Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
24. Anuncio del asedio de Jerusalén.
En este capítulo encontramos dos oráculos del profeta relativos a la suerte de Jerusalén:
a) parábola de la caldera al fuego (1-14);
b) orden de no hacer luto por su esposa (15-17). Son las dos últimas profecías de Ezequiel contra Jerusaién.
La parábola de la olla al fuego (1-14).
1 El año nono, el mes décimo, el día décimo del mes, me fue dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 2Hijo de hombre, consigna por escrito la fecha de este día. En este día, el rey de Babilonia se ha echado sobre Jerusalén. 3 Compon una parábola para la casa rebelde, y diles: Así habla el Señor, Yahvé: Arrima la olla, arrímala, y echa también agua; 4 echa en ella trozos, todos los trozos selectos, la pierna y la espalda; llénala, de lo mejor de los huesos. 5 Toma lo mejor del rebaño, 1 pon debajo la leña, que hierva a borbotones, que se cuezan hasta los huesos. 6 Porque así dice el Señor, Yahvé: ¡Ay de la ciudad sanguinaria! ¡Ay de la caldera herrumbrosa cuya herrumbre no ha sido quitada! Vacíala trozo a trozo, sin echar suerte sobre ella. 7 Porque tiene dentro la sangre suya, la ha derramado sobre piedra lisa, no la derramó sobre la tierra para que la cubriese el polvo. 8 Para provocar la ira y traer la venganza, coloqué su sangre sobre una piedra lisa, sin que pueda cubrirse. 9 Por lo cual dice el Señor, Yahvé: ¡Ay de la ciudad sanguinaria! También yo aumentaré la hoguera. 10 Acumula leña, atiza el fuego, cuece la carne y condimenta la mezcla; que se quemen los huesos, que se cueza la carne. 11 Déjala vacía sobre las brasas, que se ponga al rojo y se caliente el cobre, y se funda dentro de ella su suciedad, y se consuma su herrumbre. 12 En vano me fatigué 1; no desapareció su herrumbre ni con fuego. 13 Es execrable tu suciedad; yo he querido limpiarte, pero no te limpiaste. No quedarás purificada de tu suciedad hasta que no derrame yo mi fuego sobre ti. 14 Yo, Yahvé, he hablado: vendré, lo haré, no me volveré atrás, no tendré piedad, no me arrepentiré. Según tus caminos y tus obras así serás juzgada, dice el Señor, Yahvé. La datación que nos da en el v.1 nos lleva a principios del 588 a.C. 2. El
año nono está calculado a partir de la deportación de Jeconías, cuando fue entronizado Sedéelas (598 a.C.). Es el hecho del que parte toda la cronología de Ezequiel 3. El
mes décimo es el mes de Tebeth (enero). En la fecha en que comienza el asedio de Jerusalén por las tropas de Nabucodonosor (v.2). El día
décimo nos llevaría a principios de enero del 588. Es el gran día memorable para los exilados, pues se van a cumplir las terribles predicciones de Ezequiel. El Señor quiere que ahora exprese el porvenir de Jerusalén por medio de una
parábola (v.3). En ella (v.3-14) encontramos dos enseñanzas diferentes:
a) la olla con los trozos selectos, cociéndose, significa a Jerusalén sufriendo terriblemente durante el asedio (v.3-5);
b) la herrumbre de la olla que se resiste a desaparecer simboliza la actitud pertinaz de Judá en el mal. Para impresionar al auditorio (
la casa rebelde)
debió Ezequiel poner la parábola en acción. Podemos, pues, suponer que el profeta realmente metió en una olla trozos selectos de carne y la calentó al fuego.
En 3:11 se dice que los israelitas se creían seguros en Jerusalén como la carne en la olla. El profeta ahora toma el mismo símil y va a mostrar cómo aun dentro de la ciudad no están seguros, pues tendrán que sentir el calor del fuego de los asediantes. En vez de serles medio de preservación, la ciudad será instrumento de sufrimiento, como la olla al fuego. En realidad, a los israelitas que se hallan dentro de la ciudad les esperan más sufrimientos que a los que están por la campiña, pues se quemarán
hasta los huesos (v.5); la frase indica que afectará a todos. Quizá en los tronos selectos haya que ver una alusión a las clases dirigentes, mientras que en los huesos se aludiría a la clase baja. Puede que no tengan valor alegórico estos detalles y sean un simple relleno literario para completar el cuadro. La lección general dé la parábola es que los que ahora están dentro de las murallas de Jerusalén no se verán libres de los máximos sufrimientos.
La segunda parábola (v.6-14) nos presenta una nueva lección: la herrumbre de la olla es símbolo de la maldad a la que está unida pertinazmente Jerusalén. Llega el momento en que la
olla (Jerusalén) va a ser vaciada de todo su contenido,
trozo a trozo, sin echar suertes sobre ella (v.6); la destrucción va a ser tal, que no habrá necesidad de echar a suertes sobre los que se han de salvar o han de perecer. La causa de todo es que Jerusalén es una ciudad
sanguinaria y herrumbrosa por sus homicidios y su corrupción moral de todo género. La conducta de Jerusalén ha sido tan insolente, que al derramar sangre inocente no se ha preocupado de cubrirla para que no clamase venganza al cielo, como la de Abel4, sino que la
ha derramado sobre piedra lisa (v.7)5, y en ella se conserva, pidiendo justicia a Dios. Toda la sangre derramada está presente a los ojos divinos, y por eso Dios no puede menos de castigar a la gran
sanguinaria. Por otra parte, la
herrumbre o maldad de ella es tal, que no basta el fuego para que se desprenda de ella, sino que es necesario destruir la misma olla. Yahvé ha querido
limpiarla (v.13), pero todo ha sido en vano, ya que chocó con la malicia pertinaz de la ciudad. Por eso la intervención definitiva
de la justicia divina no puede tardar (v.14)6.
Prohibición de duelo por su esposa (15-27).
15 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 16 Hijo de hombre, voy a quitarte de repente la delicia de tus ojos, pero no te lamentes ni llores, no derrames una lágrima. 17 Suspira en silencio, sin llevar luto por el muerto; ponte el turbante en la cabeza y calza tus pies, no te cubras la barba ni comas el pan del duelo7. 18 Yo había estado hablando al pueblo por la mañana, y a la tarde murió mi mujer. A la mañana siguiente hice lo que me había mandado, 19 y la gente me decía: ¿No nos explicarás lo que significa lo que haces? 20 Yo les respondía: Yahvé me ha hablado, diciendo: 21Di a la casa de Israel: Así habla el Señor, Yahvé: Mirad, voy a profanar mi santuario, gloria de vuestra fuerza, delicia de vuestros ojos y anhelo de vuestra alma; vuestros hijos y vuestras hijas caerán a la espada, 22y entonces haréis vosotros lo que ahora hago yo: no os cubriréis la barba ni comeréis el pan de duelo, 23 llevaréis en vuestra cabeza los turbantes y calzaréis vuestros pies, no os lamentaréis ni lloraréis, sino que os consumiréis en vuestra iniquidad y gemiréis unos con otros. 24 Ezequiel será para vosotros una señal; cuando esto llegue, haréis vosotros lo que él hace ahora, y sabréis que yo soy Yahvé. 25 Y tú, hijo de hombre, el día que yo les arrebatare a ellos su fortaleza, el orgullo de su gloria, la delicia de sus ojos, el anhelo de sus almas sus hijos y sus hijas 26 vendrá a ti un huido para darte la noticia, 27 y aquel día se abrirá tu boca a la llegada del fugitivo y hablarás, no estarás mudo, y serás señal para ellos, y sabrán que yo soy Yahvé.
Dios anuncia al profeta que va a morir su esposa,
la delicia de sus ojos (v.16), prohibiéndole hacer toda señal de duelo, como ejemplo a imitar por los exilados cuando llegue la noticia de la toma de Jerusalén por los caldeos y de la destrucción de la
delicia de sus ojos, el templo de Yahvé. Debe abstenerse de todos los signos externos de duelo, como descubrirse la cabeza, descalzarse, etc. (v.17), y no debe organizar un banquete funerario:
no comas el pan del duelo 8. Guando uno estaba en duelo, venían sus amigos a participar con él en un banquete funerario en honor del difunto 9. Su esposa murió en la tarde del día en que había anunciado el principio del asedio de Jerusalén (v.18). Los compatriotas exilados no comprenden la conducta del profeta, que no cumple los ritos ordinarios de duelo. En ello ven algo misterioso, y preguntan:
¿no nos explicaras lo que significa lo que haces? (v.20). El profeta les responde que él en su persona es
una señal para la casa de Israel, e.d., los israelitas del exilio. No deben hacerse ilusiones sobre el porvenir de la Ciudad Santa, pues se les va a quitar lo más caro a su corazón, el
santuario, delicia de sus ojos. (v.21).
Habían depositado en él una confianza supersticiosa 10, como si la presencia del templo, morada de Yahvé, fuera garantía segura contra toda incursión enemiga. En realidad, todo aquel maravilloso conjunto de edificios que constituían el templo de Jerusalén, centro de todos los pensamientos de los israelitas (
anhelo de vuestras almas, v.21),
sería profanado y pasto de las llamas, y todos los habitantes de la ciudad
caerán a la espada. Es el anuncio que desde hacía años les estaba comunicando, pero ahora estaban en el principio de la realización. Como él, deben abstenerse de señales exteriores de duelo y sufrir sólo interiormente en la compunción del corazón (v.23). Deben concentrarse en sí mismos y pensar en las causas reales de tal catástrofe,
procurando desagraviar la justicia divina ultrajada. Como conclusión de todas estas predicciones siniestras contra Jerusalén, se inserta aquí el anuncio de su caída por uno de los fugitivos. Si tomamos al pie de la letra lo que se dice en el v.26, tenemos que deducir que el mismo
día en que cayó Jerusalén le llegó un fugitivo con la noticia, lo que no era factible. En 33:21 se dice que llegó el fugitivo
un año y medio después de la toma de Jerusalén, según el TM, y después de seis meses según el texto griego de los LXX. La frase, pues,
el día que les arrebatare. (v.25), hay que interpretarla en.el sentido genérico de
cuando les arrebatare. En el texto se dice que Ezequiel, al llegar el fugitivo, recobrará el habla (v.27). En 3:24-27 se, dice que por orden divina,.el profeta quedó privado del habla. ¿Es una alusión a esta etapa de la vida del profeta? Algunos autores creen que se relacionan ambos fragmentos y que uno de ellos está fuera de lugar. Se puede suponer también que el profeta, después de la muerte de su mujer, quedó recluido en su casa sin hablar con nadie, como
señal para los exilados, que debían meditar en silencio la gran tragedia de su pueblo que había sido anunciada por él. Con esta indicación se cierra la primera parte del libro de Ezequiel, dedicado a preparar espiritualmente a los exilados para la gran prueba, ya que de aquellos exilados había de surgir el núcleo de restauración para empalmar con los tiempos mesiánicos 11.
1 En hebreo lit. ella me ha fatigado por sus trabajos. En los LXX falta esta frase, que algunos consideran como simple ditografía. 2 Cf.-
2Re_25:1;
Jer_52:4. 3 Cf.
Eze_1:2. 4 Cf.
Gen_4:10. 5 Cf.
Eze_23:45;
Jer_7:6;
Job_16:18. 6 Sobre esta acción simbólica véase D. buzy, Les
symboles de I'Anden Testament (París 1923) P.IQ8-205- 7 El TM y los LXX leen pan de hombres. El Targum y la Vulgáta leen pan de aflicción, que hemos preferido. 8 Sobre las señales de duelo entre los antiguos israelitas puede verse la obra de P. hei-nisch,
Die Trauergebrauche bei den Jsraditen: Biblische Zeitfragen, 13 (Munster 1931) ?s·. 9 Cf.
Jer_17:7; 2 Sam 3:
2Sa_3:5, 10
Jer_7:4;
Miq_3:11. 11
Eze_11:14-21;
Eze_14:223;
Eze_20:32-44.