Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
1. Visión de la Gloria de Yahve.
En este capítulo tenemos la visión inaugural de la misión profética de Ezequiel. Como Jeremías, también Ezequiel recibió una comunicación imaginaria de parte de Yahvé en la que se anunciaba su futura misión de profeta entre los exilados. Ezequiel debía ejercer una labor de apostolado entre los exilados en Babilonia
para mantener la fe religiosa y la esperanza en la resurrección nacional de Israel. Como hemos visto en la introducción, algunos autores suponen una primera fase de apostolado de Ezequiel en Palestina, y, en este supuesto, la visión de este capítulo sería la inauguración de la segunda fase profética en Babilonia. Pero no se puede probar la fase profética de Ezequiel en Palestina. Por consiguiente, nos atenemos a la tesis tradicional, considerando a Ezequiel como profeta exclusivo de los exilados en Babilonia.
El capítulo consta de dos partes:
a) introducción histórica (1-3);
b) descripción de la visión inaugural (4-28).
Tiempo y lugar de la teofanía (1-3).
1 Y sucedió que en el año treinta, en el mes cuarto, a cinco del mes, estando yo en medio de los cautivos, junto al río Kebar, se abrieron los cielos, y contemplé visiones de parte de Dios. 2 En el cinco del mes, en el año quinto de la deportación del rey Joaquín, 3fue palabra de Yahvé a Ezequiel, hijo de Buzí, sacerdote, en tierra de los caldeos, junto al río Kebar, y fue allí sobre él la mano de Yahvé.La datación dada en el v.1 ofrece una gran dificultad, ya que no sabemos el punto de partida del cómputo
el año treinta. Se han propuesto diversas soluciones. Unos autores suponen que es el año
treinta de la vida de Ezequiel, mientras que otros toman como punto de partida la reforma de Josías en el 621, lo que nos llevaría hacia el 592-1, más o menos en concordancia con la fecha que da el v.2
(año quinto de Joaquín: 593). Otros autores prefieren computar el año treinta a partir de la subida al trono de Nabopo-lasar (625 a.C.)· No faltan quienes supongan corrompida la cifra, y así leen año
trece; pero todas las versiones consignan la fecha de
treinta del TM. El
mes cuarto es el mes de Tammuz (junio-julio). El
río Kebar parece ser el
nar-Kabari (
gran canal) de las inscripciones cuneiformes 1
. Ezequiel, pues, se hallaba entre los deportados junto al gran canal y tuvo visiones celestes, que después va a concretar. No especifica si se trata de
visiones imaginarias o sensibles, pero para el resultado doctrinal es lo mismo. En todo caso, la palabra
visión en los profetas tiene el carácter genérico de
comunicación divina sobrenatural. El v.2 es considerado por muchos autores como glosa marginal.
El
año quinto del rey Joaquín es el 593, ya que el joven monarca comenzó su reinado en el asedio de Jerusalén del 598, siendo llevado en cautividad después de reinar sólo tres meses. La expresión
fue sobre él la mano de Yahvé (v.3) aparece reiteradamente en el libro de Ezequiel 2, y designa el estado psicológico del profeta bajo la acción de Dios:
está como poseído por una fuerza superior divina. Tal es la impresión que siente en la visión inaugural que con todo detalle va a describir.
Visión de los cuatro vivientes (4-14).
4 Miré, y he aquí que venía del septentrión un viento impetuoso, una nube densa, y en torno a la cual resplandecía un remolino de fuego, que en medio brillaba como bronce en ignición. 5 En el centro de ella había semejanza de cuatro seres vivientes, cuyo aspecto era éste: tenían semejanza de hombre, 6 pero cada uno tenía cuatro aspectos, y cada uno cuatro alas. 7 Sus pies eran rectos, y la planta de sus pies era como la planta del toro. Brillaban como bronce en ignición. 8 Por debajo dé las alas, a los cuatro lados, salían brazos de hombre, todos cuatro tenían el mismo semblante y las mismas alas, 9 que se tocaban las del uno con las del otro. Al moverse no se volvían para atrás, sino que cada uno iba cara adelante. 10 Su semblante era éste: de hombre y de león a la derecha los cuatro, de toro a la izquierda los cuatro y de águila los cuatro. n Sus alas estaban desplegadas hacia lo alto; dos se tocaban las del uno con las del otro, y dos de cada uno cubrían su cuerpo. 12 Todos marchaban de frente, a donde les impelía el espíritu, sin volverse para atrás. 13 Había entre los vivientes (fuego) como de brasas, encendidas como antorchas, que discurrían por entre ellos, centelleaban y salían rayos. 14 Los vivientes iban y venían como el relámpago.La visión del profeta es apocalíptica y difícil de entender, ya que interviene más la imaginación desbordada que la lógica del pensamiento. A la luz de los hallazgos arqueológicos asirios podemos hoy sorprender la fuente en que se inspiró el profeta para trazar este cuadro deslumbrante como pórtico solemne a su misión profética y a su libro. Estando el profeta junto al gran canal, vio venir como un turbión o densa nube acompañada de fuerte viento. En torno aparecía como un halo de fuego brillante como bronce en ignición. En medio de la nube, un núcleo ígneo. La
nube brillante e ígnea viene del
septentrión, es decir, de la región nórdica de Mesopotamia por la que pasaba la vía caravanera que habían seguido los exilados israelitas. Gomo veremos después, el sentido de la visión es mostrar que Yahvé ha seguido a los exilados en su destierro para protegerlos y darles esperanza de rehabilitación. Algunos autores creen ver en esta dirección del
septentrión una alusión al olimpo babilónico, situado en la parte norte de Mesopotamia. En ese caso, el sentido de la visión era simbolizar la supremacía de Yahvé sobre todos los dioses mesopotámicos.
A medida que se acercaba el turbión, divisa el profeta en el centro ígneo
cuatro vivientes. A primera vista, de frente le parecen
semejanza de hombre por la cabeza y el pecho. Pero, fijándose bien, distingue en ellos cuatro
aspectos o
caras: de
hombre por el rostro, de
águila por las
alas, de
león y de
toro por el cuerpo3. Concebida así la extraña visión, encontramos una explicación en los
karibu asirios encontrados a la entrada del palacio de Jorsabad; en el c.10 de Ezequiel se los llama
Kerubi o querubes. En efecto, en los colosos asirios que se ven en el museo de Louvre se pueden apreciar esos extraños seres con rostro barbado de hombre, alas de águila, bajo las cuales salen dos
brazos de hombre (v.8), cuerpo mitad de toro y mitad de león. Eran los genios protectores de los palacios asirios4. Los cuatro vivientes juntaban dos de sus alas con las del más vecino, formando un soporte o plataforma. El conjunto de los
vivientes caminaba siempre hacia adelante, sin volverse (v.8). En el v.10 insiste sobre su cuádruple composición: por delante, aspecto
de hombre; en la derecha, aspecto de
león; a la izquierda, de toro, y alas de
águila 5. Con dos de las alas de cada uno extendidas en lo alto se formaba un trono, y con las otras dos de cada uno se
cubrían el cuerpo en señal de respeto (v.1-1) 6.
El profeta ha logrado crear con los cuatro
vivientes un inigualable trono para Yahvé. En ellos están representadas las criaturas más nobles de la creación: el hombre con su inteligencia, rey de la creación; el león y el toro con su fuerza, reyes de los animales terrestres; el águila, reina de las aves por su raudo y elevado vuelo. Estos animales, que en el folklore babilónico estaban destinados, como animales más nobles, a representar diversas divinidades, forman un trono al único Dios, al Yahvé de Israel. La concepción teológica es grandiosa en todos sus detalles7. En el número
cuatro de los seres (con
cuatro aspectos, y
cuatro alas, y
cuatro ruedas) puede verse
la idea de la universalidad del dominio de Yahvé en las cuatro direcciones del universo 8.
Los cuatro
vivientes caminaban de
frente, sin volverse, movidos por el
espíritu o soplo de Dios. En medio de los cuatro
vivientes había
fuego como de brasas (v.13), que
centelleaban en continuo movimiento.
El fuego, como elemento purificador y símbolo de la santidad, aparece constantemente en muchas teofanías del A.T. Yahvé se manifiesta siempre entre rayos y relámpagos y rodeado de nubes de fuego. Los autores semitas no encontraban mejor símbolo para indicar el carácter numénico de
Dios que el fuego, a cuyo contacto todo se consume y purifica. A Moisés se apareció Yahvé en una zarza
ardiendo 9
Descripción de las ruedas (15-21).
15 Y, mirando a los vivientes, descubrí junto a cada uno de ellos una rueda que tocaba la tierra. 16 Las ruedas parecían de turquesa, eran todas iguales, y cada una dispuesta como si hubiese una rueda dentro de otra rueda. 17 Cuando avanzaban marchaban hacia los cuatro lados, y no se volvían al caminar. 18 Mirando, vi que sus llantas estaban todo en derredor llenas de ojos. 19 Al ir los vivientes, giraban junto a ellos las ruedas, y al levantarse los vivientes sobre la tierra, se levantaban las ruedas. 20 Hacia donde los impelía el espíritu a marchar, marchaban, y las ruedas se alzaban a la vez con ellos, porque tenían las ruedas espíritu de vida. 21 Guando iban ellos, iban las ruedas; cuando ellos se paraban, se paraban ellas, y cuando se alzaban de la tierra, se alzaban, porque había en las ruedas espíritu de vida.Los detalles de la visión van complicando la clara comprensión de la misma. El profeta multiplica las imágenes en función de las ideas, pero no siempre es fácil captar bien la imagen, pues resulta a menudo muy compleja. Así, contempla a los cuatro vivientes sobre cuatro ruedas, cada una de las cuales tiene otra en sentido opuesto, formando ángulo, de modo que, según se dice en el í.17, el carro con las cuatro ruedas y vivientes marchaba en las cuatro direcciones sin volverse. Hemos de pensar que aquí se trata de una visión apocalíptica; por tanto, no debemos preguntarnos si efectivamente el conjunto es técnicamente realizable en la práctica. Los profetas prescinden de muchas cosas, y se levantan sobre la realidad para declarar sus ideas, muchas veces envueltas a propósito en el misterio. Así, no sabemos el significado exacto del detalle de que las
llantas estaban llenas de ojos (v.18). Quizá tuvieran un puro valor ornamental, o se quiere indicar que las ruedas fulguraban como chispas luminosas. No faltan quienes ven en esa pluralidad de ojos
la omnisciencia divina, múltiple en las manifestaciones de su providencia. El profeta puntualiza después que tanto los
vivientes como las
ruedas se movían en completa sincronía, empujados por
el espíritu o soplo divino.
Descripción de la plataforma (22-25).
22 Sobre las cabezas de los vivientes había una semejanza de firmamento, como de portentoso cristal, tendido por encima de sus cabezas, 23 y por debajo del firmamento estaban extendidas sus alas, que se tocaban dos a dos, la una con la del otro, mientras que las otras dos de cada uno cubrían su cuerpo. 24 Oía el ruido de las alas como ruido de río caudaloso, como voz del Omnipotente, cuando marchaban, como estruendo de campamento; cuando se detenían, plegaban las alas. 25 Y una voz hendió el firmamento que estaba sobre sus cabezas. Al pararse ellos plegaron sus alas.Sobre los
vivientes que tienen sus alas extendidas en alto, formando como una plataforma, había una placa sólida como
firmamento de cristal (v.22); es la base del trono divino que se explicará a continuación. Al agitarse las alas se oía como un ruido ensordecedor semejante a
la voz del Omnipotente 10, es decir, del trueno, o como el estruendo de un
campamento militar que se pone en movimiento (v.24). El profeta oyó como una
voz majestuosa que hizo parar el cortejo (v.25) 11.
El Señor, sentado sobre el trono (26-28).
26 Sobre el firmamento que estaba sobre sus cabezas había una piedra de apariencia de zafiro a modo de trono, y sobre la semejanza del trono, en lo alto, una figura semejante a un hombre que se erguía sobre él. 27 Y de lo que de él aparecía, de cintura arriba, era como el fulgor de un metal resplandeciente, y de cintura abajo, como el resplandor del fuego, y todo en derredor suyo resplandecía. 28 El esplendor que le rodeaba todo en torno era como el arco iris que aparece en las nubes en día de lluvia. Esta era la apariencia de la imagen de la gloria de Yahvé. A tal vista caí rostro a tierra, pero oí la voz de uno que hablaba.El profeta distingue sobre la plataforma de cristal, soportada por las alas de los
vivientes, una
piedra de zafiro, de azul celeste,que hacía de trono. Es de notar en la descripción las frases aproximativas propias de los autores apocalípticos
(a semejanza de., como, a modo.), que indican la trascendencia de las mismas cosas que se ven, presentadas de modo descriptivo imaginativo para dar una idea aproximada de ellas. Sobre el trono había una
figura semejante a un hombre. (v.27) resplandeciente. Es Yahvé en toda su majestad y
gloria, aureolado de un
arco iris 12.
Ante tal manifestación de la majestad divina, Ezequiel cae de rodillas en un sentimiento de adoración y de reconocimiento de su propia indignidad (v.28) 13.
El simbolismo de esta visión deslumbradora parece girar en torno a la idea de la presencia de Yahvé entre los exilados de Babilonia. Aunque Yahvé habite en Jerusalén, sin embargo, no los ha abandonado, y por eso los visita en toda su majestad, para dar idea de su omnipotencia, muy por encima de los ídolos babilónicos. Es el Señor absoluto de toda la naturaleza, sentado sobre los
vivientes más nobles, que le sirven de escabel de sus pies: el toro, símbolo de la fuerza salvaje, dedicado en la mitología babilónica a Hadad, dios de las tormentas; el
león, rey de los animales, dedicado a Samas e Istar y Enlil; el
águila, reina de las aves, símbolo del sol. Toda la creación en su más noble manifestación está al servicio del Dios de Israel, que invade en su plena majestad el territorio de los dioses paganos. En todas partes se siente su dominio, como Señor de la naturaleza. Los exilados se creían en el destierro alejados de la providencia de su Dios. El castigo del cautiverio era para ellos como un velo que se interponía en las relaciones con el Dios de sus padres, y de ahí el desaliento y hasta la desesperación. Por eso, esta visión del profeta del exilio por excelencia quiere hacer ver que Yahvé está también al lado de los desterrados, que tiene providencia de ellos, y que va a abandonar definitivamente
a Jerusalén, entregándola a la destrucción y reservando a los desterrados como núcleo de la futura restauración de Israel14.
1 Cf. A. Jeremías,
Das A.T. im Lichte des A. Oriente (Leipzig 1916) p.617s. - 2
Cf.
Eze_3:14.22;
Eze_8:1;
Eze_33:22;
Eze_33:37, i; 40,1. - 3 Antes de los hallazgos de los
karibu asirios se solía interpretar el texto en el sentido de que cada animal tenía cuatro rostros, lo que hace ininteligible el texto. - 4 Cf. H. Gressmann,
Alt. Orient. Text. und Bild. (Berlín 1926) II ñg. 165:168. - 5 Los Santos Padres tomaron
de esta visión los símbolos de los cuatro evangelistas. - 6 Cf.
Isa_6:1. - 7 Cf.
Les Cherubins: DBS i (1928) 74353, y Dhorme-Vincent,
Les Cherubins: RB 35 (1926) 328-358. - 8 Cf. Zac
2:1; 2:3; 6:5. - 9 Cf.
Exo_3:2.5;
Exo_19:18;
Exo_24:17;
Deu_4:12. - 10 Cf.
Eze_10:5;
Job_37:48;
Sal_29:3-9Sal_29:--11 La última parte del v.25 falta en los LXX. - 12.Cf.AP4:3. - 13 Cf.
Isa_6:5;
Jue_13:20;
Tob_12:16;
Dan_8:17. - 14 Sobre esta visión inaugural de Ezequiel pueden verse, además de los comentarios citados, los artículos siguientes: A. Van Hoonacker, Le
títre primitif du livre d'Ez.: Revue Biblique Int., 9 (1912) 241-243; J- Goppens,
Deux passages obscurs du livre d'Ez. 1:25
et 1:18: Muséon, 47 (1934) 259-263.