Hechos 9, 3-8

Y mientras él iba, al aproximarse a Damasco resplandeció de repente sobre él una luz del Cielo, y cayendo al suelo escuchó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra los aguijones. Él contestó, y dijo: ¿Quién eres, Señor mío? Y contestó nuestro Señor: Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues, pero ponte de pie y entra a la ciudad, y allí se te hablará sobre lo que debes hacer. Entonces los hombres que iban con él por el camino se detuvieron perplejos, porque únicamente escuchaban la voz, pero no veían a nadie. Entonces Saulo se levantó del suelo sin poder ver nada, aun teniendo los ojos abiertos, y tomándolo de la mano, lo hicieron entrar a Damasco.
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