Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
David en la cueva de Odulam (22:1-5).
1
Partióse de allí David y huyó a la caverna de Odulam. Al saberlo, sus hermanos y toda la casa de su padre bajaron a él, 2
y todos los perseguidos, los endeudados y descontentos se le unieron, llegando así a mandar a unos cuatrocientos hombres. 3
De allí fuese David a Masfa, en tierra de Moab, y dijo al rey de Moab i Te ruego que recibas entre vosotros a mi padre y a mi madre hasta que yo sepa lo que de mí hará Dios. 4
Y trajo a su padre y a su madre al rey de Moab, y allí con él habitaron mientras estuvo David en la caverna. 5
él profeta Gad dijo a David: No sigas en la caverna; ve y vuelve a tierra de Judá. Volvióse David y se refugió en el bosque de Jaret.
De la tierra de los filisteos pasó a la caverna (no
fortaleza, como traduce Leimbach) de Odulam, localizada en el actual
Tell esh-Sheik Madkur, cerca de
Jirbet id-el-Miyeh, a unas tres horas al oeste de Belén y a diez kilómetros al norte de
Beit Gibrin. Supiéronlo sus parientes y se refugiaron allí, por creerse seguros de las iras de Saúl. Pensó David poner a su familia a buen recaudo, escoltándola hasta tierras de Moab, en TransJordania. No sabemos dónde estaba Masfa de Moab, distinta de la homónima de Galaad Que 11:29). David ruega al rey de Moab acoja a su familia temporalmente, a lo que accedió el monarca. David acude a Moab por descender de aquella tierra por parte de su bisabuela Rut, la moabita (
Rut_4:21-22;
Mat_1:5). Regresó David a Odulam (
Mat_24:23), hasta que abandonó el lugar por indicación del profeta Gad (2 Sam 24:11-14:18-25), internándose hacia el sur del territorio de Judá. Pasó al bosque de Jaret, situado a unos doce kilómetros al noroeste de Hebrón y a tres de
Jirbet Qeila. El bosque es conocido hoy con el nombre de
Kharas (
Géogra-phie II 343).
Doeg el traidor (22:6-10).
6
Supo Saúl que David y los suyos habían sido vistos y, estando en Gueba en el alto, bajo el tamarindo, con la lanza en la mano y rodeado de todos sus servidores, 7
les dijo Saúl: Escuchad, benjaminitas: ¿Va a daros también a vosotros el hijo de Isaí campos y viñas y va a haceros a todos jefes de mil y jefes de ciento, 8
para que así todos os hayáis conjurado contra mí y no haya nadie que me informe de que mi hijo se ha ligado con el hijo de Isaí, y nadie de vosotros se duela de mí y me advierta que mi hijo ha sublevado contra mí a un servidor mío, para que me tienda asechanzas, como está haciendo? 9
Doeg el edomita, que estaba entre los servidores de Saúl, respondió: Yo he visto al hijo de Isaí en Nob con Ajimelec, hijo de Ajitob. 10
Ajimelec consultó por él a Yahvé y le dio víveres y la espada de Goliat el filisteo.
Sentado bajo un tamarindo, sito en una altura de los alrededores de Gueba, con la lanza, símbolo de su dignidad, en la mano y rodeado de sus servidores, habló Saúl de la conspiración del silencio tramada en torno suyo, culpando a sus servidores de haberse confabulado para ocultarle las maniobras de su propio hijo Jonatán encaminadas a derrocarle. Por sus crisis temperamentales había creado el rey en torno suyo una atmósfera de desconfianza y retraimiento. El silencio de los suyos había le sugerido la sospecha de que también ellos pensaban pasarse a la causa de David. Pero ¿tendrían mejores perspectivas económicas enrolándose en las filas de David en vez de seguir a las órdenes de Saúl? Por el texto se deduce que Saúl ejercía preferentemente su hegemonía sobre sus hermanos de tribu, de quienes aparece rodeado en esta circunstancia. Los de Judá, relegados a un segundo plano, sentían la causa de David, por pertenecer a su tribu (16:1ss). Doeg (21:8), allí presente, quiso hacer méritos informando al rey de que había visto a David en Nob, añadiendo detalle que no figura en 21:1-10 que Ajimelec había consultado a Yahvé a petición suya.
Matanza de sacerdotes en Nob (22:11-23).
11
El rey hizo llamar a Ajimelec, sacerdote, hijo de Ajitob, y a toda la casa de su padre, los sacerdotes que había en Nob, y todos vinieron al rey, 12
que dijo: ¿Oyes, hijo de Ajitob?; y éste contestó: Aquí me tienes, mi señor. 13
Y añadió Saúl: ¿Por qué os habéis ligado contra mí tú y el hijo de Isaí? Tú le has dado pan y una espada, y consultaste por él a Yahvé para que él se sublevara contra mí y me tendiera emboscadas, como lo está haciendo. 14
Ajimelec respondió al rey: ¿Quién de entre todos tus servidores como David, de una probada fidelidad, yerno del rey, admitido a sus consejos y tan honrado por toda tu casa? 15
¿Es acaso ese día el primero en que he consultado yo a Yahvé por él? Lejos de mí semejante cosa. No me haga el rey cargos que pesarían sobre toda la casa de mi padre, pues tu siervo no sabe nada de todo eso, ni poco ni mucho. 16
El rey le dijo: Vas a morir, Ajimelec, tú y toda la casa de tu padre; 17
y mandó a los guardias que tenía cerca: Volveos y dad muerte a los sacerdotes de Yahvé, pues han dado mano a David y, sabiendo bien que huía, no me informaron de ello. Los guardias del rey no quisieron poner su mano sobre los sacerdotes de Yahvé. 18
Entonces dijo el rey a Doeg: Vuélvete y mata a los sacerdotes. Y Doeg, edomita, se volvió, y él mató aquel día a los sacerdotes: ochenta y cinco hombres de los que vestían efod de lino. 19
Saúl pasó también a cuchillo a Nob, ciudad sacerdotal; hombres y mujeres, niños, hasta los de pecho, bueyes, asnos y ovejas, todos fueron pasados a cuchillo. 20
Un hijo de Ajimelec, hijo de Ajitob, pudo escapar. Llamábase Abiatar; fue a refugiarse a David 21
y le dio la noticia de que Saúl había matado a todos los sacerdotes de Yahvé; 22
David dijo a Abiatar: Ya pensé yo aquel día que Doeg, edomita, que estaba en Nob, no dejaría de informar a Saúl. Soy yo la causa de la muerte de toda la casa de tu padre. 23
Quédate conmigo y nada temas, que quien a ti te persigue es quien me persigue a mí, y aquí estarás bien guardado.
Preguntado por el rey, Ajimelec defendió su conducta para con David. Rechaza Ajimelec la acusación que le hace de conspirar contra él; pero la manía persecutoria pudo más en Saúl, quien mandó ejecutar a Ajimelec y a toda la casa de su padre. Encargó a los guardias que tenía cerca (hebreo: a los
cursores)
dieran muerte a los sacerdotes de Yahvé. Los
rasim, los
cursores, formaban un pelotón de escolta, que corrían delante del carro real (
2Sa_15:1;
1Re_1:5;
1Re_14:27-28). Con este mandato cometía Saúl un sacrilegio por atreverse a poner sus manos sobre personas sagradas. Los guardias de la escolta se negaron a hacerlo; pero no tuvo semejantes escrúpulos el edomita Doeg. Solamente Abiatar escapó de aquella carnicería. Con este acto se cumplía la profecía de Yahvé sobre la suerte de los descendientes de Helí (
1Re_2:31-33). También el poblado de Nob fue víctima de las iras de Saúl, perdiendo en adelante toda su importancia como ciudad religiosa, reapareciendo incidentalmente sólo dos veces en la historia de Israel (
Isa_10:28;
Neh_11:32). Al huir llevóse Abiatar el
efod, del que se servirá David para consultar a Yahvé. En adelante, David y Abiatar caminarán juntos tanto en la adversidad como en la prosperidad, hasta que este último abrazó la causa de Adonías, en castigo de lo, cual fue desterrado a Anatot, donde terminó sus días (
1Re_2:26-27).