I Reyes 8 Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998) | 66 versitos |
1
Traslado del arca de la alianza.
Entonces Salomón congregó a los ancianos de Israel (todos los jefes de las tribus y los cabezas de familia de los israelitas ante el rey Salomón) en Jerusalén para hacer subir el arca de la alianza de Yahvé desde la ciudad de David, que es Sión.
2 (Se congregaron en torno al rey Salomón todos los hombres de Israel). En el mes de Etanín (que es el mes séptimo, en la fiesta,
3 vinieron todos los ancianos de Israel y) los sacerdotes condujeron el arca
4 (e hicieron subir el arca de Yahvé) y la Tienda del Encuentro, con todos los objetos sagrados que había en ella.
5 El rey (Salomón) y todo Israel (toda la comunidad de Israel reunida en torno a él) sacrificaron ante el arca ovejas y bueyes en número incalculable e incontable.
6 Los sacerdotes llevaron el arca de la alianza de Yahvé al santuario del templo, el Santo de los Santos, a su propio lugar, situado bajo las alas de los querubines.
7 Los querubines extendían las alas sobre el lugar del arca y cubrían el arca y sus varales por encima.
8 Los varales se prolongaban hasta dejar ver sus extremos desde el santuario, pero no se dejaban ver más hacia fuera. (Han estado allí hasta el día de hoy).
9 En el arca no había nada más que las dos tablas de piedra que Moisés depositó allí, en el Horeb, las tablas de la alianza que Yahvé estableció con los israelitas cuando salieron de la tierra de Egipto.
10
Dios toma posesión de su templo.
Cuando los sacerdotes salieron del santuario, —pues la nube había llenado el templo de Yahvé—,
11 los sacerdotes no pudieron permanecer ante la nube para completar el servicio, pues la gloria de Yahvé llenaba el templo de Yahvé.
12 Entonces Salomón dijo:
«Yahvé puso el sol en los cielos,
pero ha decidido habitar en densa nube.
13 He querido erigirte una morada principesca,
un lugar donde habites para siempre.»
14
Discurso de Salomón al pueblo.
El rey, volviéndose, bendijo a toda la asamblea de Israel, que se mantenía en pie,
15 y dijo: «Bendito sea Yahvé, Dios de Israel, que con su mano ha cumplido lo que había prometido con su propia boca, diciendo:
16 “Desde el día en que saqué de Egipto a mi pueblo Israel no elegí ninguna ciudad entre todas las tribus de Israel para edificar un templo en el que resida mi Nombre [y no elegí tampoco ningún varón para que fuera príncipe sobre mi pueblo Israel, pero he elegido a Jerusalén para que resida allí mi Nombre], y he elegido a David para que esté al frente de mi pueblo Israel.”
17 Mi padre David acariciaba en su corazón el propósito de construir un templo al Nombre de Yahvé, Dios de Israel,
18 pero Yahvé dijo a David mi padre: “Has acariciado en tu corazón el deseo de construir un templo a mi Nombre; has hecho bien en ello,
19 pero no serás tú el que construya el templo. Un hijo tuyo, salido de tus entrañas, ése será quien construya el templo a mi Nombre.”
20 Yahvé ha cumplido la promesa que pronunció. Me ha establecido como sucesor de mi padre David y me ha sentado sobre el trono de Israel, como Yahvé había dicho, y yo construiré el templo al Nombre de Yahvé, Dios de Israel,
21 y fijaré en él un lugar para el arca en la que se encuentra la alianza que Yahvé pactó con nuestros padres cuando los sacó de la tierra de Egipto.»
22
Oración personal de Salomón.
Salomón se puso en pie ante el altar de Yahvé frente a toda la asamblea de Israel, extendió las manos al cielo
23 y dijo: «Yahvé, Dios de Israel, no hay Dios como tú arriba en los cielos ni abajo en la tierra, tú (que guardas la alianza y la fidelidad a tus siervos que caminan ante ti de todo corazón,)
24 que has mantenido a mi padre David la promesa que le hiciste y que has cumplido en este día con tu mano lo que con tu boca habías prometido.
25 Ahora, pues, Yahvé, Dios de Israel, mantén a tu siervo David mi padre la promesa que le hiciste diciéndole: “Nunca te faltará uno de los tuyos en mi presencia que se siente en el trono de Israel, siempre que tus hijos guarden su camino, procediendo ante mí como tú has procedido.”
26 Y ahora, Dios de Israel, cúmplase la palabra que dijiste a tu siervo David, mi padre.
27 ¿Habitará Dios con los hombres en la tierra? Los cielos y los cielos de los cielos no pueden contenerte, ¡cuánto menos este templo que yo te he construido!
28 Inclínate a la plegaria y a la súplica de tu siervo, Yahvé, Dios mío. Escucha el clamor y la plegaria que tu siervo entona hoy en tu presencia.
29 Que día y noche tus ojos estén abiertos hacia este templo, hacia este lugar del que dijiste: “Allí estará mi Nombre”. Escucha la plegaria que tu servidor entona en dirección a este lugar.
30 Escucha la súplica de tu siervo y de tu pueblo Israel que entonen en dirección a este lugar. Escucha tú, hacia el lugar de tu morada, hacia el cielo, escucha y perdona.
31
Súplicas por el pueblo.
«Si un hombre peca contra su prójimo y éste pronuncia una imprecación para traer maldición sobre él y viene con su imprecación ante tu altar en este templo,
32 escucha tú en los cielos; intervén y juzga a tus siervos; declara culpable al malo, de modo que su conducta recaiga sobre su cabeza, e inocente al justo, retribuyéndole según su justicia.
33 «Cuando tu pueblo Israel haya sido derrotado por un enemigo, por haber pecado contra ti, y se vuelva a ti y alabe tu Nombre, ore y suplique ante ti en este templo,
34 escucha tú en los cielos y perdona el pecado de tu pueblo Israel y devuélvelos a la tierra que diste a sus padres.
35 «Cuando, por haber pecado contra ti, los cielos se cierren y deje de haber lluvia, y acudan a orar en este lugar y alaben tu Nombre y se conviertan de su pecado porque los humillaste,
36 escucha tú en los cielos y perdona el pecado de tus siervos y de tu pueblo Israel, enseñándoles el buen camino que deberán seguir, y envía lluvia a la tierra que diste en herencia a tu pueblo.
37 «Cuando en el país haya hambre, peste, tizón, añublo, langosta o pulgón, cuando el enemigo ponga asedio en una de sus puertas, en la desgracia o la enfermedad
38 de cualquier persona (o de todo el pueblo de Israel), que conozca la aflicción en su corazón, eleve plegarias y súplicas y extienda sus manos hacia este templo,
39 escucha tú en los cielos, lugar de tu morada, perdona e intervén, dando a cada uno según su merecido, tú que conoces su corazón, tú el único que conoce el corazón de los hijos de los hombres,
40 de modo que te respeten a lo largo de los días que vivan en la tierra que diste a nuestros padres.
41
Otras oraciones.
«También al extranjero, al que no es de tu pueblo Israel y viene de un país lejano a orar en este templo a causa de tu Nombre,
42 —porque oirán hablar de tu gran Nombre, de tu mano fuerte y de tu brazo extendido—,
43 escúchalo tú en los cielos, lugar de tu morada; haz al extranjero según lo que te pida, para que todos los pueblos de la tierra conozcan tu Nombre y te respeten como tu pueblo Israel, y reconozcan que tu Nombre es invocado en este templo que yo he construido.
44 «Cuando tu pueblo salga a la guerra contra el enemigo, por el camino por el que le envíes, y supliquen a Yahvé vueltos hacia la ciudad que has elegido y hacia el templo que he construido para tu Nombre,
45 escucha tú en los cielos su oración y su plegaria y hazles justicia.
46 Cuando pequen contra ti, pues no hay hombre que no peque, y tú, irritado contra ellos, los entregues al enemigo, y sus vencedores los deporten al país enemigo, lejano o próximo,
47 si en la tierra de sus dominadores se convierten en su corazón, se arrepienten y te suplican, diciendo: “Hemos pecado, hemos actuado perversamente, nos hemos hecho culpables”,
48 si en el país de los enemigos que los deportaron se vuelven a ti con todo su corazón y con toda su alma y te suplican vueltos hacia la tierra que diste a sus padres y hacia la ciudad que has elegido y el templo que he edificado a tu Nombre,
49 escucha tú en los cielos, lugar de tu morada
50 ; perdona a tu pueblo lo que ha pecado contra ti, todas las rebeliones que cometieron; concédeles que encuentren la compasión de sus dominadores para que se apiaden de ellos,
51 porque son tu pueblo y tu heredad, los que sacaste de Egipto, del crisol del hierro.
52
Conclusión de la plegaria y bendición del pueblo.
«Estén abiertos tus ojos a la súplica de tu siervo, a la súplica de tu pueblo Israel, para escucharles en cuanto te imploren.
53 Porque tú, Señor Yahvé, los apartaste para ti, en herencia, entre todos los pueblos de la tierra, según dijiste a través de Moisés tu siervo cuando sacaste a nuestros padres de Egipto.»
54 Cuando Salomón concluyó esta plegaria y súplica a Yahvé ante del altar de Yahvé, donde había estado arrodillado con las manos extendidas hacia el cielo,
55 se alzó y, puesto en pie, bendijo a toda la asamblea de Israel, diciendo en voz alta:
56 «Bendito sea Yahvé que ha dado el descanso a su pueblo Israel, según todas sus promesas; no ha fallado ni una sola de las palabras de bondad que prometió por medio de Moisés su siervo.
57 Que Yahvé, nuestro Dios, esté con nosotros como estuvo con nuestros padres, que no nos abandone ni nos rechace.
58 Que incline nuestros corazones hacia él, para que marchemos por sus caminos y guardemos todos los mandatos, preceptos y decretos que ordenó a nuestros padres.
59 Que estas palabras mías con las que he suplicado ante Yahvé permanezcan cercanas a Yahvé, nuestro Dios, día y noche, para que haga justicia a su siervo y a su pueblo Israel, según las necesidades de cada día,
60 para que todos los pueblos de la tierra reconozcan que Yahvé es Dios y no hay otro,
61 y vuestros corazones estén enteramente con Yahvé, nuestro Dios, marchando según sus decretos y guardando sus mandatos como en este día.»
62
Sacrificios en la fiesta de la Dedicación.
El rey, y todo Israel con él, ofrecieron sacrificios ante Yahvé.
63 Salomón sacrificó, como sacrificios de comunión en honor de Yahvé, veintidós mil bueyes y ciento veinte mil ovejas. De este modo el rey y todos los hijos de Israel dedicaron el templo de Yahvé.
64 Aquel día consagró el rey el atrio interior que está delante del templo de Yahvé, ofreciendo allí el holocausto, la oblación y las grasas de los sacrificios de comunión, pues el altar de bronce que estaba ante Yahvé era demasiado reducido para contener el holocausto, la oblación y las grasas de los sacrificios de comunión.
65 En aquella ocasión Salomón celebró la fiesta. Todo Israel estaba con él, una asamblea inmensa, desde la entrada de Jamat hasta el torrente de Egipto, ante Yahvé, nuestro Dios, en el templo que había construido. Comieron, bebieron e hicieron fiesta ante Yahvé, nuestro Dios, durante siete días.
66 El día octavo despidió al pueblo. Bendijeron al rey y regresaron a sus tiendas, gozosos y felices por todos los beneficios que Yahvé había hecho a su siervo David y a su pueblo Israel.

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Introducción a I Reyes

Los libros de los Reyes , como los de Samuel, constituían una sola obra en la Biblia hebrea. Corresponden a los dos últimos libros de los Reinos en la traducción griega, y de los Reyes en la Vulgata.

Son la continuación de los libros de Samuel, y 1 R 1-2 contiene la parte final del gran documento de 2 S 9-20. La larga narración del reinado de Salomón, 1 R 3-11, detalla la excelencia de su sabiduría, el esplendor de sus construcciones, sobre todo del Templo de Jerusalén, y la abundancia de sus riquezas. Es ciertamente una época gloriosa, pero el espíritu conquistador del reino de David ha desaparecido: se conserva, se organiza y, sobre todo, se saca partido de los triunfos de David. Se mantiene la oposición entre las dos fracciones del pueblo, y a la muerte de Salomón, en 931, el reino se divide: las diez tribus del Norte llevan a cabo una secesión agravada por un cisma religioso, 1 R 12-13. La historia paralela de los dos reinos de Israel y Judá se desarrolla de 1 R 14 a 2 R 17: con frecuencia es la historia de las luchas entre estos reinos hermanos, es también la de los asaltos del exterior por parte de Egipto contra Judá y de los arameos por el Norte. El peligro arrecia cuando los ejércitos asirios intervienen en la región, primero en el siglo IX, con más fuerza en el siglo VIII, cuando Samaría cae bajo sus golpes el 721, mientras que Judá se ha declarado ya vasallo. La historia, limitada ya a Judá, prosigue hasta la ruina de Jerusalén el 587 en 2 R 18-25 21. La narración se alarga al tratar de dos reinados, el de Ezequías, 2 R 18-20, y el de Josías, 2 R 22-23, marcados por un despertar nacional y una reforma religiosa. Los grandes acontecimientos políticos son entonces la invasión de Senaquerib bajo Ezequías el 701, en respuesta a la denegación del tributo asirio y, bajo Josías, la ruina de Asiria y la formación del imperio caldeo. Judá hubo de someterse a los nuevos amos de Oriente, pero pronto se rebeló. El castigo no se hizo esperar: el 597, los ejércitos de Nabucodonosor conquistaron Jerusalén y llevaron cautivos a una parte de sus habitantes; diez años después un amago de independencia provocó una segunda intervención de Nabucodonosor, que terminó el 587 con la ruina de Jerusalén y una segunda deportación. Reyes concluye con dos breves apéndices, 2Re_25:22-30 .

La obra cita nominalmente tres de sus fuentes, una Historia de Salomón, los Anales de los reyes de Israel y los Anales de los reyes de Judá, pero también existieron otras: además de la parte final del gran documento davídico, 1 R 1-2, una descripción del Templo, de origen sacerdotal, 1 R 6-7, y, sobre todo, una historia de Elías compuesta hacia fines del siglo IX y una historia de Eliseo un poco posterior; estas dos historias forman la base de los ciclos de Elías, 1 R 17 - 2 R 1, y de Eliseo, 2 R 2-13. Los relatos del reinado de Ezequías que presentan en escena a Isaías, 2Re_18:17-20:19, provienen de los discípulos de este profeta.

Cuando la utilización de las fuentes no lo impide, los sucesos quedan encerrados en un marco uniforme: se trata cada reinado como una unidad independiente y completa, su comienzo y su fin se señalan casi con las mismas fórmulas, en las que jamás falta un juicio sobre la conducta religiosa del rey. Se condena a todos los reyes de Israel a causa del pecado original de este reino, la fundación del santuario de Betel; entre los reyes de Judá, ocho solamente son alabados por su fidelidad general a las prescripciones de Yahvé. Pero esta alabanza queda restringida seis veces por la observación de que los altos no desaparecieron; únicamente Ezequías y Josías reciben una aprobación sin reservas.

Estos juicios se inspiran evidentemente en la ley del Deuteronomio sobre la unidad del santuario. Más aún: el descubrimiento del Deuteronomio bajo Josías y la reforma religiosa que inspiró señalan el punto culminante de toda esta historia, y toda la obra es una demostración de la tesis fundamental del Deuteronomio, repetida en 1 R 8 y 2 R 17: si el pueblo observa la alianza concluida con Dios, será bendecido; si la rompe, será castigado. Este influjo deuteronomista se encuentra también en el estilo, siempre que el redactor desarrolla o comenta sus fuentes.

Es probable que una primera redacción deuteronomista fuera hecha antes del Destierro, antes de la muerte de Josías en Meguidó el 609, y la alabanza otorgada a este rey, 2Re_23:25 (menos las últimas palabras) sería la conclusión de la obra primitiva. Una segunda edición, asimismo deuteronomista, se hizo durante el Destierro: después del 562, si se le atribuye el final del libro, 2Re_25:22-30 , o algo antes si ponemos su punto final después del relato de la segunda deportación, 2Re_25:21 , que tiene trazas de ser una conclusión. Hubo, finalmente, algunas adiciones, durante y después del Destierro.

Los libros de los Reyes se han de leer con el espíritu con que fueron escritos, como una historia de salvación: la ingratitud del pueblo elegido, la ruina sucesiva de las dos fracciones de la nación parecen llevar al fracaso el plan de Dios; pero siempre queda, para defender el futuro, un grupo de fieles que no han doblado las rodillas ante Baal, un resto de Sión que guarda la Alianza. La firmeza de las disposiciones divinas se manifiesta en la admirable subsistencia del linaje davídico, depositario de las promesas mesiánicas, y el libro, en su forma definitiva, se cierra con la gracia concedida a Jeconías, como aurora de una redención.

Fuente: Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros

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Notas

I Reyes 8,1
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |2Cr_5:2-10

[2] Éxo_25:10+; 2Sa_6:7+

NOTAS

8:1 Los pasajes señalados entre paréntesis no tienen correspondencia en el griego. Se trata seguramente de añadidos procedentes de la tradición del texto de Crónicas.


I Reyes 8,2
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Re_8:65

NOTAS

8:2 Etanín es un mes del calendario cananeo que correspondía al 7º mes del calendario israelita posterior, como lo indica una glosa. La fiesta por excelencia es la de las Tiendas, ver Éxo_23:14+.

I Reyes 8,4
NOTAS

8:4 Esta tienda es la que había levantado David para cobijar el arca, 2Sa_7:8; 1Re_1:39. Un glosador la llama «Tienda del Encuentro», como a la del desierto, que había desaparecido al entrar en Canaán.

I Reyes 8,8
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Éxo_25:21; Éxo_40:20; Deu_10:2; Deu_10:5

I Reyes 8,9
NOTAS

8:9 El griego conoce una doble lectura: «tablas de piedra que... tablas de la alianza que...». El hebreo ignora la segunda.

I Reyes 8,10
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |2Cr 5:11—6:2

[2] Éxo_40:34-35; Eze_43:4-5; Apo_15:8; Éxo_24:16+

NOTAS

8:10 La nube, Éxo_13:22+; Éxo_19:16+, es la manifestación sensible de la presencia de Yahvé, que toma posesión de su santuario.

I Reyes 8,12
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Sal_18:12 [Sal_18:11]; Sal_97:2; Sal_132:13-14

NOTAS

8:12 Este corto poema, ciertamente auténtico, se encuentra en la antigua versión griega después de 1Re_8:53, con el verso inicial que falta en el hebreo: «Yahvé puso el sol en los cielos, pero ha decidido». Yahvé, señor del universo y rodeado de misterio, tiene ahora una morada en la tierra, en medio de su pueblo Israel. Es toda una «teología del templo». Según el texto griego, el poema formaba parte del Libro del Canto (o de Yasar).

I Reyes 8,14
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |2Cr_6:3-11

I Reyes 8,15
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Sa_7:4-16+; Sal 132

I Reyes 8,16
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Eze_48:35

NOTAS

8:16 El texto entre corchetes se encuentra en el manuscrito de Qumrán de Reyes (4Q54) y en el pasaje paralelo de 2Cr_6:5-6. Es «el Nombre» de Yahvé el que mora en el templo, pues éste no puede contener a Yahvé, ver la inserción de 1Re_8:27, que descarta una interpretación demasiado grosera de la presencia divina en el templo. Pero el nombre expresa verdaderamente la persona y la representa: donde está «el Nombre de Yahvé», está Dios presente de una manera muy especial, pero no exclusiva.

I Reyes 8,20
NOTAS

8:20 «Me ha establecido... me ha sentado» según el texto de la antigua versión griega, representado por el texto antioqueno. El texto hebreo lee «He sucedido...me he sentado».

I Reyes 8,22
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |2Cr_6:12-20

NOTAS

8:22 El autor va a desarrollar, en estilo de inspiración deuteronómica, las ideas del discurso de 1Re_8:15-21. Primero, el principio de la fidelidad recíproca (1Re_8:23); la benevolencia divina dimana del pacto del Sinaí, pero tiene como condición la lealtad de los fieles; aquí está toda la teología de la alianza, doctrina central del AT. Luego, dos aplicaciones: Yahvé ha cumplido su promesa con relación al templo, 1Re_8:24; que se cumpla también su promesa de asegurar la perpetuidad de la dinastía, 1Re_8:25.

I Reyes 8,23
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Deu_4:39; Deu_7:9

I Reyes 8,24
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Sa_7:11-16

I Reyes 8,26
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Deu_4:7+; Jua_1:14

I Reyes 8,27
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Isa_66:1; Jer_23:24; Hch_7:49; Hch_17:24

NOTAS

8:27 «con los hombres» griego, Targ. y 2Cr_6:18; omitido por hebr.

I Reyes 8,29
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Deu_12:5; Deu_12:11; Eze_48:35

I Reyes 8,30
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Sal_123:1

I Reyes 8,31
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |2Cr_6:21-31

NOTAS

8:31 «pronuncia» griego; «prestar sobre prendas» hebr. -Se trata de un juicio de Dios; un acusador, a falta de prueba, pronuncia ante el altar una fórmula de imprecación a la cual queda asociado el acusado; Dios declarará a éste culpable o inocente, llevando o no a efecto la maldición. Ver Éxo_22:6-10 [Éxo_22:7-11]; Núm_5:19-28; Jue_17:1-3.

I Reyes 8,33
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Lev_26:14; Lev_26:17; Deu_28:25; Deu_28:45; Jos 7

I Reyes 8,35
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Deu_11:17; Deu_28:23-24

NOTAS

8:35 «humillaste» griego, Vulg.; «respondiste» hebr.

I Reyes 8,37
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Deu_28:21; Deu_28:38; Deu_28:42; Deu_28:51

NOTAS

8:37 «en una de sus puertas» griego, sir.; «en cualquiera de los asentamientos del país» hebr.

I Reyes 8,38
NOTAS

8:38 V. corregido según el griego. Hebr. añade «o de todo el pueblo de Israel».

I Reyes 8,39
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Gén_8:21+

I Reyes 8,40
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Deu_12:1

I Reyes 8,41
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |2Cr_6:32-39; Éxo_12:48+; Hch_8:27; Isa_2:2-5; Miq_4:1-3; Jer_16:19-21

NOTAS

8:41 Añadidos después del Destierro. Obsérvese el espíritu universalista de 1Re_8:41-43, la costumbre de rezar orientándose hacia Jerusalén, 1Re_8:44, la preocupación por los que han quedado en el extranjero, 1Re_8:47 s.

I Reyes 8,43
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Zac_8:20-23

I Reyes 8,44
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Dan_6:11 [Dan_6:10]

I Reyes 8,46
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Pro_20:9; Ecl_7:20; Rom_3:23; 1Jn_1:8-10

[2] Deu_28:63-64; Deu_30:1-2

I Reyes 8,48
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Deu_9:5

I Reyes 8,49
NOTAS

8:49 La repetición de 1Re_8:44-45 en 1Re_8:48-49 constituye un hilo editorial que señala la adición de lo interpuesto.

I Reyes 8,51
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Deu_9:26; Deu_32:9; Jer_11:4; Deu_4:20

I Reyes 8,52
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |2Cr_6:40

I Reyes 8,53
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Deu_7:6+

I Reyes 8,57
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Isa_55:10 s

[2] Deu_31:6; Jos_1:5

I Reyes 8,58
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Jer_31:31+

I Reyes 8,62
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |2Cr_7:4-10

I Reyes 8,63
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Lev_3:1+

I Reyes 8,64
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Lev 1-3+

NOTAS

8:64 Este altar de los holocaustos se hallaba colocado ante la entrada del templo. Era una construcción metálica que se podía transportar, ver 2Re_16:14, y que recordaba al altar móvil de la Tienda, en el desierto, cuya descripción, Éxo_27:1 s, por lo demás, está idealizada. El altar erigido por Salomón, 1Re_9:25, siguió usándose hasta el tiempo de Ajaz, 2Re_16:10.

I Reyes 8,65
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Jue_20:1+

NOTAS

8:65 (a) La dedicación del templo coincide con la fiesta de las Tiendas, 1Re_8:2, que duraba siete días, Deu_16:13-15.

8:65 (b) El hebr. ha perdido varias palabras y añade seguidamente: «y otros siete días, esto es catorce días», glosa inspirada en 2Cr_7:9, que falta en el griego, a la que contradice 1Re_8:66.