Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Salmo 94 (Vg 93): Invocación a Dios como Juez.
C omo en otros salmos, en éste se plantea el problema de la retribución moral,1 aunque concretando el problema a las relaciones de Yahvé con los israelitas 2. El salmista se hace eco de una situación lastimosa de Israel oprimido, sin determinar si ello obedece a una invasión extranjera o a la conducta desaprensiva de jueces y gobernadores inicuos de la nación. En un arranque cíe sentimiento de justicia, el poeta pide la intervención divina para castigar tanta insolencia y soberbia insoportables. Esta idea domina la primera parte del salmo (1-11). En la segunda, en cambio, en nombre de Israel y en nombre propio, fomenta los sentimientos de confianza y de fe en Yahvé como protector de los justos y castigador de los inicuos (12-23). El salmista tiene experiencias propias sobre esta conducta retributiva de Dios, y basa, sobre todo, sus convicciones en la fe en la justicia divina indefectible. Como es ley en estas composiciones sapienciales, el salmista termina lanzando imprecaciones contra los impíos.
Desde el punto de vista literario, se mezclan el tono deprecativo, imprecativo y aun didáctico sapiencial, sobre todo en la segunda parte. El estilo es variado y vigoroso, sin amaneramientos convencionales.
Según el título de la versión griega, esta composición es obra de David, y así lo supone algún autor antiguo 3; pero los críticos modernos niegan comúnmente esta paternidad davídica; y, corno en la mayor parte de los salmos, clan lechas muy divergentes sobre su composición: época de Manases (s.VII a.C.)4, época persa5, época de los Macabeos 6. Las concomitancias conceptuales con algunos libros sapienciales, como Job y Proverbios, hacen pensar que el salmo fue redactado en época posterior al destierro babilónico.
Apelación a Yahvé contra los opresores (1-11).
1
¡Dios de las venganzas, Yahvé; Dios de las venganzas, muéstrate! 2
álzate, Juez de la tierra; da a los soberbios su merecido. 3
¿Hasta cuándo los impíos, ¡oh Yahvé! hasta cuándo los impíos triunfarán, 4
hablarán proterva y jactanciosamente y discursearán con arrogancia todos los obradores de iniquidad? 5
Aplastan, Yahvé, a tu pueblo, oprimen a tu heredad. 6
Asesinan a la viuda y al peregrino, y a los huérfanos dan muerte. 7
Y se dicen: No ve Yahvé, no entiende el Dios de Jacob. 8
Entended, necios del pueblo; vosotros, fatuos, ¿cuándo seréis cuerdos? 9
El que hizo el oído, ¿no va a oír? 7
; y el que formó el ojo, ¿no va a ver? 10
El que instruye a las gentes, ¿no va a reprender? El que enseña al hombre la sabiduría... 11
Conoce Yahvé los pensamientos de los hombres (y sabe) cuan vanos son.
En tono enfático, no exento de nerviosismo e inquietud, el poeta se dirige directamente a Yahvé, al que define como Dios
de las venganzas, expresión
que equivale a Dios justiciero. A El compete castigar al impío y manifestar su justicia en favor de sus fieles 8. Para la sensibilidad religiosa del salmista, la moral ha sido ultrajada en extremo, y es precisa la intervención punitiva del
Juez de la tierra 9. Los malvados se enorgullecen insolentemente de sus crímenes y atropellos, y esta situación está clamando por la intervención justiciera del Omnipotente l0. El tono cíe
protervia y
arrogancia de los que impunemente pasan por encima de todas las exigencias de la equidad exaspera al alma del justo atribulado e in-comprendido. La maldad domina por doquier; el pueblo israelita, la
heredad de Yahvé11, es atropellado inconsideradamente;. y las víctimas son precisamente las de las clases desheredadas:
viudas, peregrinos y huérfanos, la trilogía habitual en las recriminaciones proféticas 12. Esto clama por la venganza divina inmediata.
Por otra parte, la insolencia va unida al cinismo y ateísmo práctico más descarado, pues con toda impudencia declaran los malvados que Yahvé no se preocupa de lo que pasa en la sociedad, pues no
entiende (v.7). Del hecho de que no intervenga castigándolos, deducen la consecuencia de que está ausente de la vida humana 13. Para ellos, pues, resulta pueril la postura de los yahvistas fieles, que se sacrifican por mantener
su integridad moral y espiritual. El salmista, ante tanta estolidez, hace una llamada a la cordura (v.8), ya que Dios contempla todo desde arriba, y su intervención justiciera será inexorable cuando llegue el momento oportuno señalado
por su providencia. En estilo sapiencial discursivo, el poeta recuerda que por necesidad tiene Yahvé que estar presente a las cosas de los hombres; si El ha formado los órganos visuales y auditivos, no va a estar privado de ellos 14. Y, por otra parte, el que impone reglas de vida a los hombres,
instruyéndoles en sus caminos, no va a desinteresarse de su cumplimiento (v.10). El argumento es parecido al de Abraham en el coloquio con Dios sobre el destino de Sodoma: El juez de la tierra toda, ¿no va a hacer justicia?15 De modo similar, si Yahvé ha impuesto unas normas de vida, necesariamente ha de
reprender a los incumplidores de ellas, pues contrarían a su expresa voluntad. Por otra parte, a Dios no se le escapa la vaciedad de los pensamientos humanos (v.11), y, por tanto, puede calibrar el grado de culpabilidad de cada uno.
Yahvé instruye y sostiene a los justos en las pruebas (12-23).
12
Bienaventurado el hombre a quien tú educas, ¡oh Yahvé! al que instruyes por tu ley, 13
para que esté tranquilo en los días aciagos, en tanto que se cava para el impío la fosa. i4
Pues no abandona Yahvé a su pueblo, no desampara su heredad, ] 5
sino que devolverá la justicia al juicio, y en pos de ella (irán) los rectos de corazón. 16
¿Quién se levantará por mí contra los malvados? ¿Quién estará conmigo contra los obradores de iniquidad? 17
Si Yahvé no me hubiera ayudado, por poco habitaría ya mi alma en la morada del silencio. 18
Apenas decía yo: Vacilan mis pies, tu piedad, ¡oh Yahvé! me sostenía. l9
Y en las muchas angustias de mi corazón, alegraban mi alma tus consuelos. 20
¿Puede ser acaso. aliado tuyo el tribunal de malvados que forja la iniquidad bajo pretexto de ley? 2
l Conspiran contra el alma del justo y condenan la sangre inocente. 22
Pero Yahvé es para mí una ciudadela, y mi Dios es la Roca de mi salvación. 23
El arrojará sobre ellos su misma perversidad, y con su misma malicia los aniquilará; los hará perecer Yahvé, nuestro Dios. El salmista se consuela y consuela a los yahvistas declarando que son los predilectos cíe Yahvé, al ser
educados conforme a sus preceptos salvadores. Sólo viviendo conforme a la
ley divina puede el hombre encontrar la
tranquilidad en los días aciagos, pues sabe que a su lado está Dios con su omnipotencia salvadora. Al contrario, la prosperidad del impío es aparente, pues sin darse cuenta se le está
cavando la fosa (v.13). El símil es el de los cazadores que preparan la
fosa y la cubren para que en ella caiga la presa 16. La seguridad del justo se basa en las promesas de Yahvé, que nunca abandonará a su pueblo ni a sus fieles 17. Israel es su
heredad 18, y, en consecuencia, no puede desinteresarse de sus destinos históricos. Por eso, aunque ahora la administración de la justicia esté en manos de jueces corrompidos, llegará el momento en que volverá la
justicia al juicio, es decir, la equidad volverá a presidir los tribunales judiciales para bien del pueblo sufrido. Entonces llegará la hora de los
rectos de corazón, que la seguirán ilusionados (v.15).
Hablando en nombre propio, el salmista expone su situación personal, reconociendo la intervención divina en su favor. Frente a los malvados está Yahvé (v.16). En situaciones críticas ha sentido su providencia salvadora, pues sin su intervención, ahora estaría en la
morada del silencio, la región tenebrosa de los muertos 19. Cuando sentía sus pies resbalar, el apoyo divino le sostenía,
y la asistencia divina era el único consuelo en sus horas amargas.
Dios no puede aliarse con los que conspiran contra su ley 20, conspiran contra el inocente, derramando su sangre. En cambio, está siempre con el justo para salvarlo; y al final terminará por hacer justicia sobre los impíos, lo que para los fieles yahvistas es una satisfacción, ya que se ven rehabilitados
en el reconocimiento de su virtud y de sus esperanzas en Yahvé Salvador 21.
1 Cf. Sal 49; 73. 2 Cf, 1Sarn 12:33;
Eco_32:22-23;
Eco_33:1-3;
Eco_47:222Cr_3:10-11;
2Cr_96:10. 3 teodoreto de ciro: PG 80,1629. 4 Así Háfevy. 5 Hipótesis de Hitzig, Duhm, Briggs. 6 Opinión de Podechard, 7
Hizo: el TM plantó. 8 Cf.
Deu_33:2;
Sal_50:2;
Nah_1:2;
Rom_12:19;
Sal_80:2. 9 Cf.
Gen_18:25;
Sal_9:20;
Sal_50:6;
Sal_75:8. 10 Cf.
Sal_74:10;
Sal_82:2;
Sal_90:13. 11 Cf.
Sal_14:4;
Sal_28:9;
Sal_78:71;
Sal_83:4. 12 Cf.
Deu_11:18-19;
Deu_12:29;
Deu_16:11-14;
Deu_24:17-21;
Deu_27:19;
Zac_7:10; Sal 10:
Sal_14:18; 68:5,- 13 Cf,
Sal_58:9;
Sal_73:11. 14 Cf.
Sal_33:13-15;
Pro_20:12;
Exo_4:11, 15
Gen_18:25. 16 Cf.
Sal_7:16; 35:8:
Sal_57:7. 17 Cf, i Sara
12:22; Jer_1:7; Rom 11:1-3. 18 Cf.
Exo_19:5. 19 Cf.
Sal_115:17;
Sal_9:18. 20 Cf.
Sal_31:14;
Sal_35:1s;
Sal_55:19. 21 Cf.
Sal_9:10;
Sal_18:3;
Sal_34:9;
Sal_40:3;
Sal_48:4;
Sal_59:10.