Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
18. Deberes y Derechos de los Levitas.
E ste capítulo se nos presenta con cierta unidad, aunque contiene algunas cosas ya dichas anteriormente. Los deberes de los sacerdotes y los de los levitas, agregados a éstos como adjuntos y auxiliares de aquéllos, se resumen en una frase: llevar la iniquidad del santuario. Siendo Yahvé
un Dios santo, su santidad se comunica al santuario y a cuanto en el santuario se realiza. Los sacerdotes y los levitas, cada grupo en la parte que le correspondía, estaban obligados a cuidar de que esa santidad no fuese en modo alguno profanada, ni por ellos ni por el pueblo. Recordemos que el día de la
Expiación se purifica, con las personas, también el santuario. De esta conservación de la santidad del santuario eran responsables los sacerdotes y los levitas, y en esto se resume su ministerio.
Funciones de los Sacerdotes y Levitas (1-7).
1
Dijo Yahvé a Aarón: Tú y tus hijos, y la casa de tu padre contigo, llevaréis sobre vosotros la iniquidad del santuario; tú y tus hijos contigo, la de vuestro sacerdocio. 2
Acerca a ti a tus hermanos, la tribu de Leví, la tribu de tu padre; admítelos contigo al servicio del santuario como adjuntos, para que te sirvan cuando tú y tus hijos estéis en el tabernáculo de la reunión. 3
Estarán a tu servicio y al de todo el tabernáculo; pero no han de acercarse ni a los utensilios del santuario ni al altar, para no morir ellos y vosotros. 4
Los tendrás como adjuntos, y tendrán a su cuidado el tabernáculo de la reunión, para hacer todo el servicio. Ningún extraño se acercará a vosotros. 5
Tendréis el cuidado del santuario y del altar, para que no se desfogue ya más la ira contra los hijos de Israel. 6
Yo he tomado de entre los hijos de Israel a los levitas, vuestros hermanos, y os los he dado a vosotros, don de Yahvé, para hacer el servicio del tabernáculo de la reunión. 7
Pero tú y tus hijos ejerceréis vuestro sacerdocio en cuanto concierne al altar y del velo adentro; sois vosotros los que habéis de hacer este servicio. Yo os he dado en puro don vuestro sacerdocio, y el extraño que pretenda acercarse morirá.
Dios se dirige solemnemente a Aarón, como representante de la tribu de Leví, y le encarece que él y sus hijos son los responsables de las faltas que se cometan contra la santidad del santuario (
la iniquidad del santuario, v.1) y contra su
sacerdocio como institución sagrada. Después delimita las funciones de los
sacerdotes y de los
levitas (v.3). Para que no se descargue la ira de Dios sobre el
pueblo e hijos de Israel que se
acerquen ante la tienda de la reunión (v.35), Yahvé especifica las funciones de la tribu consagrada especialmente al santuario1. Los
levitas, o miembros de la tribu de Leví, que no pertenezcan a la familia de Aarón, serán
adjuntos o auxiliares de los
sacerdotes propiamente tales2. No debían tocar los objetos del
santuario: el altar de los perfumes y el de los holocaustos y otros objetos, que debían ser cuidadosamente recubiertos al ser transportados por los levitas en las marchas por el desierto3. Los
sacerdotes son responsables de las negligencias de los levitas en estas cosas. La infracción llevaba consigo la muerte. Ningún profano o
extraño a la clase levítica podrá ser considerado como
adjunto oficial de los sacerdotes (v.4). Los
sacerdotes tendrán cuidado de los objetos del
santuario o
santo con su altar. Los
levitas entregados a Yahvé son a su vez un
don que Yahvé hace a los
sacerdotes (v.6), sin que éstos hayan hecho méritos para ello. Deben ocuparse los
sacerdotes del
altar y del
velo adentro (el santo de los santos o santísimo, al que entraba el sumo sacerdote el día de la Expiación)4, y en sentido amplio el
santuario, al que tenían acceso todos los sacerdotes5.
Ingresos de los Sacerdotes (8-19).
8
Dijo también Yahvé a Aarón: Te encomiendo también la guarda de mis ofrendas, y os doy todas las cosas santas de los hijos de Israel, por razón de la unción, a ti y a tus hijos por ley perpetua. 9
He aquí lo que de las cosas santísimas te corresponderá de las combustiones. Todas sus ofrendas, toda oblación, todo sacrificio expiatorio que me ofrezcan, todas estas cosas, como cosas santísimas, serán para ti y para tus hijos. 10
Las comeréis en lugar santísimo, las comerán todos los varones y serán cosas santas para vosotros.11
También será tuyo esto otro: lo que de sus dones se reserva, de toda ofrenda mecida de los hijos de Israel; os lo doy a ti y a tus hijos contigo, por estatuto perpetuo; todo el que sea puro de tu casa, lo comerá. 12
Todo lo mejor del aceite, del mosto y del trigo, 13
las primicias de su tierra, que han de traer a Yahvé, tuyas son; todos los que de tu casa estén limpios, comerán de ellos. 14
Todo cuanto en Israel sea consagrado al anatema, te pertenecerá. 15
Todo primogénito de toda carne, así de los hombres como de los animales que han de ofrecer a Yahvé, será tuyo. 16
Harás rescatar los primogénitos de los hombres y los primogénitos de los animales impuros. Harás que sean rescatados cuando tengan un mes, y según tu estimación, en cinco siclos de plata, al siclo del santuario, que es de veinte güeras; 17
pero no aceptarás rescate por el primogénito de una vaca, de una oveja o de una cabra; serán cosas santas; derramarás su sangre en torno del altar, quemarás su sebo en sacrificio de combustión, de olor grato a Yahvé, 18
y su carne será para ti como lo es el pecho que se mece y el brazuelo derecho. 19
Todo cuanto de las cosas santas se reserva, lo que reservan los hijos de Israel para Yahvé, te lo doy a ti, a tus hijos y a tus hijas contigo en estatuto perpetuo; es pacto de sal perpetuo, ante Yahvé, contigo y con toda tu descendencia.
En correspondencia a estas cargas, los sacerdotes y levitas reciben su salario. Es principio de ley natural el mencionado por el Apóstol: El que sirve al altar tiene derecho a vivir del altar. Y ésta ha sido la ley de todos los tiempos. Bien conocida es la tarifa de Marsella, procedente de un templo fenicio de Cartago, donde se señalan los derechos de los sacerdotes en los diversos actos de su servicio6.
A los sacerdotes se les asigna como derechos suyos:
a)
las ofrendas de harina, aceite, vino, etc., que los fieles hacían por voto o de su libre voluntad. De éstas se quemaba una pequeña porción, y el resto era para el sacerdote;
b)
la ofrenda que acompañaba al sacrificio;
c)
una porción en el sacrificio
pacífico, y otra mayor en el
expiatorio; d)
eran también suyas las
primicias; e)
el rescate de los primogénitos de los animales impuros y, además, las carnes de los que se sacrificaban;
e)
el producto del rescate de los primogénitos humanos, es decir, cinco siclos de plata. Todas estas cosas sólo podían ser comidas por el sacerdote y su familia.
A los sacerdotes les pertenecen las cosas santísimas, llamadas así porque en principio pertenecen a Dios (v.9), y son en las oblaciones, los sacrificios por el
pecado y por el
delito, las cosas no consumidas por el fuego. También lo son los panes de la proposición,7 que no se mencionan aquí. Las podrán comer sólo los varones de la familia del sacerdote y en lugar sagrado, o departamento del tabernáculo. Las cosas santas podían ser comidas por todos los miembros de la familia sacerdotal, con tal de que no estuvieran impuros legalmente8, La
ofrenda mecida o balanceada ante el altar son el pecho y el pernil derecho9. Las
primicias de aceite, vino y trigo pertenecen al sacerdote10, y lo que es condenado al
anatema o consagración voluntaria de algún bien, a Dios11. También los primogénitos de animales y hombres pertenecen a Yahvé, quien lo entrega al sacerdote. Los de los animales impuros deben ser rescatados con una cantidad de plata no determinada, y los de los hombres con cinco siclos12. Los animales
puros ofrecidos en sacrificio (bueyes, ovejas, cabras) pertenecen a los sacerdotes, excepto las partes grasas que se quemaban en el altar13. Todas estas ordenaciones son una
alianza de sal (v.19), es decir, perpetua. Según las costumbres no-mádicas, los que han participado en el mismo banquete y comido la misma sal están ligados por una alianza. La sal, como principio conservador contra la corrupción, es símbolo de la duración y de la fidelidad de sentimientos amistosos.14
Ingresos de los Levitas (20-24).
20
Dijo también Yahvé a Aarón: Tú no tendrás tu parte de la heredad en su tierra, y no habrá parte para ti en medio de ellos; soy yo tu parte y tu heredad en medio de los hijos de Israel. 21
Yo doy como heredad a los hijos de Leví todas las décimas, por el servicio que prestan, por el servicio del tabernáculo de la reunión. 22
Los hijos de Israel no han de acercarse ya más al tabernáculo de la reunión, no lleven sobre sí el pecado y mueran. 23
Serán los levitas los que harán el servicio del tabernáculo de la reunión, y ellos los que sobre sí llevarán la iniquidad. Por ley perpetua entre vuestros descendientes no tendrán heredad en medio de los hijos de Israel, 24
pues yo les doy por heredad las décimas que los hijos de Israel han de entregar a Yahvé; por eso les digo: No tendréis heredad en medio de Israel.
En el reparto de la tierra, la tribu de Leví no obtuvo parte alguna; su porción sería el mismo Yahvé, es decir, sus derechos como dueño de la tierra, que El cedía en favor de los ministros de su santuario. Siendo la tierra de Yahvé, tenía pleno derecho a una renta o tributo, que estaba tasado en el diezmo de los frutos, y tal diezmo era de los levitas.
Si Yahvé era la
heredad o porción (v.20) de los levitas, se sigue que éstos deben vivir entregados totalmente a su servicio15, lo que exigía por parte de los israelitas la obligación de mostrarse generosos con ellos16. Las ciudades asignadas a los levitas no les pertenecían en propiedad, sino en usufructo, como mero lugar de habitación17, y eran, en realidad, de las tribus donde estaban enclavadas. Como salario, Yahvé les otorga el
diezmo de todo lo que le pertenece18.
Los levitas serán consagrados al servicio del santuario, y así evitarán que los del pueblo común se acerquen al altar y perezcan por efecto de la cólera divina (v.22), y serán responsables de sus faltas en el servicio divino, llevando sobre sí
la iniquidad o faltas en dichos actos de culto.
Estas disposiciones parece que no tuvieron fiel cumplimiento. De hecho, la situación económica de los levitas era muy precaria, por lo que sabemos por las narraciones del tiempo de los jueces y por las exhortaciones del Deuteronomio a los fieles para que sean generosos con los levitas. En realidad, la ley de los
diezmos tuvo en Israel muy diversas interpretaciones, y en esto hemos de reconocer la ley de
progreso en la legislación del Pentateuco. En efecto, según
Gen_14:20, Abraham ofreció el diezmo del botín a Melquisedec, sacerdote de El-Elyón; Jacob hizo voto de ofrecer el
diezmo, sin que sepamos cómo lo llevó a cabo19. En el Deuteronomio se hace mención de un doble
diezmo: uno anual, que el oferente consumirá ante el Señor, en el santuario20, y otro cada tres años, en el llamado
año del diezmo, el cual se reparte entre los necesitados del lugar, el levita, el huérfano, la viuda y el extranjero21. En todo el libro no se hace mención de este
diezmo en favor de toda la tribu de Leví, de donde hemos de colegir que semejante ley es de época posterior, aplicación nueva del principio arriba mencionado de que quien sirve al altar debe vivir del altar. En general, la legislación levítica del libro de los Números parece reflejar la época postexílica, y trata de salvar y aumentar los derechos de los
sacerdotes.
El Diezmo de los Ingresos de los Levitas, para los Sacerdotes (25-32).
25
Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 26
Habla a los levitas y diles: Cuando recibáis de los hijos de Israel las décimas de sus bienes, que yo os doy por heredad vuestra, presentaréis a Yahvé en ofrenda una décima del diezmo, 27
y esta ofrenda os será contada como si fuese el trigo de la era o el mosto del lagar. 28
Así ofreceréis también vosotros a Yahvé una oblación de todas las décimas que recibáis de los hijos de Israel, y esta ofrenda reservada a Yahvé se la daréis al sacerdote Aarón. 29
En todos los dones que recibáis, reservaréis la ofrenda a Yahvé, de todo lo mejor, la porción santa que de ellos habéis de consagrarle. 30
Les dirás: Una vez reservado lo mejor, la décima será para los levitas, como fruto de la tierra o fruto del lagar; 31
la comeréis en cualquier lugar, vosotros y vuestras familias, porque es vuestro salario por el servicio que prestáis en el tabernáculo de la reunión. 32
Una vez ofrecido lo mejor en ofrenda, no incurrís ya en culpa ni profanáis las cosas santas de los hijos de Israel, y no moriréis.
Del diezmo recogido por los levitas deben éstos entregar la
décima parte a Aarón. Sólo después de haber entregado este
diezmo podrán los levitas disfrutar de los
diezmos recibidos, como los israelitas en general no pueden comer sus frutos hasta que hayan entregado el
diezmo al santuario. Los levitas, una vez satisfecha su obligación de entregar la décima parte a los sacerdotes, podrán comer el resto en cualquier parte con sus familias, pues no son cosas santas, como la parte de las víctimas reservadas a los sacerdotes en ciertos sacrificios.
1 Lev 8. 2 Hommel relaciona la palabra
levi con
laviu (sacerdote) de las inscripciones mineas sudarábigas. Véase com. a
Gén_29:34. 3
Núm_4:15. 4 Lev 16; 5 Cf.
Exo_26:36. 6 ? . J. Lagrange,
études sur les religions sémitiques 4695. 7
Lev_24:9. 8 Cf.
1Sa_21:5. 9
Lev_7:31-34 10
Exo_22:29;
Exo_23:19;
Exo_34:22;
Exo_34:26. 11 Cf.
Lev_27:11-12;
Lev_27:27. Según
Exo_13:12-13;
Exo_34:20, el asno debía ser
rescatado por un cordero; de lo contrario, había que desnucarlo. En general, esta legislación parece posterior, y favorece los derechos de los sacerdotes. 12 Véase com. a
Núm_3:47. 13
Lev_7:30-34. 14 A. Clamer, o.c., 253. 15 Cf.
Deu_10:8-9. 16
Deu_12:12. 17 Cf.
Num_35:1-8; Dt 10.8-9;
Num_12:12;
Num_18:2;
Jos_13:14-33;
Jos_11:3-4;
Núm_26:62. 18 Sobre el
diezmo véase
Lev_27:30-33;
Deu_12:17-19;
Deu_12:14; 22-29;
Deu_26:12-15. 19
Gen_28:22. 20
Deu_14:22-29. 21
Deu_26:128.