Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
3. Castigo de Juda.
En el capítulo anterior, el profeta destacaba la defección religiosa del pueblo escogido; aquí más bien se considera la situación desde el punto de vista social y político. Las costumbres disolutas han dado al traste con la misma vida nacional en sus fundamentos. Faltan todas las clases dirigentes que con su honestidad puedan dar estabilidad y base a la vida social. No sabemos si esta situación fue a causa de una guerra o más bien de una revolución social. En 9:8ss, hablando al Israel del Norte, se describe una anarquía social antes del desastre originado por la invasión asiría. Quizá aquí estemos ante una situación similar. Algunos creen que este oráculo reflejaría la época en que Acaz (c.735) era aún menor de edad y el poder estaba en manos débiles y desaprensivas.
La anarquía social en Jerusalén (1-7).
1 Porque he aquí que el Señor Yahvé de los ejércitos quitará a Jerusalén y a Judá todo apoyo y sostén, el sostén de pan y el sostén de agua, 2el guerrero, el hombre de armas, el juez, el profeta, el adivino y el anciano, 3el jefe de cincuenta, el grande y el consejero, el mago y el hechicero. 4Y les dará mozos por príncipes, y reinará sobre ellos el capricho, 5y las gentes se revolverán los unos contra los otros, cada uno contra su compañero, y el mozo se alzará contra el anciano, y el villano contra el noble. 6Y se echarán unos sobre otros, diciendo en la casa de su padre: Tú tienes un manto, ven y sé nuestro jefe, y toma en tus manos esta ruina. 7Y el otro en aquel día les responderá: No quiero ser médico, y en mi casa no hay ni pan ni vestido; no quiero ser jefe del pueblo. La situación va a ser trágica,
ya que Dios va a quitar todos los medios de subsistencia (
el sostén de pan y el sostén de vino),
juntamente con la desaparición de las clases representativas que puedan salvar la situación (
el guerrero, el hombre de armas, el profeta)
y todos los que tenían algún relieve en la dirección del pueblo (v.2-3), y en vez de ellos hará que se encarguen de los resortes de la vida pública gentes sin solvencia (
dará a los mozos por príncipes),
cuya inexperiencia e ineptitud harán crear un malestar social general, de tal forma que surgirá una revolución fratricida, en la que las clases bajas se alzarán contra las personas más honorables de la sociedad (v.5), y la anarquía será de tales proporciones que no faltarán quienes busquen desesperadamente remediar tal situación en algún hombre que aún represente algo en la sociedad por su posición social, para que se encargue de su dirección; pero las cosas llegarán a tal extremo, que las rehusará, porque cree que ya no hay remedio; no podrá hacer de
médico (v.6) para curar las llagas sociales.
Es una idea muy arraigada en los orientales que el gobierno de los pueblos pertenece a las clases de mejor posición económica y social. Y esto es lo que se refleja en el v.6: los que nada tienen dirán al que todavía tiene algo de herencia:
Tienes un manto, sé nuestro jefe; es decir, nosotros no tenemos nada, lo hemos perdido todo en la catástrofe general y estamos totalmente amiseriados. Tú aún tienes algo de herencia y un manto para vestirte, nosotros no tenemos más que harapos. El
manto, pues, es aquí signo de ascendencia social, de honorabilidad, que hará que le respeten al que lo lleve, y así el interpelado aparece como un patricio en medio de la miseria general de los heredados, pues figura todavía como propietario, ya que en la catástrofe ha conservado
la casa de su padre. Ese
manto sería, pues, como la
toga patricia, símbolo de la calidad social de la persona, que la hacía apta y elegible para cargos públicos.22 Pero el interpelado se niega a ello: No
puedo ser médico, es decir, no puedo encargarme de salvar la situación, porque estoy como vosotros, totalmente arruinado; no tengo medios para ello:
en mi casa no hay pan ni vestido (v.7), y, en consecuencia, es inútil que se me ponga como jefe del pueblo.
Conducta impía de la nación y de sus magistrados. (8-12)
8 Sí, Jerusalén está al borde de la ruina, porque sus palabras y sus obras todas son contra Yahvé, para irritar los ojos de su majestad. 9 Sus frentes dan testimonio contra ellos 23, pues llevan, como Sodoma, sus pecados a la vista, no los disimulan. Ay de ellos, que se acarrean su propia ruina! 10 Bienaventurado el justo, porque habrá bien, comerá el fruto de sus obras 11 Ay del impío, porque habrá mal, recibirá el pago de las obras de sus manos 12 Mi pueblo está oprimido por caprichosos, y se han apoderado de él exactores. Pueblo mío, los que te guían te descarrían, han torcido el camino por el que ibas. Continuando la idea de disolución general, quiere acusar el profeta a los verdaderos culpables, precisamente los que estaban encargados de orientar al pueblo. La ruina es tan inminente, que el profeta la ve como ya cumplida, pues la conducta de Jerusalén está desafiando e irritando los ojos de Dios, que lo ven (v.8).24 La insolencia es tan general, que no se avergüenzan de sus prevaricaciones, y están degenerados como en otro tiempo los de Sodoma. En realidad, el mal que hacen caerá sobre ellos, porque Dios los va a castigar (v.9). A continuación encontramos dos versículos (10-11) que parecen estar fuera de contexto, ya que interrumpen la diatriba contra los abusos de las clases dirigentes. Quizá sean dos versículos de otro capítulo, desplazados aquí por algún escriba. El estilo de ellos recuerda algo la literatura sapiencial.25
Y la razón de tanta anarquía, como había dicho en el v.4, es que la nación será juguete de gente inexperta,26 y el profeta, ante esta situación de anomalía, no puede menos de lanzar un grito de angustia:
¡Pueblo mío! porque le ve desorientado, fuera de las rutas tradicionales religiosas, inducido por la conducta pagana de sus magistrados.
Yahvé, acusador y juez (13-15).
13 Yahvé está en pie para acusar, se alza para juzgar a los pueblos.27 14Yahvé vendrá a juicio contra los ancianos y los jefes de su pueblo, porque habéis devorado la viña, y los despojos del pobre llenan vuestras casas, 15 porque habéis aplastado a mi pueblo y habéis machacado el rostro de los pobres, dice el Señor, Yahvé de los ejércitos. Ante este estado de prevaricación general, la manifestación del día de Yahvé es inminente, y, en efecto, Dios va a surgir de un momento a otro para poner las cosas en su punto, para juzgar a su
pueblo, como lee la versión de los LXX. No hay ningún indicio cierto de que aquí se trate de un juicio universal sobre todos los pueblos en el plan escatológico en que se ponen otros oráculos profetices.
Si conservamos la lectura del texto hebreo,
a los pueblos, podría ella explicarse sencillamente de un juicio de Dios sobre los distintos pueblos, y en primer término sobre el pueblo israelita, queriendo dar a entender cómo Dios vela por los derechos de su justicia en todos los pueblos (v.13). Y los principales responsables,
los ancianos y jefes del pueblo (v.14), serán los primeros en comparecer ante el tribunal divino, ya que, encargados de guardar su
viña, su pueblo elegido, contra las incursiones de las fieras salvajes, los enemigos religiosos, no han hecho sino aprovecharse de su posición social para devorar sus frutos. En el c.5, el profeta volverá con más detención sobre este símil de la
viña del Señor.28
Oráculo contra las mujeres de Jerusalén (16-24).
16 Dice Yahvé: Ya que tan engreídas son las hijas de Sión, y caminan con la cabeza erguida, mirando con desvergüenza, pisando como si bailaran y haciendo sonar las ajorcas de sus pies, 17 el Señor afeitará la cabeza de las hijas de Sión y decalvará Yahvé sus frentes 29. 18 Aquel día quitará el Señor sus atavíos, ajorcas, redecillas y lunetas, 19 collares, pendientes, brazaletes, 20 cofias, cadenillas, cinturones, pomos de olor y amuletos, 21 anillos, arillos, 22 vestidos preciosos, túnicas, mantos, bolsitos, 23 espejos y velos, tiaras y mantillas. 24 Y en vez de perfumes, habrá hediondez, y en vez de cintura, un cordel, y en vez de trenzas, calvicie, y en vez de vestido suntuoso, saco, y en vez de hermosura, vergüenza. El profeta se encara con la altivez y vanidad desmesurada de las mujeres de Jerusalén, quienes también con su vida provocativa han contribuido a la desmoralización del pueblo, y se fija precisamente en las de alta posición social, que centran su vida en torno a sus adornos y joyas. Es admirable, desde el punto de vista psicológico, la descripción que nos hace Isaías; las presenta caminando, con la
cabeza, altiva, mirando de reojo a los transeúntes para captar la impresión que les causa su paso gracioso e insinuante a pasitos ligeros y menudos, para hacer sonar las cadenillas y joyas que llevan enlazadas a sus tobillos, como aún se ve entre las mujeres beduinas. En castigo de su insolencia y desvergüenza, Dios las va a castigar, privándolas de lo que más estiman, su cabellera. Según el
Código de Hammurabi, se rasuraba los rizos que caían sobre la frente al que había violado a una sacerdotisa.30 Aquí se trataría de algo que se consideraba como ignominioso, sobre todo para las mujeres; y, por otra parte, Dios las va a privar de todas sus joyas y objetos de tocador, cuyo inventario se describe con todo detalle precisamente para ridiculizar el lujo desmesurado de estas doncellas desvergonzadas. Quizá muchos de estos objetos tenían, además del valor ornamental, un significado de amuleto religioso (v. 18-24).31
Duelo de Jerusalén por la muerte de sus hijos (25-26).
25 Y tus hombres caerán a la espada, y tus héroes en la batalla. 26 Sus puertas gemirán y se lamentarán.
1
Ose_3:5;
Eze_38:16;
Jer_48:47;
Jer_48:49,
Jer_48:391Jer_23:20;
Jer_23:30,
Jer_23:24. 2 Miq 3:12: monte de la casa;
1Ma_16:20 :
monte del templo. 3
Eze_40:2;
Zac_14:10. 4
Joe_3:10. Marcial: falx
ex ense
(Ep. XIV 34), y Ovidio: sarcula cessabunt, versique in pila ligones
(Fast. I 699). 5
Ose_2:18;
Zac_9:10;
Isa_9:5. 6
Miq_4:4. 7
Miq_4:1. 8
Miq_5:1-6. 9
Isa_7:14-16. 10
Deu_18:11. 11
1Sa_6:2;
2Re_1:2. 12
2Re_14:22. 13 Cf.
2Cr_26:7. 14
Deu_17:16;
Deu_20:1;
Isa_31:3;
Miq_5:10;
Zac_9:10. 15
1Re_20:34. 16 El último hemistiquio falta en el hebreo, pero lo trae el griego, y hay que suponerlo por el ritmo y por el paralelismo con los v.1q y 21, donde aparece ya en el hebreo. 17 Literalmente: en cuya nariz no hay más que un soplo de vida, que puede faltar en cualquier momento. El profeta quiere destacar la fragilidad del hombre, y, por tanto, la insensatez de confiar en él. 18
Eze_27:5-6;
Zac_11:2. 19 Cf. Estrabón,
Geog. III 2:3; 2:8; 2:9; 3:5; 4:2; IV 6:12; XI 2:19. 20
Isa_23:1. 21
Amo_5:18. 22 Skinner, o.c., p.26; Condamin,
Le livre d'Isaie (1905) 0.24; Pirot Klamer,
hale (iQ47) p.32. 23 Sus frentes dan testimonio... es frase dudosa. Otros leen: su parcialidad testifica contra ellos (Skinner, o.c., 28). 24 Hab M3. 25 Skinner, o.c., 27. 26
Esd_10:16. 27 Los LXX y Peshitta leen a su pueblo (en vez de a los pueblos, lo que está mejor en el contexto). 28
Miq_3:2;
Amo_2:7;
Isa_3:25. 29 La palabra hebrea que traducimos por sus fuentes es de significado incierto. Así la traducen Gondamin, Dillman y Stade. Otros, como Skinner, leen sus vergüenzas. Pero, por paralelismo con las cabezas de las hijas de Sión del primer hemistiquio, creemos preferible la primera interpretación, que, por otra parte, es perfectamente inteligible en el contexto. 30 Código
de Hammurabi art.127- 31 Es difícil precisar bien el sentido de cada objeto. Muchos de ellos aparecen en otras partes del Antiguo Testamento, mientras que otros sólo se registran en este lugar de Isaías. Cf.
Pro_7:22;
Jue_8:26;
Exo_39:28;
Eze_24:17; ;
Jer_2:32;
Gen_41:42;
Est_3:12;
Gen_24:47;
Zac_3:4;
Rut_3:15;
Pro_31:24;
Zac_3:5;
Job_29:14;
Can_5:7. 32 En una moneda de plata de la época de Vespasiano, Judea aparece con un vestí do de mujer enlutada, sentada a los pies de una palmera, con esta inscripción: ludaea capta. Cf. Knabenbauer,
In Isaiam 4:1. 33 Jer 14:2;
Lam_1:4;
Lam_2:10;
Job_2:13; Ts 47:1; 13:2,