Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
29. Respuesta a Job.
E n este maravilloso monólogo recuerda el infortunado varón de Hus su felicidad pasada en medio de una sociedad que reconocía su virtud y rectitud de vida. El discurso comprende los c.29-31 y parece como una recapitulación del tema de sus discursos, y en él se refleja la nostalgia de la prosperidad pasada, sus sufrimientos presentes y su convicción de inocencia, y, por tanto,
su esperanza en la justicia divina.
La Felicidad Pasada (1-10).
1
Y volvió Job a hablar en sentencias, diciendo: 2
¡Quién me diera (volver) a los meses de antaño, a los días en que Dios me protegía! 3
Cuando resplandecía su lámpara sobre mi cabeza y a su luz marchaba en las tinieblas. 4
A lo que fui en mis días otoñales, cuando Dios protegía mi tienda; 5
cuando el Omnipotente era conmigo y me rodeaban mis niños; 6 cuando lavaba en leche mis pies y me daba la piedra arroyos de aceite; 7
cuando salía a la puerta alta de la ciudad y en la plaza se alzaba mi silla. 8
Los jóvenes, al verme, se escondían, y los viejos se alzaban en pie; 9
los príncipes contenían las palabras y ponían su palma en la boca, 10
y enmudecía la voz de los caudillos y se pegaba su lengua al paladar. La situación desgraciada actual hace surgir, por contraste, la felicidad pasada, que describe con entusiasmo, idealizándola hiperbólicamente conforme a las exigencias de su imaginación oriental, sobreexcitada por el dolor. Bajo la protección de Dios, su vida discurría próspera; y este sentido de vinculación al Omnipotente era para él como una lampara que iluminaba sus pasos en los días sombríos de la vida 1. Su tienda y vida familiar estaban bajo el amparo de Dios, y así sus días otoñales o maduros discurrían tranquilos, sin sobresaltos, en medio del cariño y alegría de sus pequeñuelos; y todo ello era consecuencia de la compañía
que le hacía el Omnipotente (v.5).
Como jeque poderoso, podía disfrutar de sus muchos bienes: lavaba en leche sus pies, expresión proverbial que indica opulencia 2. En los lagares, el aceite corría a raudales bajo la presión de la piedra de la muela (v.6). En el cántico de Moisés se dice de Israel que Dios le dio a chupar miel de las rocas y aceite de durísimo sílice. 3 La frase de Job puede ser también una expresión hiperbólica para destacar su abundancia excepcional, pues hasta las piedras le dan aceite en abundancia. Su posición económica le granjeaba también una alta posición social: a la puerta principal de la ciudad donde la gente se congregaba para recibir las noticias que traían las caravanas y para administrar justicia era Job reconocido por todos, y su sitial ocupaba el lugar de preferencia (v.7). Todo eran honores para el gran jeque opulento, bendecido por Dios. Todas las clases sociales le mostraban sus respetos: los jóvenes, por temor reverencial, se apartaban lejos, mientras que los ancianos respetuosamente se ponían en pie en reconocimiento de su superioridad; los príncipes, o representantes de las familias de abolengo, contenían sus palabras, prestando un silencio obsequioso al que solo era digno de hablar, y hasta los caudillos guerreros ídolos del pueblo enmudecían en su presencia (v.7-10). La descripción es viva y bellísima, no exenta de jactancia e hipérbole; pero refleja bien la nostalgia del que todo lo había perdido después de haber estado encumbrado en los más altos estratos sociales.
Protector de los desvalidos (11-17).
11
El oído que me oía me llamaba feliz, y los ojos que me veían se declaraban en mi favor; 12
porque libraba al pobre que clamaba y al huérfano que no tenía valedor. 13
La bendición del desgraciado llegaba a mí, y el corazón de la viuda se llenaba de gozo. 14
Vestíame de justicia, y ella me rodeaba como vestido, me era mi derecho por manto y turbante. 15
Yo era ojos para el ciego, era para el cojo pies, 16
era el padre de los pobres, y examinaba la causa del desconocido; 17
quebrantaba las muelas del injusto, y de sus dientes le arrancaba la presa. La maravillosa descripción de la virtud de Job resulta como un paréntesis inesperado dentro de la general sobre la situación próspera pasada. Los v. 11-17 nías bien encajarían después del v.25, que sirve de transición. Nadie menoscababa su gloria y respeto, pues encontraban justa su alta posición social (v.11), porque estaba siempre al servicio del desvalido, del huérfano, de la viuda y del pobre. Elifaz había insinuado que Job había cometido exacciones contra los desgraciados4. La realidad era todo lo contrario: había socorrido siempre al necesitado 5. Toda la vida de Job estaba presidida por el sentimiento de equidad y de justicia, que eran como su atuendo habitual (v.14) 6. Era un verdadero padre de los pobres, subviniendo a todas las necesidades: ojo para los ciegos, pie para el rengo; expresiones proverbiales que indican bien su espíritu de ayuda total (v.15). No sólo se prestaba a salvar los derechos de los conocidos, sino que aun los que no le eran conocidos encontraban en él generosa acogida; y no se contentaba con presentar la querella judicial, sino que exigía la indemnización inmediata, arrancando la presa de los dientes de los opresores (v.17).
La esperanza de ana vida colmada (18-20).
18
Decíame yo: Moriré viejo 7
, multiplicaré cual la arena los días; 19
mis raíces tendrán acceso a las aguas, y caerá de noche sobre mis ramas el rocío. 20
Renovaráse conmigo mi gloria, y mi arco se fortalecerá en mis manos. Supuesta la conducta de justicia y de equidad que presidió siempre su vida, favoreciendo y amparando a los desvalidos, era de esperar que Dios le recompensara con una colmada y próspera vida: gran longevidad, posteridad numerosa y reconocimiento público de sus buenas acciones. Estas eran las esperanzas de su vida hasta que el infortunio llegó a las puertas de su casa y le desengañó.
Prestigio ante el pueblo (21-25).
21
Para escucharme esperaban, y callaban hasta oír mi opinión. 22
Nadie replicaba a mis palabras; y sobre ellos gota a gota (caía) mi palabra. 23
Me esperaban como se espera la lluvia, y abrían su boca como al agua tardía. 24
Si les sonreía, no osaban creerlo, y no desperdiciaban la luz de mi rostro. 25
Yo les escogía su camino y me sentaba en cabeza, y moraba entre ellos como rey entre sus huestes, y se dejaban llevar a donde yo los conducía 8
. Los í.21-25 continúan la descripción interrumpida en el v.11: todos estaban anhelantes de escuchar los consejos y opiniones del gran jeque. Todos estaban conformes con sus sentencias, y nadie osaba replicar, pues en ellas encontraban la solución a sus interrogantes. Una simple sonrisa de sus labios llevaba la felicidad a los que le rodeaban, que estaban sedientos de sus palabras, como la tierra sembrada espera el agua tardía de la primavera, tan necesaria para la maduración de la mies (v.23) 9.
La luz de su rostro traía la felicidad a todos, y se entregaban a sus decisiones cuando se trataba de elegir un camino; todos se dejaban llevar por él como las huestes de un ejército conducidas por el rey (v.25).
1 Cf.
Sal_19:29;
Isa_60:3. 2 Cf.
Job_20:17;
Deu_33:24;
Sal_59:11· 3
Deu_32:13. 4 Cf.
Job_22:6-9. 5 Cf.
Sal_73:12. 6 Cf.
Isa_59:17. 7 Lit. el TM: Yo expiraré con mi nido. Nuestra corrección sigue a los LXX y es exigida por el contexto. Admitida por Dhorme, Bib. de Jér. 8 Lit. el TM: como quien consuela afligidos. La corrección, propuesta por Herz y seguida por Dhorme y Bíb. de Jér., está basada en la traducción de Símaco, y sólo exige un ligero retoque de letras hebreas. 9 Sobre la lluvia tardía de primavera véase Jér 3:3;
Ose_6:3;
Joe_2:23;
Zac_10:1.