retirarse a las montañas que bordean la Media, se aliaron con los habitantes de esta región, y así estuvieron esperando el momento en que Asiría se mostrara más débil militarmente. Al morir Asurbanipal (625 a.C.), se lanzaron, capitaneados por Nabopolasar y Ciaxares, sobre Nínive, que sucumbió en 612 a.C., lo que supone la liquidación del imperio asirio. Nabucodonosor, hijo de Nabopolasar, sucedió a éste en 605 a.C. y dirigió las incursiones militares sobre Palestina, resultando tan brutales como las de los conquistadores asirios anteriores.
La descripción del profeta es semejante a la de sus contemporáneos Jeremías 3 y Sofonías4. La caballería avanza con estrépito, sin que nadie pueda detenerla, y el ejército invasor, con sus rostros
ardientes por el ansia de pillaje, es como el
viento solano o
jamshim, que trae la desolación y la muerte, anegándolo todo en un mar de arena (v.8). Nadie puede detener la marcha, y los reyes y fortalezas caen ante la mejor organización militar del terrible invasor. Es el eterno conquistador, que cree que la ley es la fuerza: es
un criminal que hace de la fuerza su dios (v.11). El juicio del profeta no puede ser más severo. Aunque el invasor sea suscitado
por Yahvé para castigar la injusticia de Judá, sin embargo, sus procedimientos de violencia tendrán también un día su castigo.
Protesta del profeta por la crueldad del invasor (12.-17)
12 ¿No eres tú desde antiguo Yahvé, mi Dios, mi Santo, tú que no puedes morir?5 Tú, Yahvé,no dejarás perecer al estableciste para la justicia y lo fundaste como roca para castigar. 13Muy limpio eres tú de ojos para contemplar el mal, y no puedes soportar (la vista) de la miseria. ¿Por qué, pues, miras a los pérfidos y callas, mientras el impío devora al que es más justo que él, 14como si hicieras a los hombres semejantes a los peces del mar o a los reptiles de la tierra, que no tienen dueño? 15 El lo pesca todo con sus anzuelos, lo apresa en sus mallas, lo recoge en sus redes, y por ello se alegra y regocija. 16 Por eso ofrece sacrificios a sus mallas, y ofrendas humeantes a sus redes,pues por ellas acrecienta su provisión y es pingüe su comida; 17 y vacía sin tregua su red 6, (asesinando sin piedad a los pueblos.
El profeta protesta contra los abusos del invasor, que parece tener carta blanca para sus atropellos de todo género,
y apela a la santidad eterna de Yahvé, intransigente con la impiedad: ¿No
eres desde antiguo Yahvé, mi Santo? (v.12). Es cierto que el invasor caldeo ha sido escogido como instrumento de la justicia divina para castigar las infidelidades de Judá (
Tú, Yahvé, lo estableciste para la justicia y lo fundaste como roca para castigar, v.12b), pero no para imponer su capricho contra toda equidad. La misma santidad divina parece que está comprometida al permitir el triunfo de la opresión. Yahvé no puede complacerse en el triunfo de la maldad, porque sus ojos son puros y no pueden contaminarse contemplando benévolamente el triunfo de la maldad y de la perfidia, con la consecuente opresión de los justos (v.13).
Si Yahvé no protege a los hombres contra la injusticia, entonces parece que los deja desamparados, como si fueran
peces o reptiles de la tierra (v.14), siempre a merced del primer cazador que llega. Precisamente por esta abstención de parte de Dios, los hombres están a merced del cazador o pescador caldeo, que tira su red impunemente para cogerlos en sus mallas, sin que aquéllos tengan defensa:
lo pesca todo con su anzuelo, lo apresa en sus mallas. (v.15). Es una alusión a las incursiones de los caldeos por tierras de Palestina, llevando consigo a poblaciones inocentes como botín de victoria. El profeta parece que se hace eco del estado de ánimo de incertidumbre ante la invasión de los babilonios. Para los invasores, esas incursiones son un paseo militar, pues apenas encuentran resistencia y tienen plena libertad para el pillaje:
por ello se alegra y regocija.Después se entregan a orgías religiosas, celebrando sus triunfos y conquistas:
Ofrece sacrificios a sus mallas, y ofrendas humeantes a sus redes (v.16). A propósito de esto se ha recordado que Herodoto dice que los escitas prestaban adoración a la espada, instrumento de conquista 7. Sin embargo, la frase de Habacuc ha de entenderse en sentido figurado. Para él, las
mallas y
redes eran un símil para destacar la facilidad con que los caldeos conquistaban, como el pescador que coge en las suyas a los indefensos y desprevenidos peces. En este supuesto, la afirmación de que
ofrecían sacrificios a sus mallas ha de interpretarse en el sentido de que celebraban con festines religiosos sus triunfos militares, glorificando sus medios de conquista.
1 Verso oscuro. El TM dice literalmente: el ardor de sus rostros. Nuestra versión es similar a la de la
Bib. de Jér. - 2 Así según la Bib.
de Jér. - 3 Cf. Jér 4:13. - 4
Sof_3:3. - 5 Lit. en hebreo dice no moriremos. Un ligero cambio da nuestra versión, que es la de la B¿b.
de Jér. Hoonacker traduce: Harás morir. - 6 La tradución
sin tregua es según el manuscrito encontrado en Qumrán. - 7 Cf. Herodoto, IV 59:62.