Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
33. El Encuentro de Jacob y Esaú.
1
Alzó Jacob los ojos, y vio venir hacia él a Esaú con cuatrocientos hombres. Había repartido sus hijos entre Lía, Raquel y las dos siervas, 2
poniendo en cabeza a estas dos con sus hijos; después a Lía con los suyos, y en último lugar a Raquel con José. 3
El se puso delante de todos y se postró en tierra siete veces antes de llegar su hermano. 4
Esaú corrió a su encuentro, le abrazó, cayó sobre su cuello y le besó. Ambos lloraban. 5
Luego, alzando los ojos, vio Esaú a las mujeres y a los niños, y preguntó: ¿Quiénes son estos que traes contigo? Jacob le contestó: Son los hijos que Dios ha dado a tu siervo. 6
Aproximáronse las siervas con sus hijos, y se postraron. 7
Luego se acercaron José y Raquel, y se postraron. 8
Esaú les preguntó: ¿Qué pretendes con todos estos hatos que he ido encontrando? Hallar gracia a los ojos de mi señor. 9
Contestóle Esaú: Tengo mucho, hermano mío; sea lo tuyo para ti. 10
No, te ruego respondió Jacob ; si es que he hallado gracia a tus ojos, acepta de mi mano el presente, ya que he visto tu faz como si viera la de Dios, y me has acogido favorablemente, 11
Acepta, pues, el presente que te hago, pues Dios me ha favorecido y tengo de todo. Tanto le instó, que aceptó Esaú. 12
Este le dijo: Pongámonos en marcha; yo iré delante de ti. 13
Jacob le respondió: Bien ve mi señor que hay niños tiernos y que llevo ovejas y vacas que están criando, y si durante un día se les hiciera marchar apresuradamente, todo el ganado moriría. 14
Pase, pues, mi señor delante de su siervo, y yo seguiré lentamente al paso de los rebaños que llevo delante y al paso de los niños, hasta llegar a Seir, a mi señor. 15
Dijo Esaú: Dejaré, pues, detrás de mí una parte de la gente que llevo. Pero Jacob respondió: ¿Y para qué eso, si hallo gracia a los ojos de mi señor? 16
Volvióse, pues, a Seir Esaú aquel mismo día. 17
Jacob partió para Sucot, y se hizo allí una casa y apriscos para ganados; por eso se llamó Sucot aquel lugar. 18
Llegó Jacob en paz a la ciudad de Siquem, en tierra de Canaán, de vuelta de Padán Aram, y acampó frente a la ciudad. 19
Compró a los hijos de Jamor, padre de Siquem, el trozo de tierra donde había asentado sus tiendas por cien quesitas, 20
y alzó allí un altar, que llamó El-Elohe-Israel.
Al oír Jacob que su hermano se acercaba con gran acompañamiento de gente, distribuyó en grupos la familia, según la condición y el afecto que por ella sentía. Primero pone delante las dos esclavas con sus hijos, luego a Lía con los suyos, y en último lugar a Raquel con José. Pero él, que es padre de todos, se adelanta para ser el escudo protector contra cualquier incidente previsible. Llegado Esaú con ánimo muy diferente del que Jacob temía, pero según parecía anunciar los presagios divinos, todos por orden le rinden homenaje, adelantándose Jacob, que siete veces se prosterna en señal de sumisión ante su hermano1. Es una satisfacción por la injuria que le había hecho al suplantarle en la bendición de su padre. No tuvo que hacer muchos esfuerzos para ganar la voluntad de su hermano, el cual, como si quisiera vencer en nobleza y generosidad a Jacob, rehusa los obsequios que se le ofrecen, aunque al fin los acepta ante las instancias de éste, y por que éste no tomase la negativa por una falta de sinceridad en las muestras de afecto que le daba. Viene después la presentación de la familia de Jacob. Esaú está emocionado, porque Dios ha bendecido tan largamente a su hermano, que vuelve rico de Siria. Rehusa los presentes con reiterada ceremonia oriental. Jacob se excede también en sus gestos de humillación, prosternándose ante Esaú como si fuera un rey y adulándole:
he visto tu faz como si fuera la de Dios (v.10); es decir, Jacob se acercó atemorizado, como si se acercase a la divinidad; pero al fin ha sido recibido con toda benevolencia, como si Dios mismo se le apareciera para ayudarle en su camino. La expresión contemplar la faz de Dios equivale a ser bien recibido por El y colmado de favores2. Parece que hay un juego de palabras entre
pene El (
ohim)
(faz de Dios) y
Peni El o Penuel, lugar donde Dios se le apareció y luchó con él3. Esaú acorta las distancias; no es un rey para que se prosterne, y así le llama cariñosamente hermano mío.(v.9) La reconciliación es completa. Al fin acepta el don o
berakah (bendición, porque iba acompañada de bendiciones al destinatario). Esaú quiere acompañarle en su marcha con la numerosa escolta que lleva, pero Jacob la rehusa, pues teme que las cosas se compliquen y se pierda la paz con que hasta ahora caminaba. Tiene una buena disculpa: lleva niños y ganado con cría y no puede forzar la marcha (v.13). Esaú al fin se marcha hacia su tierra de Seir y no vuelve a aparecer en la historia de Jacob. Según lo convenido, éste debía seguir al país de Esaú; pero cambia la ruta hacia Siquem, sin duda para estar más libre. Se detiene en Sucot, y allí construyó
cabañas (en heb.
sucot)
para su ganado y gente. Es también una explicación popular del nombre de Sucot, que estaba en el valle del Jordán, no lejos del Yaboq4, la actual
Tell Aksas, a 11 kilómetros de Damiye5. No se dice cuánto tiempo vivió Jacob en esta localidad con su familia, pero debió de ser bastante tiempo, pues sus hijos van a actuar en Siquem como si fueran ya adultos. Después pasó el Jordán y se estableció junto a
Siquem. Allí vive una tribu llamada de los
Bene Jamor (hijos del asno)6. Jacob les compra un trozo de terreno por cien quesitas, que los LXX traducen por cien corderos (ÜìíÜò), que parece era la unidad de cambio, como entre los latinos (
pecus: pecunia).
Se ha calculado en 10 siclos el valor de una
quesitah. Y en aquel terreno erigió un altar a
El-Elohe-Israel (v.20). Abraham había erigido allí también un altar7 en memoria de la primera promesa hecha por Dios de que habría de poseer aquella tierra. Junto al altar debía de estar la famosa encina de que se habla en otros lugares8. Seguramente existía allí un santuario cananeo. En
Jue_9:4 se habla de un santuario dedicado a
Baal Berit (señor de la alianza), que equivale al Æåýò?????? de los griegos, la divinidad que presidía los juramentos9. La advocación de Jacob
El Elohe quizá deba traducirse por Elohim es fuerte (Vg: Fortissimum Deum Israel),
Israel sería aquí equivalente a Jacob, supuesto el cambio de nombre antes descrito. En aquel lugar será enterrado más tarde José10. La tradición ha vinculado a Jacob la existencia del célebre pozo, que iba a ser famoso por el coloquio de Jesús con la samaritana11.
l
En las cartas de Tell Amarna, los vasallos de Palestina escriben al faraón en estos términos: A los pies de mi rey, mi señor, mi dios, mi sol, siete y siete veces sobre el vientre y sobre el dorso. Cf. Dhorme: DBS I 219. 2 Cf.
Gen_43:3;
Gen_43:5;
2Sa_14:24;
2Sa_14:28;
Job_33:26;
Sal_11:7. 3
Gen_32:31. 4 Cf.
Jos_13:27;
Jue_8:5. 5 Abel,
Géog. II 470. 6 El P. R. de Vaux sugiere la posibilidad de relacionar estos
Bene Jamor (hijos del asno) con los moradores de Mari, donde, para decir concluir una alianza, se decía matar el
asno de la alianza. Ahora bien, según
Jue_4:6, en Siquem existía el baal de la alianza. Así los
Bene Jamor serían los hijos de la alianza. Cf. RB (1949) 24. 7
Gen_12:6s. 8
Gen_12:6;
Gen_35:4;
Jos_24:26s;
Jue_9:6. 9 Cf. A. vincent, La religión des judéo-areméens d'Eléphantine 919. 10
Jos_24:32. 1
1Jn_14:4s.