Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
45. Ciro, Libertador de Israel.
Conversión de las Gentes.
Ciro, instrumento de Yahvé (1-7).
1 Así dice Yahvé a su ungido, Ciro, a quien tomé de la diestra para derribar ante él las naciones, y yo desceñiré las cinturas de los reyes, para abrir ante él las puertas y para que no se cierren las entradas. 2 Yo iré delante de ti y allanaré los ribazos. Yo romperé las puertas de bronce y arrancaré los cerrojos de hierro. 3 Yo te entregaré los tesoros escondidos y las riquezas de los escondrijos, para que sepas que yo soy Yahvé, el Dios de Israel, que te llamó por tu nombre. 4 Por amor de mi siervo Jacob, por amor de Israel, mi elegido, te he llamado por tu nombre, te he dado un nombre glorioso, aunque tú no me conocías. 5 Soy yo, Yahvé, no es ningún otro; fuera de mí no hay Dios. Yo te he ceñido, aunque no me conocías, 6para que sepan desde el levante del sol y desde el poniente que no hay ninguno fuera de mí. 7Yo soy Yahvé, no hay ningún otro; el que formó la luz y creó las tinieblas, el que da la paz y crea la desdicha. Yo soy, Yahvé, quien hace todo esto. En 41:2-4 aparece ya Ciro como elegido de Yahvé avanzando en fulgurantes conquistas. Aquí de nuevo es presentado como instrumento elegido por Dios para el cumplimiento de sus designios providenciales. Tenemos un cilindro muy característico de Ciro, en el que este monarca vencedor se presenta como el elegido del dios babilónico Marduc1. El estilo es parecido. Aquí, en el libro de Isaías, Ciro aparece como
ungido de Yahvé (v.1), título que se aplicaba a los reyes de Israel, que eran ungidos como representantes de Dios el día de su coronación; si bien se aplicó también a los patriarcas y al pueblo israelita 2. Ese será, con el tiempo, el título característico del
Rey de los tiempos mesiánicos, el Mesías, título que aparece por primera vez con este sentido en Sal 2. Ciro, pues, aquí es llamado
ungido de Yahvé en cuanto es instrumento de los
designios salvíficos de Dios sobre su pueblo, es decir, el instrumento de la liberación de Israel del yugo babilónico. No cabe duda que aquí el título dice relación a la misión que ha de cumplir como servidor de los intereses del pueblo elegido.
Tomé de la diestra, e.d., le protegí y guié en sus victorias para
desceñir las cinturas de los reyes, e.d., desarmarlos, de modo que pudiera
abrir las puertas de las ciudades conquistadas; Yahvé va
delante de Ciro (v.2) para quitarle los obstáculos en su camino,
allanando ribazos, convirtiendo su camino en una espléndida avenida triunfal, hasta llegar a las ciudades cuyas
puertas de bronce y cerrojos rompería el mismo Yahvé. Con ello caerían en su poder
los tesoros escondidos (v.3) de las naciones 3. Y la finalidad de esta protección de Dios es para que Ciro reconozca a Yahvé, Dios de Israel, como principal autor de sus conquistas, pues El le ha
llamado por su nombre (cf. 46:11). En el decreto de Ciro sobre la reedificación del templo de Jerusalén dirá: Yahvé, Dios del cielo, me ha dado todos los reinos de la tierra (
Esd_1:2), lo que es verosímil en labios de Ciro, que también en sus inscripciones se presenta como llamado por Marduk para tomar Babilonia4. En su política, muy diplomática, buscaba ante todo ganar la simpatía de cada pueblo sometido, halagando sus creencias religiosas y presentándose como el enviado del propio dios de cada pueblo. Pero debe quedar claro que, si Yahvé le ha suscitado y le ha dado la victoria, es
por amor de Israel, es decir, con vistas a su liberación del cautiverio babilónico; por ello le ha dado un
nombre glorioso (v.4) como
el de ungido, pastor (
Esd_44:28;
Esd_45:1), aunque no le
conocía; es decir, Ciro no sabía que sus conquistas eran debidas a Yahvé, Dios para él desconocido. Si Dios le protege, es para que todos reconozcan
desde el levante y desde el poniente (v.6) que no hay más Dios que Yahvé, señor de la
paz y de la desdicha (v.7), en cuanto domina y es arbitro de los destinos de la historia. Los otros ídolos no son dioses y no pueden prestar auxilio a nadie.
Las bendiciones de los tiempos mesiánicos (v.8).
8 Gotead, cielos, desde arriba, y que las nubes destilen la justicia. Abrase la tierra y produzca el fruto de la salvación, y germine a la vez la justicia. Yo, Yahvé, lo he creado. Puede considerarse este versículo como una explosión lírica sugerida al profeta por la próxima perspectiva de liberación de la cautividad. Los tiempos mesiánicos eran la obsesión de todo fiel israelita, porque en ellos habría de instaurarse
un reinado de justicia (v.9) o rectitud moral en las relaciones entre los ciudadanos, y de éstos con el Rey Mesías. Y todo ello se concibe como un rocío de bendición que viene de lo alto, de los
cielos y de las
nubes. Sólo Dios puede hacer que reine la
justicia entre los nuevos ciudadanos de la futura teocracia mesiánica:
Yo, Yahvé, lo he creado; esta afirmación solemne de Dios es para garantizar la futura realización de esta época venturosa de
justicia de que habla el profeta;
es obra de Dios: lo he creado. Dios garantiza su realización, que da por hecha. Es el estilo de los perfectos proféticos.
Inutilidad de la oposición a Dios (9-13).
Esta sección parece va dirigida contra un grupo de exilados que no admitían la liberación por medio de un rey pagano, no israelita, como se promete en
Jer_30:21. Y sobre todo esperaban una intervención milagrosa de Yahvé más espectacular, sin servirse de medios paganos;
con ello resplandecería más la omnipotencia divina.
9 ¡Ay del que contiende con su Hacedor! Es el tiesto de los tiestos de la tierra. ¿Dice acaso el barro al alfarero: Qué es lo que haces? Y su obra: ¿No tienes manos? 5 10 ¡Ay del que al padre dice: ¿Por qué engendraste? y a la mujer: ¿Por qué me pariste? 11 Así dice Yahvé, el Santo de Israel y su hacedor: ¿Me vais a interrogar sobre el futuro, sobre mis hijos? sobre la obra de mis manos, ¿me vais a dar órdenes? 12 Yo hice la tierra y creé sobre ella al hombre; mis manos desplegaron los cielos y yo mando a todos u ejército. 13 Y yo le suscité para justicia y allané todos sus caminos. El reedificará mi ciudad y libertará a mis desterrados, no por precio ni por dones, dice Yahvé de los ejércitos.
Aquí se destaca la libérrima actuación de Dios en su providencia. Como señor de todas las cosas y de la historia, dispone de las cosas según su beneplácito, como el alfarero, que hace a su antojo las orzas. Nadie tiene derecho a pedir razones a Dios, como tampoco el barro al alfarero (v.8). Los israelitas, pues, que protestan por haber elegido Yahvé a Ciro como instrumento de su liberación, no tienen sentido. El que
contiende con su Hacedor es el tiesto de los tiestos de la tierra, e.d., no tiene más categoría ante Dios que el barro o
tiesto en manos del alfarero, que lo modela según su capricho. No es la arcilla en manos del alfarero a quien corresponde negar la habilidad del alfarero (
no tienes manos, v.9). Tampoco el hijo tiene derecho a protestar a su padre por haberlo engendrado (v.10). Igualmente los israelitas no tienen derecho a pedir a Yahvé cuentas por el modo de llevar el curso de la historia humana, porque el
futuro es la
obra de mis manos (v.11), ya que es el
Hacedor o plasmador de la historia de Israel, y ahora va a realizar también una
obra en la historia (v.11), e.d., hará surgir a Ciro como libertador de su pueblo, lo que es un signo más de la omnímoda omnipotencia divina, pues toma como instrumento de sus designios sobre el pueblo santo a un gentil. Y como base de su intervención libérrima en la historia está el hecho de ser el Creador de todo: la tierra, los cielos y el hombre (v.12).· La liberación de Israel será también
obra de Dios, pues Ciro no será sino un instrumento de su providencia en la historia. Nadie puede permitirse criticar al que es el Hacedor del universo. La aparición de Ciro en la historia no es sino una manifestación de ese gobierno que Yahvé tiene sobre los pueblos. Dios le ha suscitado
para justicia (v.13), es decir,
para cumplir una misión: la de liberar al pueblo escogido conforme a las promesas. El, pues, será el encargado de reedificar Jerusalén
(mi ciudad) sin necesidad de ofrecerle de antemano
precio ni dones. La liberación de los
desterrados es obra exclusiva de Yahvé, que ha inducido el corazón de Ciro a realizarla. En 43:3 se decía que Dios le daría, en recompensa por esta obra, grandes regiones y riquezas. Pero en este c.45 Dios quiere hacer destacar que, como Señor único de Israel y de la historia, no necesita ofrecer rescates y dones para que sus obras se lleven a cabo. Dios no necesita rebajarse a ofrecer dones para que sus planes se cumplan. Basta que dé un impulso interno al corazón del hombre para que éstos se realicen.
Las naciones paganas reconocen al Dios de Israel (14-17).
14 Así habla Yahvé: La labor de Egipto, y la ganancia de Etiopía, y los sobeos, hombres de elevada estatura, pasarán a ti y serán tuyos, y te seguirán, y te servirán esposados, y se postrarán ante ti, y suplicantes te dirán: Sólo tú tienes un Dios, no hay ningún otro; los dioses no existen ya. 15 En verdad que tienes contigo un Dios escondido, el Dios de Israel, Salvador. 16 Cubiertos de confusión y de ignominia están todos a una, se van avergonzados los forjadores de ídolos. 17 Israel es salvado por Yahvé con salvación eterna; no seréis avergonzados ni confundidos por toda la eternidad. El profeta contempla en la época mesiánica una procesión de pueblos extranjeros africanos desfilando humillados con su
labor y
ganancias (v.14), ofreciéndolas como homenaje al pueblo escogido, que ha tenido
como patrimonio al único Dios, Salvador, mientras que los ídolos han desaparecido. Las victorias de Ciro y la liberación portentosa de Israel han abierto los ojos a Egipto, Etiopía y Sabá. En Egipto dominaron por algún tiempo las dinastías etíope-nubias, con las que tenían especiales relaciones los habitantes de Sabá. El profeta los junta como formando un frente común por occidente contra Judá, y ahora reconciliados con ella. El imperio persa llegó hasta el corazón de Egipto. Los
sobeos, a quienes define como de
elevada estatura (v.14), solían constituir tradicionalmente una clase social de esclavos (cf. 43:3) de los egipcios. El imperio egipcio en pleno, pues, se
postrara ante ti, pidiendo la admisión a participar en el culto del Dios único, Yahvé, que se ha manifestado para Israel de un modo particular, como
Salvador (v.15). Hasta entonces, para las naciones, Yahvé era como un Dios
escondido, pues había permitido que su pueblo fuese llevado en cautividad 6. Ahora, en cambio, se ha manifestado en toda su omnipotencia, dejando avergonzados a los ídolos y a sus seguidores (v.16). Las estatuas de los ídolos para nada han servido, y por eso
los forjadores de ídolos están avergonzados. En cambio, Israel es
salvado con salvación eterna, e.d., ha sido liberado, y no volverá a ser humillado de nuevo.
La salvación de Yahvé a todas las gentes (18-25).
18 Porque así habla Yahvé, el que creó los cielos, el Dios que formó la tierra, la hizo y la afirmó. No la creó para yermo, la formó para que fuese habitada. Soy yo Yahvé, y ningún otro. 19 No he hablado yo en secreto, en un oscuro rincón de la tierra. No he dicho yo a la progenie de Jacob: Buscadme en vano. Soy yo Yahvé, que hablo justicia y proclamo lo recto. 20Reunios, venid, acercaos juntamente los sobrevivientes de las naciones. No tienen entendimiento los que llevan ídolos de madera y ruegan a un dios incapaz de salvar, 21 Hablad y exponed, consultaos unos a otros: ¿Quién ha hecho oír esto desde antiguo y lo anunció desde entonces? ¿No soy yo Yahvé, y no hay más que yo? No hay Dios justo ni salvador fuera de mí. 22 Volveos a mí y seréis salvos, confines todos de la tierra. Porque yo soy Dios, y no hay otro. 23Por mí he jurado, salió la justicia de mi boca, una palabra irrevocable. Porque doblaráse ante mí toda rodilla y jurará toda lengua, 24 diciendo: Ciertamente en Yahvé tengo justicia y fuerza, a El vendrán cubiertos de ignominia todos los inflamados contra El. 25En Yahvé será justificada y glorificada toda la progenie de Israel. Este fragmento constituye una nueva profecía. La anterior quedó cerrada solemnemente en el í.17. Allí se hablaba de la liberación de Israel; aquí se hace una llamada salvadora a todos los pueblos en nombre de Yahvé. Enfáticamente se presenta a Yahvé como el creador de cielos y tierra (v.18). Si creó la tierra, lo hizo con una finalidad muy noble, y no para dejarla convertida en
yermo 7, sino para
que fuese habitada. No entra, pues, en sus planes la idea de destrucción de la vida. Dios tiene un designio salvador sobre la humanidad. Este designio bienhechor de Dios se demuestra por las revelaciones públicas que ha hecho a Israel. No ha hablado ocultamente con frases enigmáticas para que no las entendieran (v.19). No habló en un
rincón oscuro de la tierra, es decir, en el desierto, llamado frecuentemente país de tinieblas. Yahvé no habló en lugar solitario, sino públicamente 8; por otra parte, Yahvé no ha dicho a Israel:
Buscadme en vano (v.19), es decir, sin indicar el modo de ser encontrado. Sus revelaciones fueron suficientemente claras para que pudieran orientarse en la búsqueda de Dios, pues siempre le señaló el camino de la
justicia y de los
rectos 9.
Yahvé convoca a las
naciones a reunirse y decidir por sí mismas sobre lo que acaba de decir, e.d., sobre el testimonio de Yahvé acerca de la
justicia y de lo
recto. Como en capítulos anteriores, aduce la prueba de su veracidad en la venida de Ciro, que sólo El ha predicho, y no los ídolos. Esta invitación está dirigida a los
sobrevivientes de las naciones (v.20), e.d., a los que han escapado al juicio de Dios sobre los pueblos antes de la inauguración mesiánica, después de las victorias de Ciro. Y Dios de nuevo invita a las naciones reunidas a exponer sus puntos de vista (v.21) sobre el hecho de la aparición de Ciro, que sólo ha sido predicha por Yahvé (¿
Quién ha hecho oír esto desde antiguo? v.21). Este anuncio de antemano es prueba de que sólo Yahvé es el único Dios (v.21). Si, pues, es el único que conoce el futuro y domina los acontecimientos de la historia, es el único
Salvador (v.21). Por eso invita a todas las naciones a volverse a El (v.22), como único Ser digno de recibir culto y acatamiento. Dios
ha jurado (v.22) con carácter irrevocable que se doble ante El
toda rodilla y jure
toda lengua 10. Todos los
inflamados contra El (v.24), e.d., los que furiosamente se oponen a Yahvé, volverán a El confundidos como consecuencia de ese juramento que Yahvé ha hecho. Todos tendrán que reconocer que
la justicia y la fuerza (v.24) no pueden provenir sino
de El, ya que es el único Salvador, que otorga la victoria, mientras que los ídolos son seres inertes. Aquí
justicia equivale a victoria. Todo el que se adhiera a Yahvé, triunfará; y al contrario, el que no le reconozca será avergonzado. En
Yahvé será justificada, e.d., saldrá vencedora,
toda la progenie de Israel (v.25), y ese triunfo será causa de que Israel sea
glorificado ante todos los pueblos.
1 El interesante documento dice así: Marduk eligió un príncipe justo según el deseo de su corazón, para
tomarlo de la mano. A Ciro, rey de la ciudad de Anzam, cuyo nombre pronunció y llamó para dominar sobre todo el mundo. El país de Quti. sometió a sus pies. Le hizo tomar el camino de Babilonia, yendo a su lado como amigo (H. Gressmann,
Altorientalische Texte zum A.T. 2.a ed., 369). 2
Cf.
Sal_105:15;
Hab_3:13. 3 Los autores greco-romanos hablan de las grandes riquezas tomadas por Ciro al entrar en Babilonia. Cf. esquil.,
Pers. 53; Plinio El Viejo, Htsf. Nat. 33:3. 4 Cf. Gressmann,
Altorientalische Texte zum A.T. 2.a ed., p.3óQ. 5 Así según los LXX. El TM lit.: y tu obra: no hay manos para él. 6 Cf.
Isa_43:3;
Isa_55:8;
Deu_29:29;
Pro_25:2. 7 El texto hebreo emplea la palabra
tohu (cf.
Gen_1:2), que significa caótico, sin distinción, informe. 8 Algunos interpretan país
de tinieblas, cono sinónimo de
seol, la morada de las sombras de los difuntos. La nigromancia era el arte de consultar a los muertos. Yahvé, pues, aquí diría que El no habló con artes nigrománticas. 9 Lit. buscadme en el caos o yermo, e.d., sin orientación. Cf.
Isa_41:1-4.21-29;
Isa_43:9-31· 10 Cf.
Gen_22:16;
Jer_22:5;
Heb_6:13;
Rom_14:11;
Flp_2:10-11.