Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Proyectos de ataque (4:1-2).
1
Pero Sambalat, Tobías, los árabes, los amonitas y los de Azoto se enfurecieron sobre manera al saber que la reparación de las murallas avanzaba y que comenzaban a cerrarse las brechas, 2
y todos a una se confabularon para venir a atacar a Jerusalén y hacer el daño posible. Los enemigos temían que el resurgir del judaísmo menguara las atribuciones de las gentes del país. Indica el autor la idea de reparación por el término
aruka, que indica, en sentido propio, la piel nueva que sube poco a poco y cubre la herida (
Jer_8:22; 30:17-
2Cr_24:13).
Temores de los judíos (
2Cr_4:3-5).
3
Nosotros rogarnos a nuestro Dios, y pusimos una guardia que de día y de noche vigilara, para defendernos de sus ataques. Sin embargo, Judá decía: Ya faltan las fuerzas a los acarreadores, y el escombro es todavía mucho; no podemos acabar la muralla. 5
Mientras que los enemigos decían: Nada sabrán y nada verán hasta que lleguemos en medio de ellos y los matemos, y así haremos que cesen las obras. Junto con la oración tomó Nehemías las medidas humanas conducentes a asegurar los trabajos. Tales medidas eran tanto más necesarias cuanto que algunos se desanimaban al contemplar lo mucho que quedaba por hacer. En forma rimada, como un refrán del género de las lamentaciones, decían unos: A los acarreadores les faltan fuerzas; otros: Son demasiados los escombros que se deben remover, y otros, finalmente: Por más que trabajemos, no terminaremos la muralla. No existía ningún complot en contra de Nehemías; únicamente el desaliento asomaba de vez en cuando, apagando el entusiasmo, que constituía la tónica reinante. Los enemigos urdían asechanzas y amenazaban con lanzarse sobre Jerusalén en el momento más inesperado.
Medidas defensivas (2Cr_4:6-8).
6
Los judíos que entre ellos habitaban, vinieron diez veces para advertirnos de todos los lugares de donde venían a nosotros. 7
Por eso puse detrás de las murallas al pueblo por familias, todos con sus espadas, sus lanzas y sus arcos. 8
Fui a ver, y levantándome, dije a los jefes y a los magistrados y al resto del pueblo: ¡No los temáis! Acordaos del Señor, grande y terrible, y luchad por vuestros hermanos, por vuestros hijos y vuestras hijas, por vuestras mujeres y vuestras casas. Los judíos que venían de los pueblos vecinos a tomar parte en las obras contaban a Nehemías las confabulaciones de las gentes del país, con lo que crecía el temor de algunos. Di cese que
diez veces trajeron tales noticias, con lo que quiere significarse que fueron muchas o repetidas veces. Otros comentaristas entienden diversamente el texto. Nehemías no se arredró por las amenazas; al contrario, a la violencia opuso la violencia. El v.7, escribe Fernández, es de una oscuridad desesperante. Lo que se deduce de cierto del mismo es que Nehemías armó al pueblo y colocó a gente armada en torno a la ciudad para hacer abortar todo intento de ataque por sorpresa. Fernández traduce: Entonces aparté en las partes bajas del lugar, detrás del muro, en los sitios abiertos, al pueblo, distribuido por familias, con sus espadas, sus lanzas y sus arcos. La frase en sitios
abiertos (
sehihim)
parece que no corresponde a las leyes de la estrategia; de donde algunos prefieren la impresión de los LXX:
en tois skepeinois = en los lugares abrigados. Las medidas defensivas de Nehemías atemorizaron a sus contrarios, quienes, al ser descubiertos, se retiraron. Nehemías recorría los puestos de guardia para levantar la moral de todos, diciéndoles que no temieran, porque Dios estaba con ellos.
Trabajadores y guerreros (4:9-15).
9
Cuando supieron los enemigos que estábamos apercibido frustró Dios su consejo, y volvimos todos a continuar la muralla cada uno en su trabajo. 10
Desde entonces, la mitad de los mío* trabajaba, y la otra mitad estaba sobre las armas con las lanzas8
los escudos, los arcos y las corazas. Los jefes estaban detrás de toda la casa de Judá. 11
Los que construían la muralla y los que cargaban y acarreaban las cargas, trabajaban con una mano y tenían una arma en la otra; 12
todos, mientras trabajaban, tenían las espadas ceñidas a sus lomos. Yo tenía junto a mí al trompeta; 13
y dije a los jefes, a los magistrados y al resto del pueblo: La obra es mucha y extensa y estamos en la muralla apartados, lejos unos de otros; 14
cuando oigáis, pues, la trompeta, reuníos, y nuestro Dios combatirá por nosotros. 15
Seguimos, pues, trabajando en la obra, teniendo la mitad de nosotros la lanza en la mano desde el levantarse de la aurora hasta el salir de las estrellas. Fue Dios el que desbarató los planes del enemigo. Pero, si bien éste había desistido por el momento, convenía tomar precauciones. De ahí que, al mismo tiempo que mandó continuar la obra, estableció una vigilancia permanente. Parte de sus servidores (jóvenes, dice el texto original), que formaban su escolta personal (5:10; 13; 19), trabajaban, y otra parte empuñaba las armas para proteger a sus hermanos. El autor señala en bloque el armamento de que disponía la guardia de Nehemías. Dice el texto que los jefes estaban detrás cuidando de que todo estuviera en orden. Michaéli suprime el término
jefes (
sarim),
que considera como glosa, y traduce: Detrás toda la casa de Judá. Según esta versión, todo Judá apoyaba estas medidas tomadas por Nehemías. No se explica fácilmente cómo alhamíes y transportistas pudieran manejar simultáneamente las herramientas de trabajo y las armas. Entiéndese el texto en el sentido que los albañiles, que necesitaban ambas manos para trabajar, llevaban una espada ceñida a los lomos; los que acarreaban materiales, que tenían una mano libre, utilizaban la otra para llevar jabalinas y otras armas. Sin embargo, el texto más bien debe entenderse en el sentido de que todos tenían a mano armas para repeler el ataque en caso de que los enemigos les acometieran.
El encargado de dar la señal de alarma con la trompeta estaba constantemente al lado de Nehemías. Las obras proseguían a lo largo de toda la muralla, de manera que entre unos y otros mediaba gran distancia. La única manera de retransmitir órdenes urgentes era el toque de trompeta. A los jefes y magistrados dio las órdenes de reunir a todos tan pronto como el toque convenido llegue a sus oídos. Habrá llegado la hora del combate, pero también de la victoria, ya que Yahvé combatirá junto a ellos. En el v.15 se dice:
y la mitad de ellos tenían la lanza en la mano, palabras que acaso
un escriba ha introducido inspirándose en el v.10. Mejor corre el texto con la siguiente traducción: Seguimos trabajando en la obra desde el levantarse de la aurora hasta la aparición de las estrellas
En la brecha (4:16-17).
16
Al mismo tiempo dije también al pueblo: Que cada uno con su criado pase la noche en Jerusalén, haciendo así de noche centinela y trabajando de día en la obra, 17
Ni yo, ni mis hermanos, ni mis mozos, ni la gente de guardia que me seguía, nos desnudábamos, si no era para bañarnos. Cada uno tenía su arma en la mano derecha. Del v.16 se deduce que muchos de los que trabajaban en la muralla residían en las aldeas de los alrededores de la capital, adonde regresaban de noche para pernoctar allí. Nehemías decretó que, para seguridad de unos y de otros, quedaran todos en la capital, turnándose en el puesto de centinela. Es posible que de cada familia fueran dos o más personas al trabajo. Basándose en varios manuscritos, algunos exegetas traducen: Ellos (los que vienen de fuera) nos servirán de guardia durante la noche y trabajarán de día. El texto del v.17 en el original hebraico es ininteligible, deduciendo por el contexto y las versiones que el sentido allí contenido debe ser: el peligro es inminente; de un momento a otro se teme un ataque. Por lo mismo, ni Nehemías, ni su parentela, ni sus criados, ni los componentes de su guardia personal se desnudaban de noche, a no ser para tomar un baño. Las cuatro palabras del hebreo dicen: Y cada uno su arma, el agua, que faltan en el texto griego. En lugar de
hammaim, leer
beminó, beyado, y traducir: Cada uno tenía el arma en su mano derecha.