II Reyes  25 Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998) | 30 versitos |
1 El año noveno de su reinado, el mes décimo (el día diez), Nabucodonosor, rey de Babilonia, vino con todo su ejército contra Jerusalén. Acampó frente a ella y la cercaron con una empalizada.
2 La ciudad quedó sitiada hasta el año once de Sedecías.
3 El mes cuarto, el nueve del mes, arreciaba el hambre en la ciudad y no quedaba pan para la gente del pueblo;
4 se abrió entonces un boquete en la (muralla de la) ciudad y, a pesar de que los caldeos rodeaban completamente la ciudad, el rey salió con todos los soldados, durante la noche, por la puerta entre los dos muros que está cerca del parque del rey; se fue por el camino de la Arabá.
5 Las tropas caldeas persiguieron al rey y le dieron alcance en las estepas de Jericó; entonces todas sus tropas se dispersaron abandonándolo.
6 Capturaron al rey, lo llevaron ante el rey de Babilonia, a Riblá, y lo sometieron a juicio.
7 A la vista de Sedecías degollaron a sus hijos, a él le arrancaron los ojos, lo encadenaron con una doble cadena de bronce y lo condujeron a Babilonia.
8
Saqueo de Jerusalén y segunda deportación.
En el mes quinto, el siete del mes —era aquél el año diecinueve de Nabucodonosor, rey de Babilonia—, Nebuzardán, jefe de la guardia, siervo del rey de Babilonia, vino a Jerusalén.
9 Incendió el templo de Yahvé, el palacio real y todas las casas de Jerusalén; puso fuego a las casas de los altos personajes.
10 Todas las tropas caldeas que acompañaban al jefe de la guardia demolieron las murallas que rodeaban Jerusalén.
11 Nebuzardán, jefe de la guardia, deportó al resto del pueblo que quedaba en la ciudad, a los desertores que se habían pasado al rey de Babilonia y al resto de la población.
12 El jefe de la guardia dejó una parte de los más pobres del pueblo del país para cultivar las viñas y los campos.
13 Los caldeos rompieron las columnas de bronce del templo de Yahvé, las basas y el Mar de bronce que estaba en el templo de Yahvé, y el bronce se lo llevaron a Babilonia.
14 Tomaron también los ceniceros, las paletas, los cuchillos, las cucharas y todos los utensilios de bronce destinados al culto.
15 El jefe de la guardia tomó los incensarios y los aspersorios, tanto los de oro como los de plata.
16 Las dos columnas, el Mar, que era único, y las basas que Salomón había fabricado para el templo de Yahvé: el peso del bronce de todos estos objetos era incalculable.
17 La altura de la primera columna era de dieciocho codos; soportaba un capitel de bronce de cinco codos de alto, con un trenzado y granadas en torno, todo de bronce. La segunda columna con su trenzado era similar.
18 El jefe de la guardia hizo prisioneros a Serayas, sacerdote principal, a Sefanías, segundo sacerdote, y a los tres guardias del umbral.
19 En la ciudad arrestó a un eunuco, inspector militar, a cinco de los cortesanos del rey que se encontraban en la ciudad, al secretario del jefe del ejército, encargado de alistar al pueblo del país, y a sesenta hombres del pueblo del país que se hallaban en la ciudad.
20 Nebuzardán, jefe de la guardia, los hizo prisioneros y los condujo a Riblá ante el rey de Babilonia.
21 Éste lo golpeó y mató en Riblá, en el país de Jamat. Así fue como Judá partió al exilio, lejos de su tierra.
22
Godolías gobernador de Judá.
Nabucodonosor, rey de Babilonia, puso a Godolías, hijo de Ajicán, hijo de Safán, al frente del pueblo que quedó en el territorio de Judá.
23 Cuando los jefes de las tropas y sus hombres oyeron que el rey de Babilonia había hecho gobernador a Godolías, se presentaron en Mispá ante Godolías con Ismael, hijo de Natanías, Juan, hijo de Caréaj, Serayas, hijo de Tanjumet el netofita, Jazanías de Maacá, acompañados de sus hombres.
24 Godolías les tomó juramento, a ellos y a sus hombres, diciendo: «No temáis a los siervos de los caldeos, quedaos en el país, servid al rey de Babilonia y os irá bien.»
25 Pero en el mes séptimo, Ismael, hijo de Natanías, hijo de Elisamá, que era de linaje real, vino con diez hombres e hirieron de muerte a Godolías, así como a los judíos y caldeos que estaban con él, en Mispá.
26 Entonces todo el pueblo, desde los más jóvenes a los más ancianos, y también los jefes de tropas se pusieron en marcha y fueron a Egipto, pues tenían miedo de los caldeos.
27
El perdón del rey Jeconías.
En el año treinta y siete de la deportación de Jeconías, rey de Judá, el mes doce, el veintisiete del mes, Evil Merodac, rey de Babilonia, en el año en que comenzó a reinar, hizo gracia a Jeconías, rey de Judá, y lo liberó de la prisión.
28 Lo trató con benevolencia y le concedió un trono superior al de los otros reyes que estaban con él en Babilonia.
29 Le hizo mudar sus ropas de prisión y (Jeconías) comió siempre a la mesa en su presencia por el resto de sus días.
30 Por disposición del rey, se le consignó un sustento permanente, para cada día, durante todos los días de su vida.

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Introducción a II Reyes 

Los libros de los Reyes , como los de Samuel, constituían una sola obra en la Biblia hebrea. Corresponden a los dos últimos libros de los Reinos en la traducción griega, y de los Reyes en la Vulgata.

Son la continuación de los libros de Samuel, y 1 R 1-2 contiene la parte final del gran documento de 2 S 9-20. La larga narración del reinado de Salomón, 1 R 3-11, detalla la excelencia de su sabiduría, el esplendor de sus construcciones, sobre todo del Templo de Jerusalén, y la abundancia de sus riquezas. Es ciertamente una época gloriosa, pero el espíritu conquistador del reino de David ha desaparecido: se conserva, se organiza y, sobre todo, se saca partido de los triunfos de David. Se mantiene la oposición entre las dos fracciones del pueblo, y a la muerte de Salomón, en 931, el reino se divide: las diez tribus del Norte llevan a cabo una secesión agravada por un cisma religioso, 1 R 12-13. La historia paralela de los dos reinos de Israel y Judá se desarrolla de 1 R 14 a 2 R 17: con frecuencia es la historia de las luchas entre estos reinos hermanos, es también la de los asaltos del exterior por parte de Egipto contra Judá y de los arameos por el Norte. El peligro arrecia cuando los ejércitos asirios intervienen en la región, primero en el siglo IX, con más fuerza en el siglo VIII, cuando Samaría cae bajo sus golpes el 721, mientras que Judá se ha declarado ya vasallo. La historia, limitada ya a Judá, prosigue hasta la ruina de Jerusalén el 587 en 2 R 18-25 21. La narración se alarga al tratar de dos reinados, el de Ezequías, 2 R 18-20, y el de Josías, 2 R 22-23, marcados por un despertar nacional y una reforma religiosa. Los grandes acontecimientos políticos son entonces la invasión de Senaquerib bajo Ezequías el 701, en respuesta a la denegación del tributo asirio y, bajo Josías, la ruina de Asiria y la formación del imperio caldeo. Judá hubo de someterse a los nuevos amos de Oriente, pero pronto se rebeló. El castigo no se hizo esperar: el 597, los ejércitos de Nabucodonosor conquistaron Jerusalén y llevaron cautivos a una parte de sus habitantes; diez años después un amago de independencia provocó una segunda intervención de Nabucodonosor, que terminó el 587 con la ruina de Jerusalén y una segunda deportación. Reyes concluye con dos breves apéndices, 2Re_25:22-30 .

La obra cita nominalmente tres de sus fuentes, una Historia de Salomón, los Anales de los reyes de Israel y los Anales de los reyes de Judá, pero también existieron otras: además de la parte final del gran documento davídico, 1 R 1-2, una descripción del Templo, de origen sacerdotal, 1 R 6-7, y, sobre todo, una historia de Elías compuesta hacia fines del siglo IX y una historia de Eliseo un poco posterior; estas dos historias forman la base de los ciclos de Elías, 1 R 17 - 2 R 1, y de Eliseo, 2 R 2-13. Los relatos del reinado de Ezequías que presentan en escena a Isaías, 2Re_18:17-20:19, provienen de los discípulos de este profeta.

Cuando la utilización de las fuentes no lo impide, los sucesos quedan encerrados en un marco uniforme: se trata cada reinado como una unidad independiente y completa, su comienzo y su fin se señalan casi con las mismas fórmulas, en las que jamás falta un juicio sobre la conducta religiosa del rey. Se condena a todos los reyes de Israel a causa del pecado original de este reino, la fundación del santuario de Betel; entre los reyes de Judá, ocho solamente son alabados por su fidelidad general a las prescripciones de Yahvé. Pero esta alabanza queda restringida seis veces por la observación de que los altos no desaparecieron; únicamente Ezequías y Josías reciben una aprobación sin reservas.

Estos juicios se inspiran evidentemente en la ley del Deuteronomio sobre la unidad del santuario. Más aún: el descubrimiento del Deuteronomio bajo Josías y la reforma religiosa que inspiró señalan el punto culminante de toda esta historia, y toda la obra es una demostración de la tesis fundamental del Deuteronomio, repetida en 1 R 8 y 2 R 17: si el pueblo observa la alianza concluida con Dios, será bendecido; si la rompe, será castigado. Este influjo deuteronomista se encuentra también en el estilo, siempre que el redactor desarrolla o comenta sus fuentes.

Es probable que una primera redacción deuteronomista fuera hecha antes del Destierro, antes de la muerte de Josías en Meguidó el 609, y la alabanza otorgada a este rey, 2Re_23:25 (menos las últimas palabras) sería la conclusión de la obra primitiva. Una segunda edición, asimismo deuteronomista, se hizo durante el Destierro: después del 562, si se le atribuye el final del libro, 2Re_25:22-30 , o algo antes si ponemos su punto final después del relato de la segunda deportación, 2Re_25:21 , que tiene trazas de ser una conclusión. Hubo, finalmente, algunas adiciones, durante y después del Destierro.

Los libros de los Reyes se han de leer con el espíritu con que fueron escritos, como una historia de salvación: la ingratitud del pueblo elegido, la ruina sucesiva de las dos fracciones de la nación parecen llevar al fracaso el plan de Dios; pero siempre queda, para defender el futuro, un grupo de fieles que no han doblado las rodillas ante Baal, un resto de Sión que guarda la Alianza. La firmeza de las disposiciones divinas se manifiesta en la admirable subsistencia del linaje davídico, depositario de las promesas mesiánicas, y el libro, en su forma definitiva, se cierra con la gracia concedida a Jeconías, como aurora de una redención.

Fuente: Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros

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Notas

II Reyes  25,1
NOTAS

25:1 Del reinado de Sedecías. Finales de diciembre del 589.


II Reyes  25,3
NOTAS

25:3 «El mes cuarto» Jer_52:6; omitido por hebr. Estamos en junio-julio del 587.

II Reyes  25,4
NOTAS

25:4 (a) «el rey salió» griego luc.; omitido por hebr.

25:4 (b) Los «dos muros»: probablemente una línea interior que databa de los comienzos de la monarquía y una línea exterior construida bajo Ezequías. El parque del rey se extendía por el exterior, en el valle del Cedrón. -La Arabá es el desolado valle del Jordán, que discurre desde el Mar Muerto en dirección sur.

II Reyes  25,6
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Re_23:33; Eze_6:14

NOTAS

25:6 Como a un vasallo traidor, ver Jer_52:8. El hebr. emplea el plural; lo mismo en 2Re_25:7.

II Reyes  25,8
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |Jer_52:12-27; |Jer_39:8-10

[2] |2Cr_36:19

NOTAS

25:8 Seguimos en el año undécimo de Sedecías, 2Re_25:2, el 587. En lugar del «año diecinueve», Jer_52:29 dice «dieciocho», ver 2Re_24:12.

II Reyes  25,9
NOTAS

25:9 El sentido de esta frase en hebreo es dudoso.

II Reyes  25,13
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Re_7:15-39

[2] 2Re_16:17

[3] |2Cr_36:18

[4] 1Re_7:45; 1Re_7:50

II Reyes  25,17
NOTAS

25:17 «cinco codos» Jer_52:22, ver 1Re_7:16; «tres codos» hebr. Las últimas palabras son una glosa destinada a «granadas» o bien los restos de una descripción más detallada, ver Jer_52:23.

II Reyes  25,18
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Re_23:4

II Reyes  25,22
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Jer_40:5; Jer_40:7; Jer_41:18

NOTAS

25:22 Ambos relatos, 2Re_25:22-26 y 2Re_25:27-30, son apéndices añadidos durante el Destierro.

II Reyes  25,24
NOTAS

25:24 «los siervos de los caldeos» hebr.; «de los caldeos» griego luc., sir.

II Reyes  25,27
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |Jer_52:31-34

NOTAS

25:27 (a) Se trata de Avil Marduc, hijo y sucesor de Nabucodonosor, que subió al trono el 562, cabalmente el año 37 de la cautividad de Jeconías.

25:27 (b) «hizo gracia a», lit. «alzó la cabeza de». -«y lo liberó» Jer_52:31; omitido por hebr.