Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
6. Mas Sobre la Vanidad de las Riquezas y Fatigas por Conseguirlas.
Riquezas sin gozo (6:1-6).
1
Hay un mal que yo vi debajo del sol y que pesa muy gravemente sobre el hombre. 2
Uno a quien Dios dio riquezas, hacienda y honra, y a quien nada le falta de cuanto su deseo puede desear, pero a quien Dios no le deja gozar de todo eso, sino que lo gozan los extraños. 3
Esto es vanidad y mal trabajo. Aunque tenga cien hijos y viva muchos años, si no se hartó su alma del bien y ni siquiera halla sepultura, 4
digo que mejor que él es el abortivo, que si en vano vino y oscuramente se va y cubren su nombre las tinieblas, 5
y ni vio el sol ni supo nada, todavía más quietud goza que aquél, 6
y aunque dos veces mil años viviese sin gustar el bien, ¿no irían todos esos años por el mismo camino? La afirmación precedente de que es Dios quien concede no sólo las riquezas y hacienda, sino también la facultad de gozar de ellas, ha sugerido estas reflexiones a Cohelet, en que continúa exponiendo la vanidad de las riquezas y, en consecuencia, de los esfuerzos por conseguirlas. Impresiona a nuestro autor el caso del rico a quien no permite disfrutar de sus riquezas. No es raro encontrarse con personas que abundan en bienes de fortuna a quienes una desgracia física o una pena moral no deja gozar de sus riquezas y sentirse felices. Otras veces, y a éstas más bien parece aludir Cohelet, una muerte prematura arranca al hombre de sus riquezas en el momento en que el éxito acababa de coronar sus esfuerzos y podía comenzar a disfrutar de una copiosa fortuna. Se fue al sepulcro sin poder dejar un hijo que heredase el fruto de su ingenio, y tal vez sudores, que vino a parar a manos extrañas.
Pero supongamos el caso del hombre a quien Dios concediese largos años de vida y una posteridad numerosa, dos beneficios que los israelitas estimaban sobremanera *, Si luego Dios no le concede gozar de esos bienes y su alma no siente alegría y satisfacción, y al fin de su vida no halla digna sepultura lo que constituía la mayor deshonra para un judío 2 , es mejor la condición del abortivo, que no llegó a ver la luz del sol, y, por lo mismo, no ha sufrido los trabajos y privaciones, las inquietudes y desilusión del que, habiendo conseguido reunir inmensas riquezas, no puede disfrutar de ellas. Semejantes pensamientos profirieron Job y Jeremías en la dura prueba y tormentos a que fueron sometidos 3. Las riquezas, en consecuencia, no pueden dar al hombre ni siquiera esa felicidad relativa, única que pueden proporcionar las cosas de la tierra,
si Dios no concede juntamente con ellas la facultad de disfrutarlas.
Codicia insaciable y afanes inútiles (6:7-12).
7
Todo el trabajo del hombre es para su boca, y nunca se harta su alma. 8
¿Cuál es la ventaja del sabio sobre el necio? ¿Cuál la del pobre que sabe ir su camino? 9
Mejor es tener que perderse en deseos, y también esto es vanidad y persecución del viento. 10
El que es, ya tiene nombre, y ya se sabe que es un hombre y que no puede contender con quien es más fuerte que él. 11
Cierto, muchas palabras aumentan la vanidad; pero ¿qué provecho hay en eso para el hombre 12
y quién sabe lo que es mejor para él en los días de la vida de su vanidad, que pasa como sombra? ¿Quién dará a saber al hombre lo que después de él sucederá debajo del sol? La sentencia del v.7, según la cual
todo el trabajo del hombre es para su boca, no tiene relación inmediata con lo que precede, ni tampoco con lo que sigue; pero la tiene con el contexto del capítulo. Significa que todo el trabajo que el hombre pone se ordena, de una u otra manera, fundamentalmente a procurarse el alimento y satisfacer sus necesidades materiales. Pero el avaro no se ve satisfecho con lo necesario, y siente constantemente un deseo de acumular más y más, que nunca se ve saciado, de modo que, por mucho que trabaje y se fatigue, nunca llegará a sentirse feliz.
Se pregunta Cohelet en el v.8, que los autores relacionan con los v.1-6, qué ventaja pueda tener el sabio el pobre de la segunda frase viene a ser sinónimo suyo 4 , que sabe obtener provecho de la vida mediante su trabajo, sobre el necio, que renuncia al esfuerzo que éste supone. El tono de la pregunta deja entrever una respuesta negativa en la mente de Cohelet. Y la razón de la misma la coloca, sin duda, en el hecho de que ninguno de los dos encuentra en las cosas de esta vida la satisfacción plena de sus ansias de felicidad y a los dos espera una misma suerte al final.
La primera parte del V.9 reproduce la doctrina, ya varias veces expuesta por Cohelet, de que es mejor gozar moderada y honestamente de los bienes de la presente vida que andar constantemente a la caza de mayores riquezas sin gozar jamás de ellas 5. La segunda, si no es una glosa de un copista que colocó fuera de lugar el constante estribillo de la obra, habría que referirlo, no a toda la sentencia precedente, en cuyo caso Cohelet desaprobaría la tesis de su libro, sino al perderse en deseos, con lo que el autor insistiría en la vanidad de los esfuerzos del sabio, que pondrán también de manifiesto los versos siguientes.
El
ya tiene nombre del v.10 equivale a existía. El
mas fuerte que el hombre se refiere sin duda a Dios. El sentido de la frase es que el hombre lo que fue ayer, es y será siempre, un hombre y nada más que un hombre, el cual nada puede contra el gobierno de Dios, cuyos planes no puede cambiar en orden a conseguir sus deseos, de modo que tenemos en este verso las ideas habituales del autor sobre la impotencia del hombre para prever y modificar el curso de los acontecimientos 6. Las
muchas palabras a que alude el í. 11 son, según los comentaristas, las investigaciones y discusiones en torno a los ocultos juicios de Dios y las disposiciones de su providencia. Afirmó antes que el hombre no puede contender contra el más fuerte; añade ahora que el resultado físico de estas inquisiciones excesivas son la fatiga con sus consecuencias, el fastidio, el desaliento, la desesperación; el resultado moral es siempre idéntico: la vanidad (Âusy) 7. Además que, no obstante todos sus esfuerzos, no logra descubrir qué es lo mejor a realizar en cada momento, en orden a asegurar el éxito de sus planes, ya que éste depende de una serie de circunstancias y acontecimientos futuros cuyo desarrollo él ignora. Mientras que las cosas se suceden en un movimiento uniforme y continuo, la vida del hombre sobre la tierra pasa fugaz,
como una sombra8, de modo que no puede él abarcarlas en su conjunto para poder conocer las leyes que las regulan, y así descubrir el porvenir. La expresión con que termina la perícopa,
debajo del sol, indica a las claras que Cohelet no piensa en la retribución del más allá, sino en lo que ocurrirá en la tierra, en el decurso del tiempo, después de su muerte.
1
Gen_24:60;
Sal_127:3-5;
2Re_10:1;
2Cr_11:21. 2
Isa_14:19-20;
Jer_16:4-5;
1Ma_7:17;
2Ma_5:10;
2Ma_13:7. 3 Job 3:1-26;
Jer_15:10;
Jer_20:7-18. 4
Mat_5:3. Frecuentemente el rico es inicuo e injusto, tanto que San Jerónimo dice om-nis dives aut iniquus, aut iniqui haeres. El pobre, que no tiene en el mundo dónde poner su corazón, más fácilmente lo levanta a Dios y pone en él su confianza; éste es sabio y justo. 5 2:12.17; 3:22; 5:17-19. 6 3:11.14; 7.245s. 7 CXc.j-p.240. 8
1Cr_25:15;
Job_8:9;
Sal_102:11;
Sal_144:4.