Isaías 39, 1-8

En aquel tiempo Merodac-baladán, hijo de Baladán, rey de Babilonia, envió cartas y presentes a Ezequías, pues se había enterado que había estado enfermo y que se había agravado pero se había restablecido. Entonces Ezequías, contento a causa de ellos, les mostró la casa de su tesoro: la plata y el oro, las especias aromáticas, el fino ungüento, todo su arsenal y todo lo que se hallaba en sus depósitos. No hubo cosa de su casa y de todo su dominio que Ezequías no les mostrara. Entonces el profeta isaías fue ante el rey Ezequías, y le preguntó: ¿Qué te dijeron esos hombres y de dónde han venido a ti? Y Ezequías respondió: Desde tierra lejana, de Babilonia han venido ante mí. De nuevo él preguntó: ¿Qué han visto en tu casa? Y Ezequías contestó: Han visto todo lo que hay en mi casa, y no hubo cosa de mi casa que no les haya mostrado. Entonces isaías dijo a Ezequías: Escucha palabra de Yahweh de los ejércitos: “He aquí que vienen días cuando todo lo que hay en tu casa y cuanto tus padres han atesorado hasta hoy, será llevado hasta Babilonia, y nada te quedará” —declara Yahweh. “Y algunos de tus hijos que proceden de ti, los que tú has engendrado, serán llevados cautivos, y serán oficiales en el palacio del rey de Babilonia”. Entonces Ezequías dijo a isaías: La palabra de Yahweh que has hablado es agradable, pues habrá paz y justicia durante mis días.br/
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