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Mientras iban a comprarlo, llegó el novio, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de boda, y se cerró la puerta. (Mateo 25, 10) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Capitulo 25.
C onforme a lo indicado en el capítulo anterior, parece que Mt continúa el tema, respondiendo con él a la segunda parte de la pregunta hecha a Jesucristo por los discípulos con motivo de la afirmación de la destrucción del templo: ¿Cuál será la señal de tu venida y del fin del mundo? Al ignorarse hay que vigilar. Las dos parábolas siguientes son evocadas ante el juicio final por el Cristo perseguido y condenado.

Parábola de las Diez vírgenes, 25:1-13.
1 Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que, tomando sus lámparas, salieron al encuentro del esposo. 2 Cinco de ellas eran necias, y cinco prudentes; 3 las necias, al tomar las lámparas, no tomaron consigo aceite, 4 mientras que las prudentes tomaron aceite en las alcuzas juntamente con sus lámparas. s Como el esposo tardaba, se adormilaron y durmieron. 6 A la medianoche se oyó un clamoreo: Ahí está el esposo; salid a su encuentro. 7 Se despertaron entonces todas las vírgenes y se pusieron a preparar sus lámparas. 8 Las necias dijeron a las prudentes: Dadnos aceite del vuestro, porque se nos apagan las lámparas. 9 Pero las prudentes respondieron: No, porque podría ser que no bastase para nosotras y vosotras; id más bien a la tienda y compradlo; 10pero, mientras fueron a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban prontas entraron con él a las bodas y se cerró la puerta. ? Llegaron más tarde las otras vírgenes, diciendo: Señor, señor, ábrenos. 12 Pero él respondió: En verdad os digo que no os conozco. 13 Velad, pues que no sabéis el día ni la hora.

Se continúa con el bloque de relatos sobre la vigilancia. Aquí parecen orientados más estos temas en orden a la parusía.
Según las costumbres de entonces, los actos de una boda comenzaban a la puesta del sol. La novia esperaba en su casa, rodeada de amigas, la llegada del novio, que venía a buscarla, acompañado del grupo de sus amigos o paraninfos, que en Judea parece eran dos, y con todo el resto del grupo de familiares y demás amistades la llevaban, unidos los dos cortejos, a casa del esposo, en la que viviría. Todo este cortejo se realizaba con antorchas y cantos festivos. La esposa llevaba su cabeza ceñida de una corona y era llevada en una litera a casa de su esposo. Este y los suyos rodeaban la litera. Tanto los amigos del esposo como las amigas de la esposa iban entonando cánticos festivos y alusivos a los mismos. A la llegada del cortejo se celebraba el banquete de bodas 1.
Mt presenta un cortejo de diez vírgenes (ðáñèÝíáò). El número es puramente convencional y elegido para darle un valor simétrico, y con la expresión vírgenes trata de expresarse el ser jóvenes no casadas, que eran las que habían de acompañar a la esposa.
La lectura de la Vulgata, que salieron al encuentro del esposo (et sponsae), no es lectura genuina 2. El esposo, con su cortejo, tardaba, lo que es un rasgo irreal, pues ya todos estos actos están demasiado cronometrados, y siempre en un cortejo de éstos, que es de una duración muy pequeña, no viene a suceder lo que supone una tardanza muy larga que estas vírgenes se adormilasen y se durmiesen. Rasgo irreal, pues ya habían salido, y nada se dice si se duermen en el camino o se volvieron a casa. Y es increíble que se puedan dormir las compañeras de la esposa mientras la han de acompañar en toda su fiesta y espera. Es rasgo ambientalmente irreal, pero literaria y doctrinalmente real, que interviene en la enseñanza.
De estas diez vírgenes, cinco de ellas eran imprevisoras (ìùñáé)· El término griego tiene varios significados embotado, tardo, fatuo, estulto, imprudente, etc. , pero aquí, en contraposición a las otras, que se las califica, por su previsión, de prudentes (öñüíéìïé) ï previsoras, el significado que conviene a las primeras es de imprevisoras o imprudentes. Todas ellas salieron al encuentro del cortejo del esposo, el cual también se omite en la descripción, mirando sólo a destacar la comparación alegórica del esposo, y llevando con ellas, pues, conforme al uso, cía de noche, lámparas (ëáìðÜäáò). Estas lámparas se las supone, ordinariamente, conforme al pequeño tipo de lucernas de barro, de las que se encuentran con tanta abundancia en las excavaciones de Palestina. Pero, así valoradas, parece ser otro rasgo irreal. Pues no se ve cómo unas lucernas tan pequeñas pueden servir para alumbrar ampliamente el camino de un cortejo nupcial. Ordinariamente se usaban altas antorchas. Zorell ha propuesto que con el término de estas lucernas, aquí usado, se significa, como en otros muchos pasajes clásicos y papiros , las teas que se usaban en estos cortejos 3.
Estas jóvenes imprevisoras no tomaron, con sus lucernas o sus teas, una vasija donde llevar el aceite de repuesto. Zorell hace ver cómo, en su hipótesis, según las costumbres actuales de Belén, estas teas llevan en su extremidad superior telas impregnadas en aceite, y para repostarlas han de llevarse también vasijas con aceite, de repuesto 4.
En el resto del relato hay una serie de rasgos irreales: el que se duerman esperando al cortejo del esposo; el que las lucernas o teas se hubiesen apagado y no calculasen la necesidad de repuesto; el ir a medianoche a comprar aceite; el que se hubiese cerrado la puerta tras el cortejo, y el que tengan estas jóvenes poco previsoras que llamar a la puerta y al esposo para que les abra; ni le llamarían señor, pues eran familiares o gentes amigas. Y la respuesta del mismo: No os conozco; y el que las prudentes reprochan su descuido a las otras: no es alegría familiar.
Expuesto el cuadro de esta parábola, la doctrina que con ella se enseña aquí es ésta: Vigilad, porque no sabéis el día ni la hora de la venida final del Hijo del hombre. Es adición parenética que se gusta añadir a las parábolas (Mat_24:42; Mar_13:35).
Pero a través de esta enseñanza final y de los rasgos irreales que en ella se acusan se ve en varios elementos un valor alegórico. éstos pueden ser los siguientes:
El esposo es Jesucristo (Rev_19:6ss.9).
Su venida inesperada, su venida en la parusía.
Las vírgenes previsoras, las almas preparadas para la parusía.
Las vírgenes imprevisoras, las almas no preparadas para esa hora. Parece que también se ve en éstas a Israel, mientras en las previsoras a los gentiles: sería un cierto contraste global ante los hechos.
Las vasijas de aceite de repuesto y el prepararlas al despertar indica la solicitud de estas almas y su preparación y su vigilar en orden a la parusía.
También se destaca en la parábola que la actitud de vigilancia, actitud espiritual en orden a esta preparación parusíaca, no basta con un asistir, sin más, a este cortejo, aquí nupcial, allí parusíaco, sino que hay que tener esta previsión de repuesto, que es cooperar de una manera muy directa para poder intervenir o sumarse a él. Esta preparación es personal; cada una de estas vírgenes previsoras ha cooperado y se ha preparado. Y para esto hace falta que esta preparación religiosa sea no sólo actual, sino, como alguien ha dicho, habitualmente actual. Ya que el esposo puede llegar inesperadamente. No basta tampoco un simple clamar, como estas jóvenes imprevisoras; se exigen las obras de toda una vida (Mat_7:21-23). Ningún comentario mejor a este propósito que las mismas palabras de Jesucristo, cuando dice: No todo el que dice: ¡Señor, Señor! entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: ¡Señor, Señor! Yo entonces les diré: Nunca os conocí (Mat_7:21-23). Es todo ello la necesidad de las obras, en los mayores, en la vida cristiana para el premio e ingreso en el cielo. La parábola siguiente lo confirmará.
Si literariamente esta parábola mira a la parusía final; si esta parusía tiene una perspectiva que será, históricamente, definida y concreta, no obstante, conceptualmente, en el intento de Cristo, todo el tiempo anterior a ese momento es tiempo de preparación parusíaca. Se está ya en la hora postrera (1Jn_2:18; cf. Hec_2:17), y en ella, si la muerte sorprende antes de su venida, como sucedió a tantos que oyeron estas palabras de Cristo, no dejó de ser su vida, así enfocada, una preparación también para la venida final de Cristo. Todo cabía, en la perspectiva real de Cristo, como preparación para esta venida 5.
La parábola, como se ha visto, tiene un marcado enfoque de matices a la parusía, preocupación de la Iglesia primitiva, a la que representaba en fuerte tensión expectante en las diez vírgenes. Por otra parte, esta mezcla de vírgenes prudentes y necias, como la mezcla temporal eclesial de buenos y malos, es tema de Mt.
Originariamente la narración debió de ser el relato parabólico de un banquete, acaso de bodas, con la llegada inesperada del esposo. Lo repentino suele ser signo de acontecimiento grave o catastrófico v.g., el diluvio, el dueño que retorna de viaje . El acento debió de versar sobre lo súbito e inesperado que tendría la parusía. El alerta de vigilancia era una conclusión, original o adventicia, que se imponía.
La Iglesia primitiva la aplicó a sus fieles, y la alegorizó conforme a su uso, ante el mejor conocimiento de la doctrina y hechos. Pero el valor fundamental que tuvo en boca de Cristo permanece, aunque también parece percibirse el valor moralizante de la misma en la iglesia de Mt.

Parábola de los Talentos,Hec_25:14-30.
Propia de Mt y con la misma perspectiva literaria ya que puede proceder de otro contexto a la parusía 6.

14 Porque es como si uno, al emprender un viaje, llama a sus siervos y les entrega su hacienda, 15 dando a uno cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad, y se va. 16 Luego el que había recibido cinco talentos se fue y negoció con ellos y ganó otros cinco. ! 7 Asimismo el de los dos ganó otros dos. '8 Pero el que había recibido uno se fue, hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su amo. 19 Pasado mucho tiempo, vuelve el amo de aquellos siervos y les toma cuentas, 20 y, llegando el que había recibido los cinco talentos, presentó otros cinco, diciendo: Señor, tú me has dado cinco talentos; mira, pues, otros cinco que he ganado. 21 Y su amo le dice: Muy bien, siervo bueno y fiel, has sido fiel en lo poco, te constituiré sobre lo mucho; entra en el gozo de tu señor. 22 Llegó el de los dos talentos y dijo: Señor, dos talentos me has dado; mira otros dos que he ganado. 23 Díjole su señor: Muy bien, siervo bueno y fiel; has sido fiel en lo poco, te constituiré sobre lo mucho; entra en el gozo de tu señor. 24 Se acercó también el que había recibido un solo talento y dijo: Señor, tuve cuenta que eres hombre duro, que quieres cosechar donde no sembraste y recoger donde no esparciste, 25 y, temiendo, me fui y escondí tu talento en la tierra; aquí lo tienes. 26 Respondióle su señor: Siervo malo y haragán, ¿conque sabías que yo quiero cosechar donde no sembré y recoger donde no esparcí? 27 Debías, pues, haber entregado mi dinero a los banqueros, para que a mi vuelta recibiese lo mío, con los intereses. 28 Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez, 29 porque al que tiene se le dará y abundará; pero a quien no tiene, aun lo que tiene se le quitará, 30 y a ese siervo inútil echadle a las tinieblas exteriores; allí habrá llanto y crujir de dientes.

Se trata de una parábola alegorizante. Ya comienza con esta estructura, artificiosa y pedagógica, pues no por emprenderse un viaje con regreso hay que disponer de los bienes, y aquí va a confiarles su hacienda. Por el contrario, lo distribuye a tres categorías de siervos.
La cantidad que deposita es exorbitante y acusa intenciones alegóricas. Va a distribuir talentos. El talento, más que una moneda, era el peso de un determinado número de dinero. Pesaba unos 42 kilogramos. Era equivalente a 6.000 denarios. Y éste aparece como el sueldo diario de un operario (Mat_20:2). Se cita en un papiro cómo se pagan a un tejedor 80 dracmas (la dracma ática es equivalente al denario) como salario de dos meses 7. La cantidad, pues, que deja a cada uno cinco, dos y un talento era excesiva, y, conforme al artificio de la parábola, distribuida también convencionalmente según su capacidad.
Después de mucho tiempo volvió aquel señor. Con ello se da margen suficiente a la producción de los bienes confiados. Pero el primero y único acto que se destaca, por su valor de enseñanza, es el que pide cuentas de los talentos entregados a aquellos siervos.
Los dos primeros, gozosos, le traen el doble de lo entregado: el primero recibió cinco talentos, y logró otros cinco; el segundo, con dos, logró otros dos.
El señor los felicita por haber sido siervo bueno y fiel. Pero destacará un rasgo, por el valor alegorizante que va a tener: han sido fieles en lo poco. Pero cinco y dos talentos eran una fortuna cuantiosa. Los cinco talentos eran equivalentes a 30.000 denarios, y los dos talentos equivalían a 12.000. El felicitar por haber sido fiel en lo poco, siendo una cantidad excesiva, acaso esté formulado sobre un proverbio o sentencia sapiencial; en todo caso, probablemente se destaca por su valor alegórico: la abundancia y excelencia de los dones de Dios.
El premio será una mayor abundancia de dones: si aquí se le encargó de administrar una cantidad limitada, lo poco, el premio será constituirlo sobre lo mucho. Así, de administrador limitado pasa a ser mayordomo o intendente general. Es fórmula literaria de expresión progresiva. El premio es entrar en el gozo de su señor, cuyo significado alegórico, como luego se verá, es el premio definitivo mesiánico. Lo mismo pasa y se dice con el mismo clisé proporcional con el segundo siervo.
Pero al llegar el siervo al que, por sus condiciones, se le había dado un solo talento, éste le dirá, torpe y osadamente, como disculpa de su temor y de su inactividad, que lo escondió en tierra, para asegurarlo así incluso del robo de ladrones (Mat_13:44), por temor al señor, que eres hombre duro, que quieres cosechar donde no sembraste y recoger donde no esparciste. Elemento parabólico que tendrá su parte de alegorización.
El juicio que hace su señor de él es éste: Eres malo y perezoso; y si sabías que yo era así y temías perderlo al exponerlo a determinados negocios, debías haberlo llevado a los banqueros, para que a mi vuelta lo hubiese recibido con el interés. En la época de Cristo el interés que producía el dinero en las mesas de los banqueros era sobre un 12 por 100 al año 8. Así habría, a su vuelta, recibido lo mío, puesto que sólo lo había entregado para negociar, junto con el interés correspondiente.
El señor, ante esto, da la orden de castigo, que es doble: a) quitarle lo que se le dio; b) echarle a las tinieblas exteriores; Allí habrá llanto y crujir de dientes.
Hay una cosa chocante: el talento que se quita a este siervo inepto hace que se lo den al que tenía cinco y logró otros cinco talentos. ¿Por qué esto? Podría acusar la libre voluntad de distribución de sus bienes de este señor (Mat_20:15). Pero se expone así, probablemente, por el valor alegórico de este detalle.
De hecho, como explicación, se añade lo siguiente: Porque al que tiene, se le dará y abundará; pero a quien no tiene, aun lo que tiene se le quitará (v.29).
El contexto propio de este versículo es discutido. Aparece también en otros pasajes (Mat_13:12; Mar_4:25; Luc_8:18) que son contextos completamente distintos. Pero también aparece en otro contexto semejante (Luc_19:26). ¿Es una especie de proverbio usado por Jesucristo en diversas ocasiones? ¿Es una sentencia que Jesucristo usó en otra ocasión, y el evangelista la utiliza o repite, oportunamente, aquí?
La enseñanza doctrinal fundamental es clara: Dios exige que los seres humanos rindan, religiosamente, los valores que Dios les confió, preparándose así a su parusía.
Pero esta misma enseñanza alegoriza, seguramente, varios de los elementos integrantes de la misma. Tales son:
1) El señor que emprende un viaje, que tendrá retorno, es Jesucristo en su Ascensión.
2) Esta ausencia será larga mucho tiempo y tendrá retorno: es Jesucristo en su parusía final.
3) Los bienes que confía a sus siervos son los valores religiosos que son dados a los hombres (Efe_4:7-16).
4) El repartir talentos, cantidad excesiva, acaso pueda indicar la generosidad de los dones celestiales. El hombre ha de rendir cuenta de todos sus valores a Dios.
5) El señor que vuelve, juzga y da premios y castigos es Jesucristo, Juez del mundo, en su parusía.
6) El premio de entrar en el gozo de tu señor es el premio de la felicidad eterna, cuya descripción alude al gozo de participar en el banquete mesiánico celestial (Mat_8:12.13; Mat_22:8.10; Luc_22:30), forma con que se expresaba, frecuentemente, la felicidad mesiánica.
7) El rendimiento máximo, en su apreciación literaria, de los talentos confiados a los dos primeros siervos, indica la obligación de desarrollar los dones de Dios (1Co_15:10) y el mérito de los mismos, como se ve por el elogio y premio que da a los dos primeros siervos. En el reino de Cristo, las acciones tienen verdadero mérito, que Dios premia y cuya omisión castiga. La fe sin obras queda rechazada en esta parábola alegorizante.
8) La inactividad de no rendir con los dones de Dios es culpa: pecado de omisión.
9) Todos estos dones aparecen siempre como don de Dios, no sólo al confiarlos los talentos que confía a los siervos , sino también en el tiempo del uso de ellos: para que al venir recibiese lo mío (un talento), con los intereses (v.27).
10) El hecho de mandar añadir este talento al que tenía diez, lo mismo que la frase porque al que tiene se le dará y abundará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará, más que alegoría, es un enunciado de la economía sobrenatural, presentado en forma paradójica. El que obra bien y merece, se hace siempre digno de una mayor donación de gracias y que los poderes otorgados a los discípulos crecen con el uso y disminuyen con el desuso (J. L. Mckenzie). Naturalmente, la parábola alegorizante tiene un valor sapientiae extremista y ha de ser medido en su ambiente.
11) El echar a este siervo inútil a las tinieblas exteriores, allí habrá llanto y crujir de dientes es, en este contexto, el castigo del infierno y fórmula usual en los evangelios. En Lc (1Co_21:7) está menos alegorizado este rasgo.
Se plantea el problema de si esta parábola es la misma que trae Lc (1Co_19:11-28) sobre las minas. Las diferencias apreciables en la comparación de ambas son accidentales, y los autores admiten, generalmente, que es una doble versión de la misma.
El sentido original del relato debió de ser una parábola, pues la actual alegorización cristiana es clara. En ella se censuraría a los escribas y jefes religiosos de Israel, a quienes se había confiado el tesoro de la doctrina y no la supieron administrar para el mesianismo, hasta impedir al pueblo recibir el don del reino (Luc_11:52). Si originariamente no se aludía al juicio final, se lo suponía en el transfondo.
La Iglesia primitiva la alegorizó, destacándose en ella dos direcciones: una es la parenética: por qué se le añade al que tiene más lo que se le quitó al que no produjo. Esta sorpresa está explícita en Lc (Luc_19:25-26). Tales son los planes de Dios (Mat_20:11-15): libres y misteriosos. Pero el acento principal, ya muy pronto, se centra en su enfoque parusíaco: hay que rendir los dones de Dios, pero en orden final a la parusía. Que haya un alerta vigilante en los fieles, aunque ésta se demore (2Te_2:1-2), haciendo rendir los talentos que Dios ha dado a cada uno. Que no haya desánimo porque ésta no sea inminente 8. Preocupación muy acusada en la primera generación cristiana.

El juicio final,2Te_25:31-46.
Este cuadro del juicio final es el término natural de toda la construcción literaria del discurso escatológico en Mt. Las parábolas de la vigilancia a la parusía exigían como término la manifestación de ésta. La parusía final de Cristo será la hora en que El ejercerá un juicio universal. Se omite la resurrección de los muertos (1Te_4:15-18), con la transformación que experimentarán en esa hora al ser revestidos de las dotes gloriosas (1 Cor c.15). Aquí sólo se presenta el hecho de Cristo Juez del mundo, que da una sanción eterna, con sentencia universal final y pública. El Cristo glorioso frente al Cristo condenado.

31 Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria y todos los ángeles con El, se sentarán sobre su trono de gloria. 32 Y se reunirán en su presencia todas las gentes, y separará a unos de otros, como el pastor separa a las ovejas de los cabritos, 33 y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. 4 Entonces dirá el Rey a los que están a su derecha: Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. 35 Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; peregriné, y me acogisteis; 36 estaba desnudo, y me vestísteis; enfermo, y me visitasteis; preso, y vinisteis a verme.37 Y le responderán los justos: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, sediento y te dimos de beber? 38 ¿Cuándo te vimos peregrino y te acogimos, desnudo y te vestimos? 39 ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte? 40 Y el Rey les dirá: En verdad os digo que cuantas veces hicisteis eso a uno de estos mis hermanos menores, a mí me lo hicisteis. 41 Y dirá a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno, preparado para el diablo y para sus ángeles. 42 Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; 43 fui peregrino, y no me alojasteis; estuve desnudo, y no me vestísteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis. 44 Entonces ellos responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, o sediento, o peregrino, o enfermo, o en prisión, y no te socorrimos? 45 El les contestará diciendo: En verdad os digo que, cuando dejasteis de hacer eso con uno de estos pequeñuelos, conmigo no lo hicisteis. 46 E irán al suplicio eterno, y los justos, a la vida eterna.

En esta hora de la parusía final, el Hijo del hombre vendrá en su gloria, y, como parte de ella, vendrá con todos los ángeles, que son sus ángeles (Mat_13:39-41.49.50; Mat_24:31), como ornamento suyo y como ejecutores de sus órdenes. Todo ello indica, dentro del género apocalíptico, la grandeza de la majestad con que Cristo realizará aquel acto, lo que no excluye, naturalmente, la realidad de esta presencia de los ángeles; aparte que la presencia de los ángeles, como sus servidores, habla de su trascendencia.
Cristo, en su venida, conforme a la descripción de los apocalípticos, se sentará sobre un trono de gloria 9. Y se reunirán delante de él todas las gentes. Es el juicio universal (Mat_28:19).
Cristo, Hijo del hombre, proclamado aquí abiertamente Rey, es el Rey Mesías (Jua_6:15), y, como Rey, va a dar posesión o exclusión de entrar en su Reino (v.34) a todas las gentes. Y aparece aquí como Juez del mundo, y en cuanto Hijo del hombre (Jua_5:27). Este poder judicial de Cristo sobre la humanidad evoca o habla de su grandeza divina. La literatura apócrifa apocalíptica no atribuye este poder judicial sino a Dios. Sólo un pasaje del Libro de Henoc se lo confiere al Mesías, pero ni así a El solo. Cristo aparece aquí reivindicándose este privilegio o atributo divino. ¿No es esto sugerir su naturaleza divina? Por esta doble prerrogativa de Juez de los seres humanos y de fin último de los hombres, se nos muestra la persona de Cristo con una majestad claramente divina. 10
Cristo ejerce, dramáticamente, en este cuadro su acción judicial, separando a las diversas clases de personas, como el pastor separa a las ovejas de los cabritos imagen probablemente inspirada en Ezequiel (Jua_34:17) en dos grupos: a la derecha e izquierda. En el uso rabínico de casos de separación, a la derecha se pone siempre lo mejor 11. Õ en el motivo de esta separación hay dos razones.
a) La primera es una predestinación. Son aquellos a quienes el Padre se lo tiene preparado ya desde la constitución del mundo.
La realización del plan eterno de Dios se expresa a veces por la frase antes de la constitución del mundo (Jua_17:24; Efe_1:14); pero la expresión desde la constitución del mundo viene a tener el mismo significado. Así se lee en el Apocalipsis: Y la adoraron [a la Bestia] todos los moradores de la tierra, cuyo nombre no está escrito, desde el principio del mundo, en el libro de la vida del Cordero degollado (Rev_13:8). Esto mismo se ve en Proverbios, según los LXX (Rev_8:22-23), en el que la expresión al comienzo del mundo significa evidentemente antes de venir al mundo. Es la elección de que habla abiertamente San Pablo (Efe_1:4).
b) Pero el segundo motivo son las obras que realice el ser humano: las obras de misericordia. Son hechos prácticos. No en vano El dejará en la última cena, como característica de los suyos, el amor de unos a otros (Jua_13:35). Y es la prueba clara del amor a Dios, hasta llamar San Juan mentiroso al que dice que ama a Dios y no ama al prójimo con hechos (1Jn_4:20-21). Era la doctrina en la que tanto insistieron los profetas y autores sagrados, y que aquí se describe a su estilo (Isa_58:7; Job_22:6, etc.). Mt describe este cuadro en la línea del sermón de la Montaña. Si aquello es el programa, esto es el término de toda la actividad. Es tema muy de Mt (Job_7:2 Iss). En su pintura se ven usados, probablemente, sobria y libremente, elementos de temas apocalípticos judíos, especialmente del libro de las parábolas de Henoc 11.
Pero este amor al prójimo no es filantropía; ha de ser caridad. Porque exige que, al beneficiar al prójimo necesitado, se vea en el prójimo a él: a mí me lo hicisteis (v.40.45). Es amor de caridad: amor al prójimo por amor de Dios. No interesa la calidad ni la categoría de las personas. Pues no es la persona por quien se hace, sino por EL Por eso tiene premio de cielo lo que se hace a mis hermanos más pequeños. En realidad, lo que más destaca Mt en la condena de Cristo en el juicio no es tanto el no haber hecho estas obras, sino el no haberlas hecho viendo en esos desgraciados a El (Bonnard) (cf. Mar_9:37; Luc_9:48): hacerlas por él.
c) Por último, la sentencia que se da es eterna. Los malvados irán al suplicio eterno, y los justos a la vida eterna (v.46).
Los malvados tendrán suplicio (v.46), que es separación de Cristo (v.41); fuego (v.49) y compañía del diablo y de sus ángeles (v.42). Del infierno se dice que está preparado para el diablo y para sus ángeles. En el ambiente judío se admitía un demonio de rango superior, que concretaba en sí todas las maldades, al que se le dan diversos nombres, y que ejerce un cierto reinado sobre los inferiores, incluso para dirigirlos 12. Los demonios, conforme a la tradición, lo cual también sostenía la teología rabínica, son ángeles, espíritus (Rev_12:7-9) 13.
Y este castigo será eterno. La palabra cobra un espantoso realismo, sin atenuación alguna posible, en este contexto. Los unos y los otros tienen un destino igualmente eterno; si queremos arrancar a los condenados de su pena, es menester también tomar a los elegidos de su vida 14.

1 Sobre estas costumbres, cf. Strack-B., Kommentar. I p.500-517-969; cf. Rev. Bib. (1917) 175-180; cf. J. Jeremías, o.c., p.209-214. 2 Nestlé, ?. ?. graece el latine (1928) ap. crít. a Mat_25:1. 3 Zorell, Lexicón graecum í. Ô. (1931) col.758-759. 4 Lexicón. Lc. 5 Lagrange, Le Messianisme. (1909) p.166; Vosté, Parabolae selectae. (1933) II p.488-505; Buzy, Parábales. (1932) h.L; Lagrange, évang. s. Sí. Matth. (1927) p.4 74-479; Fuenterrabía, La imagen parabólica del matrimonio y la parábola de las diez vírgenes: Est. Franc. (1956) 321-362; F. A. STROBEL, Zum Verstandnis von Mat_25:1-13 : Novum Test. (Lciden) (1958) 199-227; J. Blinzler, Bereitschaft für das Kommen des Herrn! Mat_25:1-13 : Bibel und Liturgie (1963) 89-100; J. Jeremías, Die Gleichnisse Jesu (1970) p.64-66.209-214. 6 J. Jeremías, Die Gleichnisse Jesu. (1970). 7 Willam, Das Leben Jesu. vers. esp. (1940) 387. 8 Edersheim, Life and Times of Jesús II p.463-464; Kennedy, Money-changers, en Hasting, Dic. ofBible III p.432-433; Willam, Das Leben Jesu. vers. esp. (1940; el ap. Operaciones bancarias p.380-383; P. Ganne, La parábale des talents: Bibl. et Vie Chrét. (1962) p.44- 53; M. Zerwick,Die Parabel vm Thrananwarter, Lev_19:11-27; Bíblica (1959) p.654-674. 8 j. Jeremías, o.c., p.72-78. 9 Henoc XLV 3; LV 8; LXII 2. 10 Lebreton, La Vie Et L'enseignement De J.-Ch., Vers. Esp. (1942) II P.164. 11 Strack-B., Kommentar. I P.980. 11 D. Ruatti, // giudizio universale e le opere di misericordia (Mat_25:31-46) (Diss. Pont. Univ. Gregoriana 1959). 12 Bonsirven, Le Judaüme paLesümen (1934) I p.244-246. 13 Bonsirven, o.c., i p.24l-244. 14 Lebreton, o.c., p.166.

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 25

d) Las diez vírgenes (Mt/25/01-13).

1 El reino de los cielos será entonces semejante a diez vírgenes, las cuales tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo. 2 Cinco de ellas eran necias y cinco sensatas. 3 Porque las necias, al tomar sus lámparas, no se proveyeron de aceite; 4 en cambio, las sensatas, junto con sus lámparas llevaron aceite en las vasijas. 5 Como el esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. 6 A media noche se levantó un clamoreo: Ya llega el esposo; ¡salid a su encuentro! 7 Entonces, todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. 8 Las necias dijeron a las sensatas: Dadnos de vuestro aceite, que nuestras lámparas se apagan. 9 Pero las sensatas contestaron: No sea que no alcance para nosotras y vosotras; mejor es que vayáis a los que lo venden y os lo compréis. 10 Pero, mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. 11 Finalmente, llegan también las otras vírgenes, llamando: ¡Señor, señor, ábrenos! 12 Pero él les respondió: Os lo aseguro: No os conozco. 13 Velad, pues; porque no sabéis el día ni la hora.

Al fin del sermón de la montaña Jesús había contrapuesto un hombre necio y otro sensato. El primero había edificado su casa sobre un movedizo suelo arenoso, el segundo sobre la firme roca. La casa del primero fue demolida en el juicio, la otra casa le hizo frente (cf. 7, 24-27). Aquí de nuevo se da la oposición entre necio y sensato. Son sensatos los que oyen y ponen por obra las palabras del Evangelio, son necios los que oyen las palabras, pero no proceden de acuerdo con ellas. Unas vírgenes traen consigo el aceite, las otras sólo traen vasijas vacías. El aceite es el Evangelio realizado en la vida. El que no tiene aceite, no aporta obras; solamente, las palabras de la confesión «Señor, Señor» (Kyrie, Kyrie), pero no la vida conforme con esta confesión. Las vírgenes exclaman: ¡Señor, señor, ábrenos!, como muchos exclamarán en aquel día: «¡Señor, Señor! ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre arrojamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos prodigios? Pero entonces yo les diré abiertamente: Jamás os conocí; apartaos de mí, ejecutores de maldad» (7,22s). El juez solamente reconoce a los que antes, a lo largo de su vida, lo habían reconocido. Los demás no le pertenecen, el juez no los conoce. El que conoce a otro, según la concepción bíblica le dice «sí» y le ama. Le acepta como suyo y como si le perteneciera. Así ha conocido el Hijo al Padre, y el Padre al Hijo (11,27). Así el Señor conocerá a los suyos y los aceptará definitivamente en su reino, o no los conocerá y los recusará para siempre. Las vírgenes según el relato estaban encargadas, como una comitiva de honor, de ir al encuentro del esposo desde la casa de la boda, para regresar con él a la casa donde se celebraba la fiesta. Ante la casa del esposo tiene lugar la tardanza. Ya han consumido el aceite en el camino, y también ahora mientras esperan delante de la puerta, de tal forma que ya no es suficiente para el regreso, y las vasijas tienen que ser llenadas de nuevo. Algunas vírgenes se habían provisto abundantemente para cumplir su cometido, las otras habían dejado de hacer estas provisiones. Lo peculiar solamente es que mientras aguardan, se duermen y tienen que ser despertadas por el clamoreo. Quizás en este rasgo particular de la historia se debe reconocer lo que antes se dijo muchas veces, o sea que la llegada ocurre repentina e inesperadamente. Pero por lo demás la parábola está bellamente concluida en sí misma y no puede transferirse en cada rasgo particular a la realidad aludida. Pero en el contexto que le da el evangelista, muchas cosas aparecen con mayor claridad por la comprensión de la fe. Cualquier cristiano sabe quién es este esposo, que también puede hacerse esperar, quiénes son las vírgenes sensatas y quiénes necias, qué significa la fiesta de la boda y qué espanto producen sobre todo las puertas cerradas (cf. 22,11-13). Siempre se hace referencia a lo mismo, tanto si Jesús habla del aceite en los jarros, del traje festivo del invitado a las bodas o de la construcción de la casa sobre el suelo rocoso. Sólo será aceptada por el juez la vida realizada con la fe.

San Mateo termina la parábola y toda la sección exhortando a la vigilancia (25,13). El día y la hora son muy inciertos tanto para el criado, a quien el señor había constituido administrador, como para las vírgenes, a quienes de repente despierta del sueño el clamor que se levanta a media noche.

3. EL JUICIO DEL HlJO DEL HOMBRE (25,14-46).

a) Parábola de los talentos (Mt/25/14-30).

14 Es como un hombre, que, al irse de viaje, llamó a sus criados y les entregó su fortuna: 15 a uno le dejó cinco talentos, al otro dos, y al tercero uno, a cada cual según su capacidad, y se fue. Inmediatamente, 16 el que había recibido cinco talentos, se fue a negociarlos y ganó otros cinco; 17 igualmente, el que había recibido dos, ganó otros dos; 18 pero el que había recibido uno solo, se fue, hizo un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor. 19 Al cabo de mucho tiempo, vuelve el amo de aquellos criados y se pone a ajustar cuentas con ellos. 20 Se acercó el que había recibido los cinco talentos y presentó otros cinco, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; mira, he ganado otros cinco. 21 Díjole su señor: ¡Muy bien, criado bueno y fiel! Fuiste fiel, en lo poco, te pondré a cargo de lo mucho: entra en el festín de tu señor. 22 Se le acercó también el de los dos talentos y dijo: Señor, dos talentos me entregaste; mira, he ganado otros dos. 23 Díjole su señor: ¡Muy bien, criado bueno y fiel! Fuiste fiel en lo poco, te pondré a cargo de lo mucho: entra en el festín de tu señor. 24 Se acercó también el que había recibido un solo talento y dijo: Señor, sé que eres hombre duro, que cosechas donde no sembraste, y recoges donde no esparciste. 25 y como tuve miedo, fui y escondí en la tierra tu talento. Aquí tienes lo tuyo. 26 Pero su señor le contestó: ¡Criado malo y perezoso! ¿Conque sabías que cosecho donde no sembré, y recojo donde no esparcí? 27 Pues por eso tenías que haber llevado mi dinero a los banqueros, para que, a mi vuelta, yo recuperara lo mío con sus intereses. 28 Quitadle ese talento, y dádselo al que tiene los diez. 29 Porque a todo el que tiene, se le dará y tendrá de sobra; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. 30 Y a ese criado inútil, arrojadlo a la obscuridad, allá afuera. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.

Esta parábola coincide en parte con la del criado fiel y sensato que hemos leído hace poco (24,45-51). Allí como aquí confía el señor a sus criados determinados encargos para el tiempo de su ausencia. Lo que importa es que cumplan fielmente la voluntad de su señor. Pero aquí se añade algo nuevo. No sólo se deben llevar a cabo terminantes encargos, sino que los criados deben trabajar con independencia de acuerdo con el deseo de su señor.

Las grandes sumas de dinero no son repartidas para ser conservadas, para preservarlas del robo o de otros daños, sino para que sean empleadas con el fin de obtener una ganancia. En esto la parábola de los talentos sobrepasa la del criado fiel. No basta llevar a término un encargo de trazos muy concretos, sino que es preciso estar deseoso de aumentar los bienes con la iniciativa y el riesgo personal. La magnitud de la suma entregada es diferente en cada caso y se mide según la capacidad de los distintos criados. Recibe más el que ya se había acreditado y ha sido hasta ahora fiel y diligente en el servicio de su señor. El dueño se promete el mayor éxito posible de esta gradación.

Cada uno recibe según la aptitud, uno de ellos cinco talentos, otro dos, el tercero uno (un talento es una suma enorme de capital, unos 10.000 dólares, pero el poder adquisitivo aún es cuatro veces mayor). En este reparto el dueño tampoco se ha engañado, porque los dos primeros obtienen tanta ganancia cuanto fue el dinero que se les confió, el primero cinco talentos, el segundo dos. Sólo el tercero le decepciona y esconde el dinero en el jardín para tenerlo en lugar seguro, pero no hace el menor esfuerzo por aumentarlo. Se recalca que el señor regresa al cabo de mucho tiempo. Aquí también resuena lo que sorprende en esta venida. Los criados se hubiesen podido simplificar el trabajo cuanto más tiempo transcurriese, o también olvidarse del regreso. Aunque sea después de mucho tiempo, el señor parece venir de forma imprevista (cf. antes, 24,50; 25,6.13).

Ahora se ajustan las cuentas. Cada uno tiene que decir dónde se encuentra el dinero que se le había confiado, e indicar la ganancia obtenida. El primero y el segundo pueden hacerlo con la conciencia tranquila, porque se han esforzado con diligencia. Sólo el tercero ha de confesar que no ha hecho ningún trabajo. Más aún, insulta al señor con insolente osadía diciendo que se hubiese enriquecido injustamente, si ahora le restituyera el talento con ganancia. Ha interpretado mal la manera de proceder de su señor, no tomándola como expresi6n de su confianza, sino como indecorosa codicia. No solamente le faltaba el celo en la acción, sino que ya antes le faltaba comprender bien a su señor. Pero el señor no acepta los reproches, ya que el criado por lo menos hubiese podido tomarse la molestia de llevar el dinero al banco, para que allí produjera intereses.

Los dos primeros son recompensados ubérrimamente, el tercero es castigado con una gravedad espantosa. Notamos que el relato que sirve de base a esta parábola está fuertemente orientado de acuerdo con la enseñanza religiosa que el evangelista cree que de él se desprende. Propiamente se habla sólo de que los criados deben restituir, con la ganancia obtenida, lo que se les ha confiado. Y en la reprimenda del tercero se dice que se dé su único talento al que ya posee diez. Así pues ¿los talentos han pasado a ser propiedad de los criados? Así es. El hombre recibe de su señor el talento como don que debe hacer fructificar en su vida. Al que tiene mucho, se le exige mucho; al que tiene poco, se le pide poco. Pero el señor espera que cada uno trabaje con lo suyo, que no solamente lo administre fielmente, sino que lo aumente. El relato se interrumpe de la forma más sorprendente con la remuneración y el castigo. Primero sólo se puede deducir de un modo indirecto quién es el que se presenta súbitamente y de qué se trata en el ajuste de cuentas. Pero luego se dice directamente que los dos primeros deben entrar en el festín de su señor. De acuerdo con la parábola se esperaría que estos dos criados «fueran puestos a cargo de lo mucho», es decir, recibieran empleos más responsables, después de haberse acreditado. Pero esta recompensa del festín es la verdadera recompensa de la vida, es la recompensa que ya no se hace depender de que sea nuevamente confirmado en una posición más elevada. El festín del señor es la participación de su soberanía en el reino de Dios. El castigo del criado perezoso tampoco consiste solamente en que se le quite lo que se le había cedido, sino en que sea arrojado «a la obscuridad, allá afuera». éste también es un destino inapelable, que ya no se hace depender de una nueva ocasión. Así pues, el contenido religioso de la parábola se aclara de modo que vemos expuesto en el relato el hecho del juicio. Debemos examinar la parábola y referirla a la propia vida. Cuando Jesús habla del juicio, se yuxtaponen dos series de pensamientos. Una de ellas ve el juicio por parte de la libertad ilimitada y de la misericordia de Dios, que sobrepasa toda medida humana. Así se ve el juicio, porque se confía absolutamente en Dios, para quien todo es posible, incluso la salvación de una vida que de suyo estaba perdida (19,26).

Por otra parte, en san Mateo se insiste con el máximo vigor en cuánto importa el propio obrar, sobre todo el amor. Es preciso poner en obra la justicia en el amplio sentido que hemos encontrado. El Hijo del hombre vendrá en la gloria de su padre y dará a cada uno «conforme a su conducta» (16,27). Sólo puede ser aceptada por Dios la fe vivida y realizada, no la confesión de los labios. Sólo puede tener esperanza de entrar en el reino de Dios el que ejercita con fidelidad su cargo de administrador, el que lleva consigo aceite en abundancia para las lámparas y el que está vestido con el traje de boda.

En esta segunda serie de pensamientos está nuestra parábola, así como la siguiente descripción del juicio final. La declaración peculiar que se añade a los otros textos a partir de 24,37 es que Dios espera que fructifiquemos de acuerdo con la capacidad que ha sido asignada a cada uno. No solamente es preciso en general producir frutos de justicia, hacer «buenas obras», ejercitar el amor, sino que cada uno tiene que esforzarse en obrar según las aptitudes que le han sido concedidas. Claro está que esta exigencia siempre excede ampliamente aquello para lo que se estaba dispuesto y de lo que se era capaz. Pero aquí tampoco hay correspondencia exacta entre las obras y el premio, sino una exigencia que en el fondo es inmensa, como sucede con el amor (cf. 5,43-48). Por eso el premio no es mezquino tampoco, ni guarda proporción con las obras, sino que es sobreabundante y mucho mayor en todos los conceptos: Te pondré a cargo de lo mucho; entra en el festín de tu señor.

b) Doctrina sobre el juicio de las naciones (Mt/25/31-46).

31 Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria y todos los ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria. 32 Todas las naciones serán congregadas ante él, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. 33 Y pondrá las ovejas a su derecha y los cabritos a la izquierda.

Ahora viene la conclusión del gran discurso sobre el fin del mundo. No es una parábola, ni tampoco una exhortación profética a convertirse, ni una amenaza profética de castigo, no es una descripción horripilante de lo que sucederá en la renovación del mundo. Antes bien este fragmento es un compendio de la doctrina y de la reclamación de todo el Evangelio en vista del juicio. Habla del juez y de los que son juzgados. En la figura de Jesús, el Mesías juez, culmina la confesión que la Iglesia hace de su fe en Cristo. Aquí se manifiesta de una forma terminante por quién hay que tenerle. Su persona y su mensaje obtienen en esta hora su confirmación inapelable. Los que son juzgados también llegan a conocer por esta escena la verdad auténtica sobre sí mismos. Lo que el Evangelio dijo hasta ahora acerca de los hombres y lo que de ellos reclamó, aquí se sella de modo definitivo. Jesús no sólo era el Mesías de Israel sino el redentor de todas las naciones. No viene como Mesías glorioso para los judíos, como ellos creían, ni para los cristianos, de acuerdo con su expectativa, sino como aquel a quien han esperado todas las naciones y que las reunirá a todas.

Dos imágenes del Mesías se transfunden una en la otra: la del Hijo del hombre que aparece revestido de poder y la del pastor. Antes se dijo con lenguaje paradójico que el Hijo del hombre tiene que ser entregado y muerto (17,22s; 20,18). Ahora viene el Hijo del hombre en su gloria con todos los ángeles y se sienta en el trono. Como pastor, ha ido a buscar a todas partes las ovejas perdidas de la casa de Israel, pero en vano: ellas no han querido (23,37). Ahora bien, se trata de un pastor rebosante de poder. Ya no es el buscador humilde que sigue, incansable, la oveja perdida, hasta que la tenga puesta a salvo, el que se hace cargo de los pecadores, de los pobres y de los que gimen bajo el peso de la vida. Ahora es el pastor regio, como se dijo de los grandes reyes orientales y como ha contemplado el vidente de Patmos: «Ha de regir a todas las naciones con vara de hierro» (Rev_12:5). Esto es lo que ocurre ahora. Con una larga vara de pastor, que tiene la punta de hierro, el pastor divide el rebaño en cabritos y ovejas. El Hijo del hombre como pastor regio ejerce este cargo que Dios le transmitió. Porque el Padre le ha «dado todo poder en el cielo y en la tierra» (Rev_28:18).

34 Entonces dirá el rey a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre; tomad en herencia el reino que para vosotros está preparado desde la creación del mundo. 35 Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me hospedasteis; 36 estaba desnudo, y me vestisteis; caí enfermo, y me visitasteis; estaba en la cárcel, y fuisteis a verme. 37 Entonces le responderán los justos: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer, o sediento, y te dimos de beber? 38 ¿Cuándo te vimos forastero, y te hospedamos, o desnudo, y te vestimos? 39 ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte? 40 Y respondiendo el rey les dirá: Os lo aseguro: todo lo que hicisteis con uno de estos hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis.

A la imagen del Hijo del hombre y del pastor se añade como tercera la del rey. Jesús respondió afirmativamente la pregunta de si era el rey de los judíos (27,11). Pero este reino permanecía oculto. Sólo fue dado a conocer públicamente por medio de la inscripción de la cruz (27,37). Esta inscripción no indujo a los que la leyeron a doblar su rodilla como homenaje, sino a burlarse de él (27,42). Se le colocó como manto real un raído manto de púrpura, como cetro se le puso en la mano una caña, como diadema se le ciñó una corona de espinas (27,27-31). Pero ahora se manifiesta este reino del Mesías: «Y sobre el manto y sobre el muslo lleva escrito un nombre: Rey de reyes y Señor de señores» (Rev_19:16). Desde el principio del mundo el reino de Dios está preparado. Este gran objetivo de Dios fue frustrado por toda la culpa del hombre y por todo el desconcierto de la historia. El reino de Dios siempre estuvo dispuesto. Los perfectos deben participar del festín de su señor (Rev_25:21). Deben tomar este reino en posesi6n como herencia propia que les ha sido confiada. Uno ya se hizo cargo de esta herencia en el punto central de la historia, cuando fue resucitado de la muerte y constituido heredero universal. No sólo para alegrarse y disfrutar de la herencia, sino como primogénito entre muchos hermanos (Rom_8:29). éste vino a ser nuestro hermano con la forma terrena de la vida humana, y también quiere serlo con la forma celestial de la vida divina. Y si somos «hijos, también herederos: herederos de Dios, y coherederos de Cristo» (Rom_8:17)... Entre los discípulos ya estaba en vigor la regla que Jesús había establecido: «Quien a vosotros recibe, a mí me recibe; y quien a mí me recibe, recibe a aquel que me envió» (Rom_10:40), y «quien acoge en mi nombre a un niño como éste, es a mí a quien acoge» (Rom_18:5). Lo que uno ha hecho a otro, especialmente a un pobre o necesitado de ayuda -como un niño- por amor de Jesús, lo ha hecho a él mismo. Cada uno ha sido hermano de Cristo. Ya no tiene importancia conocer si lo sabía o no lo sabía, si quería o no quería servir en él a Cristo. Al fin se manifiesta que todo servicio del amor fue servicio al gran hermano Cristo. Las obras que el juez enumera, son obras corrientes de misericordia. Los escribas judíos han tenido un gran aprecio de ellas y son ejercitadas en todos los pueblos. Pero los cristianos saben especialmente que su excelsa fe tiene que repercutir en estas obras sencillas. En la práctica esta sencillez está con bastante frecuencia en oposición a las excelsas palabras de la fe. La fe excelsa está vacía y es reprobada, si no puede hacerse tan pequeña, que entienda que está al servicio de los más pequeños.

41 Entonces dirá también el rey a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno que está preparado para el diablo y sus ángeles. 42 Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; 43 era forastero, y no me hospedasteis; estuve desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis. 44 Entonces también éstos replicarán: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, o sediento, o forastero, o desnudo, o enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? 45 Entonces él les responderá: Os lo aseguro: todo lo que dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, conmigo lo dejasteis de hacer. 46 Y aquéllos irán a un castigo eterno, pero los justos a una vida eterna.

El mismo diálogo de antes se repite entre los que están a la izquierda y el rey juez. Ellos también han visto, pero no han obrado. La indigencia de los hombres no les ha conmovido, no les ha impulsado a ayudarlos. Pero ahora solamente vale lo que cada uno realmente ha hecho y no lo que ha pensado. No bastan la queja, el sentimiento ni la compasión por los que padecen indigencia, sino que es preciso poner manos a la obra y ayudar. Asombrados preguntan cuándo ha ocurrido que le hayan visto. En esta pregunta asombrada resuena el pensamiento de que seguramente le hubiesen servido al instante, si le hubiesen reconocido, así como Leví le agasajó en su casa o como hicieron María y Marta. No sabían que Jesús se oculta en los más pequeños, no sabían que hay que encontrarle y «verle» efectivamente en ellos. Creían que el amor a Cristo y el amor a los hombres son dos cosas distintas, y no una misma cosa. Han contemplado a su Señor, quizás eran piadosos y han rezado mucho, pero han hecho caso omiso del hombre que tenían a su lado. Ahora se descubre esta perniciosa bifurcación de su pensamiento. Por desgracia es demasiado tarde, porque ya no puede repararse nada de este servicio. Lo que fue rehusado a los hombres, también fue rehusado a Jesús. Sólo basta hacer de veras la voluntad del Padre (7,21).

Catena Aurea (S.Tomás de Aquino ,1269. Tr. Dr. D. Ramón Ezenarro, 1889)



"Entonces será semejante el reino de los cielos a diez vírgenes, que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo y a la esposa. Mas las cinco de ellas eran fatuas, y las cinco prudentes. Y las cinco fatuas, habiendo tomado sus lámparas, no llevaron consigo aceite. Mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas juntamente con las lámparas. Y tardándose el esposo comenzaron a cabecear, y se durmieron todas. Cuando a la media noche se oyó gritar: Mirad que viene el esposo, salid a recibirle. Entonces se levantaron todas aquellas vírgenes, y aderezaron sus lámparas. Y dijeron las fatuas a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se apagan. Respondieron las prudentes, diciendo: Porque tal vez no alcance para nosotras y para vosotras, id antes a los que lo venden y comprad para vosotras. Y mientras que ellas fueron a comprarlo, vino el esposo; y las que estaban apercibidas entraron con él a las bodas, y fue cerrada la puerta. Al fin vinieron también las otras vírgenes, diciendo: Señor, Señor, ábrenos. Mas él respondió, y dijo: En verdad os digo, que no os conozco. Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora". (vv. 1-13)

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 78,1
En la anterior parábola manifestó el Señor la pena que sufría el soberbio y el lujurioso que disipaban los bienes del Señor; en ésta conmina con el castigo aun a aquél que no saca utilidad y no se provee abundantemente de lo que le hace falta. Tienen ciertamente aceite las vírgenes necias, pero no abundante. Por lo que dice: "Entonces será el reino de los Cielos semejante a diez vírgenes".

San Hilario, in Matthaeum, 27
Dice, "entonces" porque todo esto se refiere al gran día del Señor del que arriba hablaba.

San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 12,1
El reino de los cielos, del presente tiempo, se llama la Iglesia; como se lee en San Mateo: "Enviará el Hijo del hombre sus ángeles y quitarán de su reino todos los escándalos" (Mat_13:41).

San Jerónimo
La semejanza de las diez vírgenes necias y prudentes, es aplicada por algunos sencillamente a las vírgenes, de las cuales unas según el Apóstol lo son de cuerpo y de espíritu; y otras solamente de cuerpo, careciendo de las demás obras; o guardadas bajo la custodia de sus padres; pero que sin embargo intentan casarse. Pero a mí me parece, por lo arriba dicho, que es otro el sentido, y que no pertenece esta comparación a la virginidad corporal, sino a todo género de personas.

San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 12,1
En cada hombre se encuentran duplicados los cinco sentidos, y el número de los cinco duplicados completa el de diez; y porque de la reunión de los fieles de uno y otro sexo resulta la multitud, la Santa Iglesia la compara a diez vírgenes. Y como los buenos están mezclados con los malos, y los réprobos con los elegidos, propiamente se asemeja a la mezcla de las vírgenes prudentes y las necias.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 78,1
Por esto, pues, expone esta parábola en la persona de las vírgenes para demostrar que aunque la virginidad sea una gran virtud, sin embargo será arrojada fuera con los adúlteros si no practica las obras de misericordia.

Orígenes, in Matthaeum, 32
O de otro modo: los sentidos de todos los que recibieron la palabra de Dios, son vírgenes; pues tal es la virtud de la palabra divina, que de su pureza participan todos los que por su doctrina abandonaron la idolatría y se convirtieron por Jesucristo al culto de Dios. Y sigue: "Que tomando sus lámparas salieron", etc. Toman sus lámparas, es decir, los órganos de sus sentidos, y salen del mundo de los errores al encuentro del Salvador, que siempre está preparado a venir para entrar juntamente con los que son dignos en la Iglesia, su bienaventurada esposa.

San Hilario, in Matthaeum, 27
O de otro modo: nuestro esposo y nuestra esposa es nuestro Dios encarnado, pues, para el espíritu la esposa es la carne. Las lámparas que tomaron es la luz de las almas que resplandecieron por el Sacramento del Bautismo.

San Agustín, de diversis quaestionibus octoginta tribus liber, 59
También las lámparas que llevan en las manos son las buenas obras; pues escrito está en San Mateo: brillen vuestras obras delante de los hombres (Mat_5:16).

San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 12
Los que rectamente creen y justamente viven, son comparados a las cinco vírgenes prudentes. Pero los que confiesan en verdad la fe de Jesucristo, pero no se preparan con buenas obras para la salvación, son como las cinco vírgenes necias. Por lo que añade: cinco de ellas eran necias, y cinco prudentes.

San Jerónimo
Son ciertamente cinco los sentidos que aspiran a las cosas celestiales y las desean. Acerca, pues, de la vista, del oído y del tacto, ha dicho especialmente San Juan: "lo que vimos, lo que oímos, lo que con nuestros ojos examinamos y nuestras manos tocaron" (1Jn_1:1). Sobre el gusto: "gustad y ved cuán suave es el Señor" (Sal_33:9). Sobre el olfato: "corremos siguiendo el olor de tus unciones" (Cnt_1:3). También son cinco los sentidos terrenos que exhalan fetidez.

San Agustín, de diversis quaestionibus octoginta tribus liber, 59
Por las cinco vírgenes necias se entiende la pérdida de la continencia destruida por los cinco deleites de la carne; pues debe contenerse el apetito de la voluptuosidad de los ojos, de los oídos, del olfato, del gusto y del tacto. Pero como esta continencia se hace en parte delante de Dios para agradarle con el gozo interior de la conciencia y en parte delante de los hombres únicamente para captarse la gloria humana, por eso se llaman cinco prudentes y cinco necias, si bien unas y otras se llaman vírgenes. Porque ambas gozan del mismo título aunque por diverso motivo.

Orígenes, in Matthaeum, 32
Así como las virtudes simultáneamente se acompañan entre sí, de modo que el que tuviese una las tenga todas, del mismo modo los sentidos se siguen mutuamente. Por tanto, es necesario que, o todos los cinco sentidos sean prudentes, o todos necios.

San Hilario, in Matthaeum, 27
La división entre cinco prudentes y cinco necias, debe entenderse en absoluto de los fieles y de los infieles.

San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 12
Pero es de notar que todas llevan lámparas, pero no todas tienen aceite: sigue pues: "Pero las cinco necias no tomaron aceite", etc.

San Hilario, in Matthaeum, 27
El aceite es el fruto de las buenas obras; las lámparas son los cuerpos humanos, en cuyas entrañas debe esconderse el tesoro de la buena conciencia.

San Jerónimo
Aceite tienen las vírgenes, que según la fe se adornan con buenas obras. No tienen aceite los que parece que profesan la misma fe, pero descuidan la práctica de las virtudes.

San Agustín, de diversis quaestionibus octoginta tribus liber, 59
Por aceite pienso puede significarse la alegría, según aquello del salmo: "Te ungió el Señor tu Dios con el aceite del regocijo" (Sal_44:8). Por consiguiente, el que no se alegra porque interiormente agrada a Dios, éste no tiene aceite, pues no siente placer sino en las alabanzas de los hombres. Pero las prudentes tomaron aceite con las lámparas, esto es, pusieron la alegría de las buenas obras "en sus vasos", esto es, en el corazón y en la conciencia: "pusieron". Como el Apóstol avisa: "Pruébese, dice, a sí mismo el hombre y entonces tendrá la gloria en sí, y no en otro" (Gál_6:4).

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 78,1
Llama aquí aceite a la caridad y a la limosna y a cualquier socorro prestado a los indigentes: llama también carismas de la virginidad a las lámparas; y por eso llama necias a las que vencieron la dificultad mayor y por la menor lo perdieron todo. Pues ciertamente cuesta más vencer los deseos de la carne que los de las riquezas.

Orígenes, in Matthaeum, 32
El aceite es la palabra divina que llena los vasos de las almas; pues nada conforta tanto como la predicación moral, que es como el aceite de la luz. Las prudentes, pues, tomaron este aceite, que les fue bastante aun tardando la salida, y la permanencia del Verbo que venía a perfeccionarlas. Las necias, no obstante que tomaron las lámparas desde el principio encendidas en verdad, no tomaron el aceite suficiente hasta el fin; siendo negligentes en recibir la doctrina que confirma en la fe y alumbra las buenas obras.
Sigue: "Tardando, pues, el esposo, dormitaron", etc.

San Agustín, de diversis quaestionibus octoginta tribus liber, 59
En el intervalo de tiempo desde la venida del Señor hasta la resurrección de los muertos, mueren hombres de ambos géneros.

San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 12
Dormir es morir, y dormitar antes del sueño es desfallecer en la virtud antes de la muerte, porque del peso de la enfermedad viene el sueño de la muerte.

San Jerónimo
Dormitaron, esto es, murieron. Por consiguiente, dice: "durmieron" porque después han de ser despertadas. Por esto, pues, dice: "haciéndose esperar el esposo", manifestó que no es corto el tiempo que ha de pasar entre la primera y segunda venida del Señor.

Orígenes, in Matthaeum, 32
Tardando el esposo, y no viniendo pronto el Verbo a la consumación de la vida, padecen algo los sentidos dormitando y como en la noche del mundo vegetando: "Y durmieron" como obrando perezosamente en sentido espiritual, pero no abandonaron las lámparas ni desconfiaron de la conservación del aceite las prudentes. De lo que sigue: "a la media noche, pues, se dio la voz", etc.

San Jerónimo
La tradición judía es que Cristo vendrá a media noche como en tiempo de los egipcios, cuando se celebró la Pascua y vino el Angel exterminador, y el Señor pasó por encima de los tabernáculos, y los postes de los frontispicios de nuestras casas fueron consagrados con la sangre del cordero. De lo que infiero que permanece la tradición apostólica, de que en el día de la vigilia de Pascua, no es lícito despedir al pueblo antes de media noche, esperando la venida de Cristo, para que después de pasado este tiempo se tenga la seguridad de que todos celebran el día festivo. Por lo que dice el salmo: "Me levantaba a media noche a confesar tu nombre" (Sal_118:62).

San Agustín, de diversis quaestionibus octoginta tribus liber, 59
A media noche, esto es, cuando nadie lo sabe ni lo espera.

San Jerónimo
De repente, y como en intempestiva hora de la noche, tranquilos todos, y cuando sea más pesado el sueño, los ángeles que precedan al Señor anunciarán al clamor de sonoras trompetas la venida de Jesucristo, significada por estas palabras: "He aquí que viene el esposo; salid a su encuentro".

San Hilario, in Matthaeum, 27
Al sonido de la trompeta sale a su encuentro la esposa: serán, pues, ya dos en uno, esto es, la naturaleza humana y Dios, porque la bajeza de la carne será transformada en gloria espiritual.

San Agustín, de diversis quaestionibus octoginta tribus liber, 59
Lo que dice arriba, de que tan sólo las vírgenes irán al encuentro del esposo, debe entenderse, que la llamada esposa está formada de la reunión de las vírgenes; a la manera que todos los cristianos que concurren a la Iglesia son llamados hijos porque acuden a su madre. De la reunión de estos mismos hijos, se compone la que se llama madre. Ahora bien, la Iglesia queda desposada y virgen, convoca a las nupcias, pero éstas se celebran en el tiempo en que estando para perecer toda la humanidad, entra por esta unión en el goce de la inmortalidad.

Orígenes, in Matthaeum, 32
A la media noche, esto es, en la profundidad del sueño, dieron, según pienso, los ángeles el grito de alerta, queriendo despertar a todos. Son los ángeles los custodios de las almas, que clamando despiertan interiormente a todos los que duermen: "He aquí que viene el esposo, salid a su encuentro", y a esta excitación que todos oyeron, se levantaron. Pero no todos prepararon bien sus lámparas, por lo que sigue: "Entonces todos se levantaron, y prepararon sus lámparas", etc. Se preparan las lámparas con el recto uso de los sentidos, según los preceptos evangélicos, porque los que hacen mal uso de ellos, no llevan provisión en sus lámparas.

San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 12
Entonces todas las vírgenes se levantan porque tanto los elegidos como los réprobos despiertan del sueño de la muerte; preparan sus lámparas, porque cuentan en su conciencia sus obras, por las que esperan recibir la bienaventuranza.

San Agustín, de diversis quaestionibus octoginta tribus liber, 59
Prepararon sus lámparas, esto es, la cuenta de sus obras.

San Hilario, in Matthaeum, 27
Tomar las lámparas, es volver las almas a sus cuerpos; y su luz es la conciencia de las buenas obras, que brilla en los vasos de los cuerpos.

Orígenes
Pero las lámparas de las vírgenes necias se apagan, porque las obras, que por defuera parecían buenas a los hombres, a la venida del Juez quedan por dentro oscuras. Por lo que sigue: Las necias dijeron a las prudentes: "Dadnos de vuestro aceite", etc. ¿Por qué piden entonces aceite a las prudentes, sino porque a la venida del Juez se encuentran interiormente vacías, y buscan apoyo fuera de sí? Como si desconfiadas de sí mismas digan a sus prójimos: porque veis que nosotras seremos rechazadas por falta de buenas obras, sed vosotras testigos de que las hicimos.

San Agustín, de diversis quaestionibus octoginta tribus liber, 59
Se acostumbra siempre buscar aquello que nos complace. Así es que se quiere el testimonio de los hombres, que no penetran el corazón, para presentarlo ante Dios, que registra en el corazón; pero las obras que se apoyan en alabanza ajena, quitada ésta, desaparecen, por lo que sus lámparas se apagan.

San Jerónimo
Pero las vírgenes que sienten apagarse sus lámparas, hacen ver que en parte alumbran; pero no con luz inextinguible, ni con obras duraderas. Si, pues, alguno tiene alma pura y ama la honestidad, no debe contentarse con aquellas obras mediocres y que pronto se agostan; sino con perfectas virtudes para que brillen eternamente.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 78,1
Estas vírgenes no sólo eran necias porque descuidaron las obras de misericordia, sino que también, porque creyeron que encontrarían aceite en donde inútilmente lo buscaban. Aunque nada hay más misericordioso que aquellas vírgenes prudentes, que por su caridad fueron aprobadas; sin embargo, no accedieron a la súplica de las vírgenes necias. Respondieron, pues, diciendo: "No sea que falte para nosotras y para vosotras", etc. De aquí, pues, aprendemos que a nadie de nosotros podrán servirles otras obras sino las propias suyas.

San Jerónimo
Las vírgenes prudentes responden así no por avaricia, sino por temor, pues cada uno recibirá el premio por sus obras. Ni en el día del juicio podrán compensarse los vicios de los unos con las virtudes de los otros. Aconsejan las vírgenes prudentes, que no vayan a recibir al esposo sin aceite en las lámparas. Y sigue: "Más vale que vayáis a la tienda y lo compréis".

San Hilario, in Matthaeum, 27
Son vendedores aquéllos que necesitando la misericordia de los fieles, nos venden por lo que nos piden, la satisfacción de nuestras buenas obras. Este es el aceite copioso de la luz indeficiente que debe comprarse y guardarse con los frutos de la misericordia.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 78, 2
Ya ves qué buena es nuestra negociación con los pobres. Estos no se encuentran allá, sino aquí; por tanto aquí es donde conviene acopiar el aceite para que nos sirva allá, cuando Jesucristo nos llame.

San Jerónimo
Este aceite se compra y se vende a mucho precio, y se logra con mucho trabajo: no sólo con las limosnas, sino también con las virtudes y consejos de los maestros.

Orígenes, in Matthaeum, 32
Aunque eran necias, comprendían sin embargo, que debían recibir al esposo con luz en todas las lámparas de sus sentidos. Pues veían también que teniendo poco aceite de virtud y acercándose la noche, se apagarían sus lámparas. Pero las prudentes envían a las necias a buscar el aceite de los vendedores porque veían que no habían reunido tanto aceite, esto es, palabra divina que bastase para salvarlas a ellas e instruir a las otras. Por lo que dicen: "Id mejor a los vendedores", esto es, a los Doctores, y "compráoslo" esto es, recibidlo de ellos. Y el precio es la perseverancia y el deseo, la diligencia y el trabajo de los que quieren aprender.

San Agustín, de diversis quaestionibus octoginta tribus liber, 59
No se crea que dieron un consejo, sino que les recordaron indirectamente su descuido. Los aduladores que alabando lo que es falso o lo que ellos ignoran, meten a las almas en el camino del error, halagándolas como fatuas con falsas satisfacciones, venden también aceite, recibiendo en pago de él alguna gracia temporal. Dícese, por tanto: "Id a los vendedores y compráoslo" esto es, veamos ahora quién os ayuda de los que acostumbraron a venderos alabanzas. Dicen, pues: "No suceda que falte para nosotras y para vosotras" porque de nada sirve el testimonio ajeno en la presencia de Dios, que ve los secretos del corazón. Y apenas a cada uno le basta el testimonio de su conciencia.

San Jerónimo
Como había ya pasado el tiempo de vender y llegado el día del juicio, no había lugar a penitencia ni a hacer nuevas obras buenas, y se ven obligados a dar cuenta de las pasadas. Por eso sigue: "Mientras fueron a comprarlo vino el esposo; y las que estaban preparadas, entraron con él a las bodas".

San Hilario, in Matthaeum, 27
Las bodas son la adquisición de la inmortalidad y la unión de la corrupción con la incorrupción por un nuevo consorcio.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 78,2
Por lo que dice: "Mientras fueron a comprarlo", manifiesta, que aunque queramos ser misericordiosos para después de la muerte, de nada nos servirá para evitar la pena; como tampoco le aprovechó a aquel rico, que fue misericordioso y solícito para con sus allegados.

Orígenes, in Matthaeum, 32
"Mientras fueron a comprarlo"; se encuentran algunos que cuando debieron aprender algo útil lo despreciaron y al fin de la vida cuando quieren aprender, los coge la muerte.

San Agustín, de diversis quaestionibus octoginta tribus liber, 59
"Mientras fueron a comprar", esto es, cuando se inclinaban a las cosas del mundo buscando gozar como acostumbraban de ellas, porque no conocían los placeres del espíritu, vino el Juez, y las que estaban preparadas, eso es, aquéllas que delante de Dios tenían el testimonio de su conciencia, entraron con él a las bodas. Eso es, adonde el alma pura, unida con puro afecto al Verbo divino, alcanza la perfección.

San Jerónimo
Después del día del juicio no hay lugar para las buenas obras y la justificación, la puerta está cerrada.

San Agustín, de diversis quaestionibus octoginta tribus liber, 59
Recibidos en el reino de los cielos aquéllos que han cambiado su vida por la de los Angeles se cierra la entrada; porque después del juicio no tienen lugar los méritos ni las súplicas.

San Hilario, in Matthaeum, 27
Y sin embargo, cuando ya no hay lugar a penitencia vienen las vírgenes necias pidiendo que se les abra. Por lo que sigue: "Vienen últimamente las demás vírgenes diciendo: Señor", etc.

San Jerónimo
En verdad es magnífica confesión esta apelación a Dios y es digno de premio este indicio de fe: pero ¿de qué sirve invocar con la voz a quien niegas con las obras?

San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 12
Afligidas bajo el peso del sentimiento de la repulsa, redoblan la súplica implorando la autoridad del Señor y sin atreverse a llamar Padre a aquél cuya misericordia despreciaron en vida.

San Agustín, de diversis quaestionibus octoginta tribus liber, 59
No se dice que compraron aceite; y así debe entenderse que no quedando ya satisfacción ninguna de alabanza ajena, volvieron llenas de angustia y aflicción a implorar la misericordia de Dios. Pero después del juicio es muy grande la severidad de aquél que antes del juicio ensanchó tanto su inefable misericordia. Y por esto sigue: Y el Señor respondiendo dice: "En verdad os digo, que no os conozco". De aquí, pues, aquella regla: no sabe los secretos de Dios, esto es, su sabiduría para entrar en su reino, el que, si bien se afana en obrar según sus preceptos, no es por agradar a Dios sino a los hombres.

San Jerónimo
Conoce, pues, el Señor a los suyos, y el que no le conoce será desconocido (2Ti_2:19). Y aunque sean vírgenes, ya por la pureza del cuerpo, o ya por la confesión de la verdadera fe, sin embargo, son desconocidas por el esposo porque no tienen aceite. De aquí se infiere aquello de "Vigilad, pues, porque ignoráis el día y la hora": esta sentencia comprende todo lo que queda dicho antes; a fin de que siéndonos desconocido el día del juicio, nos preparemos solícitamente con la luz de las buenas obras.

San Agustín, de diversis quaestionibus octoginta tribus liber, 59
No sólo ignoramos en qué tiempo ha de venir el esposo, sino que también la hora de la muerte, para la que cada uno debe estar preparado y aun preparado, se encontrará sorprendido cuando suene aquella voz, que despertará a todos.

San Agustín, epistola 80
No faltaron quienes quisieron enseñar que esta parábola de las diez vírgenes se refiere a la venida que todos los días celebra la Iglesia; pero esta interpretación no puede admitirse, pues podría ser impugnada por alguno con razón.


Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)



143 (g) LAS VÍRGENES SABIAS Y NECIAS (25,1-13). Es otra parábola gemela, que da el contrapunto femenino a 24,45-51. Tratándose en parte de una alegoría, es un desarrollo re(-)daccional mateano a partir de una indicación que se encuentra en Lc 12,35-38 junto con la enseñanza escatológica general de Jesús. Es imposible reconstruir con precisión la situa(-)ción matrimonial (p.ej., ¿están las diez vírge(-)nes prometidas con el mismo novio?, ¿dónde está la novia?). Las imágenes nupciales, utili(-)zadas en el Cantar, eran aplicadas por los ra(-)binos a las relaciones entre Dios y su pueblo: cf. Mt 9,14.15; 22,1-14. 1. diez vírgenes: Repre(-)sentan a los discípulos, creyentes expectantes (2 Cor 11,2). 2. necias... sabias: Estas prema(-)turas calificaciones evocan 7,24.26; 10,16; 23,17.19; 24,25. La sabiduría en cuestión es una sabiduría práctica sobre la salvación. 5. tardaba: El retraso de la parusía crea el pro(-)blema, el peligro del amor que se enfría (24,12) . todas... se durmieron: La cuestión aquí no es tanto la vigilancia (a pesar del v. 13) cuanto la preparación (v. 10). 6. a medianoche: El Hijo del hombre es el Señor de las sorpre(-)sas. El grito expresa el ansia de la Iglesia pri(-)mitiva por la consumación del reino. 8. El aceite equivale a las buenas obras (cf. NmRab.13, 15.16). A las necias les faltaban suficientes obras buenas. 9. no sea suficiente: El rechazo de las sabias no es una falta de caridad o de insolidaridad. Sus buenas obras no son total(-)mente transferibles. Otros pueden ayudar, pe(-)ro la disposición para aceptar la salvación es en último término un asunto de responsabili(-)dad personal. 10. preparadas: E.d., para el no(-)vio; éste es el núcleo de la parábola. Cerrar la puerta significa que la entrada no es automá(-)tica. 11-12. Cf. 7,22.23. 13. Cf. 24,42.
(Donfríed, K. P., «The Allegory of the Ten Virgins...», JBL 93 [1974] 415-28. Puig i Tárrech, A., La parabole des dix vierges [AnBib 102, Roma 1983].)

144 (h) LA PARÁBOLA DE LOS TALENTOS (25,14-30). Un relato más interesante y polié(-)drico, que sin duda procede de Q, aunque ha(-)ya un germen o vestigio en Mc 13,34. Podría entenderse también como un comentario a Mc 4,25. Mateo preserva la versión más simple y antigua, mientras que Lucas la mezcla con otro relato sobre un pretendiente al trono (¿Arquelao en el 4 a.C.?). Pero Lucas, proba(-)blemente, mantiene las sumas de dinero origi(-)nales, libras o minas, por valor de 20 euros ca(-)da una, más que talentos, cuyo valor era de 1.000 euros cada uno. El mensaje de la pará(-)bola puede leerse también de diferentes mo(-)dos. En su contexto, ofrece un estilo de vida para el ínterin previo al regreso del Hijo del hombre, urgiéndonos al uso responsable de los bienes del Señor con vistas al juicio veni(-)dero. Podemos extraer también notas morali(-)zantes de la situación, como en 24,48-51. Pero, en un estadio más antiguo, el relato podría ha(-)ber contenido un reproche a la actitud estáti(-)ca sobre la tradición religiosa (¿saducea?) que se opone a su propio desarrollo. Esta perspec(-)tiva se fundamenta en la presencia del verbo «entregar» en los vv. 14.20.22, un término téc(-)nico que se aplicaba a la tradición. 15. talento: Cf. comentario sobre 18,24. a cada uno según su capacidad: La combinación del término fis(-)cal «talento» con el cercano de «capacidad» condujo a que en las lenguas modernas se in(-)terpretara con el sentido de don, aptitud y ca(-)pacidad. El reconocimiento de la diversidad humana con respecto a la capacidad y la re(-)compensa es típicamente mateano (13,23). 16. negoció con ellos: La imprecisión del verbo permite entenderlo como comercio o inver(-)sión. ganó: Este verbo se utiliza en contextos religiosos para referirse a la consecución de conversos. 18. enterró en la tierra: Ocultó su luz, observando la tradición de forma estática (Abot R. Nat. 14). 19. al cabo de mucho tiem(-)po: Indica el retraso de la parusía y el ajuste de cuentas en el juicio final. 21. fiel: Aquí signifi(-)ca digno de confianza, arriesgado y, también, creyente, entra en el gozo de tu Señor: Se refie(-)re al reino de Dios (Rom 14,17). 24-25. Cf. Job 23,13-17; m'Abot 1,3; 2,15; 3,17. 27. con los in(-)tereses: Parece favorecer la usura y un capita(-)lismo moderado. 29. al que tiene: Cf. Mc 4,25; Mt 13,12; Lc 8,18. Los verbos pasivos se refie(-)ren a las acciones de Dios. Cf. L. C. McGaughy, JBL 94 (1975) 235-45.

145 (i) EL JUICIO DE LAS NACIONES (25,31-46). Esta unidad tiene la forma literaria de un discurso de revelación apocalíptica en el que abunda el diálogo. No es una parábola, excep(-)to los vv. 32.33. El pasaje es una obra maestra; constituye la cima y el gran final del quinto discurso y del ministerio público de Jesús. Pe(-)ro, ¿de dónde procede? ¿De Jesús, de Mateo, de la Iglesia primitiva o, como sugirió Bult(-)mann, del judaismo? Carece de paralelos si(-)nópticos (cf. Jn 5,29), está en sintonía con la teología de Mateo y emplea su vocabulario ca(-)racterístico (ángeles, mi Padre, justo); así que podría ser perfectamente una composición mateana. Estos argumentos no son decisivos, excepto para la forma final, y, en todo caso, el pasaje refleja la propia preocupación de Jesús por prepararse a sí mismo para entrar en el reino. Este venerado texto presenta una reli(-)gión práctica de acciones de misericordia, de amor al prójimo. El abuso de su interpreta(-)ción ha llevado a decir que ni la fe en Cristo ni la pertenencia a la Iglesia son necesarias para la salvación; pero, de hecho, está dirigido a discípulos cristianos, y el discipulado se en(-)tiende claramente como idéntico con la solici(-)tud por el necesitado. Esto no significa negar la fe, sino que constituye la esencia misma de la fe. 31. Hijo del hombre: cf. Dn 7,9.13.14; Zac 14,5. El Hijo del hombre interviene aquí en el lugar de Dios. 32. serán reunidas: Dios las reu(-)nirá (pasivo teológico), todas las naciones: cf. 24,9.14; esp., 28,19. Se refiere a todas las na(-)ciones, Israel incluido, no sólo a los gentiles. cabras: La palabra usada, eriphos, significa normalmente «cabrito». Puede representar, por tanto, un animal de poco valor. 34. rey: El Hijo del hombre como rey ejecuta la voluntad de su Padre. Con una bendición invita a los salvados a entrar en el reino, que ya está pre(-)sente, pero en el que entramos sólo cuando él decide traerlo y admitirnos en él. 35-36. Esta lista presenta seis de las siete obras corporales de misericordia de la tradición catequética (en la que se añade enterrar a los muertos, a pesar de 8,22). enfermo y me visitasteis: Algunas traducciones actuales no traducen correcta(-)mente el verbo griego episkeptomai, que no significa tanto «confortar», cuanto «cuidar» y «asistir». Cf. mPea 1,1. 37-39. Mateo los ca(-)lifica de «justos» y ellos responden con sor(-)presa. No pretendían comprar el favor de Dios ni forzar su voluntad. 40. cuando lo hicisteis con uno de estos mis hermanos más pequeños, lo hicisteis conmigo: Esta excelente respuesta identifica el servicio al necesitado con el amor a Cristo. Suele debatirse intensamente sobre si el término «hermanos» se refiere únicamente a los cristianos o a cualquier persona nece(-)sitada. Notemos que en el v. 45 no aparece la palabra «hermanos». Una mirada al uso ma(-)teano del término en contextos no fraternales muestra dos sentidos: en una serie (12,48-50; 18,15.21.35; 23,8; 28,10), adelphos se refiere a un miembro de la comunidad cristiana; en la otra (5,22.23.24.47; 7,3.4.5), se refiere a cual(-)quier ser humano como objeto del deber ético. El v. 40 debería entenderse en este sentido éti(-)co más amplio. 41-43. Este pensamiento dua(-)lista puede ofender a algunos. Procede de la teología deuteronomista de una alianza condi(-)cionada por la obligación humana (en cuanto opuesta a la alianza del compromiso divino in(-)condicional, representada en el NT por la teo(-)logía de Pablo). Presupone la responsabilidad y la conciencia moral humana, y que Dios to(-)ma en serio las acciones humanas. 46. Cf. Dn 12,2.
(Agbanou, V. K., Lc discours eschatologique de Matthieu 24-25 [Ebib, París 1983]. Brandenbruger, E., Das Recht des Weltenrichters [SBS 99, Stuttgart 1980]. Donahue, J. R., «The Parable of the Sheep and Goats», TS 47 [1986] 3-31. Marguerat, D., Lc jugement dans lévangile de Matthieu [Ginebra 1981].)

146 (XI) Muerte y renacimiento (26,1-28,20) . Comienza en este punto el relato de la pasión y la resurrección. En el relato de la pa(-)sión, caps. 26-27, Mateo sigue estrechamente a su única fuente, Mc (Q carece de un relato de la pasión). Sus numerosas expansiones, en la última cena, arresto, destino de Judas, proce(-)so ante Pilato (petición de muerte, sueño de la mujer de Pilato, lavatorio de manos), los por(-)tentos cósmicos en la muerte de Jesús, fluyen lógicamente del relato marcano. Por razones apologéticas, añade la guardia en la tumba (27,62-66) y su informe (28,11-15). El evange(-)lio termina con una breve pero grandiosa es(-)cena de envío. Mateo desarrolla tres temas principales que encontró en su fuente: la cris(-)tología (especialmente mediante el anuncio profético y su cumplimiento), el énfasis polé(-)mico en la responsabilidad de los dirigentes judíos y sus colaboradores, y una serie de ejemplos morales, en primer lugar el de Jesús, pero también el de Pedro y Judas, las mujeres, los otros discípulos y los soldados gentiles.
(Benoit, P., The Passion and Resurrection of Jesús Christ [Nueva York 1970], Sénior, D. P., The Passion Narrative according to Matthew [BETL 39, Lovaina 1975].)

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter XXV.

1 The parable of the tenne Virgins, 14 and of the talents. 31 Also the description of the last Iudgement.
1 Then shall the kingdome of heauen be likened vnto ten Uirgins, which tooke their lamps, & went forth to meet the bridegrome.
2 And fiue of them were wise, and fiue were foolish.
3 They that were foolish tooke their lampes, and tooke no oyle with them:
4 But the wise tooke oyle in their vessels with their lampes.
5 While the bridegrome taried, they all slumbred and slept.

[Of the talents.]

6 And at midnight there was a cry made, Behold, the bridegrome commeth, goe ye out to meet him.
7 Then all those virgins arose, and trimmed their lampes.
8 And the foolish said vnto the wise, Giue vs of your oyle, for our lampes are [ Or, going out,] gone out.
9 But the wise answered, saying, Not so, lest there be not ynough for vs and you, but goe ye rather to them that sell, and buy for your selues.
10 And while they went to buy, the bridegrome came, and they that were ready, went in with him to the marriage, and the doore was shut.
11 Afterward came also the other virgines, saying, Lord, Lord, open to vs.
12 But he answered, and said, Uerely I say vnto you, I know you not.
13 [ Mat_24:42 ; Mar_13:33 .] Watch therefore, for ye know neither the day, nor the houre, wherein the Sonne of man commeth.
14 [ Luk_19:12 .] For the kingdome of heauen is as a man trauailing into a farre countrey, who called his owne seruants, and deliuered vnto them his goods:
15 And vnto one he gaue fiue [ A talent is 187.pound 10.shillings, Mat_18:24 .] talents, to another two, and to another one, to euery man according to his seuerall ability, & straightway tooke his iourney.
16 Then hee that had receiued the fiue talents, went and traded with the same, and made them other fiue talents.
17 And likewise he that had receiued two, he also gained other two.
18 But hee that had receiued one, went and digged in the earth, and hid his lordes money.
19 After a long time, the lord of those seruants commeth, and reckoneth with them.
20 And so hee that had receiued fiue talents, came and brought other fiue talents, saying, Lord, thou deliueredst vnto me fiue talents, behold, I haue gained besides them, fiue talents moe.
21 His lord said vnto him, Well done, thou good and faithfull seruant, thou hast been faithfull ouer a few things, I wil make thee ruler ouer many things: enter thou into the ioy of thy lord.
22 He also that had receiued two talents, came and said, Lord, thou deliueredst vnto me two talents: behold, I haue gained two other talents besides them.
23 His lord said vnto him, Well done, good and faithfull seruant, thou hast

[The last iudgment.]

beene faithfull ouer a few things, I wil make thee ruler ouer many things: enter thou into the ioy of thy lord.
24 Then he which had receiued the one talent, came & said, Lord, I knew thee that thou art an hard man, reaping where thou hast not sowen, & gathering where thou hast not strawed:
25 And I was afraid, and went and hidde thy talent in the earth: loe, there thou hast that is thine.
26 His lord answered, and said vnto him, Thou wicked and slouthfull seruant, thou knewest that I reape where I sowed not, and gather where I haue not strawed:
27 Thou oughtest therefore to haue put my money to the exchangers, and then at my comming I should haue receiued mine owne with vsurie.
28 Take therefore the talent from him, and giue it vnto him which hath ten talents.
29 [ Mat_13:12 ; Mar_4:25 ; Luk_8:18 .] For vnto euery one that hath shall be giuen, and he shall haue abundance: but from him that hath not, shal be taken away, euen that which he hath.
30 And cast yee the vnprofitable seruant into outer darkenesse, there shall be weeping and gnashing of teeth.
31 When the Sonne of man shall come in his glory, and all the holy Angels with him, then shall hee sit vpon the throne of his glory:
32 And before him shall be gathered all nations, and he shall separate them one from another, as a shepheard diuideth his sheepe from the goats.
33 And he shall set the sheepe on his right hand, but the goats on the left.
34 Then shall the King say vnto them on his right hand, Come ye blessed of my Father, inherit the kingdome prepared for you from the foundation of the world.
35 [ Isa_58:7 ; Eze_18:7 .] For I was an hungred, and yee gaue me meate: I was thirstie, and ye gaue me drinke: I was a stranger, and ye tooke me in:
36 Naked, and ye clothed me: I was sicke, and yee visited me: I was in prison, and ye came vnto me.
37 Then shal the righteous answere him, saying, Lord, when saw we thee an hungred, and fedde thee? or thirstie, and gaue thee drinke?
38 When saw wee thee a stranger, and tooke thee in? or naked, and clothed thee?

[Last iudgement.]

39 Or when saw we thee sicke, or in prison, and came vnto thee?
40 And the King shall answere, and say vnto them, Uerely I say vnto you, in as much as ye haue done it vnto one of the least of these my brethren, ye haue done it vnto me.
41 Then shall he say also vnto them on the left hand, [ Psa_6:8 ; Mat_7:23 .] Depart from me, ye cursed, into euerlasting fire, prepared for the deuill and his angels.
42 For I was an hungred, and yee gaue me no meat: I was thirstie, and ye gaue me no drinke:
43 I was a stranger, and yee tooke me not in: naked, and ye clothed mee not: sicke, and in prison, and yee visited me not.
44 Then shall they also answere him, saying, Lord, when saw we thee an hungred, or athirst, or a stranger, or naked, or sicke, or in prison, and did not minister vnto thee?
45 Then shall he answere them, saying, Uerely, I say vnto you, in as much as ye did it not to one of the least of these, ye did it not to me.
46 And [ Daniel 12:2; Joh_5:29 .] these shall goe away into euerlasting punishment: but the righteous into life eternall.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



La parábola de las diez vírgenes. Esta parábola sigue con el tema de estar listos, y concluye en el v. 13 con palabras que hacen eco directo de 24:42. Sigue remarcando la división entre aquellos que están listos y los que no lo están.

La escena es la de una boda de pueblo, con las vírgenes (posiblemente madrinas de boda en nuestro sentido, o amistades, o siervos del novio) esperando para acompañar al novio en una procesión con teas al fin de la ceremonia, al conducir a su novia hacia su hogar. Las lámparas son probablemente teas con trapos empapados de aceite enrollados en un palo, que alumbrarían por algunos minutos antes de tener que ser empapados nuevamente con aceite. Sin otra reserva de aceite, se apagarían tan pronto como se las encendiera (8).

Una parte importante del relato es la demora: la iglesia debe estar preparada para esperar la parousía. Las diez vírgenes se quedaron dormidas durante la espera, así que la lección (igual que la de los dos siervos en 24:45-51) no es que debiéramos estar en alerta constante, sino que debemos tener las provisiones necesarias para cuando venga el momento. Esta parábola no explica qué provisión ser á, pero la que sigue sí da una sugerencia.

Al fin de la parábola el relato saca la aplicación, la de la posibilidad de ser excluidos del reino de los cielos; el v. 12 hace eco de las palabras ominosas de 7:23.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Las diez jóvenes. La parábola, exclusiva de Mateo, se refiere a la segunda venida de Jesús. Describe la situación de los que viven en la esperanza el tiempo intermedio entre la resurrección y la parusía. El reino de los cielos es comparado, no con diez jóvenes, sino con la celebración solemne de una boda. El centro del mensaje es la necesidad de la preparación.
Dos hechos suceden: el retraso del novio y el sueño de las que esperan. La insensatez de las jóvenes necias no es que se hubieran dormido (todas se durmieron), sino en que no iban preparadas para su misión. No habían contado con un posible retraso del novio y por eso no tuvieron aceite suficiente. La negación de las jóvenes prudentes a compartir el aceite es un rasgo parabólico para hacernos comprender que la preparación requerida es personal e insustituible. No vale apoyarse en la fidelidad de otro.
La respuesta del esposo indica que las jóvenes necias representan a quienes están en la comunidad de los fieles, pero carecen de auténtica entrega y, por tanto, no están preparados. «Por tanto, estén atentos» (13) es una advertencia para que permanezcamos constantemente fieles y entregados a poner en práctica las enseñanzas de Jesús.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



1. El matrimonio judío se celebraba con grandes festejos, que duraban varios días y se realizaban por separado en casa de ambos esposos. Al llegar la noche del último día, el esposo, rodeado de sus amigos que llevaban antorchas, se dirigía a la casa de la esposa, donde esta lo esperaba junto con sus amigas, que tenían lámparas de aceite encendidas. Después, todos se encaminaban a la casa del esposo donde se realizaba la gran cena de bodas. Ver notas 1. 18; 9. 15.

Las jóvenes del cortejo simbolizan a cada cristiano y a toda la Iglesia, que vive esperando la Vuelta del Señor, representado por el esposo.

14. El sentido de esta parábola es que todo cristiano deberá rendir cuentas a Dios de la manera cómo hizo fructificar los dones que él le dio para la extensión de su Reino.

29. Esta sentencia, que ya se encuentra en 13. 12, pone de relieve de manera paradójica que quien no hace fructificar los dones recibidos de Dios, aunque sea con el pretexto de asegurarlos, al fin pierde esos mismos dones.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

La parábola es un ejemplo claro de la llamada a la vigilancia expuesta en el discurso anterior. El esposo representa a Jesucristo, las Vírgenes a las personas invitadas a la boda, es decir, a la alianza esponsal de Dios con su Iglesia. No basta con que estemos en la Iglesia, hay que mantener viva la fe y hacer buenas obras: «Vela con el corazón, con la fe, con la esperanza, con la caridad, con las obras (...); prepara las lámparas, cuida de que no se apaguen, aliméntalas con el aceite interior de una recta conciencia; permanece unido al esposo por el Amor, para que él te introduzca en la sala del banquete, donde tu
lámpara nunca se extinguirá» (S. Agustín, Serm. 93,17).


Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 25.13 Lc 12.39-40; 1 Ts 5.2; 2 P 3.10; Ap 3.3; 16.15.

[2] 25.15 Mt 24.42; Mc 13.33,35; Lc 12.40.

[3] 25.29 Cinco mil monedas: lit. cinco talentos. Esta suma equivaldría al salario de casi cien años de trabajo de un obrero.

[4] 25.31 Mt 13.12; Mc 4.25; Lc 8.18.

[5] 25.31 Mt 16.27.

[6] 25.41 Mt 19.28.

[7] 25.46 Ap 20.10,15.

Biblia Peshitta en Español (Holman, 2015)

a Mat 24:42

Biblia Latinoamericana (San Pablo, 1995)



[=] * Mt 7:13 * Mt 8:11 * Lc 13:22 * Mt 19:30 * Mc 10:31 *Ap 19:7

Torres Amat (1825)



[33] Ez 34, 17.