Jueces 20 Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998) | 48 versitos |
1
Los israelitas se comprometen a vengar el crimen de Guibeá.
Salieron, pues, todos los israelitas y se reunió toda la comunidad como un solo hombre, desde Dan hasta Berseba y el país de Galaad, delante de Yahvé, en Mispá.
2 Los principales de todo el pueblo y todas las tribus de Israel acudieron a la asamblea del pueblo de Dios: cuatrocientos mil hombres de a pie, armados de espada.
3 Oyeron los benjaminitas que los hijos de Israel habían subido a Mispá... Los israelitas dijeron: «Decidnos cómo ha sido el crimen.»
4 El levita, marido de la mujer asesinada, tomó la palabra y dijo: «Había llegado yo con mi concubina a Guibeá de Benjamín para pasar la noche.
5 Los señores de Guibeá se levantaron contra mí y rodearon por la noche la casa; intentaron matarme a mí, y abusaron tanto de mi concubina que murió.
6 Tomé entonces a mi concubina, la descuarticé y la envié por todo el territorio de la heredad de Israel, porque habían cometido una vergüenza y una infamia en Israel.
7 Aquí estáis todos, israelitas: tratadlo y tomad aquí mismo una resolución.»
8 Todo el pueblo se levantó como un solo hombre diciendo: «Ninguno de nosotros marchará a su tienda, nadie volverá a su casa.
9 Esto es lo que hemos de hacer con Guibeá. Echaremos a suertes
10 y tomaremos de todas las tribus de Israel diez hombres por cada cien, cien por cada mil, y mil por cada diez mil; ellos recogerán víveres para la tropa, para hacer, en cuanto lleguen, con Guibeá de Benjamín según la infamia que han cometido en Israel.»
11 Así se juntó contra la ciudad toda la gente de Israel como un solo hombre.
12
Obstinación de los benjaminitas.
Las tribus de Israel enviaron emisarios a toda la tribu de Benjamín diciendo: «¿Qué crimen es ése que se ha cometido entre vosotros?
13 Ahora, pues, entregadnos a esos hombres malvados de Guibeá, para que los matemos y desaparezca el mal de Israel.» Pero los benjaminitas no quisieron hacer caso a sus hermanos los israelitas.
14
Primeros combates.
Los benjaminitas, dejando sus poblados, se reunieron en Guibeá para salir al combate contra los israelitas.
15 Aquel día los benjaminitas llegados de los diversos poblados hicieron el censo, que dio en total veinticinco mil hombres armados de espada, sin contar los habitantes de Guibeá.
16 En toda esta tropa había setecientos hombres elegidos, zurdos, capaces todos ellos de lanzar una piedra con la honda contra un cabello sin errar el tiro.
17 La gente de Israel hizo también el censo. Sin contar a Benjamín, eran cuatrocientos mil armados de espada; todos hombres de guerra.
18 Partieron, pues, y subieron a Betel. Consultaron a Dios y le preguntaron los israelitas: «¿Quién de nosotros subirá el primero a combatir contra los benjaminitas?» Y Yahvé respondió: «Judá subirá primero.»
19 Los israelitas se levantaron temprano y acamparon frente a Guibeá.
20 Salieron los hombres de Israel para combatir contra Benjamín y se pusieron en orden de batalla frente a Guibeá.
21 Pero los benjaminitas salieron de Guibeá y dejaron muertos en tierra aquel día a veintidós mil hombres de Israel.
22 (23) Los israelitas subieron a llorar delante de Yahvé hasta la tarde y luego consultaron a Yahvé diciendo: «¿He de entablar combate otra vez contra los hijos de mi hermano Benjamín?» Yahvé respondió: «Subid contra él.»
23 (22) Entonces la tropa de Israel recobró su valor y volvió a ponerse en orden de batalla en el mismo lugar que el primer día.
24 El segundo día los israelitas se acercaron a los benjaminitas;
25 pero también aquel segundo día Benjamín salió de Guibeá a su encuentro y volvió a dejar tendidos en tierra a dieciocho mil israelitas; todos ellos armados de espada.
26 Entonces todos los israelitas y todo el pueblo subieron hasta Betel, lloraron, se quedaron allí delante de Yahvé, ayunaron todo el día hasta la tarde y ofrecieron holocaustos y sacrificios de comunión delante de Yahvé.
27 Consultaron luego los israelitas a Yahvé, pues el arca de la alianza de Dios se encontraba allí,
28 y Pinjás, hijo de Eleazar, hijo de Aarón, estaba entonces a su servicio. Dijeron: «¿He de salir otra vez a combatir a los hijos de mi hermano Benjamín o debo dejarlo?» Yahvé respondió: «Subid, porque mañana lo entregaré en vuestras manos.»
29
Derrota y exterminio de Benjamín.
Israel puso gente emboscada alrededor de Guibeá.
30 Al tercer día los israelitas marcharon contra los benjaminitas y se pusieron en orden de batalla como las otras veces frente a Guibeá.
31 Los benjaminitas salieron a su encuentro y se dejaron atraer lejos de la ciudad. Comenzaron como las otras veces a matar gente del pueblo por los caminos que suben, uno a Betel y otro a Guibeá, a campo raso: unos treinta hombres de Israel.
32 Los benjaminitas se decían: «Los hemos derrotado como la primera vez.» Pero los israelitas se habían dicho: «Vamos a huir para atraerlos lejos de la ciudad hacia los caminos.»
33 Entonces todos los hombres de Israel se levantaron de sus puestos, tomaron posiciones en Baal Tamar, y los emboscados de Israel atacaron desde su puesto al oeste de Gueba.
34 Diez mil hombres elegidos de todo Israel llegaron frente a Guibeá. El combate se endureció; los benjaminitas no se daban cuenta de la calamidad que se les venía encima.
35 Yahvé derrotó a Benjamín ante Israel y aquel día los israelitas mataron en Benjamín a veinticinco mil cien hombres, todos ellos armados de espada.
36 Los benjaminitas se vieron derrotados.
Los hombres de Israel habían cedido terreno a Benjamín porque contaban con la emboscada que habían puesto contra Guibeá.
37 Los emboscados marcharon a toda prisa contra Guibeá, se desplegaron y pasaron a cuchillo a toda la ciudad.
38 La gente de Israel y los emboscados habían convenido en levantar una humareda, como señal, desde la ciudad;
39 entonces harían frente a los combatientes de Israel. Benjamín comenzó matando a algunos israelitas, unos treinta hombres. Y se decían: «Están completamente derrotados ante nosotros, como en la primera batalla.»
40 Pero entonces, la señal, la columna de humo, comenzó a levantarse de la ciudad, y Benjamín, mirando atrás, vio que toda la ciudad ardía en llamas que subían hacia el cielo.
41 Entonces los hombres de Israel se volvieron y los benjaminitas temblaron al ver la calamidad que se les venía encima.
42 Volvieron la espalda ante la gente de Israel camino del desierto, pero los combatientes los acosaban, y los que venían de la ciudad los destrozaban cogiéndolos en medio.
43 Así envolvieron a Benjamín, lo persiguieron sin descanso y lo aplastaron hasta llegar frente a Gueba por el oriente.
44 Cayeron de Benjamín dieciocho mil hombres, todos ellos hombres valerosos.
45 Volvieron la espalda y huyeron al desierto, hacia la Peña de Rimón. Los israelitas fueron atrapando por los caminos a cinco mil hombres. Luego persiguieron a Benjamín hasta Guidón y le mataron dos mil hombres.
46 El total de los benjaminitas que cayeron aquel día fue de veinticinco mil hombres, armados de espada, todos ellos hombres valerosos.
47 Seiscientos hombres habían podido volverse y escapar al desierto, hacia la Peña de Rimón. Se quedaron en la Peña de Rimón cuatro meses.
48 Las tropas de Israel se volvieron contra los benjaminitas, y pasaron a cuchillo a los varones de la ciudad, al ganado, y a todo lo que encontraron. Incendiaron también todos los poblados que encontraron.

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Introducción a Jueces

El libro de los Jueces comprende tres partes desiguales:
a) una introducción, 1:1-2:5;
b) el cuerpo del libro, 2:6-16:31;
c) adiciones que narran la migración de los danitas, con la fundación del santuario de Dan, 17-18, y la guerra contra Benjamín en castigo del crimen de Guibeá, 19-21.

La introducción actual al libro, 1:1-2:5, en realidad no le pertenece: se ha dicho a propósito del libro de Josué que era otro cuadro de la conquista y sus resultados, considerado desde un punto de vista de los de Judá. Su inserción ha ocasionado la repetición en Jue_2:6-10 de informaciones acerca de la muerte y la sepultura de Josué que se habían dado ya en Jos_24:29-31 .

La historia de los Jueces se refiere en la parte central, 2:6-16:31. Los modernos distinguen seis grandes jueces, Otniel, Ehúd, Barac (y Débora), Gedeón, Jefté y Sansón, cuyos hechos se refieren de una manera más o menos detallada, y seis menores, Sangar, Jue_3:31 , Tolá y Yaír, Jue_10:1-15 , Ibsán, Elón y Abdón, Jue_12:8-15 , que solamente son objeto de breves menciones. Pero esta distinción no se hace en el texto; hay una diferencia mucho mayor entre los dos grupos, y el título común de jueces que se les da es el resultado de la composición del libro, que ha reunido elementos extraños entre sí en un principio. Los grandes jueces son héroes libertadores; su origen, su carácter y su acción varían mucho, pero todos poseen un rasgo común: han recibido una gracia especial, un carisma, han sido especialmente elegidos por Dios para una misión de salvación.

Sus historias fueron narradas primero oralmente, en formas variadas, e incorporaron elementos diversos. Finalmente, fueron reunidas en un libro de los libertadores, compuesto en el reino del Norte en la primera parte de la época monárquica. Abarcaba la historia de Ehúd, la de Barac y Débora, quizá alterada ya por el relato de Jos 11, referente a Yabín de Jasor, la historia de Gedeón-Yerubaal, a lo que se añadió el episodio de la realeza de Abimélec, la historia de Jefté ampliada con la de su hija. Se recogieron dos antiguas piezas poéticas, el Cántico de Débora, 5, que es un duplicado del relato en prosa, 4, y el apólogo de Jotán, Jue_9:7-15 , dirigido contra la realeza de Abimélec. Los héroes de algunas tribus se convertían en este libro en figuras nacionales que habían dirigido las guerras de Yahvé para todo Israel. Los jueces menores, Tolá, Yaír, Ibsán, Elón, Abdón, proceden de una tradición diferente. No se les atribuye ningún acto salvador, solamente se dan informaciones acerca de sus orígenes, su familia y el lugar de su sepultura, y se dice que han juzgado a Israel durante un número de años preciso y variable. Conforme al uso diverso del verbo sf[di[si2][md5].[mu5]t[ee, juzgar, en las lenguas semíticas del Oeste, emparentadas con el hebreo, en Mari en el s. XVIII a. C., y en Ugarit en el s. XIII, y hasta en los textos fenicios y púnicos de la época grecorromana (los sufetes de Cartago), estos jueces no sólo administran justicia, sino que gobiernan. Su autoridad no se extendía más allá de su ciudad o de su distrito. Fue una institución política intermedia entre el régimen tribal y el régimen monárquico. Los primeros redactores deuteronomistas poseían informes auténticos de estos jueces, pero extendieron su poder a todo Israel y los ordenaron en sucesión cronológica. Trasladaron su título a los héroes del libro de los libertadores, que de ese modo se convirtieron en jueces de Israel. Jefté servía de lazo de unión entre los dos grupos: había sido un libertador, pero también había sido juez; se sabían, y se dan a propósito de él los mismos datos, Jue_11:1-2 ; Jue_12:7 , que a propósito de los jueces menores, entre los cuales se incrusta su historia. Con ellos se equiparó también una figura que primitivamente nada tenía que ver con ninguno de los dos grupos: el singular héroe danita Sansón, que no había sido ni libertador ni juez, pero cuyas hazañas contra los filisteos se narraban en Judá, 13-16. Se añadió en la lista a Otniel, Jue_3:7-11 , que pertenece a la época de la conquista, ver Jos_14:16-19 ; Jue_1:12-15 , y más adelante a Sangar, Jue_3:31 , que ni siquiera era israelita, ver Jue_5:6 , así se alcanzaba la cifra de doce, simbólica de todo Israel. Fue también la redacción deuteronomista la que puso al libro su marco cronológico: conservando los datos auténticos sobre los jueces menores, fue intercalando en los relatos indicaciones convencionales en que se repiten las cifras de 40, duración de una generación, o su múltiplo 80, o su mitad 20, en un esfuerzo por alcanzar un total que, combinado con otros datos de la Biblia, corresponde a los 480 años que la historia deuteronomista pone entre la salida de Egipto y la construcción del Templo, 1Re_6:1 . En este marco, las historias de los Jueces llenan sin lagunas el período que discurrió entre la muerte de Josué y los comienzos del ministerio de Samuel. Pero, sobre todo, los redactores deuteronomistas dieron al libro su sentido religioso. Éste se expresa en la introducción general de 2:6-3:6 y en la introducción particular a la historia de Jefté, Jue_10:6-16 , así como en las fórmulas redaccionales que llenan casi toda la historia de Otniel, que es una composición deuteronomista, y que sirven de marco a las grandes historias siguientes: los israelitas han sido infieles a Yahvé, él los ha entregado en manos de los opresores; los israelitas han implorado a Yahvé, él les ha enviado un salvador, el Juez. Pero vuelven las infidelidades y la serie se repite. Este libro deuteronomista de los Jueces tuvo por lo menos dos ediciones. Los indicios más claros son: los dos elementos que se añaden en la introducción, Jue_2:11-19 y Jue_2:6-10 * 2:20-3:6, y las dos conclusiones a la historia de Sansón, Jue_15:20 y Jue_16:30 , que significan que el cap. 16 es una adición.

Este libro no contenía aún los apéndices, 17-21. Éstos no narran la historia de un juez, sino que informan de los acontecimientos ocurridos antes de la institución de la monarquía, razón por la cual han sido añadidos al final del libro después de la vuelta del Destierro. Reproducen antiguas tradiciones y han pasado por una larga historia literaria o preliteraria antes de ser aquí incluidos. Los caps. 17-18 tienen su origen en una tradición danita sobre la migración de la tribu y la fundación del santuario de Dan, que ha sido transformada en sentido peyorativo. Los caps. 19-21 combinan dos tradiciones de los santuarios de Mispá y Betel, que fueron divulgadas por todo Israel; estas tradiciones, quizá benjaminitas, fueron revisadas en Judá en sentido hostil a la realeza de Saúl en Guibeá.

El libro es casi nuestra única fuente para el conocimiento de la época de los Jueces; pero no permite escribir una historia lógica de esa época. La cronología que nos da es artificial, como lo hemos dicho ya. Suma períodos que han podido superponerse en el tiempo, puesto que los tiempos de opresión y las liberaciones nunca afectan más que a una parte del territorio y la época de los Jueces no se extendió más de siglo y medio.

Los principales acontecimientos cuyo recuerdo se nos conserva pueden ser fechados dentro de este período sólo por aproximación. La victoria de Tanac bajo Débora y Barac, 4-5, pudo haber sido conseguida hacia mediados del s. XII, es anterior a la invasión madianita (Gedeón) y a la expansión de los filisteos fuera de su territorio propio (Sansón). De ello se deduce sobre todo que, durante este turbulento período, los israelitas no sólo tuvieron que luchar contra los cananeos, primeros poseedores del país, por ejemplo contra los de la llanura de Yizreel, batidos por Débora y Barac, sino también contra los pueblos vecinos: moabitas (Ehúd), amonitas (Jefté), madianitas (Gedeón), y contra los filisteos recién llegados (Sansón). En estos momentos de peligro, cada grupo defiende su territorio. En ocasiones, un grupo se une a los grupos vecinos, Jue_7:23 , o a la inversa, una tribu poderosa protesta porque no ha sido invitada a participar del botín, Jue_8:1-3 ; Jue_12:1-6 . El Cántico de Débora, 5, estigmatiza a las tribus que no han respondido al llamamiento y, cosa notable, Judá y Simeón ni siquiera aparecen nombrados.

Estas dos tribus vivían en el Sur, separadas por la barrera no israelita de Guézer, de las ciudades gabaonitas y de Jerusalén, y su aislamiento alimentaba los gérmenes del cisma futuro. Por el contrario, la victoria de Tanac, que daba a los israelitas la llanura de Yizreel, facilitó la unión de la Casa de José y de las tribus del Norte. Sin embargo, la unidad entre las diferentes fracciones estaba asegurada por la participación en la misma fe religiosa: todos los Jueces fueron yahvistas convencidos, y el santuario del arca en Silo era el centro donde todos los grupos se encontraban. Además, estas luchas forjaron el alma nacional y prepararon el momento en que, ante un peligro general, se unirían todos contra el enemigo común, bajo Samuel.

El libro enseñaba a los israelitas que la opresión es un castigo de la impiedad y que la victoria es una consecuencia de la vuelta a Dios. El Eclesiástico alaba a los Jueces por su fidelidad, Sir_46:11-12 , la epístola a los Hebreos presenta sus éxitos como la recompensa de su fe; forman parte de esa nube de testigos que anima al cristiano a rechazar el pecado y a soportar con valentía la prueba a que se le somete, Heb_11:32-34 y Heb_12:1 .

Fuente: Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros

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Notas

Jueces 20,1
NOTAS

20:1 Locución estereotipada, utilizada fuera de Pentateuco para designar los límites norte y sur del país, de hecho ocupado por Israel, ver 1Sa_3:20; 2Sa_3:10; 1Re_5:5 [1Re_4:25], etc. Por excepción, aquí se añade el país de Galaad, a causa de la historia narrada en Jue_21:8-12. Otras expresiones delimitan el territorio de norte a sur: «desde la entrada de Jamat hasta el torrente de Egipto (o de la Arabá)», 1Re_8:65; 2Re_14:25; o de sur a norte: «desde el torrente de Egipto hasta el Río Grande» (el Éufrates), Gén_15:18; 2Re_24:7; ver Núm_34:1+.


Jueces 20,2
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Jue_20:17

NOTAS

20:2 Esta cifra, como las del relato de los combates, ver Jue_20:15, Jue_20:21, etc., es evidentemente exagerada.

Jueces 20,9
NOTAS

20:9 «Echaremos a suertes» griego; «contra ella, a suertes» hebr.

Jueces 20,10
NOTAS

20:10 «Guibeá» versiones; «Gueba» hebr.

Jueces 20,12
NOTAS

20:12 «a toda la tribu» versiones; «a todas las tribus» hebr.

Jueces 20,13
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Deu_17:12

Jueces 20,14
NOTAS

20:14 Todo el relato de la batalla de Guibeá, en su desarrollo y en su estilo, se parece al relato de la toma de Ay, Jos 7-8. Mejor que ver una influencia redaccional de Jos en Jc, se puede admitir que el relato de la toma de Ay se inventó basándose en el relato histórico de la victoria de Guibeá, ver Jos_7:2+.

Jueces 20,15
NOTAS

20:15 Hebr. añade: «setecientos hombres elegidos», duplicado de 16a.

Jueces 20,18
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Jue_20:27; Éxo_33:7+

[2] Jue_1:2

Jueces 20,20
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Jos_7:4; Jos_7:5

Jueces 20,22
NOTAS

20:23 Como lo exige el sentido, se invierten los vv. Jue_20:22 y Jue_20:23; en realidad estos dos vv. no pertenecen a la misma tradición.

Jueces 20,26
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Jos_7:6-9; Jos_8:1

Jueces 20,27
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Núm_25:7-13

Jueces 20,28
NOTAS

20:28 Los dos primeros intentos se habían llevado a cabo por orden de Yahvé, Jue_20:18, Jue_20:23, pero sólo en la tercera consulta promete Dios la victoria. En el paralelo de Jos 7, se explica el fracaso por una violación del anatema. Aquí no se da razón alguna.

Jueces 20,29
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Jos_8:4; Jos_8:9

NOTAS

20:29 Como lo indican las incoherencias del texto, se combinan con desmaña en todo el final del cap. las dos tradiciones de Mispá y Betel.

Jueces 20,31
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Jos_8:6; Jos_8:16

NOTAS

20:31 El choque tuvo lugar entre Betel, de donde procedían los israelitas, y Guibeá, de donde habían salido los benjaminitas.

Jueces 20,33
NOTAS

20:33 «al oeste de Gueba» versiones; «de la llanura (o: de la meseta) de Gueba» hebr.

Jueces 20,36
NOTAS

20:36 La frase continuará en Jue_20:45; sin embargo, 36b-44 no es uniforme.

Jueces 20,37
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Jos_8:19

Jueces 20,38
NOTAS

20:38 Después de «emboscados», hebr. añade «multiplica», incomprensible. Omitido por griego.

Jueces 20,39
NOTAS

20:39 «harían frente» conj.; «hicieron frente» hebr., pero ver Jue_20:41.

Jueces 20,40
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Jos_8:20

Jueces 20,42
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Jos_8:21-22

NOTAS

20:42 «de la ciudad» griego; «de las ciudades» hebr. -«cogiéndolos en medio» battawek conj.; «en medio de él» betôkô hebr. -Los benjaminitas se ven cogidos entre el grueso de la tropa y los emboscados, ver igualmente Jos_8:21-22.

Jueces 20,43
NOTAS

20:43 «lo persiguieron sin descanso» conj; «les hicieron perseguir, descanso (?)» hebr. -«Gueba» conj; «Guibeá» hebr.

Jueces 20,45
NOTAS

20:45 Localidad desconocida. El texto primitivo acaso dijera Gueba o Gabaón.

Jueces 20,48
NOTAS

20:48 «a los varones» metîm conj.: «(de la ciudad) intacta» metom hebr.