Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
6. Falsa conversión de los Israelitas.
1 En su angustia me buscarán (diciendo): Venid y volvamos a Yahvé; El desgarró, El nos curará, El hirió, El nos vendará. 2 El nos dará vida en dos días y al tercero nos levantará y viviremos ante EL 3 Reconozcamos y apresurémonos a conocer a Yahvé. Como aurora está aparejada su aparición; vendrá como lluvia impetuosa, como lluvia primaveral que riega la tierra. 4 ¿Qué voy a hacerte a ti, Efraím? ¿Qué voy a hacerte a ti, Judá? Vuestra piedad es como lluvia mañanera, como rocío matinal, pasajero. 5 Por eso yo los he tajado por medio de los profetas, los he matado por las palabras de mi boca, y mis juicios han brotado como la luz l.6 Pues prefiero la misericordia al sacrificio, y el conocimiento de Dios al holocausto. 7 Pero ellos, como hombres, violaron la alianza2, obraron pérfidamente contra mí. 8¡Galaad, ciudad de malhechores, de sangrientas huellas; 9 tú, cuya fuerza son los bandidos, si asesinaras a esa banda de sacerdotes a lo largo del camino de Siquem, porque obran criminalmente! 3 10 Espantoso es lo que he visto en la casa de Israel. Allí se prostituye Efraím, allí se contamina Israel. 11 Pero en ti, ¡oh Judá! injertaré yo una rama cuando haga volver la cautividad de mi pueblo 4. El profeta presenta a los israelitas angustiados en la adversidad, decididos a retornar a Yahvé como único punto de salvación:
Venid y volvamos. (v.1). En su ruina reconocen que todo lo que les ha sucedido ha sido enviado por Dios para hacerlos volver al buen camino, y, por tanto, sólo El podrá sanarlos:
El desgarró. nos vendará. Es inútil esperar en la ayuda de los hombres, aunque fueran los grandes reyes de Asiría.
Sólo Yahvé es poderoso para salvar la situación. Reconocen su omnipotencia, capaz de rehabilitar a Israel: nos
dará vida en dos días y al tercero nos levantará (v.2). No tienen otro anhelo que
volver a participar de la amistad divina: viviremos ante El. El pueblo se siente como tierra sedienta, y por eso clama por la protección bienhechora de Yahvé:
Apresurémonos a conocer a Yahvé; vendrá como lluvia. primaveral que riega la tierra (v.3). El símil expresa bien lo que significa la aparición de Yahvé, que es comparada también a la
aurora, recibida con alegría después de las tinieblas de la noche.
Los sentimientos, pues, de arrepentimiento están bellamente expresados por el profeta, el cual a esta actitud, aparentemente sincera, contrapone la reacción de Yahvé, que se muestra desconfiado por este movimiento de acercamiento a El por parte de Israel. ¡Tantas veces ha dicho que se volvía a su Dios y después le abandonaba! Por eso Yahvé está perplejo y duda en aceptar las actuales manifestaciones de arrepentimiento:
¿Qué voy a hacerte, Efraim? ¿Qué voy a hacerte, Judá? (v.4). Desconfiado por decepciones anteriores, no cree en la sinceridad y constancia de la actual conversión, que es pasajera como
lluvia mañanera, como rocío matinal., que con los primeros ardores del sol se evapora. Así es la
piedad o sentimiento de reconocimiento de los derechos de Yahvé.
Dios los ha probado y
tajado por medio de los profetas, anunciándoles vaticinios conminatorios que realmente provenían de su
boca, y sus juicios o sentencias debían haber surtido efectos de arrepentimiento, como
la luz (v.6).
Los profetas, transmitiendo sus oráculos amenazadores, son comparados a piedras cortantes, que
tajan al pueblo en orden para inclinarlos a la
luz de la Ley divina. La frase es enérgica e incisiva y refleja bien la misión, muchas veces punitiva, de los profetas. A pesar de sus amenazas, los israelitas, como
hombres, violaron mi alianza (v.7). Aquí la palabra
hombres parece tener un sentido peyorativo, aludiendo a la condición falsa del hombre que, llevado de sus pasiones, no sabe corresponder a los compromisos de la
alianza con Dios 5. Por eso añade:
obraron pérfidamente contra mí, pues le abandonaron para irse tras de los ídolos.
Es tal el estado de perversidad que reina en Israel, y sobre todo en la clase sacerdotal, que invita a los bandidos de
Galaad (famosa por las bandas de asesinos que pululaban en sus frondosos bosques) 6 a que sean los ejecutores de la justicia divina contra los sacerdotes:
Tú, cuya fuerza son los bandidos, si asesinaras. a lo largo del camino de Siquem (v.8). La frase es oratoria y expresa el estado de culpabilidad a que han llegado los sacerdotes del reino del norte, simbolizado aquí en la ciudad de Siquem, cerca de Samaría. Los cultos paganos y sincretistas constituyen el pecado principal del reino:
allí se prostituye Efraím. (v.10). Los sacerdotes son los principales responsables de esta situación, ya que evitan que los israelitas vayan a cumplir sus prácticas religiosas a Jerusalén.
El v.11 parece desconectado del contexto, y puede ser una glosa en la que un autor posterior contrapone la suerte triste que aguarda al reino del norte a la gloriosa que le espera a
Judá. Yahvé injertará una
rama7 o retoño que lo hará vivificar cuando vuelva de la cautividad. En este supuesto nos encontraríamos con una profecía mesiánica al estilo de otras similares de los escritos proféticos 8, en la que se insiste en la renovación vigorosa obrada por Yahvé en Judá (
yo injertaré una rama.)
después de la prueba del exilio. Como siempre, esta intercalación de una profecía esperanzadora tiene por fin aliviar al lector de la impresión recibida anteriormente al anunciar un castigo inexorable de parte de Yahvé sobre su pueblo. La justicia y la misericordia divinas son los dos polos sobre los que alternativamente gira la teología de los profetas respecto de los destinos de Israel.